
Por Graciela Guerrero Garay Fotos: De la Autora
“Con el tiempo” es un poema que te enseña a ver más allá de lo que la propia vida pueda mostrarte. Sin embargo, convivir el día a día supera esa riqueza que, ignorantemente, uno cree dominar. Al reencontrarme con Dalia Licea Beatón, ahora una jovencita inteligente, cariñosa y comunicativa, volví a pensar en la sabia martiana: “Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”.
Dalita – como le llaman con afecto- es un Síndrome Down, conceptualizado en términos médicos como la primera causa de retraso mental congénito de origen genético por una aberración cromosómica, cuya frecuencia promedio es de 13,0 por 10 mil nacidos vivos, según la literatura especializada.
Nació en Las Tunas, Cuba, y eso es un regalo bendito, que se traduce, en primer orden, porque las familias cubanas – léase tuneras- donde convive un pequeño con esa u otra anomalía congénita es recibido con amor, mucho amor. Y no el lastimoso que corta las alas de la confianza, lacera la autoestima o condena a sobrevivir entre la nulidad de las discapacidades.
Siempre fue feliz. Comenzó la enseñanza especial, tuvo tratamiento médico, jugó, recitó, cantó y recibió desde el primer día cualquier mimo del mundo, dulce, sin pena. Creció con cariño y cuando uno llega a su casa, lo entrega. A los pocos minutos, me mostraba su mascota especial, un pez Clarias que vive igual de contento en la pecera y al cual ella acaricia a través del cristal.
Nunca había visto el también conocido pez Gato por ninguna parte, y menos en una pecera. De hecho, la curiosidad “periodística”, me hizo preguntarle y su respuesta tampoco esperó:
-Me lo trajo mi papá y es mi amigo… se queda quieto cuando yo me acerco.
Mirtha Beatón, la mamá, cuenta entonces que Nelson no lo trajo a casa, hace más de diez años, con la intensión de dejarlo, sino para que niña lo viera pues le pareció curioso, pero Dalita se identificó al momento con él. Buscaron la “casita” y desde entonces Claria Elaine, como le pusieron, entró a su nueva morada.
La sui generis mascota tiene su historia de vida, claro está. En uno de sus recorridos de trabajo, Licea llegó a una escuela y la iban a sacrificar, pero él pidió llevarla para mostrarla a Dalita y se la dieron. Eso le cambió el destino a Claria Elaine, la cual también quiso hacer de las suyas…
“Al principio – recuerda Mirtha – sentimos miedo, pues la gente habla del pez Gato como un depredador peligroso y no sabíamos cómo iba a reaccionar dentro de una pecera. También porque si la niña quería cogerla, la novedad se podía convertir en un momento triste, incómodo.
“Amamos los animales y la curiosidad, y decidimos quedarnos con ella. Al principio se escapó unas dos veces, pero después siempre ha estado así y ya es parte de la familia. No hay una persona que no pase por la calle y se detenga a mirarla y si vienen a la casa, te pasa como a ti”, dice con satisfacción Mirtha, quien también es una personalidad en el mundo literario local por ser fundadora de la Editorial Sanlope y ganar, con respeto y amor, el epíteto de “Mamá Sanlope”, dado por todos los escritores tuneros a esta Editora que ama las letras y al Centro Provincial del Libro y la Literatura.
Dalita me muestra ahora a su otra mascota, Toby, un perrito sato muy mo
... (... continúa)