Medicina natural, frutas, plantas y otros milagros
Por Graciela Guerrero Garay Fotos: Archivo de la Autora
Aunque millones se aferran a que las pastillas son las panaceas de los “milagros” curativos, otros tantos se convencen de que la medicina natural es, mediante frutas y plantas, la esencia de esa farmacopea que nos atrapa como pulpo y la clave de las curaciones del cuerpo o, lo mejor, la prevención de casi todas las enfermedades que hoy no tienen geografías ni fronteras.
Por ejemplo, desde 1945, Juan Tomás Roig escribió su libro Plantas Medicinales, Aromáticas y Venenosas de Cuba, y está considerado un precursor en este campo. A la par, otros como Keshava Bhat, de la India, en su obra Herbario tropical, una manera sencilla de vivir mejor, describe muchas recetas con frutas que sirven para combatir diversas dolencias. La lista de hombres de ciencia, botánicos, naturalistas y especialistas que realizan hoy profundos estudios sobre estos temas es larga y altruista.
No por gusto la dieta a base de frutas, vegetal, legumbres y baja en grasa animal la recomiendan los galenos para evitar enfermedades mortales como el cáncer, en sus diferentes manifestaciones clínicas. Sin embargo, cuando alguien recibe estos consejos lo primero que suele alegar es el alto precio de esos alimentos sanos, mientras gastan más en comprar la llamada comida chatarra, productos enlatados o la carne de cerdo, sobre todo si tiene “gorditos” pues, sin dudas, prefieren sentarse a la mesa a recrear el paladar y no a poner en la balanza riesgo-beneficio su propio bienestar.
Por estos días – hasta el 15 - se celebra la Jornada de la lucha contra el cáncer, diagnóstico que es la primera causa de muerte en Las Tunas y la segunda en el país. A propósito, recordé las interesantes investigaciones realizadas sobre el uso de la guanábana para prevenir y combatir el cáncer, una fruta que, dadas las estadísticas y los beneficios demostrados, debería tenerse en cuenta, creo, en los planes de desarrollo de la agricultura y los campesinos, pues me arriesgo a afirmar que es una de las menos consumidas por aquí.
Estudios revelados por investigadores que rubrican bajo el Instituto de Ciencias de Salud L.L.C 819 N. Charles Street Baltimore, testifican el uso de la guanábana como producto milagroso y 10 mil veces más potente que la quimioterapia. Y la esencia está ahí, en tomar el jugo de esta fruta para prevenirlo, primero, y curarlo después.
Sirve para todos los tipos de cánceres, además de estar calificado su efecto como un agente anti–microbial de ancho espectro contra las infecciones bacterianas y por hongos, los parásitos, regulador de la hipertensión y antidepresiva, argumenta el folleto, que lleva la firma de unos de los mayores fabricantes de medicamentos del mundo , quien, luego de más de 20 pruebas de laboratorio desde los años 70, comprobó que los extractos destruyen las células cancerígenas en tipos como el de colon, de pecho, de próstata, de pulmón y páncreas. Los intereses millonarios de organizaciones interesadas en encontrar una versión sintética guardaron este secreto curativo, que supera al Adriamycin, una droga quimioterapéutica.
Martí dijo “(…) se sabe que el arte de curar consiste más en evitar la enfermedad y precaverse de ella por medios naturales que en combatirla por medios violentos, e inevitablemente dañosos para el resto del sistema…”. Entonces es menester que busquemos estas maneras naturales de darnos salud y enseñemos a los niños a preferir estas bebidas por encima de los refrescos enlatados, todos con ingredientes químicos que afectan al cuerpo humano.
Empero, crear esta cultura y confianza por la medicina natural y el poder curativo de las plantas, acá utilizadas en cocimientos e ingeridas como agua común, no siempre resulta atractivo para muchos, aún cuando hay farmacias destinadas a la llamada medicina verde y en todas se expenden gotas, tinturas, jarabes, cremas y ungüentos, etc., de diferentes especies y anuncian en tablilla su uso.
Al tiempo, los medios de comunicación, sobre todo la radio y la televisión, dedican espacios a promover el beneficio de los remedios caseros y el potencial de sanidad que contiene la naturaleza, junto a una voluntad gubernamental por legislar y apoyar cuanto signifique el desarrollo de esa rama de la medicina por los resultados que se obtienen en prestigiosas instituciones de salud nacionales e internacionales, al aplicar en disímiles tratamientos estos medicamentos alternativos.
Con todo, todavía hace falta un accionar más coordinado desde los consultorios médicos y, quizás, hasta un esfuerzo adicional del MINSAP para poner en manos de la población plegables, sueltos o boletines que hablen estos temas, incluso aclaren los diferentes nombres con que se conocen plantas e hierbas, los cuales, en algunos casos, parecen estar ligados a tradiciones locales y tienden a confundir.
Lo evidente es hacer conciencia pública de que la dieta sana, con frutas, vegetales y legumbres son imprescindibles desde los primeros años de la vida, porque no hay nada más cierto que la salud entra por la boca.
Las Tunas, a mi modo de ver, le urge quizás como a ningún territorio cubano cambiar hábitos y modos dietéticos de sus gentes, vulnerables por los índices de envejecimiento, la mortalidad por cáncer, la sequía y cambios medioambientales evidentes y los números que suben por hipertensión, accidentes cerebrovasculares, la diabetes y la obesidad, entre otras señales que en este convulso siglo XXI no pueden dejarse al margen en las investigaciones sociológicas.
Como el llamado del cáncer, a tiempo todo es mejor. Las alertas andan encendidas.
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