Alma mía
Por Graciela Guerrero Garay
Alma mía, este es el día del amor. No me contamines con mentiras. Nunca dejes que pierda esa humanidad inherente a los seres de mi especie. Púleme las uñas que dañan la verdad, el optimismo, el bien público, los deberes sociales, el amor a la tierra, el respeto a la naturaleza, mi condición ciudadana, mis compromisos patrios.
Todos los soles y lunas son de amor, eso me dices desde adentro. No dejes que los trueque. Alértame cuando no vea las piedras del camino. Quítame el desdén del egoísmo que mutila las buenas actitudes cotidianas. Mátame la omnipotencia que me simula ser superior a los demás o me hacen abusar de lo que soy o creo ser.
Exige más y oblígame a multiplicar las palabras justas de los excelentes diccionarios. Bórrame la superficialidad que me distancia de las esencias que tu bien conoces, alma mía. Siembra flores en mis manos que alcancen para cubrir el planeta. Llévame a respetarme, para respetar a mis iguales.
El decimocuarto día de febrero es tuyo, pero empeña tu magia en que yo lo sienta doce meses, veinticuatro horas. Puede que así, esa palabra tuya que nos salva de ser caníbales selváticos mate definitivamente la guerra, la discordia, la avaricia, la desigualdad... en fin, las miserias humanas.
No permitas que escriba en falso lo que es placebo, más allá de un convenio de dos o un juego de enamorados. Tu sabes que el amor es otra cosa. Y si todavía, a esta altura de los silencios y las voces, no acabo comprendiéndolo, sacúdeme, quita la neblina de mis ojos, tapa mi boca profana y, definitivamente estírame las manos, no para pedir, sino para agradecer y dar amor, ese que tu, alma mía, hiciste de luz para todos los rincones posibles.
Aunque no haya aprendido la lección, gracias. Está ahí y siento tu insistencia por otra oportunidad. Perdóname y vamos a andar. También me dijiste que el amor es eso, volver a empezar; más puro, más fuerte, más humano, más... Hagamos el pacto y guíame, otra vez... yo prometo y tú, ayúdame a honrar con todas mis acciones, ese universal amigo que llevas en tu seno, alma mía.
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