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Benedicto XVI: Visita a Cuba

Benedicto XVI

Benedicto XVI

 

 

Una visita bendita y bendecida

Por Graciela Guerrero Garay    Fotomontaje Chela

La lluvia siempre ha sido bendición en cualquier tiempo. Señal divina de la primavera, las flores, el fruto y la vida. ¡Y en Cuba llovió, tanto en Santiago de Cuba como en La Habana, cuando la visita del Papa Benedicto XVI!

Para muchos, puede ser quizás un pensamiento pueril y supersticioso. Otra manera más de poner la energía positiva a favor de la Revolución Cubana y tomar cualquier excusa para defenderla de los injustos y diabólicos ataques de que es víctima.

La muestra está, justamente, en la visita del Jefe del Vaticano y máxima jerarquía de la iglesia católica. Su estancia en México no fue ni modo cuestionada y tan llena de expectativas como la de la Isla. Sin embargo, las esencias de ambos viajes y encuentros religiosos con sus pueblos son coincidentes.

Pero no voy a detenerme en estos detalles. Solo quiero hacer notar lo que ya había sentido antes de su llegada: que los cubanos lo recibiríamos con todo el amor y el respeto que nos caracteriza. Con esa cultura que une más allá de puntos de vistas o diferencias de credos. Con la fe católica que por siglos baña nuestra nación y ha sido fuente de unión, humanismo, solidaridad y devoción en geneneraciones de generaciones.

Sabíamos que desde todos los niveles fluiría en paz cada encuentro, porque era una voluntad expresa del Estado y del Gobierno buscar el regocijo para el pueblo y el país. Y ahí estuvo, a ojos vistas de las cámaras de la televisión, cada paso de la visita papal, desde el mismo aeropuerto Antonio Maceo, en el indómito y hospitalario Santiago, hasta su partida por el José Martì, en La Habana, bendecido igualmente por la lluvia.

Fueron tres días que harán nuevamente glorias las páginas del mes de marzo en Cuba. Y aquellos que no quieran quitarse el sombrero, epa, es su voluntad y hay que respetarlo. Ya sabemos por nuestro apóstol que el sol tiene manchas y, por eso, no deja de ser sol.

Pero si algo me alegra desde el fondo de mi alma y le agradezco a Dios es que en estas hermosas y divinas jornadas fuimos lo que somos: un puño firme y compacto. Una sola voz. Un país viril, que enaltece sus colores y que demostró al mundo cuánto ama lo que tiene y está dispuesto a mejorar, aunque cuando se sabe que ninguna obra humana es perfecta y cuesta mucho andar con tantas piedras saltando en el camino.

Y eso es lo que a mí me llena de este encuentro con Benedicto XVI, con nuestro Santo Padre. Es la luz que brota de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, nuestra virgen mambisa. No lo resumo al simple hecho de creer o no creer. Palpo la hidalguía de la nación cubana y esa fuerza interior que la hace única, porque hasta sus confesos enemigos, a mi modo de asimilar lo notable, la resaltan aunque sea desde la esquina malsana del resentimiento o la impotencia. De sus frustraciones o ambiciones. De sus maldiciones y mentiras.

Cuba es y será siempre una canoa. Un arca de Noé y un evangelio. Una vez más su pueblo se levanta y del cielo cae la lluvia, tal cual es… pura, natural y divina. Salvadora.

En paz y amor misa en La Habana

En paz y amor misa en La Habana

Por Graciela Guerrero Garay

Ahora mismo, a las 10 a.m de este mièrcoles, la històrica Plaza de la Revoluciòn Josè Martì, en La Habana, Cuba, es un mar de pueblo unidos en la fe, la esperanza y el amor. Se està celebrando la santa misa que Benedicto XVI oficia en esta hermosa Isla.

Los cubanos la siguen por el Canal 11, CUbavisiòn, de la televisiòn nacional. Hay tranquilidad, paz, unidad y en la capital cubana vuelan al aire todas las voces divinas para desde aquì, Faro de Amèrica Latina, le lleguen la misericordia de Dios y sea pòsible un mundo mejor para todos.

