Hambres de amor para un viernes 14
Por Graciela Guerrero Garay
Para los almanaques, este viernes anda el amor de ronda…es 14 de febrero. La fecha que la tradición y las circunstancias dedicaron al sentimiento más humano que existe. Hoy muchas rosas tipifican el latir de la pasión y los besos escondidos, tal vez por aquel instinto primario de sentirnos parte de alguna parte que nos falta.
No me gusta la cursilería que divorcia la verdad y tiñe de rojo – no un rojo de amor, como a veces simula -. Pienso, exactamente ahora, que pudiera ensartar, una a una, todas las palabras eróticas del mundo y colgarlas, hasta en las tendederas eléctricas si fuera necesario. O quizás, las más dulces.
Pero, ¿de qué vale? Allá en el cono asiático hay hambre y SIDA. En Venezuela, el neofascismo, pretende eclipsar el sol y borrar la memoria o trastocarla. Se quema un bosque por descuido. Una escopeta mata la libertad del pájaro sin pedir permiso. Un anciano pasa frío y el rico lleva los bolsillos llenos y pellizca una Mac Donald. Así, sin mirar a nadie, como el Rey Midas o el Padre de la Abundancia.
¿Qué hacer, entonces, con tanto amor congelado en las esquinas? Querer…amar…palabras que van más allá de la intimidad de dos, para multiplicarse en millones de detalles que hacen vital el sentido de la vida. El amor es más que la creación divina de un tercero, que la perpetuidad del apellido, que el acto placentero del sexo. Amor es vivir. ¿Y realmente es cierto?
De cualquier modo, es hoy 14 de febrero. Debería ser mañana y después, siempre. Los enamorados existen y serán bendecidos. Seguro podrán, un día – tal vez no exactamente, un viernes del segundo mes – detener la guerra. Apuesto que despertará una flor y las manadas de seres alumbrados saldrán a andar…
… A encontrar, perpetuar y respetar la palabra sencilla que le nombra. Sin oscuridades ni nebulosas, sin amos ni egoísmo, sin posesión ni metrópolis. Amor es querer, amar… y la perla pura y cotidiana que lo siembra lo hace dador a todos y más allá de dos.
¡Es un día de ronda, para todas las manos! El momento preciso, impecable, de ser fiel por encima de convencionalismos y leyes, de dogmas y costumbres, tendencias y modas. Amemos, todavía podemos… ¡Amemos!
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