Los sueños de un hombre inquieto
· Quizás muchos piensen que llegó “hace tiempo” para que esta entrevista vea la luz hoy…Otros le creen todavía en Venezuela. Él, como siempre, sigue empatando el tiempo de la entrega… esa que presupone mejorar cada día, cumplir lo máximo y disfrutar de su terruño y la familia después de tanta lejanía
Por Graciela Guerrero Garay Fotos: Cortesía del Entrevistado
Llegó a Caracas de madrugada y los cerros estaban ahí. Los desnudó con las pupilas cansadas, pero ávidas como aquel viajero que hace 126 años no se sacudió el polvo del camino para hablar con el Libertador.
Un nudo de emoción le cerró la garganta. A veces, no se explicaba bien como otra tierra que no es la suya le daba tantos saltos en el corazón. Y algo le llevaba sin remedio a muchas cosas hecha tintas en los libros de Historia.
Tenía una misión concreta del INDER: Coordinador Nacional de Atención a Atletas en Venezuela. Y lo primero que hizo fue instrumentar el programa que garantizara que las glorias del deporte cubano, los atletas retirados y quienes colaboraban en los equipos de alto rendimiento, en la misión Barrio Adentro, pudieran recibir, ser protagonistas activos y darle vida al objetivo que lo traía caminando por los 24 estados venezolanos.
Lo ajustó a las condiciones de la hermana nación y echó a andar. Dos meses después de aquel primer día, en febrero del 2005, desde el punto de vista orgánico, quedaron constituidas las 24 Comisiones de Atención a nivel de Estado y 239 a instancias municipales. Pero el Licenciado José Ángel Mesa Pérez sabía que esto no era más que el comienzo. Ahora había que trabajar.
AMOR PARA TODOS
Los caminos no fueron fáciles. Encontró a más de un millar de colaboradores por doquier. Cerros, parroquias, selvas, comunidades indígenas, llanuras y alturas como Los Andes. En su agenda guarda un dato ilustrativo: solo en Caracas, ese mismo año, había más de dos mil. Por todo el territorio, 304 glorias deportivas, 745 atletas retirados, 66 árbitros y 33 destacados entrenadores. En una palabra, había al menos un cubano en 329 municipios, de los 335 que tiene el país de la Orquídea y el Turpial.
Mesa – como le llama la mayoría- no descansó. Había que levantar el nivel de satisfacción de esos hombres y mujeres que, como dijo Chávez, eran testimonios vivos de que la solidaridad es la ternura entre los pueblos. Allí estaban ellos armando grupos de bailo terapia, círculos de abuelos, equipos deportivos masivos o de alto rendimiento. Abrían sendas al mejoramiento humano. Lo mismo se rehabilitó a un niño que jugó ajedrez en las escuelas, con igual dignidad que en un campeonato mundial.
EN LA EPIDERMIS
Los encuentros entre atletas cubanos y venezolanos, con colegas que no se veían en más de 20 años, son huellas y recuerdos que Mesa le dejó un lugar diferente en su corazón. Rió y lloró con ellos. Unió voluntades, elevó la eficiencia del trabajo, anotó nombres para siempre… Don Miguel Cueva Piedra, Curro Pérez, Aquino Abreu, Emilio Madrazo, Reinaldo Costa, Félix Núñez, Ariel Hernández, Damián Austín, Alfredo Duvergel, Roberto Simón, Roberto Hernández, Victoriano Moreno…
El Primer Taller Nacional con deportistas de Venezuela le llevó a Morochito Rodríguez. Crecieron los amigos, la hermandad, la utilidad del tiempo y Cuba y Venezuela, Bolívar y Martí volvieron a surcar los espacios imposibles. La gran Plaza de Caracas siempre se le hizo un nudo de agua fértil a la altura del cuello. El INDER dejaba sus rocíos en los amaneceres humildes de la geografía venezolana. Fue y sigue siendo un hombre feliz. Sintió en muchos detalles, en pequeñas hojas verdes, en torrenciales lluvias, en noches y días, el beso de las nietas, la mano de la esposa, el “papi” de sus hijas.
