Canas, bastones y desafíos (+infografía y videos)
Por Misleydis González Ávila y Graciela Guerrero Garay
Las Tunas.- Elegante, con esa fragancia que sostiene la vejez a pesar de las muchas primaveras, no lamenta sus 73 años. Los vive. El encanto de llegar a la tercera edad tiene secretos y ella, entre el amor por sí misma y a sus allegados, los encontró para bien.
Se mantiene activa, aun cuando la jubilación la alejó del aula, pero jamás de esas fibras de educadora incansable, amorosa y portadora de consejos y experiencias.
Desde "Jesús Menéndez", Blanca Rueda de Millana pinta de colores y perfume su cotidianidad, en la que no faltan la lectura, la buena música, los quehaceres domésticos y los programas informativos. "Recordar es volver a vivir", confiesa y deja el momento para compartirlo junto a su esposo, con quien celebró hace poco las Bodas de Oro.
"No podemos renunciar a sentirnos útiles, porque sicológicamente lo necesitamos hasta el final de los días", afirma.
Reconoce los cambios naturales de la vejez y se aferra a los sueños aún por conquistar. Exalta el valor del apoyo familiar, principalmente para transitar esta etapa con felicidad sin que el abandono duela más que las enfermedades.
En el mundo de hoy, convulso y fascinado por los avances tecnológicos, cuesta bastante esperar a aquellos que llevan bastón. No todos corren la suerte de Blanca y de su compañero que van de la mano, amparados por los suyos. Lamentablemente, a muchos ancianos les pesa demasiado el almanaque, sobre todo, cuando toca seguir el rumbo en solitario por razones diversas.
Aunque cada cual lleva la edad a su manera, existe una variable psíquica en un grupo importante de quienes peinan canas: creerse carga para los seres queridos y la sociedad.
El envejecimiento poblacional impone el desafío de garantizar más calidad en la atención aquí, en un territorio que exhibe una esperanza de vida al nacer de 80 años; las mujeres alcanzan los 81 como promedio y los hombres sobrepasan los 78.
La realidad muestra que gran parte de los tuneros no llegan preparados a este complejo proceso y se convierten en presas de los estereotipos culturales, prejuicios y discriminaciones por motivos de la edad. El fenómeno -calificado como "viejismo"- surge de las actitudes negativas hacia los mayores y al decir de la Organización Mundial de la Salud, están muy extendidas y perjudican el bienestar físico y mental.
NO APAGARLES LA SONRISA
Delia González permanece concentrada en la lectura. Entre proverbios y lecciones de amor encuentra felicidad y el impulso preciso para luego seguir en el mundo real, en el que las ausencias son más perceptibles. Reside hace dos años en el hogar de ancianos Carlos Font Pupo, de esta ciudad capital.
"Tengo tres hermanos que casi no los veo porque viven en Cayojo, y una hermana residente en otro país. Yo estaba solita antes de entrar aquí. Ellos me dieron sobrinos, pero no es lo mismo que los hijos; por eso les digo a los jóvenes que tengan su descendencia. La soledad es mala compañía".
A su lado se encuentra la octogenaria Tomasa, a quien golpea con fuerza arrasadora la melancolía. "Mi vida es triste, nunca más he vuelto a ver a mi hija", dice con la voz entrecortada por un llanto que brota de muy dentro, y ninguna palabra sirve de consuelo.
Poco después ambas reanudan la rutina. Se les ve cómodas en la conversación mientras se pierden en sus memorias.
Víctor, Julio, Berthina, Olimpia y Francisco forman parte de la larga lista de abuelos que aquí comparten los días. Para algunos resulta una verdadera suerte haber encontrado techo y comida seguros. Otros sienten que dieron más de lo que hoy reciben.
Varios de ellos reclaman la presencia de un barbero para mantener mejor imagen. Sin embargo, la preocupación fundamental recae en los problemas estructurales, principalmente en los baños. "Empezaron a restaurarlos, pero no terminaron y están malos. Me gustaría vivir los años que me quedan en una situación más favorable", comenta el señor Silvino Oliva.
Las pocas auxiliares y la escasez de productos de aseo hacen más engorrosa la solución. La elaboración de los alimentos es otro criterio generalizado que resta al bienestar común, pues no contienen los ingredientes necesarios.
En estos pasillos se esfuman historias que nunca serán contadas a los hijos, nietos, sobrinos... gente de andar cansado, piel arrugada y manos temblorosas que, desde el silencio, pide a gritos un beso, una caricia, un abrazo... a muchos se les va la existencia en esa espera.
DESAFÍO SOCIAL
La especialista en Medicina General Integral Inés Delmys Batista Gutiérrez, directora del "Carlos Font Pupo", reconoce que para tratarlos se necesita mucho cariño, por el cambio en el estado emocional y, en ese sentido, planifican las actividades que garanticen un horario de vida, desde el aseo, la rehabilitación y los ciclos alimentarios.