En Cuba y los cubanos hay bondad, solidaridad y desprendimiento para ello. Es su legìtima historia, dar pan y multiplicar peces.

 

En Cuba Benedicto XVI: Con la Patria a flor de piel

En Cuba Benedicto XVI: Con la Patria a flor de piel

 

 

Por Graciela Guerrero Garay

En Cuba hay un movimiento constante de personas, en sus 168 municipios como quince provincias y el cubano piensa en voz alta lo que siente. Por eso hoy confluyen tres acontecimientos importantes en sus comentarios habituales: la llegada esta tarde de lunes de Benedicto XVI, el triunfo del ajedrecista Lázaro Bruzòn y la Serie Nacional de Béisbol.

Es de una cubanìa excelsa la emoción que sale entre gestos, palabras, miradas y poces corporales. En Santiago de Cuba está el corazón y la hidalguía del pueblo, pendiente a los canales de la Televisión y la Radio Nacional que trasmitieron la llegada del Jefe del Estado del Vaticano y Sumo Pontífice de la Iglesia Católica. Sus palabras y las del General de Ejército Raúl Castro, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba.  

Ahora mismo, mantienen sus telerreceptores encendidos para participar, desde el lejano occidente hasta el mismo suelo de la Plaza de la Revolución Antonio Maceo, la misa que comenzará dentro de unos minutos prácticamente. Raúl Castro  le dio la bienvenida por toda la nación. Y todos los cubanos se la dieron también.

Desde temprano, los tuneros que participarán dentro de algo más de  de hora de la primera misa que contempla el programa de su visita a la Isla, emprendieron viaje para disfrutar de las bellezas de la ciudad, desde donde los reportes de colegas dan certeza de que todo está listo y se hace galas de la legendaria historia de patriotismo y solidaridad que le caracteriza a la Cuna de la Revolución, el indómito Santiago de Cuba.

Por acá, por el Reparto Santos, justamente en los edificios de Buena Vista – como popularmente se le llama al Distrito Camilo Cienfuegos- la euforia por el constante avance de Lázaro Bruzòn, es parte de la alegría cotidiana, pues por varios años este muchacho, gloria del Ajedrez y el deporte en Cuba, vivió y creció por aquí.

Saber ahora que está el Gran Maestro tunero en el puesto número 28 del mundo, con rating en vivo de 2711 puntos, es como un gran y especial cumpleaños colectivo en la comunidad, aplausos aparte de los que le da todo el territorio y llena de orgullo al deporte local.

La pelota y el actuar de los “leñadores” tampoco pierden prominencia, aún cuando los reveses de los últimos encuentros ponen rictus de amargura en los filetes del embullo. Pero para nada empañan los reconocimientos justos que merecen con su accionar en la presente serie.

Cuba y los cubanos traen la euforia en la piel, que en el argot popular y cotidiano significa estar a pie de lucha por la Patria y la soberanía, así, compartiendo los acontecimientos más relevantes, defendiendo su verdad y apegados a las glorias que tienen los terruños propios y los predios nacionales. Esta es Cuba hoy lunes al caer la tarde: un recuentro con sus raíces y una fe que multiplica el amor por una sociedad cada vez más plena, nuestra.

 

Ya comienza la misa de Benedicto XVI

Ya comienza la misa de Benedicto XVI

 

Por Graciela Guerrero Garay

La Plaza de la Revolución Antonio Maceo de Santiago de Cuba está llena. Distingue la pureza del blanco, como ese amor milenario que caracteriza a los cubanos, más allá de puntos de vistas o eventualidades existencialistas.

Va entrando ahora mismo el Papa Benedicto XVI en su papamóvil. Hay un respeto y una paz que salta sobre la pantalla del televisor. Es un mar de pueblo, como dice ahora mismo la locutora. Se ha rememorado el historia de la Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba y querida por siglos por todos los cubanos.

 El gozo de Dios está en la música que se escucha, todos de autores cubanos como acaban de anunciar. La imagen de Antonio Maceo, sobre su caballo inmortal, en bronce, es el símbolo de la independencia y la gloria que embarga a la Isla.

