Los hombros más altos del mundo
A quienes ya no están, pero dejaron huellas por todas las esquinas. Esta foto es uno de mis grandes tesoros. Aquí está mi padre, con mi hijo Lloansy y yo, en esos únicos e inolvidables momentos que compatimos con ese ser que es orgullo de mi vida y lo será eternamente,Isaias Ramón Guerrero González, mi padre.
Por Graciela Guerrero Garay Fotos: De la Autora
Pienso. Y está ahí en la semilla que crece y se cultiva. En quien decide muchas veces el destino del hogar y de los hijos. En quien riega lo bueno y lo malo. En quien levanta la primera piedra o emite el primer regaño. En quien trasmite la seguridad y el miedo. Padre es esencia y vida, por encima de cualquier virtud o apotema humano, logístico, matemático.
Es amor y trae el don de recibir el primer balbuceo de su estirpe. La magia de tener las manos rudas y más fuertes. Callosas en la ternura del tiempo y las esperanzas. Privilegiadas en dar seguridad y compañía. Padre es un halo de fuerza que te cubre.
Cada día está dondequiera que estemos, y nos salva la rutina del espasmo. Por eso no acepto que le tilden de cualquiera. Nadie como él nos levantará del suelo ni caminará por los trillos empedrados, a prueba de llagas y desvelos. Nadie.
La herencia de la sangre, el sudor de la familia, el tacto en la oscuridad, el silbido de alegría, la sombra dibujada en las paredes. Encuentro de juegos, aciertos y desaciertos cotidianos.
Padre es estirpes que se clava en el pecho cuando la nave parte. El fuego que alimenta los recuerdos y sana las nostalgias. La cordura que endereza torcidos recovecos del alma. El papalote enorme, gallardo y guía en medio de vientos caprichosos o molestos.
Hoy es tu día, Padre. Un día, Papá, que el almanaque marcó para decirte que “Te quiero”. Pero ni creas, siempre habrá una frase de amor y un te quiero. Tampoco dudes que tus manos se olvidan porque no las toco. Estás en todo, y por suerte ya se rompe el mito de que tú, mi padre, puedes ser cualquiera. Qué locura… solo tú eres vena de mi vena y el dueño legítimo de los hombros más altos de este mundo.
Te quiero, Pa. Felicidades donde quiera que estés. Tus huellas están por todas las esquinas.
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