Los milagros del amor
Por Graciela Guerrero Garay Fotos Iosmany Rodríguez
Cuando dio el grito primogénito, la esperaban con el mismo amor con que le sostienen a diario las manitas para evitarle un golpe. Fue una niña añorada desde que se supo el embarazo, aunque los padres conocieron en los primeros exámenes que alguna piececita inquieta se había movido en su mapa genético.
Pero este cariño hogareño la cubrió también durante sus dos intervenciones quirúrgicas, para subsanar lo que la naturaleza dejó inconclusa. El equipo multidisciplinario que la operó en Holguín fue exquisito. Y nadie tuvo que pagar nada.
Esta realidad, a veces, se toma a la ligera y creemos que a fuerza de tener derechos, lo merecemos así no más, sobre todo en diagnósticos clínicos que necesitan más de una cirugía como es el caso de esta pequeña, que requiere dentro de un tiempo otra de carácter estético.
Lo cierto es que Lía está aquí como un milagro de amor y mostrando las grandezas de la maternidad deseada y de un logro irrebatible de la Revolución, que las campañas mediáticas contra el país pretenden minimizar y ridiculizar solo mirando las irregularidades que tiene el sistema de Salud, sin detenerse que en la balanza de análisis pesan más las virtudes que los defectos. Y estos, por suerte, también son objetos de profundas valoraciones para mejorarlos dentro del proceso de cambios y revisión de estilos de trabajo que mueve a todas las esferas productivas y sociales.
Sonriente, cariñosa, balbuceando sus primeras palabras y corriendo por toda la casa la sorprende la enfermera del Consultorio que le da seguimiento. O la amiguita que va a jugar. Mañana estará en la escuela y si necesita un logopeda, igualmente gratis, lo tendrá. Verdades que son rocas vivas en nuestra sociedad. Por eso, cuando julio nos acerca al Día de los Niños, está chiquilla será feliz porque es cubana, tunera, amén de que ese domingo, el tercero del mes, pueda no estar a la altura de la demanda el Parque de Diversiones o no lleguen a la comunidad los instructores culturales o del INDER que se esperen.
Lía tendrá esa felicidad, igualmente irrefutable, de sentirse en familia, protegida. Andará sin miedos “volando” por la acera con algún juguete y si le toca re- consulta médica la atenderán con rigor científico. Regalos auténticos e imprescindibles que no faltarán jamás en su historia de vida y sostienen con cuerdas de hierro lo que quiere decir exactamente “no hay nada más importante que un niño”. El próximo día 17 se hará una ronda grande, y cientos como ella simbolizarán esa esperanza que cada mañana sale a conquistar el tunero cuando se levanta y echa a andar.
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alejandro -