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Exploradores: Un viernes para hacer los sueños

Exploradores: Un viernes para hacer los sueños

 

Por Graciela Guerrero Garay   Foto: G.G.G

Este viernes apenas dejó espacio para contar las anécdotas que, cada mes, justo el último día lectivo de la semana, los exploradores protagonizan y le dedican a uno de los movimientos que marcan la historia de la Organización de Pioneros José Martí (OPJM) en Cuba. Desde las primeras horas, los alumnos de cuarto, quinto y sexto grados salieron de excursión y regresaron, con sus guías, al despuntar la tarde.

Los más pequeños – de Primero a Tercero- cambiaron los roles del aula y salieron también a las áreas más cercanas a descubrir la naturaleza, armar y desarmar nudos, conocer las distintas partes de las construcciones rústicas o escuchar los relatos de la vida en el campo, contada con precisión y cariño por sus maestras y auxiliares pedagógicas.

Mientras un sol intenso bañó estas tierras del oriente cubano, ellos, en caravana, inundaron las barriadas cercanas a las escuelas. El último viernes de cada mes se nota, a simple vista, que es el Día del Explorador. Hay acampadas, visitas a los Palacios de Pioneros, competencias de habilidades y los tradicionales uniformes se cambian por ropa de campaña, sin que falten las gorras, los sombreros de yarey, las pamelas y viseras.

En ese colorido hermoso está la cubanía que encierra el Movimiento de Pioneros Exploradores en la Isla, el cual integran también los escolares de la enseñanza Secundaria Básica desde séptimo a noveno grados y se conocen como exploradores terrestres, quienes se preparan con ejercicios que abarcan la defensa civil, evacuación, protección de plantas y animales, turismo ecológico y deportivo, actividades de supervivencia, excursionismo, reforestación, cuidado del medio ambiente y trabajo en huertos medicinales, entre otras tareas.

En Las Tunas, por ejemplo, este último viernes de abril las comunidades abrieron sus mañanas con las algarabías propias de la grey y el rápido paso de cientos de niñas y niños que, pañoleta en cuello y trajes de campaña, revivieron con canciones y alegría las esencias de un movimiento que abraza a miles de pioneros en Cuba y les enseña a amar la vida.

Al retorno, la tarde fue nuevamente bulliciosa y los cantos inundaron las aceras. Y el lunes, para que la naturaleza y la virtud sigan de baile, compartirán con otros compañeros de escuela las anécdotas y las memorias grabadas para siempre en sus diarios. Seguro, un día, con hojas amarillas y quebradizas, también las saborearán los hijos de sus hijos. La hondura del amor es así, infinita.

 

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