Raúl Castro preside desfile de los trabajadores en Cuba
· En la Plaza de la Revolución José Martí, en La Habana, un mar de cubanas y cubanos alzan sus banderas por la unidad y el socialismo
· Toda Cuba, desde occidente hasta oriente, desfila en las principales plazas por el Primero de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores, en apoyo a la Revolución y condenando las campañas mediáticas que tratan de desarticular y atacar a Cuba.
· La isla está, una vez más, en pie de lucha y con ella más de un centenar de amigos de varios países y Partidos le acompañan, en muestra de solidaridad a la vertical posición de Cuba de defender su soberanía.
· Salvador Valdés, Secretario General de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), en las breves y concisas palabras en el acto por los festejos de la clase obrera, destacó la importancia y los grandes esfuerzos que asumen los cubanos por la batalla económica y recordó las palabras de Raúl Castro en la clausura del IX Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC).
Por Graciela Guerrero Garay
LAS TUNAS, CUBA (1 de Mayo) – Un mar humano, obrero y campesino, proletario, joven y cubano, abraza al archipiélago desde oriente hasta occidente. En la Plaza de la Revolución José Martí, en La Habana, miles de trabajadores desfilan este sábado Primero de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores, en otra muestra patriótica y combativa de los ideales de soberanía y unidad que une a este pueblo.
Raúl Castro, Presidente de los Consejos de Estados y de Ministros, preside el desfile por los festejos de la gran efemérides mundial del proletariado, junto a otros dirigentes del Partido Comunista de Cuba, amigos de más de un centenar de países que asisten en La Habana a la conmemoración, dirigentes de la Central de Trabajadores (CTC) y representantes de las organizaciones políticas y de masas.
Salvador Valdés, Secretario General de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), en las breves y concisas palabras en el acto por los festejos de la clase obrera, destacó la importancia y los grandes esfuerzos que asumen los cubanos por la batalla económica y recordó las palabras de Raúl Castro en la clausura del IX Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC).
Asimismo, destacó la respuesta de la clase obrera a respaldar las tareas que se avecinan con mucho sacrificio y esfuerzo, pero necesarias para seguir la construcción del proyecto cubano y alcanzar las metas y retos que hemos decidido como nación.
Es un desfile de unidad y combate que confirma, como dicen las consignas, pancartas y banderas que se levantan en las 14 provincias y 169 municipios de Cuba, que la unidad es la respuesta a quienes difaman y tratan de confundir la realidad de un país que hace medio siglo determinó ser libre, auténtico y cosechador de sus conquistas.
Este hermoso mensaje de libertad y convicción marcó, como legado histórico y muy propio, la gigante marcha de los proletarios del mundo. Es la huella que dejará Cuba y su pueblo para las memorias de los tiempos más duros de una humanidad que, desde aquí, echó a andar por su presente y su futuro.
2 comentarios
Melanio Perez -
TODO, TODO este desfile es una farsa y una gran mentira publicitaria, los unicos que tienen una guerra mediatica contra el pueblo de Cuba son ustedes, periodistas corruptos y sin moral que por algunas limosnas le besan la mano a esos asesinos miserables de los Castro.
Dejen al pueblo expresarce como quiere, sin terror, sin miedo, sin vigilancia de los asquerosos chivatos de los CDR y veran que el pueblo los aborrece de corazon.
Yavienellegando -
Viernes 30 de Abril de 2010
En 1980, poco después de salir de Cuba en condiciones dramáticas, el estupendo escritor Reinaldo Arenas recogió en un libro una colección de sus artículos y ensayos políticos más combativos y lo tituló Necesidad de libertad.
Era un grito. Reinaldo sentía la necesidad de ser libre. Los seres humanos necesitan ser libres. Se ahogaba en Cuba. Vivía entristecido, atemorizado o indignado. Ninguna de esas tres emociones es agradable y a veces se le trenzaban en el pecho hasta la desesperación.
Cuando llegó al exilio, Reinaldo sintió un profundo alivio y dijo algo tremendo y doloroso: por primera vez había estrenado su verdadero rostro. Se había "desenmascarado" y sentía la cálida sensación de poder ser él mismo sin que ello le trajera castigos y marginaciones.
En las sociedades totalitarias la pena de no ser libre y de andar disfrazado se somatiza de diversas maneras: desde el nudo en la garganta hasta un malestar difuso que se expresa con distintos comportamientos neuróticos.
