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La sequía es un problema y los salideros otro

La sequía es un problema y los salideros otro

 

Por Graciela Guerrero Garay  Fotos: De la Autora

La sequía es un asunto que toca bien fuerte a quienes residen en este oriental territorio de Las Tunas, por estar entre los más críticos del país. Sin embargo los salideros de agua son igual un escape real y dramático como la escasez del líquido, al margen de cualquier voluntad hidráulica, política o personal.

No puede hablarse en blanco y negro de irresponsabilidad de las entidades encargadas de repararlas o sustituirlas, aunque tampoco debe desconocerse la demora en responder a los llamados de la población. La verdad se acerca a la “vejez” de las tuberías y la necesidad de reponerlas todas, tanto en la vía pública como en las viviendas, una inversión altamente costosa y compleja por los largos años de superexplotación.

Si le sumamos las indisciplinas sociales de quienes, en cualquier medio de transporte motor o tracción animal, viola las reglas viales y transita por caminos, entre calles o espacios inter-barriales donde los tubos de conexión están periféricos y los rompen indolentemente, es lógico que al cumplir el cronograma de bombeo –quizás como nunca más controlado y exacto- el derrame te haga sortear el paso en cualquier parte.

Muchos convivientes se ocupan y por sí mismos buscan alternativas y los remiendan. Otros informan el hecho a los puestos de mando de Acueducto o Recursos Hidráulicos, empero algunos le dan una mirada contemplativa y nada hacen por resolver una situación que no solo es del Gobierno. Vale apuntar que el país invierte millones de millones para sostener el programa de abastecimiento del agua potable y cobra tarifas muy módicas por este servicio, amén de la crisis nacional y mundial prevaleciente.

LOS EFECTOS DEL RUMOR

No se puede decir lo mismo de los precios que tienen en la red de mercados liberados todos los  insumos relacionados e imprescindibles para el arreglo de las redes hidráulicas, sobre todo domésticas, dijo a 26Digital  Luis Almaguer, un tunero que ocasionalmente iba por la calle Martha Abreu, de esta ciudad, y un salidero lo obligó a dar una vuelta en redondo para seguir su camino. Quejas de este tipo no son eventuales.

Con las opiniones que simulaban morderle el bolsillo a cuantos requieren cambiar alguna instalación en casa, fuimos a la tienda Leningrado, la cual comercializa en pesos cubanos convertibles y está ubicada en el Reparto Santos, uno de los más populosos de la ciudad y donde los salideros abundan, ya sea por el deterioro de las redes, las cometidas que hacen los habitantes para subir el agua a los edificios o las nuevas construcciones de viviendas, igual numerosas en los últimos años.

Nada cierto. Un variado surtido de tubos plásticos (5 metros) para instalaciones de agua, nudos (1/2 y ¾), busing reducido (3/4 a ½), reducido (1 a ½; ¾ a ½; 1 a ¾); y T (3/4; ¾ reducida a ½), nos sorprendieron en las vidrieras. Los precios fueron otra sorpresa. En ese orden nos encontramos que costaban $3.35 CUC (83.75 pesos cubanos); 0.20 CUC (5.00 pesos MN); 0.30 CUC (7.50 MN); 0.15 CUC (3.75 MN); y los reducidos, de todas las medidas, oscilaban entre 0.30 CUC y 0.35 CUC, es decir, de 7.50 pesos MN hasta 8.75. Las T, de ambos diámetros, 12.50 pesos MN y 11.25 pesos MN, respectivamente.

Al indagar con la dependiente alegó que algunos clientes lamentaban, al ver los productos, que los compraron a particulares hasta 50 pesos MN y fueron convencidos, por demás, de que “no aparecían ni en los centros espirituales”. Las investigaciones nos llevaron a los llamados “canapé”, un punto de venta que toma su nombre de ese objeto de descanso y oferta cualquier variedad de artículos de manos de los trabajadores por Cuenta Propia.

Allí, de más mala calidad y precios un tanto por encima, aparecen para apuntalar las redes de un mercado negro que triplica costos, manipula la necesidad ajena y se abastece de impredecibles maneras.

GOTAS SIN CONTÉN

Las lluvias de la tormenta tropical Erika dejaron un discreto aumento en los volúmenes de agua en los embalses del país, fundamentalmente en la zona central. Tales remanentes permitieron que los 242 embalses del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH) reportaran en septiembre un dos por ciento de mejoría en el almacenamiento, comparado con el mes de agosto.

Sin embargo Las Tunas poco transforma su situación acuífera en las presas y junto a Ciego de Ávila, Camagüey y Sancti Spíritus registra los niveles más bajos. Una alerta roja que pone delante de los ojos la lista donde están estrangulados los 16 reservorios de suministro de agua en la provincia y, por añadidura, tres se encuentran en el llamado punto muerto.

La amenaza, según investigaciones de prestigiosos meteorólogos y estudios derivados del cambio climático para el área del Caribe y el planeta en general, será perpetua. Muchos tuneros quizás con esperanzadora inocencia creen que algunos fuertes aguaceros que caen, de vez en vez, por estos lares traerán el agua que no tienen o amortiguarán la que se pierde por falta de una conciencia real del ahorro, los constantes escapes por diversas vías y la mala atención a las reparaciones, ya sea en agilidad de respuesta o en la excelencia del trabajo.

Medidas, acciones, proyectos e inversiones para amortiguar la carencia del líquido que sostiene la vida humana, animal y vegetal existen y se chequean, pero mientras San Pedro nos los da gota a gota o quiere jugar al escondido con la primavera no hay otra alternativa que invertir en taparles los agujeros de escape. Si la sequía es un problema, los salideros también.

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