Nada ha podido impedir este histórico encuentro. El amor abraza, une, fortalece. En minutos comenzará la misa de Benedicto XVI. Toda la Patria, una vez más, está en Santiago de Cuba. Es un lunes de júbilo, de bendición y esperanza.

El General de Ejército Raúl Castro Ruz, primer secretario del Partido y Presidente de los Consejos de Estados y de Ministros, junto a las máximas figuras religiosas católicas de la Isla y la imagen de Nuestra Señora de la Caridad, están presentes en la Santa Misa que empezará en minutos. Son las seis de la tarde en Cuba, una nación libre y fortalecida en espíritu y cubanìa, en esperanza y un futuro mejor.

 

La Virgen de la Caridad del Cobre

La Virgen de la Caridad del Cobre

 

 

Por Graciela Guerrero Garay

El amor a la Virgen de la Caridad del Cobre le viene a los cubanos desde siglos y es muy extraño que un creyente no lleve su imagen, como un dije o medalla, en su cadena. Lo mismo sucede con el crucifijo, las estampas o las manillas y collares que, los practicantes de la Santería en cualquiera de sus manifestaciones, llevan a la vista de todos.

Es decir, y a pesar de las complejas y variadas influencias que desde los aborígenes fueron conformando los credos en la Isla, según su propia historia de colonización y luchas sociales, los cubanos jamás han disimulado sus creencias y el santuario de la Virgen de la Caridad, enclavado en el pueblito de El Cobre en Santiago de Cuba, es recinto milenario de esta fe a la Santa Patrona y recorrerlo, amén de la cultura religiosa y la cubanìa que desprende, es notar la devoción y confianza que en sus milagros tiene el pueblo.

Allí hay todo tipo de promesas, de todo tipo de personas, tanto nacionales como extranjeras. Todo ello pervive mucho antes de ser coronada en 1998 por el Papa Juan Pablo II, y que el Año Jubilar coincida con la visita de Benedicto XVI multiplica las emociones y el apego cristiano de los cubanos a la también conocida como Virgen Mambisa, cuya imagen recientemente recorrió el país y fue seguida por millones de cubanos.

La tradición católica y popular cuenta que en 1612 fue encontrada por tres mineros que estaban azotados por una tormenta en medio del mar, cerca de la bahía  de Nipe,  y pidiendo socorro para salvar sus vidas, se le presentó la imagen  flotando en las turbulentas olas con la inscripción “Yo soy la Virgen de la Caridad”. Eran dos hermanos indios, Juan y Rodrigo de Hoyos, y el negro esclavo Juan Moreno.

Cuentan que ellos la recogieron y la trasladaron al hato de Barajagua, hasta que se le hizo su altar definitivo en el poblado de El Cobre, donde es declarada Patrona de los Cubanos en 1916 y coronada en 1936, para quedar para siempre como nexo irrevocable de añoranza espiritual en creyentes y no, pues documentos (Autos primeros) de comienzos del siglo XVII lo testificaron, así como los Segundos en 1688 y los manuscritos del primer capellán del santuario, Onofre de Fonseca, en 1701, e impresos en 1830 por el capellán Alejandro Paz. 

Esta confianza y devoción marca los anales de la independencia de Cuba y la Basílica Menor de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, de quien el propio Juan Moreno, en 1687, dio fe del milagro y contribuyó que esta pasión  formara parte imborrable en el corazón de los cubanos y en los cultos marianos, recogidos en el Archivo General de Indias por el historiador Levì Marrero.

Su significado en la nacionalidad y el patriotismo de todas las generaciones  desde entonces se corrobora al ser considerada como una mambisa más en las guerras de la independencia, de tal manera que la historia recoge que el 10 de octubre de 1868 Carlos Manuel de Céspedes forma la bandera con una muceta roja de abogado, un pedazo de tela blanca del vestido de su esposa y el manto azul de la Virgen de la Caridad, que tenía en una urna y con la cual enarboló su grito de ¡Viva Cuba Libre!

