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Día Internacional de los Trabajadores

Día Internacional de los Trabajadores

 

¿Por qué me voy a mi plaza a  desfilar por Cuba?

Por Graciela Guerrero Garay

Los refranes, proverbios y frases que pasan a la historia tienen, desde que los conocí, la sabiduría popular de los pueblos y son lecciones que no por gusto sobreviven entre millones de generaciones en el planeta. Y ese que dice “más pronto se coge a un mentiroso que a un cojo” viene al dedillo a todos los que piensan que este Primero de Mayo  en Cuba no hay nada que celebrar. Por principio y educación respeto todas las opiniones. Las mías, por convicción, nadie me las va a cambiar. Ellos tienen sus “razones”, yo las mías.

Así que no busco contrapunteo alguno ni disertación política. La política, cuando no nace del alma y lleva el precepto del bien para todos, aunque sea una simple migaja de pan, para mí es muy sucia. Por eso defiendo la ejemplar esencia de que Patria es Humanidad, y veo muy altruista que todos los países del mundo desfilen y marchen para honrar, el primogénito del quinto mes,  su condición de clase.

Algunos tratan de desmeritar este derecho civil y digno, histórico, cuando de Cuba se trata y afirman, con tinta maloliente,  de que los trabajadores cubanos nada tienen que celebrar este día. Totalmente incierto. Si hoy a una nación le sobran  motivaciones y razones para levantar banderas en sus avenidas y plazas principales es la Isla: libre de analfabetismo, salud gratuita, índices de mortalidad infantil por encima de muchos países desarrollados, una infancia y una vejez protegida con programas priorizados y asistencia social según proceda, jornada de ocho horas, maternidad y post parto con garantía plena de las madres a su salario y empleo hasta que el niño cumpla el año, acceso al deporte a los discapacitados y…

Si relaciono cada una de las leyes y oportunidades que tiene el ser humano como ente social aquí, la lista de los beneficios de que disfruta el obrero triplica y más  la que pudiera escribirse con los “defectos” y “violaciones” que algunos dicen limitan o niegan derechos elementales al proletariado cubano, sin dejar al margen que mucho hay que perfeccionar aún en estilos de trabajo, agendas sindicales, misiones corporativas, objetivos económicos, perfeccionamiento empresarial e incluso, cuando haya que aplicarle la matriz DAFO (Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades) a todos los gremios y a la planeación de la Administración.

Por eso yo y millones de cubanos vamos a la Plaza a decir Viva  a su Primero de Mayo, apoyan su Revolución y muestran solidaridad por sus iguales del mundo, tal como lo hizo en 1886 el ardiente orador alemán Augusto Spies, quien dejó bien claro que había que luchar por un mundo mejor. Muy poco ha cambiado desde entonces. El neoliberalismo, la crisis global, el alza de los precios de los alimentos, las manifestaciones de los indignados y toda la hecatombe de que hoy somos víctimas la raza humana lo confirman.

Todavía se sigue matando y hay en prisión millones de hombres y mujeres por defender el bienestar del futuro. Aquella frase de Spies “podéis sentenciarme, pero al menos que se sepa que en Illinois ocho hombres fueron sentenciados a muerte por creer en un bienestar futuro, por no perder la fe en el último triunfo de la libertad y la justicia”  es hoy una realidad en todos los meridianos de la tierra.

En Las Tunas este domingo que nos acerca al Primero de Mayo llueve, en estas primeras horas del amanecer. Sin embargo, el trabajador a domicilio está ahora mismo – 6.30 a.m. – repartiendo la leche y el pan por el barrio. La mayoría de los vecinos duerme todavía porque es asueto. Los que trabajan, los veo pasar en bicicletas, a pie, en carro, para sus centros de trabajo. Las sombrillas adornan el amanecer. Hay paz, confianza. ¿Qué derecho  puede competir con esto?, si es el más grande de todos los derechos.

Nadie nos lleva obligados al desfile. Nadie. Vamos por convicción y contentos porque aún con todo lo que nos falta por mejorar y alcanzar somos felices, pues amamos lo que tenemos y somos parte de cada detalle que lo integra. La razón de la vida no es la riqueza material ni los placeres. La razón de vivir, para mí y para miles de cubanos, es tener libertad, rectificar, alcanzar metas altruistas y compartir el pan y los peces, aunque sea un simple pedacito.

Es lastimoso e irritante que un acontecimiento tan memorable y de todos los pueblos solo se desmerite en Cuba cuando, a todas luces y en todos los sentidos, esta nación y su Gobierno con defectos y virtudes cuida a sus ciudadanos y les quitó de un golpe el yugo de la ignorancia, la muerte y el hambre aunque todavía tenga que racionalizar en poquitos los alimentos y no pueda liberar los salarios como quisiera. Pero nadie, tampoco, le podrá tapar su sol pues, con todo eso, cada cubano, cada trabajador, vive feliz y hasta los perros vagabundos  sobreviven y la gente les tira, desde el corazón, un pedazo de pan si lo llevan en las manos.

El que no sienta amor por su Patria, su clase y no reconozca la verdad y cultive la mentira, que hable por su patio, no en nombre de los millones que ven las manchas pero también saben de la luz. La honestidad es inherente a los buenos cubanos. Demostrado está. Y aquí sabemos igualmente quiénes son los líderes de pacotilla. Las plazas volverán a llenarse de millones. El Primero de Mayo lo verá.

 

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