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Nuevamente El Bardo: El Cucalambé

Nuevamente El Bardo: El Cucalambé

 

Por Graciela Guerrero Garay   Fotos: Yelaine Herrera Martínez  

Con un cocuyo en la mano
Y un gran tabaco en la boca,
Un indio desde una roca
Miraba el cielo cubano.
La noche, el monte y el llano
Con su negro manto viste,
Del viento al ligero embiste
Tiemblan del monte las brumas,
Y susurran las yagrumas
Mientras él suspira triste. 

A los inmortales Hatuey y Guarina entregó esta  estrofa El Cucalambé, quien tiene el mérito de representar las  dos primeras corrientes poéticas cubanas, el criollismo y el siboneyismo, que lo colocan entre lo más distinguido de la poesía cubana y que por estos días, con la XLVI Jornada Cucalambeana, su presencia mueve a los tuneros y a un gran número de poetas nacionales y foráneos, en la bella y agreste finca El Cornito, casa natal del bardo y convertida en un motel de hermosas tradiciones campesinas, sede permanente de esta fiesta iberoamericana de la décima.

La  maravillosa reincidencia de recurrir a nuestros campos y entregarnos con esa cadencia única el entorno del sentir del campesino cubano, distinguen la obra de Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, inspiradora de un encuentro que cada año reúne en Las Tunas lo más notable del país e Iberoamérica y propicia el rescate de ese valor cultural aupado en la décima, y en concursos de la talla del Justo Vega, donde la improvisación galopa y cautiva con sus mejores gestores locales, nacionales e invitados.

Del estilo del poeta bucólico tunero, apuntan investigadores y estudiosos de su controvertida figura el  vasto conocimiento de la literatura clásica española que tenía, y de hombres de la talla de Virgilio y Horacio pero, por encima de todo, destacan el amor por su tierra, sus raíces bucólicas, las pasiones terrenales y su admiración por la Isla.

Un 1 de julio de  1829 nació para quedarse en la memoria de cubanos y tuneros y  engrandecer las páginas de la poesía cubana, entronada en su natal terruño y cada vez más fuerte en este siglo XXI, en el cual las cucalambeanas de El Cornito y toda esta Capital Iberoamericana de la Décima, Las Tunas de Puertas Abiertas, resaltan la identidad cultural de la Isla y tienden puentes sobre el continente.

Para este mismo día, el lunes primogénito del séptimo mes, está prevista la gala de clausura en el Teatro Tunas, que cerrará las emociones y el talento creativo imperante en estos días por el Balcón del Oriente, cuna, una vez más, para el canto campesino, la premiación a los mejores expositores, actividades masivas, coloquios, conferencias y más conocimiento sobre el verbo y el verso, inmortal del bardo y de los que siempre tejerán ideas y la harán poesía.

Otros apuntes

Fue uno de los hijos más reconocidos de la unión de Manuel Agustín y Antonia María, blancos ricos  y poseedores de tierra. Sus décimas salieron a la luz en el FANAL, en 1845, en la villa Puerto Príncipe, hoy provincia de Camagüey. Usó su talento artístico  para sumarse a la conspiración de 1851.

En el órgano del grupo siboneyista La Piragua era asiduo colaborador, al tiempo que editó periódicos, incursionó el teatro y escribió el clásico de la poesía cubana “Rumores del Hórmigo”, en 1856, dejando constancia de su legendaria sabiduría,  su sentido del verso y su confirmación nacionalista.

Su misteriosa desaparición sin dejar huellas, en 1861, sigue siendo un túnel oscuro y, aunque muchos piensan en un suicidio, no hay evidencia oficial que lo confirme.  Pensemos, entonces, quienes admiran de buena fe su aporte inigualable a las letras cubanas y la literatura universal que se quedó dormido entre el balbuceo coquetón de sus matas de bambú, prendido de sus décimas de amor y multiplicando a su Rufina en un aletargado sueño eterno.

A RUFINA, INVITACIÓN SEGUNDA

Con sus aguas fecundantes
Tenemos aquí el octubre
Y ya la tierra se cubre
De bellas flores fragantes.
Los jobos se ven boyantes
En las corrientes del río;
El guajiro en su bohío
Canta con dúlcido afán,
Y pronto se acabarán,
Los calores del estío.

Tengo, Rufina, en mi estancia,
Paridas matas de anones,
Cuyos frutos ya pintones
Esparcen dulce fragancia:
Hay piñas en abundancia
Dulces así como tú;
Hay guayabas del Perú
Y mameyes colorados,
Que comeremos sentados
Bajo el alto sabicú.

Tú en mi caballo alazán
Y yo en la yegua tordilla
De la estancia por la orilla
Correremos con afán.
Verás qué verdes están
Los palmares inmediatos,
Contemplarás los boniatos,
Y las cañas bulliciosas
Y en éstas y en otras cosas
Pasaremos bellos ratos.

Pronto verás las orillas
Del arroyo y las barrancas,
Cómo se cubren de blancas
Y fragantes campanillas.
Las ciruelas amarillas
Están madurando ya,
Muy pronto sazonará
La fresca y sabrosa caña,
Y el mijo allá en la montaña
También madurando está.

De tarde recogerás
Los huevos del gallinero
Y mi ordinario sombrero
Lleno a la casa traerás:
Un gallo giro verás
Que pienso poner en traba.
Porque los pollos me acaba
Con su maldita fiereza;
Ven, chinita, que ya empieza
A madurar la guayaba.

Te llevaré a un colmenar
Con cuyos productos medro,
Y que está bajo de un cedro
Al fondo del platanal;
La miel te daré a probar
Si miedosa no te alejas,
Y sobre unas palmas viejas
Alterosas por demás,
A los pitirres verás
Asechando a las abejas.

Si a caminar te sonsaco
Por las riberas del río,
Contemplarás, ángel mío,
Lindas vegas de tabaco.
Allí oyendo el chinchiguaco
Por entre una y otra calle
Tu pulidísimo talle
Sin rival te lucirá,
Y esbelto se mecerá
Como la palma en el valle.

De un ingenio que hay vecino
Te enseñaré los primores,
Los negros trabajadores
Y las pailas y el molino.
De blanco azúcar refino
Verás al sol los tendales,
Y allá en los cañaverales
Has de oír aunque te inquietes,
Fuertes golpes de machete,
Voces de los mayorales.

De un cafetal inmediato
Entre mil bellos objetos,
Los florecidos cafetos
También de enseñarte trato:
Allí descansando un rato
A la fresca sombra de ellos,
Cantaré tus ojos bellos,
Tus encantos soberanos,
Y te estrecharé las manos
Y besaré tus cabellos.

Y en fin, cuando nos cansemos
De tanto correr ufanos,
Cantando versos cubanos
A mi estancia volveremos.
Allí mil cosas haremos
Que quedarán inter-nos
Y descansando los dos
Sobre rústicos asientos,
Bendeciremos contentos
A nuestra Patria y a Dios.

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