8 de Marzo: Génesis más allá del perfume y los tacones
Para todas mis hermanas de vida y género...Feliz Día Internacional de la Mujer
Por Graciela Guerrero Garay Fotomontaje: De la Autora
Sonríen, entre el sudor de la cocina o el ruido de las máquinas. Conducen gallardas bicicletas, tractores, camiones, taxis, motorinas… Son cocheras, médicos, enfermeras, cortadoras de cañas, poetas, economistas, dirigentes, cocineras, investigadoras, aeromozas, auxiliares de limpieza, almaceneras, catedráticas, recepcionistas, abogadas, ingenieras, periodistas, maestras, constructoras, bancarias, agricultoras, milicianas…
Salieron definitivamente de la Casa de Muñecas en la que quisieron retenerlas desde la época de Henrik Ibsen, para forjar sus destinos sin llegar al “norismo feminista” y andar, con sanos orgullos, por los caminos abiertos la histórica alborada del enero triunfante y revolucionario. Hoy, con todos, son el rostro valiente de las tareas más duras y pilares incansables de la vida doméstica y social.
Día Internacional de la Mujer… fecha que las tuneras reciben entre besos, flores, abrazos solidarios, reconocimientos. Féminas que se levantan con el sol y descansan sus cuerpos cuando la luna está alta en el cielo. Activas en los barrios y sus organizaciones de masas, como la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), donde las puertas se abrieron para siempre a la dignidad y los derechos plenos. Heroínas y génesis del ser, que con un FELICIDADES bien grande apretamos a juntillas sus titánicas glorias, con amor, perdurable respeto e infinito placer.
Mujeres todas, al margen de mapas, religiones, idiomas y geofísicas coordenadas que quieran encerrarlas... dueñas de la vida por multiplicar el don de pocrear a fuerza de dolor y amor... luchadoras invencibles de inteligencia nata, banderas de coraje, inspiración de poetas y brillantes como el sol, la luna y las estrellas.
A todas, por cualquier parte, el abrazo infinito... ese que no lleva vanidades ni es formal, sino el otro, el gigante, donde las más de las veces no cabe ese ímpetu indomable de quienes, por encima de perfumes y tacones, tienen la divina luz de hacer caminos con la cuerda locura de un cuerpo de mujer.
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