Hoy, celebrar junto al Papa Benedicto XVI los 400 años de este hallazgo que distingue la identidad y la fe cristiana y los valores patrióticos –religiosos – culturales de la nación  es para el pueblo cubano un alto honor, y la síntesis de las continuas batallas para defender su soberanía y el pensamiento de ilustres hijos, que la llevaron – como la llevamos ahora – junto al corazón.     

Benedicto XVI: Menos de 72 horas en tierras de Cuba

Benedicto XVI: Menos de 72 horas en tierras de Cuba

 

 

Por Graciela Guerrero Garay

 

En las calles cubanas se siente el jubileo. Recuerdo la anterior visita del que jamás será olvidado Juan Pablo II. Ahora no es menos la emoción y el honor que embarga a todos por la llegada de Benedicto XVI. Es un encuentro que engrandece la cultura y la libertad de religión que existe en la Isla. 

Faltan menos de 72 horas para que el Sumo Pontífice de la Iglesia Católica ponga sus bendiciones en el suelo de Cuba. Bella está la histórica Plaza de la Revolución Antonio Maceo, del indómito y alegre Santiago de Cuba. Excelentes anfitriones, seguro. El santiaguero es hospitalario, sincero, sencillo y espontáneo. Me atrevo a asegurar cuan emocionante será compartir tan especial ocasión. 

Los orientales, como llaman a quienes vivimos por estas tierras de Guantánamo, Holguín, Granma y Las Tunas, hace ya meses que han reservado sus pasajes para ir a la misa que tendrá lugar este lunes, sobre todo los tuneros, a quienes les separan algo más de 200 kilómetros y donde los católicos y el pueblo en general, en sus comunidades y a través de sus parroquias, han garantizado el transporte para estar junto a Benedicto XVI, quien fue invitado desde la visita del Cardenal Tarcisio Bertone en el 2008. 

En diciembre pasado el Jefe de Estado del Vaticano confirmó su viaje a México y Cuba, en lo que será su segundo recorrido por América Latina tras su presencia en Brasil, en el 2007, a razón de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. 

Para la Iglesia Católica esta visita tiene una significación especial por coincidir con el Año Jubilar del hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba, suceso del que se cumple el IV Centenario y la que fue coronada como tal en 1998 por el Papa Juan Pablo II.   

El santuario de El Cobre lo visitan cientos de cubanos y personas de diversas nacionalidades que vienen a la isla, para rezarle a la Virgencita - como le llaman con fe y amor cristiano – hacerles promesas o llevarles cumplimientos, tradición que pervive por años y que ahora revitalizará sus raíces ético-culturales – religiosas con la presencia allí, en oración a la venerada, de Benedicto XVI. 

La llegada a Santiago de Cuba del Papa, en las primeras horas de la tarde del lunes 26, es un tema recurrente entre cubanos y tuneros. Un hecho que se espera con fe, respeto y altruismo patriótico. Es, para muchos, un regalo divino de Dios y la Virgen Mambisa. Y también una muestra palpable de esa cubanìa que hace de oriente un hidalgo en gallardía y hospitalidad, cuando alguien respetado, querido y esperado con honor viene a casa. 

Es la esencia de eso que quieren decir cuando dicen por aquí ¡Qué ganas tengo que venga el Papa. No veo las santas horas de que me monte en esa guagua!  Justamente eso es el cubano, un derroche de amor y el mejor anfitrión cuando desea con el corazón lo que está esperando. 

Benedicto XVI lo sentirá a lo largo de la Isla. Será otro hito inmortal para la historia de Cuba. Menos de 72 horas antes de su visita se nota por las cuatro esquinas de los barrios. Y a medida que se acerca la hora tampoco falta la pregunta. ¿Vas a Santiago? Ojalà, como quisiera… y es que aún cuando se han dado todas las facilidades laborales y de transporte la distancia cuenta para algunos, pero lo importante es que en los tuneros, orientales y habaneros que asistan a las misas estará el corazón y respeto de todos.   

Esta cultura es raíz. El Papa conocerá a los cubanos y serán jornadas de gracia y cubanìa.  

