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Con y para la Revolución en Cuba

Con y para la Revolución en Cuba

 

 

Por Graciela Guerrero Garay

 

Cada día es más cruento y multiagresivo el ataque a nuestro proyecto social. Crecen por minuto las campañas difamatorias sobre las naciones que integran la nueva unidad latinoamericana. Y es evidente que la lucha por salvaguardar la paz y la supervivencia humana y planetaria es muy compleja.

 

El cambio climático se convierte también en otro peligroso gigante para quienes habitamos la tierra. NO son palabras ensartadas a conveniencia. Es una verdad  irrefutable como cualquier regla matemática probada y comprobada. Un mundo impredecible, manipulado por el poder, azotado por un imperialismo fascista y una población confundida entre el hambre, la piratería del consumo y el agotamiento de los recursos naturales.

 

Con estas afiladas lanzas, no hay espacio para marearnos en la tolerancia  y menos aplicar la llamada política del azadón. Tampoco volcarnos hacia el extremismo, el oportunismo y el paternalismo enfermizo y protector, que a mi juicio sigue campeando aunque en los nuevos estilos de trabajo y objetivos de dirección estén conceptualizados renovados enfoques que responden desde su mediatriz a estudios y análisis concretos, estadísticos y analíticos.

 

No podemos ser los mismos si aspiramos a una sociedad mejor, integrada e integral desde el barrio. El debate debe tener la honestidad como bandera, la capacidad de escuchar, discernir y aportar desde el mayor esfuerzo y sacrificio personal. Esa corriente de que “aquí no se puede hablar, te marcas” hay que borrarla donde exista. La otra de “esto está malo”, tal como si no fuéramos parte, también.  Estamos en el justo momento donde las dificultades, los riesgos y la necesidad de un cambio deben unirnos, lejos de dividir y concedernos privilegios.

 

Sin ver sombras donde no las hay, debemos llamar las cosas por su nombre y romper vicios y miedos, tomar decisiones inteligentes y prácticas ahora y después. Remover esa conciencia que parece dormida en algunos lugares desde los buenos años 70, donde amanecíamos tirando ladrillos en una obra social y éramos tan felices como disfrutando una película de Charles Chaplin. Si queremos prosperar hay que trabajar, con eficacia, eficiencia y en lo que necesita la nación y la provincia.

 

Ahora mismo, por ejemplo, faltan jóvenes que garanticen el porvenir agropecuario del país, obreros calificados en oficios que con el tiempo desaparecieron de las mesas de trabajo y afectaron los servicios, incluso, hay entidades que tienen limitadas sus plantillas por no encontrar reemplazos al jubilarse los trabajadores. Llegó, entonces, el día de no buscar la profesión en carreras que simularon hasta hoy una suerte de “lujo familiar”, pero también debe transformarse el proceso de enseñanza y las condiciones de empleo, incluida la política salarial actual.

 

 

Motivación y pertenencia suelen ser llaves maestras en asuntos de cambios humanos. Cuba se enfrenta a un proceso de reanimación, esencial para mantener su continuidad histórica, retener sus conquistas y avanzar con sentido integral y coherente. En los debates y sondeos públicos late este reclamo: cambiar, con y por la Revolución.

 

 

Empero, debemos abrir mente y corazón, tener prestas las manos para cualquier empeño, encontrar el camino más seguro y  una estrategia táctica donde nos sintamos parte, tal cual somos. Esta entrega plena a la nación y a nosotros mismos será la garantía que le dejaremos a los nietos, como los abuelos nos dejaron a nosotros. No es salir del paso, cogerlo; con todos y para el bien de todos, como dijera Martí.

2 comentarios

SoydeCuba -

El hombre no se puede enjaular.

LA HABANA, Cuba, 23 de abril, 2010.
Los totalitarismos se visten de colores populistas, pero terminan por convertirse en la cárcel de la libertad. Es posible que Raúl Castro haya clausurado la puerta y sepultado en la misma tumba a la Unión de Jóvenes Comunistas, a su Partido y a la posibilidad de implantar una sociedad más justa para el siglo XXI.