Juntos a los buenos momentos también llegaron las demandas y las preocupaciones. La atención a familiares en Cuba, la comunicación, la superación, condiciones de vida, convenios, transportación. No todas encontraron solución, pero fueron analizadas y hay muchas ahora que ya tienen respuesta. En este sentido hubo un cambio, sin dudas. Pudimos hacer actos de recibimiento y despedida, atender al equipo de Boxeo que participó en el torneo de Carabobo, y a los de Voleibol y Baloncesto que asistieron a la Liga Nacional, destaca hoy en estas tardes que le despiertan otras.
LOS SILENCIOS
Casi nadie le llama por su nombre de pila. Su apellido le identifica al instante, pero preguntar por José Ángel puede mandarlo a la acera equivocada. Quizás parezca demasiado serio para una broma de pasillo, aunque la sonrisa y la mano se pliegan ante la amistad, el respeto, la ayuda y las buenas acciones. No ganó por gusto la admiración de sus subalternos y compañeros. No hubo lisonja alguna cuando le declararon Hijo Ilustre en varios Estados y municipios venezolanos.
Mesa es así. Exacto para aleccionar como para combatir. En sus silencios, vuelve una y otra vez a sus campos en Vázquez, en el municipio Puerto Padre. O salta hacia la Brigada de la Frontera, donde la Operación Yarey le marcó el carácter desde su primera juventud. Apostó por la justicia y los caminos de la Revolución.
Muchas medallas están celosamente guardas en su mesita de noche. Una ejemplificante evaluación trajo de la Patria de Bolívar. El éxito político de actividades en Venezuela como el XVI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, el Foro Social Mundial, la solidaridad con los CINCO, el 126 Aniversario de la llegada de José Martí a Caracas y cientos de eventos deportivos tuvieron que ver con su presencia, incluidos los II Juegos del ALBA.
La Unión de Jóvenes Comunista desde 1971 lo trae en su expediente de Ex Cuadros de la organización, como miembro de su Buró. El INDER avala su trabajo destacado en diferentes frentes y direcciones. Los CDR lo atesoran como dirigente de base y Coordinador de Zona. Las brigadas de Rescate y Salvamento cuentan hace años con él.
Mas, prefiere los silencios. Poco le parece lo que pueden recoger sus manos, inquietas como el insomnio para construir puentes y derribar muros. De nada extraordinario valora su esfuerzo. Es, sencilla y sanamente, él.
DUENDES
Muchas veces las figuras duendescas de los cerros le llenaron los ojos en los viajes. Había que llegar allá, no importa cuan lejos, hasta el colaborador que pintaba su honor entre ríos o montañas. Más de 6 mil 310 visitas por las distintas comisiones testifican ese afán de trasmitir el calor de la Isla allende los mares. De hacer lo competente y representar como se debe el cargo que le asignaron.
Cumpleaños colectivos, afectos, reconocimientos, estímulos…esas panaceas que resultan divinas cuando el calor del hogar es un hipo en el alma. Un programa sólido y humano que acercó el trabajo al amor, que es, en definitiva, lo que siembra y recoge el internacionalismo.
Mesa no quiso olvidar nada. Espejuelos, chequeos médicos, superación, recreación, identificación ideológica, hermandad, desinterés. Hoy todo parece más tangible. Las ciudades convergen sin sus geografías.
Vuelven los duendes, no las brujas. Y aunque, tal vez, por culpa de los pensamientos y los supuestos humanos, alguien le vea sonreír, medio cabizbajo, y le tilde de loco mientras desanda sus tuneras calles, él piensa en la inmensidad de los cerros, en los indios venezolanos que se rehabilitaron y en ese nombre mágico, Barrio Adentro, que hizo luz en la oscuridad de los que saben que todavía hay tiempo y razón para cambiar la vida.
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