¿Qué es la libertad? Es la facultad que tenemos para tomar decisiones basadas en nuestras creencias, convicciones e intereses individuales sin coacciones exteriores.
Libertad es elegir al dios que mejor se adapta a nuestras percepciones religiosas, o a ningún dios si no sentimos la necesidad espiritual de trascender.
Libertad es ofrecerles sin temor el afecto y la lealtad a las personas que amamos, o a las agrupaciones con las que sentimos afinidad.
Libertad es escoger sin interferencias lo que queremos estudiar, dónde y cómo deseamos vivir, las ideas que mejor se adaptan a nuestra visión de los problemas sociales o las que mejor parecen explicarlos.
Libertad es seleccionar las manifestaciones artísticas que más nos complacen y, por la otra punta, rechazar sin consecuencias las que repelemos.
Libertad es poder emprender o poder renunciar a una actividad económica sin darle cuentas a nadie más allá de las formalidades que establezca la ley.
Libertad es gastar nuestro dinero como nos parezca, adquirir los bienes que nos satisfacen y disponer de nuestras propiedades legítimas. Sin libertad, la creación de riqueza se debilita hasta la miseria.
José Martí, el periodista ilustre que gestó la independencia de Cuba, aportó otra definición lateral: "Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía".
Las tiranías nos arrebatan el derecho a ser honrados cuando nos obligan a aplaudir lo que detestamos o a rechazar lo que secretamente admiramos.
Cuando los cubanos desfilan gritando consignas que no sienten, no son honrados. Cuando aplauden al líder que aborrecen o ríen las sandeces que suele decir, no son honrados.
Esa simulación nos crea una incómoda disonancia psicológica. Cuando sacrificamos nuestra honradez, cuando renunciamos a nuestra coherencia interna para evitar un daño o para conseguir un privilegio, nos sentimos "sucios" e internamente avergonzados. Ser hipócrita es una conducta que hiere al que la práctica y repugna al que la sufre.
Pero hay mucho más: en algún punto de la evolución, cuando los seres humanos abandonaron el reino de los instintos y comenzaron a guiarse por la razón, descubrieron el agónico proceso de tomar decisiones barajando constantemente los valores morales prevalecientes, los intereses materiales y los impulsos psicológicos.
Para tomar esas decisiones era menester informarse. La violencia totalitaria trata de impedir que las personas puedan informarse. ¿Para qué necesitan informarse si todas las decisiones las toma el Estado y todas las verdades ya han sido descubiertas?
En Cuba hay numerosas brigadas de la policía dedicadas a arrancar antenas parabólicas, descubrir teléfonos satelitales, confiscar libros prohibidos y negarle el acceso a Internet a cualquier persona mínimamente independiente. No se me ocurre una actividad más miserable que ésa.
Cuando el socialista español Fernando de los Ríos le preguntó a Lenin cuándo iba a instaurar un régimen de libertades en la naciente URSS, el bolchevique le respondió con una pregunta cargada de cinismo: "¿Libertad para qué?".
La respuesta es múltiple: libertad para investigar, para generar riquezas, para buscar la felicidad, para reafirmar el ego individual en medio de la marea humana, tareas todas que dependen de nuestra capacidad de tomar decisiones.
La historia de Occidente es la de sociedades que han ido ampliando progresivamente el ámbito de las personas libres.
Poco a poco les arrancaron a los monarcas y a las oligarquías religiosas y económicas las facultades exclusivas que tenían de decidir en nombre del conjunto. Los pobres y los extranjeros alcanzaron sus derechos. Lo mismo sucedió con las razas consideradas inferiores, con las mujeres, con las personas marginadas por sus preferencias sexuales. La esclavitud, finalmente, fue erradicada.
Es posible contar el largo recorrido histórico de los seres humanos como la aventura constante de nuestra especie en procura de ampliar progresivamente el número de las personas dotadas del derecho a tomar sus propias decisiones.
A veces el ejercicio de esa facultad toma dimensiones heroicas. Hace unas semanas el preso político cubano Orlando Zapata Tamayo decidió morirse de hambre y sed para protestar contra las injusticias y los atropellos de la dictadura. Sólo le quedaba la vida para defender su dignidad de ser humano y la entregó. A él, a su memoria dolorosa, muy conmovido, le dedico estas palabras.