 

 

 

Vida religiosa de Benedicto XVI

Vida religiosa de Benedicto XVI

 

 

Por Graciela Guerrero Garay

Al Jefe del Vaticano, Benedicto XVI, que escogió la visita a Cuba, junto a México, como parte de su recorrido por América, no le llegaron de gratis los recelos del catolicismo más conservador. Siempre manifestaba su evolución de pensamiento y entendía que había que superar la abstracción metafísica de la neoescolàstica, en la que consideraba estaba atrapada la teología católica.  

En 1951, junto con su hermano Georg, recibe el sacramento del orden sacerdotal y después, ya nombrado cardenal del título de S- María Consolatrice al Tiburtino en 1977 por Pablo VI y consagrado como arzobispo de Munich y Freising, el joven profesor de teología incitaba a sus alumnos a cultivar pensamientos avanzados para aquella época. Defendía la necesidad de abrirse a un nuevo lenguaje que, basado en el Evangelio, conectase existencialmente con las inquietudes del hombre concreto contemporáneo.

Para el Jefe de Estado del Vaticano y Papa de la Iglesia Católica la verdad no es un punto de llegada, sino una llamada a la búsqueda sincera donde la razón puede desplegar todas sus energías. En su libro Fe, verdad, Tolerancia expone que si se renuncia a la verdad acerca del hombre, se renuncia a su libertad.

En consecuencia, condenó las manifestaciones exacerbadas de la Teología de la Liberación y denunció los males derivados del capitalismo y el liberalismo occidentales. Estas ideas de Benedicto XVI le hacen ganar la confianza de Juan Pablo II (su antecesor y cuya visita a Cuba en 1998 fue igualmente histórica), quien lo nombra en noviembre de 1981 Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Fue el Cardenal que ofició su funeral y el que más cerca estuvo de él. El 19 de abril del 2005 es elegido como sucesor de Juan Pablo II, en el segundo día del cónclave y luego de cuatro rondas de votaciones, coincidiendo con las fiestas de San León IX, el más importante Papa alemán de la Edad Media y reconocido por establecer el mayor número de reformas durante un pontificado.

Sus primeras palabras a la multitud las dio en italiano, antes de pronunciar la tradicional bendición Urbi et Orbi en latín. Desde el balcón, Benedicto XVI  dijo:

Queridos hermanos y hermanas, después del gran papa Juan Pablo II, los señores cardenales me han elegido a mí, un simple y humilde trabajador de la viña del Señor. Me consuela el hecho de que el señor sabe trabajar y actuar con instrumentos insuficientes, y sobre todo me encomiendo a vuestras oraciones. En la alegría del Señor resucitado, confiando en su ayuda continua, sigamos adelante, que el Señor nos ayudará y María Su Santísima Madre estará de nuestra parte. Gracias.

Después dio la bendición. Y quedará también para la historia su escudo papal, del que dijo Monseñor Andrea Cordero Lanza di Montezemolo –arzobispo italiano experto en heráldica y creador del nuevo escudo papal – “Benedicto XVI ha escogido un escudo más rico en simbolismo y significado, para poner su personalidad y papado en las manos de la historia”.

   

Votos de fe y amor para Benedicto XVI

Votos de fe y amor para Benedicto XVI

 

Por Graciela Guerrero Garay

Hermoso honor y votos de fe, respeto y amor deviene  para los tuneros y cubanos la llegada, este lunes, del Papa Benedicto XVI, jefe de Estado del Vaticano y máximo representante de la Iglesia Católica, quien celebrará durante su visita dos misas y recorrerá el Santuario de El Cobre donde reina la Virgen de la Caridad, Patrona de Cuba y de la que se celebra su Año Jubilar.

Los encuentros religiosos tendrán lugar en Santiago de Cuba y La Habana, cuyas plazas de la Revolución Antonio Maceo y José Martí, respectivamente, están debidamente acondicionadas y engalanadas para tan especial ocasión y en correspondencia  a la significación histórica que tiene en el país el recibimiento de la alta jerarquía eclesiástica, quien procede de México y tendrá un encuentro oficial con el General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Partido y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba.

