Violencia (II parte)
Flores marchitas
· Cada año la violencia cobra 1,6 millones de vida en el mundo, sin contar las dañadas que se parapetan en los conos de silencio y miedo. Niños, jóvenes y ancianos son dianas perfectas, aunque la mujer marca la lista negra con más frecuencia que la divulgada.
· Desde la última década del siglo pasado el incremento de actitudes agresivas en nuestra geografía, dentro y fuera del hogar, puso el tema sobre la mesa de círculos especializados, investigadores, sociólogos y analistas de diversas disciplinas para buscar respuestas coherentes con el momento actual que vive el país.
· Contra lo que muchos consideran algo inherente a la condición humana, expertos que analizan su ascendente prevalencia en todas las naciones demuestran que la violencia es prevenible y se puede atacar en sus raíces, sin ser un asunto de “ley y orden”.
Por Graciela Guerrero Garay Fotos: Lloansy Díaz Guerrero
Daynobis no sabe que la 49 Asamblea Mundial de la Salud, celebrada en Ginebra en 1996, aprobó una resolución en la que se declara a la violencia como uno de los principales problemas de salud en el planeta. Para ella, simplemente, su abuela es insoportable, la maltrata y ofende por cualquier cosa. Con sus 12 años, la chica le trata igual y tan obstinada está que le devuelve, como puede, las golpizas.
No es una niña dulce. Aunque confiesa que no se faja a “piñas” con sus compañeros de aula, hay alguna que otra pelea en su memoria y una actitud permanente de agresividad ante una simple mirada sospechosa. El rendimiento escolar ha mejorado en el presente curso, pero la maestra la considera una alumna intranquila y problemática.
La historia del patito feo le viene al dedo. Daynobis es la mala del cuento y hay que llevarla recio. Eso exige su tutora a la maestra, porque en la casa no saben qué van a hacer con ella.
En el Informe Mundial sobre la violencia y la salud está bien definida la categoría en que encaja Daynobis y la cadena que forma desde sí. Es violencia interpersonal, subcategorizada Intrafamiliar, que se proyecta y clasifica también en Comunitaria. El mañana está por llegar y no es previsible, pero si se cumple aquello de “tal palo, tal astilla”…
Expertos como la doctora Gro Harlem Brundtland, directora general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), califica estas realidades de muy complejas y hace notar que van más allá de meras cuestiones de intimidad familiar o elección individual, para relacionarse directamente con esquemas de pensamiento y comportamientos formados por multitud de fuerzas en los hogares y la comunidad.
Si se le agrega que no siempre hay denuncias de los sucesos violentos de este tipo, las verdaderas causas suelen disgregarse y las estadísticas se tornan poco confiables a cualquier instancia.
De aquí que los estudiosos se inclinen por llamar a la conciencia para no enmascarar el problema y poder trazar políticas preventivas que frenen, para hoy y el futuro, la continuidad de este flagelo que anualmente lleva a la muerte a 1,6 millones de personas en el mundo, sobre todo entre las edades de los15 a 44 años y es la responsable del 14 por ciento de las defunciones en la población masculina y el siete en la femenina, aproximadamente.
En el año 2000, según cálculos, las pérdidas de vida en sucesos violentos representaron una tasa de casi el 28,8 por 100 mil habitantes, estimándose la mitad de estos fallecidos por suicidio, una tercera parte a homicidios y una quinta, por conflictos armados.
CARA A LA LEY
La juventud paga alto el precio de la violencia. Las cifras de la OMS dicen que la mayor tasa de homicidios, 19,4 por 100 mil, corresponde a varones entre los 15 y 29 años, tres veces superior a la de las hembras. Sin embargo, el suicidio se reporta como una espiral ascendente en ambos sexos, pero en este rango de edades los números hablan de un 15, 6 entre los hombres contra el 12,2 en las mujeres.
El ingreso económico vuelve a relacionarse con la variabilidad de las muertes por acontecimientos violentos. En los países con ingresos bajos y medios son más de dos veces superiores (32, 1 por 100 mil), que en los de altos (14, 4).
Las Tunas – y el país en general- no escapan de esta triste ola agresiva que sacude las arenas de la convivencia humana. Para el Licenciado Israel Álvarez Serrano, vicepresidente del Tribunal Provincial y juez en ejercicio por más de 16 años, la violencia es la trasgresión de normas, valores y pautas de conductas predeterminados a nivel social y se produce en situaciones conflictivas.
Sus argumentos coinciden con los parámetros de análisis establecidos por los más prominentes profesionales. Irregularidades en el medio familiar o social, alcoholismo, drogadicción, pobreza, carencia de patrones morales, frustración, sensación de abandono o rechazo y la impulsividad de origen neurótico, entre otros.
En asuntos jurídicos, Álvarez Serrano explica que los delitos contra la vida y la integridad corporal, previstos en el Código Penal vigente, comprenden el homicidio, riñas tumultuarias, asesinato, disparo con armas de fuego, abortos ilícitos, abandonos de menores, incapacitados y desvalidos, las lesiones y el auxilio al suicidio. Violencia, en una palabra.
Los municipios de mayor incidencia en estas tipicidades delictivas –dice- son Jobabo, Las Tunas y Puerto Padre, mientras que entre los comisores los jóvenes entre 16 y 30 años tienen un peso importante.
Sin embargo, agrega, en los años 2005 y 2006 se aprecia una disminución de los sancionados en este grupo de edades en delitos como las lesiones leves y asesinatos en un número de 10 y 2 casos, respectivamente, pero las lesiones graves se comportaron al mismo nivel que en etapas anteriores. Otras tipicidades como la amenaza y el robo con violencia en las personas, tuvo un incremento de 5 y un caso.
La situación económica condiciona el delito – argumenta – y aunque el índice de comisión por parte de menores es sumamente bajo, durante estos años marcados por el Período Especial las figuras delictivas vinculadas a la violencia con la participación de jóvenes se incrementaron.
Los Programas Especiales de la Revolución – continúa Álvarez – ya dan frutos y han contribuido mucho a superar esa falta de oportunidades, marginalidad, guapería y fallas del sistema educacional y preventivo, a pesar de que es un proceso prolongado y complejo.
En el proceso de perfeccionamiento y fortalecimiento de la justicia penal – señala – nuestros Tribunales Populares están llamados a actuar con mayor racionalidad y sensatez a la hora de individualizar y adecuar las sanciones en los jóvenes, se aplica un enfoque eminentemente reeducativo, con la intención de adiestrarlos en un oficio o una profesión tal como lo prevé el artículo 17 del Código Penal, y este tratamiento es extensivo al régimen penitenciario en las edades comprendidas entre los 16 y 27 años.
Se hace mucho énfasis en la prevención, más que en la represión de las conductas delictivas y en este mecanismo entran las garantías procesales, el papel de las masas, la familia y la escuela, confirma el especialista.
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