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El buscador de rocío fue tallado para ser de pueblo

El buscador de rocío fue tallado para ser de pueblo

 

Por Graciela Guerrero Garay        Fotos: De la Autora

Las Tunas.- Ya no es aquel joven robusto que despertaba el campo con su mirada amplia. Sin embargo, es el mismo conversador neto y profundo que felizmente sigue detrás del rocío de las mañanas campesinas. Roger Enrique Mastrapa Pérez solo tiene unos años de más, porque sus problemas de salud lo hacen más fuerte, más batallador y más revolucionario.

Lo reencontré en la Asamblea Provincial Noveno Congreso de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), a los que dio la vida y convirtió en el mejor de sus amores. Disfruta imaginarse a los 13 años metido entre la juventud rebelde que apostó por el socialismo cubano. Atrincherarse cuando los ataques mercenarios por Playa Girón y durante la Crisis de Octubre fue siempre una suerte de fe por sí mismo. O el pacto con el obrero agrícola que lleva dentro, muy cubano, patriota y fidelista.

Habla pausado, optimista y sonriente como si el tiempo nunca pasó. Los ojos vuelan hacia los días intensos que le hicieron uno de los líderes más populares de la más grande organización de masas del país, sobre todo en Las Tunas, sin menoscabar la huella plantada en las vecinas provincias de Holguín y Santiago de Cuba, donde su destacada labor en diversas responsabilidades lo trajeron aquí y ocupó durante 19 años el cargo de Coordinador.

Un despertador de ideas, tallado para ser de pueblo. La historia de los CDR jamás podrá contarse sin mencionar su nombre, aunque insiste una y otra vez que hizo “lo que necesitaba la Revolución y el Partido”.  Galopan, entonces, sobre sus palabras las gigantes movilizaciones de los tuneros para apuntalar la zafra, el incipiente desarrollo industrial de la década de los 80 del pasado siglo, las recogidas de materias primas, las guardias en los barrios. Un verdadero maremoto de actividades, efervescencia revolucionaria y resultados.

En especial, recuerdo aquel aguacero enorme que bañó a miles de cederistas en el Parque 26 de Julio, de esta ciudad, para recibir la Bandera de Vanguardia Nacional, galardón que otras veces más ganara el territorio y en el cual mucho tuvo que ver Mastrapa – como le quieren, nombran y recuerdan todos – como eje principal de la motivación, el esfuerzo y el triunfo. Una lluvia torrencial en medio del enorme acto y nadie se movió de su puesto. La concentración terminó según lo previsto y siguió la lluvia. Fiesta bajo agua. Pasión.

“EL Plan Manatí fue también muy importante, en medio del Período Especial. Es otro aporte de Las Tunas, iniciativas que se generalizaron por el país, al convertir la reforestación en una tarea popular. Lo mismo que en esos años duros de  los 90, con la crisis de la economía nacional, fomentar el autoconsumo familiar fue tremendo.

“La División Mambisa Mayor General Vicente García es el contingente agrícola más grande que ha tenido este país, con más de cinco mil hombres y mujeres y la responsabilidad de producir alimentos para el pueblo, demostrar que sí se puede”, rememora en un apretado diálogo de receso en medio de la reunión, a la que con honor fue invitado.

NO HAY JUBILACÓN POSIBLE

Ya está jubilado, pero no es verdad. El pensador reflexivo, certero, está ahí, aunque cuenta que ahora lee mucho, con más calma, porque la salud le exige cierto reposo, no anda bien. Sin embargo, siento el mismo vigor que le encontré en cada recorrido que por años compartimos por cualquier paraje lejano donde estaban los macheteros. O había que entregar el carné a nuevos cederistas, inaugurar una escuelita rural, revisar la marcha del Plan Manatí y lanzar una convocatoria para la próxima batalla.

Roger Enrique Mastrapa es el mismo militante que hace 44 años entró a las filas del Partido y participó de manera activa en varios de sus Congresos. El líder de masas innato, previsor, sin horas de trabajo ni regresos domésticos. El guajiro cordial de la “División Mambisa” y el amigo infinito de su gente, a la que vi otra vez apretarle las manos, ponerle el brazo sobre el hombro o recordarle alguna actividad conspirada en las horas difíciles. Empujarla, en el arremolinado tiempo del presente.

Una experiencia vívida que hoy trasmite a esa juventud en la que cree y gusta aconsejar. Eterno amante de los CDR. Adicto a la esperanza y alegre como la caldosa de Kike y Marina, patrimonio inmaterial de los tuneros y un código de identidad cultural nacido a la fragua de las mejores temporadas de los Comités en la cuadra, allí donde este hombre se resiste a ser espectador y brinda sus amplios saberes, con la sana humildad del buscador de rocío en su perseverante instinto de despertar la mañana.

Reencontrarlo se me antojó una suerte de profecía cierta para un 28 de septiembre, el día en que Mastrapa es más fuerte, batallador y revolucionario. Debe ser porque es un hombre tallado para ser de pueblo.

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