Apéndice de verano: Sombrillas
Por Graciela Guerrero Garay Fotos: De la Autora
No se si fue “Pepito” quien añadió la jabita a nuestra anatomía y dio por hecho que nos dividíamos en cabeza, tronco, extremidades y… “jabita”, por supuesto. Sin embargo, con la llegada del caluroso junio una nueva corriente de “Pepitos” asegura que le nació otro apéndice al cuerpo del tunero: la sombrilla.
El decreto forma parte de las miles de ocurrencias y cascadas de humor “negro y blanco” que matizan la cotidianidad, más cuando el verano entró “rápido y furioso” y solo con buenas bromas y sonrisas a “pululu” se sobrelleva la dosis de “agua salá” que te moja la ropa y cuela por los ojos. Ya no hace falta que el meridiano cuaje en el reloj para sentir el sofoco del rey amarillo.
La sentencia no está errada. Uno de cada tres transeúntes lleva un tapasol en sus manos y el objeto, que parece hacer records de popularidad en el siglo XXI, se vanagloria de ser unisex y perder los grilletes de pasados siglos cuando clasificó como atuendo femenino, al tiempo que entrona su esencia de dar sombra y pierde la función de taparnos de la lluvia, misión que no cumple con frecuencia y “Pepito” culpa al Niño y a la Niña, por traer al revés al clima y darle a la sequía el indeseable primer lugar de preferencia.
Gorras, pullover con capuchas, pamelas, sombreros, viseras y hasta cartones que tapen el sol también abundan por las calles de este ardiente Balcón del Oriente. Empero, un sondeo a portadores y no del popular y “nuevo apéndice” señala que la sombrilla es lo ideal porque, ante el fuego creciente del verano, te cubren más. Otros apuntan que si bien no faltan en las ofertas de las cadenas comerciales, los precios no siempre dignifican la calidad del producto y su durabilidad.
En fin, chiste aparte, evitar los penetrantes rayos ultravioletas del sol es una orientación reiterada de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En Cuba es vital escuchar este llamado, pues cada año se reportan unos cinco mil nuevos casos de cáncer de piel, con tendencia al incremento de las cifras.
Expertos nacionales indican que un diagnóstico temprano permite la cura de esta enfermedad, al tiempo que advierten que ante la aparición de una lesión pigmentada o un lunar que se modifica, se hace simétrico, presenta bordes irregulares, color no homogéneo, pica, sangra o crece, hay que acudir de inmediato al médico.
Estas realidades acuñan la validez de llevar el “apéndice” a donde quiera que vayamos. Y nada de chistoso tiene exponerse al sol. Es sin dudas un amigo peligroso y letal.
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