No más violencia: Venezuela quiere paz
Por Graciela Guerrero Garay Foto: Prensa Miraflores
Hace casi un mes cuando leí el artículo del profesor, escritor y periodista francés Salim Lamrani titulado “50 verdades sobre Henrique Capriles Radonski” me pregunté cómo, todavía, podría una persona común, salida del pueblo, apoyar a un individuo así. Luego, al escucharlo por la Televisora TeleSur, antes y durante la campaña electoral, me dije: ¿Y en verdad este hombre se cree capaz de ser presidente de un país, y de un país como Venezuela?
Mis cuestionamientos ya tienen respuesta, y no por terceros, sino salidas de su garganta, este 16 de abril, luego de perder en las urnas de la democracia ante Nicolás Maduro. Merece lástima Capriles. Y en ello debieran detenerse quienes, desgraciadamente, se dejan arrastrar antes sus llamados a la violencia.
Un hombre, un candidato, un patriota, que no sepa perder honradamente, que no entienda la voz de las masas, no piense en la paz y en la integridad de la vida, ¿podrá ser, alguna vez, un buen ciudadano? Entonces, ¿podrá estar apto, de conciencia y corazón, para aspirar a un podio de tal envergadura? ¿Cuál es su calibre como líder? ¿Líder, de qué? Realmente, las tantas voces valerosas que en Venezuela abogan por la paz no merecen un arquetipo imperial así, de los más bajos e incapacitados. Se desnudó él, no hizo falta desvestirlo.
La opinión internacional tiene los argumentos necesarios. Ahora recordamos a Honduras, con el golpe a Manuel Zelaya. O la agresión a Cuba, este mismo 16 de abril, cuando fuerzas mercenarias al servicio de la CIA la invadieron por Playa Girón. Es la misma política sucia, desestabilizadora. El rechazo rotundo a la independencia de los pueblos, a la revolución de los humildes, a los auténticos valores de la democracia.
Venezuela, como declaró Maduro y su gabinete, no permitirá que se geste un Golpe de Estado. Este martes, Nicolás Maduro cumplía su palabra de inaugurar un nuevo CDI en Miranda, mientras la oposición y sus seguidores dejaban huellas de destrucción y llanto por algunos lugares del país y en las familias que velan los primeros muertos de esta revuelta incoherente y anticonstitucional. ¿Es muy difícil notar la diferencia?
América Latina se proyecta con el mismo ímpetu. Acá, en Cuba, hoy estamos de milicia y homenaje, recordando la victoria de Girón. Nuestros médicos seguirán, como dice Maduro, más unidos que nunca a los ideales de Fidel y Chávez. La desidia de Capriles no vencerá al amor, aunque nos provoquen allá, por la rabia de siempre, en los CDI donde laboran los médicos cubanos de la Misión Barrio Adentro.
Somos más, y esa es la razón de este fascismo. Vale, sí, repetir, esa frase del Comandante Hugo: “nadie se va, nos quedamos merodeando”. Nuestras patrias están llenas de ejércitos de luz. Estamos alertas, pero ellos, los del águila, ya están abatidos. Nicolás Maduro llegó por ley. Y con él, seguimos todos.
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