En comunión directa con la positiva evolución que tienen las  relaciones entre la iglesia y el estado, el gobierno brindará todo el apoyo imprescindible para que la estancia de Benedicto XVI sea una muestra más de la libertad religiosa que existe en la nación y se respire ese mensaje de unidad y amor espiritual que ha caracterizado, desde la manigua redentora, el pensamiento, la cultura y la identidad de los cubanos, representados con devoción cristiana y patriótica en las ideas y la obra de ilustres hijos como el Padre Félix Varela, José de la Luz y Caballero, la estirpe de Mariana Grajales y los Maceos, Carlos Manuel de Céspedes, José Martí y Fermín Valdés Domínguez.

Este sentimiento de altruista espiritualidad, simbolizados desde la colonia por la Virgen de la Caridad del Cobre, reconocida también como la Virgen Mambisa, hará actos de inolvidable paz y esperanza en los encuentros entre los cubanos y Benedicto XVI, quien recibirá los beneplácitos honores que merece y sentirá la hermosa solidaridad  y gratitud que nos embarga por seleccionar al país dentro del recorrido que emprende por América Latina.

Su estancia aquí también es un reflejo del histórico y trascendental precedente que marcó, en 1998 la visita del entonces Sumo Pontífice Juan Pablo II, quien condenó el bloqueo económico impuesto por Estados Unidos a Cuba, calificándolo de injusto y éticamente inaceptable, al tiempo que su recorrido por la nación fortaleció la fe y dejó marcas imborrables en el corazón de todos, creyentes o no, y fue esencia de las palabras del historiador Eusebio Leal cuando enfatizó que “nuestro suelo puede ser la canoa sobre la que, como Juanes, navegamos al amparo virginal de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre”.

Esta misma hermandad religiosa y gratificadora permeará la presencia de Benedicto XVI, esperado con santísimo amor y por la que la nación ha emprendido magistrales obras de remozamiento en los lugares de las congregaciones y el santuario de El Cobre, y se dará facilidad laboral para que los trabajadores puedan asistir a las dos misas concertadas durante su estancia, que tal como dijo Frei Betto será una bendición para el pueblo cubano.

Este lunes, sin dudas, Cuba llenará de luz propia ese túnel de renovada fuerza que enorgullece los valores morales y cristianos de su historia y sus hijos y el 28, al partir, otra página más de gloria se sumará a la fe y al calibre de honra y educación que nos distingue, en un voto más de respeto al credo y en especial al Jefe de Estado del Vaticano.

Vida de Benedicto XVI

Vida de Benedicto XVI

 

Por Graciela Guerrero Garay 

Desde los dos años empezó Benedicto XVI a sentir las consecuencias del trabajo de gendarme de su padre Joseph. Y a la razón,  la familia tuvo que mudarse varias veces hasta establecerse en una pequeña casa de campo en Hufschlag, en Traunstein, el que recuerda el Sumo Pontífice de la Iglesia Católica como el legítimo hogar.

Aún cuando la  economía familiar no tenía solvencias abundantes,  fue enviado al seminario de San Miguel y allí empezó a cosechar su desempeño de estudiante aplicado y dedicado. Hasta 1939 ningún seminarista se había incorporado a las juventudes hitlerianas, pero el régimen exigió la afiliación obligatoria y la dirección del Seminario tuvo que ceder y en consecuencia, a los 14 años tuvo que inscribirse.

En los documentos que relatan su vida, se afirma que varios testigos certificaron que los seminaristas eran una provocación para los nazis y se les valoraba como sospechosos en contra del régimen. Esta situación incide en que fuera llamado a filas a los 16 años y prestara servicio entre 1943 -1944, hecho que compartió con su matrícula en el Instituto de Segunda Enseñanza, pero siempre mantuvo su ideal de ser sacerdote y lo manifestaba abiertamente.  

Desertó en los últimos días de la guerra y lo cogieron prisionero en 1945, hasta que es liberado y como estudiante del seminario diocesano de Traunstein se examina como bachiller, en el instituto Chiemgau, de ese mismo lugar.

