Curar con hierba no es asunto del yerbero
Por Graciela Guerrero Garay
La abuela trae la tizana de menta y mejorana bien caliente, mientras la octogenaria tía Lola empieza a bajarle el “empacho”. Es un ritual, tan viejo como los bueyes Catao y Primavera, en la familia de los González. Después, si el enfermo no mejora, lo llevan al médico.
Los populares cocimientos en Cuba, o remedios caseros, vienen desde tan lejos que las generaciones de canas bien blancas, traen siempre a flor de piel la historia aquella de la tatarabuela, quien cortaba la erisipela con hojas de higuereta. O los cuentos del taita, con sus padrinos haitianos y el secreto de las yerbas. Así curaban todo el batey, más en zafra muerta cuando no había ni un kilo prieto para pagarle al boticario.
Hasta hoy, ese poder insustituible de lo que se conoce como medicina natural y tradicional es muy fuerte en la Isla y, quizás, lo más importante radique en la aceptación popular y la confianza conquistada por diferentes jarabes, cremas, tónicos, ungüentos, tinturas, lociones, gotas, extractos, colutorios y talcos existentes en la red farmacéutica, así como el champú y los jabones, preferidos incluso ante los vendidos por líneas de competencia nacional e internacional.
Varias compilaciones sobre el tema destacan antecedentes muy arraigados de su práctica en Cárdenas, provincia de Matanzas, donde se cuenta que la famosa frase “A este no lo salva ni el médico chino” surgió, a finales del siglo XIX, por los notables éxitos del doctor Cham Bom Bian, quien utilizaba métodos tradicionales chinos relacionados con las plantas medicinales.
Sobre el surgimiento de la aplicación de la acupuntura en la Isla, la historiografía señala su aparición en 1915, cuando un periódico de la época relataba cómo algunos combatientes chinos mejoraban sus dolencias con palitos, que aguijoneaban sobre zonas específicas de la piel. Igual destaque tienen los trabajos e investigaciones de los doctores Domingo Ramos Delgado, Juan B. Kourí Esmeja y Juan Tomás Roig Mesa, este último con aportes significativos sobre las propiedades curativas de la flora cubana.
Esta labor, aceptada con satisfacción por cubanas y cubanos y avalada científicamente a través del tiempo, formó parte de los acuerdos del VI Congreso del Partido con un llamado a potenciar la atención sobre el uso de métodos alternativos de sanación, cuya rápida y visible respuesta está en la red de farmacias del país, las prescripciones médicas y el cultivo de las plantas, tanto a nivel estatal como privado.
Vale apuntar, por ejemplo, que los agricultores tuneros hasta el mes pasado habían entregado a los laboratorios de fitofármacos más de diez toneladas para la fabricación de la llamada medicina verde, con un sobrecumplimiento del 60 por ciento del plan de la etapa y superior, incluso, en dos toneladas a la cantidad tributada en similar período del año pasado.
En conceptos de costo económico, social y ambiental esos aportes son loables, más cuando estos cultivos contribuyen a lograr una mayor diversidad biológica y los medicamentos no producen reacciones secundarias, conflicto que genera la mayoría de los químicos, fundamentalmente, ante el exceso de consumo y la prolongación de los tratamientos clínicos.
Las Tunas comenzó el despegue en la cosecha de plantas medicinales en el 2011 cuando los agricultores sembraron unas 25 hectáreas, a la vez que vendieron más de 21 toneladas al MINSAP, lo cual incidió positivamente en la permanencia de más de 20 tipos de medicamentos naturales a la mano de los tuneros, a precios módicos y de manera liberada en las farmacias de sus ocho municipios.
Prevenir y combatir enfermedades respiratorias, digestivas, cardiovasculares, cutáneas, nerviosas y bucales, entre otras letales como el cáncer y el asma, son bondades y dones que tiene la botánica con una aplicación correcta y orientada bajo el cuño de la ciencia y la medicina, la cual cada día valoriza más el rescate de estos recursos naturales alternativos, venerados por generaciones milenarias en el mundo y que hoy, enhorabuena, como Cuba, encuentra el apoyo legislativo en numerosas naciones.
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