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Recuerdos en cualquier tiempo: 26 diario en Las Tunas

Recuerdos en cualquier tiempo: 26 diario en Las Tunas

 

A cuantos hicieron el milagro del diarismo en Las Tunas. A quienes tuvieron la mala idea de partir y, desde cualquier parte, sienten la llegada de 26 como el café imprescindible de las mañanas.

Por Graciela Guerrero Garay                   Fotos: Reynaldo López Peña

Las Tunas.-   Nuestra Casa Editorial está de lujo con poder traer a sus páginas algunas improntas de quienes, 40 años después de la salida de aquel primer número que convirtió a 26 en un diario, siguen con el alma prendida de amores por un periódico que les marcó la vida, los llevó a vencer imposibles y disfrutan cada tirada como la primera vez, desde la redacción o su condición de jubilados.

“Atraparlos” es difícil, porque casi nunca – quizás por el oficio- gustan hablar de sí mismos y menos responder cuestionarios, ante la prisa de una profesión sin margen al descanso y sembradora de esa emoción única, indivisible, de sentir que este papel de tintas, imágenes y palabras es su yo propio.

Entonces, con las prerrogativas de haber crecido bajo sus ejemplos y tutelajes, compartir madrugadas, retos, éxitos y esfuerzos cotidianos bien cerquita del gran momento fundacional – llegué a la redacción en 1982 – les “robo” sus silencios y hago voz pública un merecido honor a estos hombres y mujeres, quienes hicieron posible en la alborada del 26 de Julio de 1978 que hoy Las Tunas tenga su vocero eterno: 26, un legítimo orgullo de los Medios Masivos de Comunicación en la provincia.

Luis Ramiro Segura García… el director más veterano del país y el segundo que tuvo y tiene hoy esta editora. Egresado de la primera graduación regular de la Universidad de Oriente, entró una vez a los pasillos de la Calle Colón y se quedó para siempre, luego de un breve paso por la Radio.

Cuando el parto primogénito,- muy joven y con los remolinos de su querido Jobabo en cada poro, esa media sonrisa obcecada y muchas ganas de hacer-, le asignan la jefatura del equipo político- ideológico como parte del Consejo de Dirección que guiará los destinos del naciente diario, además de atender las actividades del Partido.

Muchos méritos y responsabilidades acumula Segura ( como le llamamos) en su larga carrera, como Jefe de Información en las primeras etapas, la promoción a funcionario del Comité provincial del Partido, después; y finalmente, en 1988, a director, cargo donde tiene el récord de mantenerse y el enorme privilegio de contribuir a formar los caminos de los noveles periodistas del territorio, pues de una manera u otra todos pasaron por los salones de la redacción, sea de práctica docente, servicio social o asesoramiento en sus tesis de grados.

El Premio por la Obra de la Vida Rossano Zamora Paadín es la esencia ilustrada de 26 para él. Cuatro décadas después, está ahí ese vigor de siempre y la precisión del detalle… “revisa eso Graciela, acuérdate del espacio”. Y  aunque no me guste el “tema” y tire abajo mi pirámide invertida, me quito el sombrero y no tengo otra que decirle… ¡ay Segura, tú eres mucho Segura, Director!

Oscar Góngora Jorge… Todavía lo veo en sus largos recorridos por los campos detrás de las federadas, para entregarles aquellas crónicas – entrevistas que lo apasionaban. Siempre el primero en llegar y uno de los últimos en irse, como pegado a su máquina de escribir, desde los viejos tiempos del semanario VEINTISEIS, sucesor de El Forjador, y a donde entró también para dejar huellas de entrega y pertenencia plenas, desde la época de los 70 del pasado siglo.

Su elección para formar el Consejo de Dirección del naciente diario, como Jefe del Equipo Económico puso bajo su mando a otros colegas fundadores como Andrés Castellanos, Wálner Ortega, Freddy Pérez, Jorge Fernández y Juan Soto… las anécdotas de aquellos memorables tiempos siempre le arrancan sonrisas, multiplicadas en los lectores con sus curiosas notas sobre animales y flores que encontraba “por ahí”.

Muy bien ganó, después, el cargo de Jefe de Redacción, donde trazó luces a las Cartas de Estilo, y apuntaló las ediciones de estos 40 años, el trabajo de los correctores, diseñadores y periodistas con un excelente derroche de disciplina y organización, a tal punto que en sus archivos uno puede encontrar las pruebas de planas y galeras de un lustro anterior.

¿Pasiones?, diversas. Ver el ejemplar calentito salir de la rotativa, hojearlo y pasarlo por la lupa de sus ojos una y otra vez; y anotar… Sobre su buró nunca faltaron las acotaciones necesarias, el esquema, página a página, de lo que sería al día siguiente 26. La razón de sus días, el amor eterno, junto a decenas de reconocimientos y premios, marcan la historia de Góngora en el periodismo tunero, matizado con décimas y versos que apuesto encontraré si hurgo en sus gavetas. ¡Esas gavetas suyas, desveladas!

Roberto Escobar Aparicio… Diecinueve años tenía cuando entró al taller como ayudante del linotipista Justo Peña, ese mago de hacer letras en plomo y tener el récord envidiable de pasarse 24 horas ininterrumpidas frente al equipo.  Apenas empezaba “a caminar” por el mundo del asombro de un periódico, en la víspera de la mañana del 26 de Julio. Venció su prueba de fuego con enorme madurez y pocas palabras, porque si algo lo distingue es la parquedad. Hace y dice mucho con su trabajo, al que también le dedica su vida y 26 es el eje de todas sus coordenadas.