 

ESTUDIOS ACADÈMICOS

En las universidades de Freising, Munich y Friburgo estudia, entre 1946 y 1951, Teología católica y filosofía y muestra interés especial en los Padres de la Iglesia   Agustín de Hipona y en los escolásticos, se concentra en San Buenaventura, sobre quien le devuelven su tesis con severas críticas, porque sus enfoques comienzan a romper los esquemas tradicionales de la época.

En 1959 se inicia como profesor en la Universidad de Bonn con una conferencia inaugural titulada “El Dios de la fe y el Dios de la filosofía”. En 1963 ya era bien reconocido como teólogo.  Sirve como asesor teológico del cardenal Josef Frings de Colonia, en el Concilio Vaticano II y, más tarde, trabaja para defenderlo en diferentes documentos en los que resalta Nostra Aetate, que aborda el respeto hacia otras religiones y sobre el derecho a la libertad de religiosa, por lo que lo estiman como un reformista convencido.

En 1968 escribe “Introducción al Cristianismo”, donde apunta que el Papa tenía el deber de escuchar distintas opiniones dentro de la iglesia antes de adoptar una decisión y declara que en aquellos tiempos estaba muy centralizada. Es cuestionado por eso y, en ediciones posteriores, eliminan esos textos por considerarlos que fueron mal interpretados por algunos autores, quienes lo utilizan para cuestionarlo.

Unido a otros como Hans Urs von Baltasar y Henri de Lubac funda, en 1972, la publicación Communio que está editada actualmente en 17 idiomas y  es una de las más influyentes del mundo dentro del catolicismo.   

El Papa 265: Benedicto XVI

El Papa 265: Benedicto XVI

 

 

Por Graciela Guerrero Garay

Fue César Vidal Manzanares en el Diccionario de los papas, en 1997, quien parece finalizó hasta cierto punto las vastas discusiones sobre el exacto número de Sumos Pontífices, pues durante siglos – según cita el sitio digital  Wikipedia – es un tema abundantemente debatido.

Lo cierto es que después de la muerte de Juan Pablo II, el actual Jefe de Estado del Vaticano, Benedicto XVI, resultó electo el 19 de abril del 2005 como su sucesor y su nombre de pila es Joseph Aloisius Ratzinger, quien nació en Marktl am Inn, Baviera, Alemania, un 16 de abril de 1927 y cumplirá 85 años el mes próximo.

Su nombre pontifical lo adopta en homenaje a Benedicto XV, que ocupa el cargo en los inicios de la Primera Guerra Mundial, y como él mismo enunció a los peregrinos quiso asumirlo “para relacionarme idealmente al venerado Pontífice, que ha guiado a la Iglesia en un período atormentado por el primer conflicto mundial. Fue valiente y auténtico profeta de la paz y actuó con extrema valentía desde el inicio para evitar el drama de la guerra y después al limitar las nefastas consecuencias”.

Destaca también las referencias explícitas  que hizo sobre el asunto de la reconciliación, de la cual enfatizó que pondría su ministerio a favor de la misma y “de la armonía entre los hombres y los pueblos, profundamente convencido que el gran bien de la paz es sobre todo donde Dios, don frágil y precioso que debe ser invocado, tutelado y construido día tras día con el aporte de todos”.

Apuntalado en el Padre del monacato occidental,  San Benito de Nursia, indicó que el nombre de Benedicto evoca, además, la extraordinaria figura del gran Patriarca, al tiempo que añadió que “la progresiva expansión de la Orden Benedictina fundada por él ha ejercido un influjo enorme en la difusión del cristianismo en todo el Continente. San Benito es por ello muy venerado en Alemania y, en particular, en Baviera, mi tierra de origen. Constituye un fundamental punto de referencia para la unidad de Europa y un fuerte reclamo a las irrenunciables raíces cristianas de su cultura y de su civilización”.  

