Cuba: 13 de Agosto
El cumpleaños es del pueblo, Fidel
Por Graciela Guerrero Garay
Esta vez celebramos por partida doble. En los campos, esos campesinos que vieron la luz con la Historia me Absolverá, armarán el guateque con mayor alegría. Allá en el lejano Chernóbil muchas familias recordarán su nombre hasta con misticismo. Por Latinoamérica sus manos fuertes, blancas y a la vez tiernas revivirán esperanzas y reanimarán la lucha por un mundo mejor. La distancia no mata la memoria, la confianza, la certeza, el reencuentro. Mucha gente lleva sus batallas y victorias en la piel, los ojos, el corazón y el camino.
Esta vez no le podremos regalar nada importante, sino agradecerle. El nos regalo su presencia. Vital, lúcida, tranquila, previsora, humana, revolucionaria, sincera, universal. A pocos días de su 84 cumpleaños rompió, enhorabuena, las barreras del silencio omnipresente. ¡Y de qué manera, Comandante! Es inevitable, agradecerle. Celebramos por partida doble su onomástico. Le ha cantado a la paz su voz enérgica. Ha demostrado que los años no cuentan sino en los almanaques. La vida y la virtud no tienen fechas.
Agosto tiene ya más de un día hermoso. Y no es como dicen los sordos de los mundos, opacos y confusos. Nadie le adula. Se le respeta. Se le quiere, porque pensó en los más y sacó cuentas claras. Porque internacionalizó su inteligencia y escribió un poema diferente, a esos sangrientos versos que marcaban la Patria. Multiplicó. Repartió. Entregó. Enseñó.
Mucha salud, Comandante. Gracias por esa voluntad inquebrantable. Por la luz de sus sueños y su sabiduría. Gracias por los niños que hoy, Sierra y llano, no viven bajo espadas de muerte y de napalm. Gracias por los ancianos que encuentran en su obra cobertura total, aún con limitaciones, escaseces o dificultades cotidianas, pero mucho mejor, excelentemente mejor, que los de muchas latitudes. El ALBA ha enseñado el pecho desgarrado de los pobres y las lágrimas del desterrado, que hace 50 años su coraje apartó de nuestras coordenadas.
Hay que agradecerle, Comandante. También en estas cosas de las fechas y los nacimientos, y las celebraciones. El Feliz Día lo ha dado usted con su presencia. Se harán las fiestas de pueblo como siempre. Se le cantará con la guitarra del trovador triunfante. Volarán sus palomas. No es adulación. Es homenaje. Es la tonada de la libertad de amar a quien merece. Felicidades, Fidel. Esta ola de abrazos que despierta las palmas no es nueva, pero esta vez celebramos por partida doble. Gracias, por todos, Comandante.
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LA HABANA, Cuba, agosto 17/2010
Los pilotos de guardia, se mantuvieron dentro de los aviones. Cada treinta y cinco minutos se realizaba el cambio de guardia; en posición uno los sistemas antiaéreos. En Ciudad de La Habana los primeros oficiales ejército vestían traje de campaña, y los del Interior portaban armas.
-¡El Parlamento no es un burdel! -gritó indignado el General. Oliver Cromwell miró desafiante a Lord Thomas Fairfax.
-El Rey no puede convocarlo cuando le dé la gana ni hacer lo que le da la gana.
Las miradas de los dos guerreros se cruzaron. Sólo Cromwell intuía la importancia de derrocar al tirano.
Dieciséis años después del maleconazo, Fidel Castro se levantó de su butaca, durante la sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional y se dirigió a la tribuna. La aclamación de los súbditos llegó al delirio. ¡Fidel! ¡Fidel! ¡Fidel! coreaban, mientras batían palmas y, con caras de idiotas (como dijo públicamente el diputado pianista Frank Fernández) miraban al querido líder.
En The House of Saddam, serie de televisión producida por la BBC, de amplia difusión en los círculos intelectuales periféricos de la isla, tiene un lugar especial la humillación permanente a la que son sometidos los súbditos para complacer al amo Saddam. El sátrapa iraquí fue derrocado en el año 2003 por una coalición encabezada por Estados Unidos.
Castro leyó un texto corto, lleno de imprecisiones y medias verdades, escrito en tono apocalíptico y referido al fin próximo fin de la humanidad. La lectura duró apenas 15 minutos. El paroxismo llegó a la sala con las preguntas de los diputados y las respuestas del Comandante. Las alabanzas al líder no tenían fin. Hasta unas decimas se improvisaron con el pie forzado del momento.
Solo en las bibliotecas independientes se puede encontrar en Cuba la novela La fiesta del Chivo, de Mario Vargas Llosa. La novela trata sobre los últimos momentos del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo. Para algunas, se trata de una radiografía de la capacidad de humillarse que poseen los funcionarios subordinados al sátrapa. El fragmento de la entrega de la virginidad de la hija de un súbdito al Chivo, con tal de re obtener su mirada, se identifica con la escena que vimos en televisión el pasado 6 de agosto, en el Parlamento Cubano.
uncubanolibre -
"EN ESTE MUNDO TRAIDOR NADA ES VERDAD NI MENTIRA, TODO ES SEGUN EL COLOR DEL CRISTAL CON QUE SE MIRA"