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Guajirito soy: Una tradición cubana desde las escuelas

Guajirito soy: Una tradición cubana desde las escuelas

 

Por Graciela Guerrero Garay   Fotos: De la Autora

Keila anda contenta porque la escogieron para ser la reina de la parranda. Mientras, la Organización de Pioneros José Martí (OPJM) en la escuela primaria Tony Alomá Serrano, de esta ciudad, anda con las motivaciones bajo el brazo y proyecta la Gala, en tanto Cuba se prepara para celebrar el Día del Campesino, el próximo 17 de mayo.

Es una tradición encaminada a preservar el apego natural a la tierra y a la identidad nacional, en una nación eminentemente agrícola y donde el hombre y la mujer del campo forman parte íntegra del desarrollo, más allá de la producción de alimentos y lo que supone para las familias crecer lejos del humo y el ruido de las urbes capitalinas y los pueblos, transformados con los aires modernos del siglo XXI.

Por eso, el programa de actividades culturales denominado “Guajirito Soy” en las escuelas de la primera enseñanza en Las Tunas, como en el resto del país, mueve a los alumnos de preescolar a sexto grados, guías de pioneros, maestros y padres para, de conjunto, llevar a las comunidades urbanas los bailes tradicionales, las comidas criollas, las serenatas junto a la palma o en medio del batey y ese argot propio del cubano montuno, orgullo de la nación y de esa fibra autóctona que los siglos fortalecen, aún cuando ya no existan los candiles y tengan alumbrado público y consultorios médicos, y los caminos de asfalto sean los trillos en montañas y llanos.

Este sábado habrá fiesta en los campos y ciudades. La décima y el son, las rancheras, el sombrero de yarey, el vuelo de los pájaros, los cantíos del gallo y el ladrido de los perros en sintonía con el mugir del ganado y el olor a cerdo asado, yuca con mojo y congrí hablarán de esos guajiros que ya saben leer, son universitarios, visten con estilos modernos pero, por encima de todo, le saben los secretos a la tierra, siembran con los ciclos de la luna y trabajan por el mejoramiento de la sociedad y el socialismo sostenible y próspero a punta de mirilla en la isla.

Con estas esencias, Keila, la flor de Virama de la “Tony Alomá”, trae de correderas a su mami para que le busque las flores que adornarán su cabello. Raciel practica su punto guajiro en el laúd y el grupo danzario ensaya una y otra vez.

Un guateque que sacude, una vez más, los versos de Nicolás Guillén y trae en la solapa lo real maravilloso de Alejo Carpentier. Cuba, sencillamente, guajira a mucha honra con sus niños y niñas en un presente de perlas frescas, donde  siempre el futuro será de caña, libertad y verdor en montes y ciudades. Una viva tradición que alumbra cada año el Día del Campesino.  

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