Nació un sábado de Gloria y ese mismo día recibió el bautizo en la diócesis de Passau, siendo el tercero y más joven de los hijos de Joseph Ratzinger, un oficial de policía, y María Peinter. Tiene un hermano, Georg, sacerdote y a la edad de cinco años participó en el recibimiento del cardenal arzobispo de Múnich e, impresionado por la vestimenta, dice después que quería llegar a ese cargo.

Domina varios idiomas y lee el griego antiguo y el hebreo. Es miembro de varias academias científicas de Europa y merecido ocho doctorados Honoris Causa de las universidades de Navarra y de la Pontificia Universidad Católica del Perú, entre otras, a la vez que distinguido como Ciudadano Honorífico de las comunidades de Pentling, Marktl, Traunstein y Ratisbona.

Pianista excelente y admirador profundo de Mozart, Benedicto XVI es el sexto Papa alemán desde Víctor II y en abril del 2005, la Revista Time, lo incluye en la lista de las 100 personas más influyentes del mundo. 

La llegada de Benedicto XVI: una bendición bien esperada

La llegada de Benedicto XVI: una bendición bien esperada

 

Por Graciela Guerrero Garay

Una vez más la perogrullada de que cuando se trata de Cuba la colmena se revuelve, salta todos los telones, incluso hasta las escenografías que se enseñorean con las palmas y le riegan aguas buenas para que sigan fuertes y bien estiradas sobre la maleza. Felizmente, los cubanos sabemos distinguir entre el blanco y el gris y valoramos, con todas sus aristas, lo que significa que el Papa Benedicto XVI venga a la Patria, tal como fue cuando lo hizo su antecesor Juan Pablo II.

No importa que existan tantas opiniones encontradas. Lo vital es que esta nación le espera con los votos de fe y respeto que, durante todos estos días y meses previos al anuncio de su llegada, se destacan en los medios de comunicación, en las parroquias comunitarias, en las iglesias y en las oraciones y plegarias, no solo de los católicos, sino también de quienes saben que el máximo representante del Vaticano es una personalidad que merece toda la excelencia que un rango y una misión de este tipo exigen. Y en la Isla existe cultura, amor, devoción y muchas añoranzas nobles para esto.

A Frei Betto lo admiro desde que descubrí su alto valor moral y humano en su libro Fidel y la religión, y por eso me complace doblemente poder citar sus palabras: “La visita del Papa Benedicto XVI será una bendición para el pueblo de Cuba”, dichas a la agencia ANSA en La Habana y publicadas en la página digital CUBADEBATE. Lo mismo que relatar que de forma pacífica se solucionó la desagradable situación acontecida en el Santuario Diocesano y Basílica Menor de Nuestra Señora de la Caridad, en la capital cubana.

El mensaje transmitido por el Cardenal Jaime Ortega ante las cámaras de la Televisión Cubana, en horario estelar, para dejar a luz clara las esencias de la decisión del Papa de reunirse con los feligreses y el pueblo cubano, es otra muestra de toda la voluntad mayoritaria que impera en torno a su viaje al caimán caribeño.  Y este clima de paz – como siempre – es el que tratan de perturbar quienes no quieren ver los aires nuevos que bañan este archipiélago.

Pero la verdad sale a flote aunque la disfracen de payaso o la escondan en la más profunda de las cuevas. Los católicos y los ateos –incluso- esperan a Benedicto XVI con el corazón abierto. No es asunto de iglesias, es una proyección del humanismo y la unidad que, entre la diversidad, deben defender todos los terrícolas porque tan cierto como que el amor vence siempre al final del camino, creo que lo es también que el odio y darle comida al diablo entorpecen las veredas puras y acarrea oscuridades evitables.

Bienvenido sea el Papa. Los días que se vivieron aquí de intenso regocijo con Juan Pablo II se multiplicarán. Porque como nunca antes el Padre nuestro latinoamericano es un himno de esperanza que sacude estas tierras del continente nuestro. Es el año Jubilar de la Santa Patrona, la Virgen Mambisa. Y ella estará siempre ahí, como ha estado, sujetando la viril enseñanza que ondea, hace más de medio siglo, como Faro del Caribe.