Graduados del Luis Urquiza Jorge en 1977: Magia de la adolescencia
Por Graciela Guerrero Garay Fotos: Reynaldo López Peña
Las Tunas.- Cuando muchos supieron la noticia, la idea tenía cuerpo y alma. Los que saben amar no creen en ruedas del destino, distancias ni silencios. Cuarenta y dos años después la graduación del preuniversitario Luis Urquiza Jorge, entre abrazos, lágrimas, sorpresas y recuerdos, se reencuentra. Son aquellos adolescentes inquietos y amigos entrañables que, en 1977, echaron a andar por el mapamundi de sus geografías, pero dejaron intacta la flor del corazón enorme, amigo, que los unió.
Imposible apretar en un vocablo la emoción que vivimos cada minuto de este mágico encuentro. Somos los mismos: alegres, soñadores, pícaros, ilusos, atrevidos... la Generación de Oro que apostó por ser profesional y ahora desgrana la alegría silenciada por los retos del tiempo y de la vida. Y devuelve ese amor a Nelba Rosario Peña, directora y fundadora del pre, y a los profesores Milagros Riquenes y Ezequiel Argota, quienes nos honraron otra vez con sus presencias queridas.
El remodelado restaurante La Arboleda pareció pequeño, por momentos, para agradecer a sus gestores principales Josefina Fernández, Rigoberto Benítez (Ticó) y Ana Ibis Reyes, residentes en Estados Unidos, quienes localizaron por diferentes partes del mundo a profesores y amigos que no pudieron viajar y trajeron en video sus sentimientos, los mismos que con llanto y silencio honraron a los que no están para siempre.
Especial resultó la entrega a Nelba Rosario de una banda de tafetán blanca, rotulada con la frase Generación de Oro y firmada, después, con el nombre de cada uno de sus alumnos, quienes agradecemos eternamente sus enseñanzas y ese amor infinito que hizo de nuestra graduación algo tan especial, como sus palabras en medio de llantos, aplausos y besos. “Este momento lo llevaré hasta el último día de mi vida”. Nosotros también, jefa, al decir de Ticó.
La amistad es más que un texto periodístico o la novedad de la noticia. La declaro infinita para atraparla en pocas líneas. Los abrazos y la valía de la sinceridad y los afectos no aparecen en los diccionarios, ni aceptan normas de redacción y estilo. Eso se siente, se da en un apretón de manos o “un rompe costillas”. Puede ser este sabor a lealtad de muchachos que volvimos a vivir con el uniforme azul con cintas blancas…
… O el valor humano incrustado por nuestros padres y profesores en el día a día, cuando esperarnos y recogernos para ir al pre era un ritual inviolable, sin importar el barrio ni las cuadras a caminar hacia atrás o delante para llegar al amigo, al compañero de aula y de los obligados repasos para las pruebas.
Todo estaba allí, intacto, 42 años después, como un réquiem eterno. O como dijo el profe Argota: “solo es posible porque son una generación de oro, nunca dejaron de ser lo que fueron”. Nosotros pensamos que tanta magia humana y amor perpetuo la debemos a ustedes y a esos divinos seres que nos marcaron el camino desde casa. Ya tenemos más memorias para salvarnos de los ruidos mundanos y las apariencias.
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