Estas rutinas se complejizan al contar solo con 20 asistentes para atender a 109 ancianos discapacitados. La plantilla no se cubre por causas que van desde la intensidad del trabajo hasta los salarios, y la realidad que golpea es contundente: faltan 35 y por ello se requiere la ayuda de enfermeros y rehabilitadores.
La doctora atribuye la mala calidad de las comidas al insuficiente presupuesto. Los altos precios de condimentos, frutas y vegetales impiden que la preparación satisfaga, más cuando deben estar bajas de sal y grasa.
Igual sucede con el suministro de los medios de aseo, cuyo abastecedor, la Empresa de Aseguramientos a la Salud (Epass) no los tiene y deben auxiliarse de apoyos alternativos como la Iglesia. El hacinamiento tampoco se resuelve por el tema económico y, tras una bonita fachada, los espacios interiores reclaman urgencias constructivas después de tres décadas de explotación.
A pesar de ello, Batista Gutiérrez destaca que "con la contribución del uno por ciento del presupuesto local y la cantidad que tenía el centro, el año pasado reparamos el área de matrimonio y solucionamos las serias filtraciones, pero no pudimos abarcar todos los baños y quedaron 32. También hay necesidad de incrementar un espacio, pues la capacidad de internos creció de 152 a 202. La intervención tuvo que detenerse".
El presente calendario tampoco se torna halagüeño en el tema económico, insumos elementales como los pampers no se reciben desde mediados del 2017 y cuando las lluvias arrecian, no hay combustible para secar la ropa.
Por otro lado, la familia, en mayoría, condena al olvido a quienes les deben mucho más que el aliento. Sobre el particular, la especialista dice: "Son pocos los que se acercan a visitarlos. Sin embargo, vienen a reclamar la chequera, no les traen un dulce ni llevan de pase; los dejan y ya. Nosotros nos convertimos en sus únicos familiares".
OTRAS REALIDADES
El doctor Luis Mengana Castillo, especialista de Primer Grado en Medicina Interna y máster en Longevidad Satisfactoria, con más de 20 años vinculado con el Programa del Adulto Mayor, marca diferencias entre el envejecimiento personal y el poblacional, al tiempo que destaca que es un fenómeno "que nos pisó los talones y se nos fue por delante, pese a la voluntad política del Estado y los esfuerzos de unos cuantos desde diferentes organismos".
Al decir de Mengana, la población no está preparada y la familia, principal cuidadora de los longevos, desconoce sus manejos. En ese núcleo emergen contradicciones multigeneracionales y el anciano -casi siempre- lleva la desventaja. Los más jóvenes no encuentran la respuesta adecuada ante los problemas cognitivos de los abuelos.
"Los cuidadores de Salud y otros sectores de la comunidad -explica- deben sumarlos a diferentes actividades, pero no lo hacen por la falta de capacitación sobre el tema. En muchos lugares existen las condiciones para atenderlos mejor. Sin embargo, no hemos sabido aglutinar esa fuerza en función de la ancianidad".
Para el 2050, fuentes variadas prevén que se jubilen más personas que niños cada año comiencen en la escuela. "Dicho así, por desconocimiento, no causa ningún impacto, pero a los que hemos dedicado el tiempo a estudiar y conocer demográficamente la sociedad, sabemos que la fuerza productiva estará en crisis al igual que el futuro económico".
La jubilación es un cambio importante en la vida. Quienes la asumen, pasan, poco a poco, a un estado de dependencia, pierden autonomía, y con ello, la autoestima. Vale analizar el por qué se han perdido las aulas de prejubilación, organizadas por el sindicato.
"El carné de jubilado debe servir para facilitar determinadas gestiones. Una persona que trabajó 40 años hizo gran aporte a la economía, por eso considero que deberían existir leyes que le permitan adquirir determinados productos, a los cuales no puede acceder con la chequera", expone el galeno.
El tema de las enfermedades es otro capítulo extenso. La mayoría de los ancianos son pluripatológicos. Es necesario -a criterio de Mengana- valorarlos de manera integral. "No solo se trata de formar geriatras, sino de geriatrizar los servicios médicos, es decir, capacitar al resto de las especialidades en los principios básicos de asistencia a este sector poblacional".
No menos preocupante resulta la situación del transporte y las archiconocidas barreras arquitectónicas. Duele ver cómo y cuánto tienen que hacer los de la tercera edad con sus bastones, para poder abordar guaguas y camiones particulares. Muchas aristas grises quedan en el asunto y los abuelos merecen más que alimentos y medicinas.
Vivir tantos años constituye privilegio, y se debe diseñar una arquitectura, desde la misma acera, que enaltezca verdaderamente a quienes lo logran. Canas y arrugas, inevitablemente, aparecerán frente al espejo de quienes hoy los subestiman, hasta con la leve ironía de un gesto inofensivo. Es solo cuestión de tiempo.
0 comentarios