El deterioro de la economía y la lentitud de los cambios son los principales indicadores del hundimiento de un sistema que genera la corrupción que lo carcome. El régimen se mantiene aún a flote por la fuerza de sus aparatos represivos y la habilidad de adherirse a la economía chavista y de otros estados interesados en mantener a la Isla como cabeza de lanza de sus intereses de política exterior.

Raúl, durante el IX congreso de la UJC, centró su discurso en frases trilladas: “La batalla económica constituye hoy, más que nunca, la tarea principal del trabajo ideológico de los cuadros”. Nada nuevo bajo el sol de los Castro; llevan medio siglo con la misma cantaleta, sin comprender que han de renovarse ellos mismos y ceder espacio a nuevas ideas.

Contrario a lo que opinan Fidel y su hermano, sí se puede aprender a nadar en pantanos, o construir implementos para caminar sobre el mar. Todo es probable. Lo que resulta improbable es que alguien lo logre si está atado. A los seres humanos no se les puede enjaular en una ideología impuesta a la fuerza; hacerlo anula su capacidad de creación. Quienes buscan dirigentes, obtienen clones degradados. Adulones sin criterio que agachan la cabeza para aprobar lo dispuesto.
Como en la era soviética, la batalla económica continúa invocándose en la Isla, bajo la bandera del absolutismo marxista y el mercado cautivo.

Este año la industria azucarera aún no ha superado la producción de un millón de toneladas, y ya no hay caña en los campos. Otros productos agrícolas e industriales escasean. La esfera de los servicios se ha deteriorado a la par que los inmuebles. Los burócratas proliferan más rápido que el marabú. Tal vez el mayor signo de enclaustramiento del régimen es que los comisarios políticos, en vez de rebatir ideas, intentan desacreditar a quienes se les oponen.

Desdecuba -

El cerco se cierra.

LA HABANA, Cuba, abril 2010.
En el punto de control de Candelaria, provincia de Pinar del Río, se situaron varios policías de carretera con personal especializado, que registra el transporte que viaja rumbo a La Habana, y decomisa los alimentos.

Cuenta Justina, de 66 años, que a los hijos, residentes en Los Palacios, quienes le traían mensualmente arroz de la cosecha familiar, se lo decomisaron, y además, les quitaron un pollo vivo. En la requisa también se llevaron leche en polvo, yogurt, varios paquetes de café, y en el fondo del camión confiscaron otros productos.

Impusieron multas de hasta mil 500 pesos a los que traían pescados y cobos, un tipo de caracol que, además de tener una carne comestible, se puede vender como artesanía. El malestar se apoderó de los afectados, que idearon de inmediato otra forma de pasar el arroz, los pescados y el yogurt a la capital. Juliana dice que su familia tiene un molino en Los Palacios, donde se produce buen arroz, pero que se le terminó esta semana, y con la noticia de lo incautado tuvo que pedir dos laticas a un vecino para hacer la comida.

También a Nuria, vendedora callejera de aromatizantes y cloro, le decomisaron la mercancía; no le importó a la policía que está embarazada, y es madre soltera de una niña de seis años. Le quitaron los pomos y le impusieron una multa de quinientos pesos. Ahora tendrá que vender el doble para pagarla.

Miguelito Acuña, ex boxeador y ex peleador de gallos, dedicado a la venta de confituras, fue detenido el domingo en el paradero de Playa, y allí mismo le decomisaron 130 sorbetos y la mochila. El lunes, utilizando la artimaña de regresar a Jaimanitas por el municipio La Lisa, pudo vender y recuperó el dinero perdido. Lo invirtió el martes, pero cuando regresaba de la fábrica lo detuvieron otra vez en el paradero, le incautaron 300 paquetes de huevitos de chocolate y le decomisaron un maletín.

El asedio a los que ejercen la actividad económica considerada ilícita por el gobierno, y que ha sido el sostén de la población durante estos años del período especial, ha tomado un negativo matiz que está asfixiando la única válvula de escape con que cuenta la gente. En cualquier momento esto puede convertirse en caldo de cultivo para un estallido social, si no se ponen en práctica los cambios económicos, y la apertura capitalista en aquellos sectores donde el Estado ha demostrado su incapacidad.