El crimen de Barbados jamás cerrará sus cicatrices
Por Graciela Guerrero Garay Fotos: Archivo de la Autora
Es como el otoño… gris, hojas secas tiradas por el viento, flores que se marchitan pronto, tardes sin ese halo divino que despiertan los novios de la primera vez. Octubre está lleno de cicatrices, y empezaron temprano. No más la hoja del almanaque se asomaba y ahí, justo el 6, la maldita noticia. La evidencia.
“Pégate al agua, pégate al agua…” es un juego de palabras terroristas, Diabólico. Una frase que cuarenta años después es un puñal de sangre, lágrimas, condena, repudio e impunidad. El autor intelectual del crimen está libre, exactamente libre en la nación que gestó y pagó la idea de sabotear un avión de Cubana, el cual regresaba a la isla con una delegación de jóvenes esgrimistas llenos de alegría, orgullosos de traer a su Patria y la familia, al deporte nacional, sus medallas de oro, ganadas en el Campeonato Centroamericano y del Caribe.
El crimen se gesta en Caracas, Venezuela. Ponen las dos bombas de muerte los venezolanos Hernán Ricardo y Freddy Lugo. Sus autores intelectuales llevan los nefastos nombres de Orlando Bosch Ávila y Luis Posada Carriles, quien no paga su alevosía inmunda por las leyes de los Estados Unidos, la nación que gasta millones para financiar acciones de este tipo contra el pueblo de Cuba.
¡40 años! El dolor de las 73 vidas a bordo nunca acabará. La sensibilidad humana, la pura, no tiene que hacer grandes esfuerzos para imaginar lo vivido por ellos. Las familias no pueden olvidar cuantos abrazos y besos quedaron congelados. Menos, muchísimo menos, la interminable ausencia. Los 57 cubanos, 11 guyaneses y 5 coreanos están dignamente vivos en estos otoños desgarrados. Tenemos memoria y, como pedestal, alientan las batallas de sus pueblos.
Aquel 6 de octubre de 1976 nunca pudo ser un día más del calendario. De Las Tunas había dos jóvenes atletas que se esperaban con ansías y alegría. Nunca llegaron. Las lágrimas, los profundos gritos de dolor, cruzaron todas las calles de este pueblo y encontraron sus iguales por toda Cuba. Fidel Castro lo grabó eternamente en su frase ejemplarmente amorosa y acusante: … “¡Cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla!”
La obligada despedida fue el 15 de octubre y la Plaza de la Revolución, en La Habana, se llenó de luto eterno. Hoy, también, están hondas las palabras del líder de la Revolución Cubana… (…) “el dolor se multiplica”. El Crimen de Barbados jamás cerrará sus cicatrices.
(Más detalles en www.ecured.cu/Crimen_de_Barbados)
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