No le gustan las entrevistas, pero regala su amplia sonrisa al menor coloquio que ronde sus alrededores, en los cuales el interés por superarse, cumplir las tareas y estar donde debe jamás falta. Vanguardia Nacional, Joven Destacado, premios en Diseño y muchos reconocimientos acompañan su trayectoria laboral, distinguida por una perseverancia inclaudicable.

Fe de ello – nos recuerda José Infante Reyes, el primer Director del diario – fue aquel teclado que hizo de cartón para poder practicar, pues el único linotipo no alcanzaba y menos para aprender. En su casa ganó la pelea y muy pronto se hizo linotipista. Ahora es uno de los diseñadores del Semanario y una suerte de innovador “por voluntad”, salvador de muchos aprietos cotidianos.

Juan Soto Cutiño… ¡La zafra por excelencia! Un carisma superior al dulzor de la caña y los millones de veces que ha llenado las agendas de números, recorridos, reportes de siembra, rendimientos agroindustriales, y roturas de maquinarias, centrales y hasta del lapicero.

Cordial, ocurrente, risueño y malabarista si necesita hacerse una escapada, Sotico, como le llamamos los de la “vieja guardia”, empezó sus pininos por Jobabo hace casi 49 años y ¡todavía sigue aquí! Difícil compactar su andar por el periodismo, cuando entregó sus años mozos a la zafra del 70 y, entre andares y decires, hoy muestra el Premio Nacional de Periodismo Azucarero y el Provincial por la Obra de la Vida Rossano Zamora Paadín.

Lindas vivencias matizadas de anécdotas y novatadas guarda entre el brillo picarón de sus ojos alados, llenos de misterios cuando confiesa sin titubear que no se irá del periódico nunca, porque desde niño anduvo con esos sueños de decir en la cabeza y el magisterio le puso el camino. Ahí le llegó la suerte de ingresar a la cantera de reporteros que se estructuraba en Las Tunas.

Jubilarse es la palabra perdida y no renuncia a sus enfáticas reiteraciones, si ciertos imprevistos tratan de cambiar sus planes o “cae” una noticia de aquellas... Lo cierto es que este veterano del diarismo tunero es una nota feliz en el diapasón del pan nuestro de cada día.

Juan Emilio Batista… el Charro de las “deportivas” es otro de esos hermanos colegas de madrugadas largas, bien largas. Una fructífera entrega a su larga carrera, donde tampoco las líneas alcanzan para compactar tanto de todo. Un ejemplo de entrega sin límites y pasión, más allá de la pelota y la investigación. Le debemos el único ensayo que compila, hasta hoy, la génesis y desarrollo de la prensa en Las Tunas.

Otra vez nos quita el aire el reto de sintetizar valiosas historias de vidas en espacios apretados, pero no minimiza el quehacer ni la prevalencia activa de un periodista que ganó premios, misiones internacionalistas, cargos de dirección, primicias y cariño con su incansable fuerza ética y perseverante trabajo. Sin él los logros de hoy, estas memorias, hubiesen sido mucho más complejas y difíciles. Su huella es imborrable.

Freddy Pérez Pérez… Ganador del Premio Provincial de Periodismo Rossano Zamora Paadín por la obra de la vida, este indomable e incansable reportero es un derroche de energía cuando de escribir se trata, lo que lo convierte en un jubilado activo y dueño vitalicio de “Cartas a 26”, una sección donde siempre está bajo las “balas del colimador”. Cientos de premios, estímulos y reconocimientos acompañan sus desvelos, desde que hizo posible que la prensa escrita fuera aquí un cumpleaños de pueblo en la mañana de la Santa Ana.

José Infantes Reyes… El primer Director del diario. Jamás pudo escaparse de los insomnios y las madrugadas, de entregarse en cuerpo y alma a la tarea más retadora de todos los tiempos de la prensa en Las Tunas, sobre la que dice “no se hubiera logrado aquel 26 de julio de 1978 sin el empeño y apoyo del Comandante Faure Chomón Mediavilla”. Diez años que le marcaron hasta hoy, cuando vivencias, memorias y esfuerzos convergen en lo vital: 26 es lo más grande de su existencia.

Eduardo Infantes Reyes… El innovador y mecánico sin imposibles. Logró que el diario también tuviera el color rojo en su impresión, para saludar el Primero de Mayo de 1979. Distinguido por el amor al trabajo, siente sano orgullo de haber garantizado con su admirable talento que los viejos equipos de antaño imprimieran, cada noche- madrugada, el matinal de los tuneros.

Hermanos Alcides y Melquiades Labrada… Cuatro brazos y dos almas pegadas y claves en el taller. Los reyes de la estabilidad de la vetusta máquina impresora. Los “leones” imprescindibles, a quienes les dio mucho apoyo Jesús Marrero, otra pasión de esta historia.

Tristemente, el espacio no puede estirarse. Faltan acá muchos rostros queridos y definitorios en la larga y valiosa trayectoria de la Editora. Todos, desde sus puestos de trabajo, con largas jornadas, sacrificios gigantescos y muchísimo amor dejaron sus esencias sobre el más bello suceso de ese día: la venta en los estanquillos del primer número diario de 26.

Larga lista. Muchos no están físicamente. Otros siguen su luz en diferentes Medios. Varios, jubilados y algunos fuera de la profesión. Todos en el corazón de quienes celebramos el aniversario 40 y, fundamental, en el del pueblo de Las Tunas para el cual, contra viento y marea, les llevamos desde cualquier tiempo su vocero mayor.

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