En Cuba los periodistas somos como los demás
· Como bien dice un titular de un colega, en este país asesinaron a un periodista, pero hace medio siglo. Fue el joven ecuatoriano Carlos Bastidas Argüello y lo hizo un oficial secreto del dictador Fulgencio Batista.
· Los profesionales de la prensa cubana aman su misión y la desempeñan con mucho esfuerzo y dignidad ética. No todos están de acuerdo con todo lo que dicen, pero jamás han ido a la cárcel ni han sido detenidos por eso. Mucho menos, torturados
· La corriente antiprensa, sobre todo la llamada de izquierda o alternativa, que mira el asunto desde la equidad y la denuncia a los monopolios informativos que desinforman y sí manipulan para seguir matando y explotando, asesina en América a quienes se le convierten “espinas de pescado” en la garganta. Lo mismo hacen en Irak o cualquier geografía donde un reportero haga tinta la denuncia
· Los periodistas cubanos estamos reconociendo y dignificando la memoria de Carlos Bastidas. Es una jornada por él y por todos. Un día todos los crímenes tienen que cobrar justicia. Cada mañana son más los videntes de este mundo.
Por Graciela Guerrero Garay
Los periodistas cubanos somos como todos los cubanos. Desempeñamos nuestra profesión con mucho esfuerzo y dignidad ética. Reconocemos lo bueno de la obra revolucionaria y también sacamos a la palestra pública lo malo que la limita y está en el sentir del pueblo, de quienes somos voceros y parte plena.
No somos esos robots con “panderetas” como nos pintan quienes no aceptan que digamos que, sin ser perfectos, Cuba es hoy uno de los mejores lugares de la tierra, con su escasez actual, sus disyuntivas económicas y sus dificultades cotidianas para transportarse, estirar el salario y hasta armar una dieta balanceada en la semana de vida.
Pero vivimos, estamos y luchamos por mejorar cada día nuestra sociedad, con todos y para el bien de todos, amén de que cada día el bloqueo y su máximo representante, el gobierno de Estados Unidos, recrudece sus medidas, intenta frenar a terceros y pone cuanta medida sea posible para impedir que amigos o simpatizantes extiendan sus manos a la Isla. Somos del Tercer Mundo y las estadísticas, de las auténticas necesidades que ponen en peligro la existencia plena de los ciudadanos, están por encima de la media en América Latina y se igualan a varias naciones desarrolladas.
De esto, de lo que veía venir para la Cuba nueva, se enamoró Carlos Bastidas Argüello. Por eso lo mató seguramente, el oficial secreto de Batista al servicio de Pilar García, jefe de la Policía Nacional. Una “espina de pescado en la garganta” para la dictadura. En su corto tiempo en Cuba había subido a la Sierra Maestra y estuvo con Fidel. Colaboró, bajo el seudónimo de Atahualpa Recio, con las primeras emisiones de Radio Rebelde, y se identificó con el pueblo cubano y el movimiento 26 de Julio. Era el año 1958.
Pero, además, traía ya un aval curricular que merecía la mirada de los dictadores de la época, había reportado para distintos periódicos del Ecuador grandes acontecimientos como los sucesos de Hungría en 1956 y las caídas de las dictaduras de Rojas Pinilla, en Colombia, y de Pérez Jiménez, en Venezuela. Ahora Cuba estaba como punto rojo en su agenda de trabajo.
Esta Jornada de Homenaje que le brindan hoy los periodistas cubanos, rectorada por la UPEC (Unión de Periodistas de Cuba) es un voto por su dignidad y valentía, y un acto de denuncia a ese silencio prolongado e impune por los miles que dejan su vida por denunciar la injusticia, la guerra, el terrorismo, la explotación de los pobres y la mal adquirida riqueza de los ricos, con sus apologéticas políticas de democracias sucias y antihumanas.
Ya hay muchos videntes en este mundo y no son exactamente periodistas. Los cubanos, que llevamos con sano orgullo y sentimiento revolucionario el ejercicio de nuestra profesión, seguiremos viendo el sol y las manchas, como aprendimos de Martí, a quien tampoco pudieron callar sus palabras y sus convicciones. No somos paladines de noticias huecas, somos seres humanos que sabemos que la salud y la educación no la dan tener un “Mercedes” o comer palomitas de maíz viendo el último grito de Madonna.
Tampoco renunciamos a tener otras posibilidades de mejoras en calidad de vida, pero sabemos, gracias a Fidel y los líderes que nos conducen y respetamos, que hay bienes más imprescindibles que el mercantilismo de vanidades. Trabajamos duros para consolidar el desarrollo que permita incrementar el presupuesto para lo esencial y lo secundario.
No hay esquinas rotas. La prensa cubana sabe su camino. Los periodistas también. Carlos Bastidas, como todos los que defienden hoy y defendieron sus ideas y la verdad de esencias, y que la vieron mucho antes de gestarse, son una motivación constante en nuestras páginas. Lean bien, que el amarillismo de ciertas prensas y ciertos “lapiceros” están perdiendo sus valores cromáticos. Y no solo en Cuba, para suerte de esta humanidad archimanipulada y muy mal informada, el problema es ya casi global. El silencio tiene voces nuevas y claras. La antiprensa tiene buena competencia. Bastidas y los otros colegas no han muerto en vano.
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