Eternamente vas conmigo, mami
Por Graciela Guerrero Garay Foto: De la autora
Otro 12 de junio… otra vez vuelve todo, si es que alguna vez se fue… pero por encima de la muerte cruel, inaceptable, quizás la única verdad viviente e irremediable que ningún humano acepta como lógica, está la omnipresencia que nos queda siempre, que aparece hasta en el simple aleteo de un ave o en aquel olor que nos sorprende en cualquier sitio y lugar y nos recuerda que no lo soportabas…
Es la perpetuidad del amor y de la vida misma, aunque nos parezca triste, nos arranque una lágrima o nos dibuje una sonrisa/mueca de nostalgia. Nunca entenderemos. Perdura que no estás, que nos quedaron infinitos abrazos por darte, muchas disculpas por pedirte, interminables momentos por hacerte feliz, bendecirte, agradecerte...
Siete años de ausencia mami querida. Mi brazo derecho, mi amiga primera, mi consejera, la fuente de mi seguridad, mi calma, mi reposo… hasta mi "apañadora", a sabiendas del pleito que armaría papi y tendríamos que aguantar aunque diéramos los más razonables argumentos y la lógica fuera nuestra espada.
Me enseñaste tantas cosas mi "María Félix" bonita. Primero que todo ser leal y madre, con todos los desprendimientos, renuncias, sacrificios y estoicismo que significa tener hijos, criarlos en la humildad y la fe, conservando los principios del hogar y los valores morales. Aprendí que la ternura es la única maga que fulmina los demonios y que la casa es el refugio, no importa el rumbo del tiempo y los tambores de guerra.
Duele cada segundo de tu partida, la que no superaré jamás… pero tu amor a Dios me mostró que el amor no se entierra, que los recuerdos nadie te los puede robar y que amar es un oasis de hierro y esperanza donde la palabra olvido no existe, porque allí solo habitan almas puras, quienes saben de sentimientos profundos, incondicionales, esos que dan y no aceptan canjes, ni se rigen por los brillos mundanos.
Otro 12 de junio contigo… en esa estrella que descubro de repente cuando veo que todo está oscuro y nublado… en la certeza de saberte un ángel… en tus preferidas azucenas… en los poemas de José Ángel Buesa, en los salmos, en las estampitas y tus rosarios… los almanaques no son nuestro problema, mami.
No estás ausente, tú no te me fuiste… te has multiplicado… porque ahora, como nunca, estás siempre conmigo. No importa si estoy en el trabajo, si tengo que lavar o ya es muy tarde. Es una sensación hermosa, irrepetible… tan pura como debió ser el éxtasis de vivir en tu vientre. Esa vida es mi vida y, eternamente, tú mami, mi "María Félix" bonita. Como en la tierra, Dios sigue contigo y su luz perpetua es para ti.
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