Apoyan estudiantes de Medicina lucha antivectorial
Por Graciela Guerrero Garay Fotos: De la Autora
Esta vez Juan Arley González no anda solo casa por casa. Keniselis Álvarez, Rodolfo Baños y Liliana Garcet captan todo cuanto hace. Es el primer día en que trabajan juntos en el pesquisaje de los Consejos Populares 5 y 18 de esta ciudad de Las Tunas, donde el incremento de las enfermedades diarreicas agudas y del índice de infestación del mosquito Aedes aegypti tensan la situación epidemiológica de la provincia.
Los tres jóvenes apenas tienen 15 años y cursan el primer año de la carrera de Medicina, mientras Juan Arley es integrante de una de las brigadas de la Campaña contra vectores que atiende el área, la cual abarca los Consultorios del Médico y Enfermera de la Familia 15 y 18 donde están insertados para realizar las prácticas docentes.
“Cada detalle es importante –explica Juan Arley-, aprenden rápido y dan lo mejor de sí. Sinceramente, me siento bien trabajando con ellos y es un apoyo imprescindible porque atravesamos una situación difícil, y hay muchos casos de familias que no cumplen lo orientado por nosotros como tapar los tanques, hacer el autofocal, no dejar vasijas con agua, lavar el bebedero de los animales domésticos y estar vigilantes.
“Aplicamos multas y a veces también ponen resistencia. Incluso, me ha sucedido que dicen que uno es quien pone las larvas en los tanques. Por eso es muy bueno que los estudiantes de Medicina realicen este trabajo y apoyen la campaña”, argumenta.
Mientras, la expresiva Keniselis dice que “llevamos dos meses de práctica y nos sentimos útiles y aprendemos a familiarizarnos con estas enfermedades, y también interactuamos con los pacientes en la comunidad”. A su lado Rodolfo reafirma con un gesto y agrega: “Me gusta que las prácticas sean así, activas, y uno conozca la zona donde quizás al graduarnos nos ubiquen a trabajar”.
Liliana, más callada y observando el modo en que Juan Arley llena el documento que testifica que la vivienda se visitó, alega la satisfacción que les proporciona caminar y conocer la barriada, debatir los casos donde se encuentran focos o personas con síntomas de cólera o dengue y sumar tal experiencia a las asignaturas recibidas en la escuela.
La mañana no acaba y en el imaginario del barrio puede volver a comenzar por la tarde. No es un chiste. Muchas casas están cerradas porque sus habitantes trabajan y, entonces, hay que chequear los embalses al finalizar la jornada. Para Juan Arley y todos los integrantes de la Campaña, incluidos los fumigadores, el día empieza o termina al margen del reloj. Es la única manera de hacer lo que está orientado para detener la cadena de trasmisión.
Juan Arley, Keniselis, Rodolfo y Liliana tocan otra puerta y, como ellos, suman cientos los tuneros que laboran sin horario fijo para detener dos virosis que ponen en peligro la salud del pueblo, pero a cada quien le compete su cuota de responsabilidad para que los llamados sanitarios, los recursos invertidos y la entrega de estudiantes y trabajadores apague el bombillo rojo que marca a esta oriental provincia de Las Tunas.
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