
Signos violentos
• Las Tunas, territorio agrícola, tiene todavía costumbres de una seudo cultura heredada desde la colonia. Al margen de los grandes planes de desarrollo y el esfuerzo por limar diferencias entre el campo y la ciudad, quedan las huellas.
Por Graciela Guerrero Garay
El “mellizo” es un bohemio. Prácticamente creció solo, porque su mamá, ante el temprano divorcio, tuvo que guapear fuerte para mantenerlo a él y a su hermano. Aquí no tenemos familia y muchas veces, chiquiticos, tuvimos que quedarnos en el albergue para que ella pudiera trabajar, dice y enfatiza: no soy violento, pero de la calle sé bastante. Tengo genio, lo que pasa es que me controlo. Bronca, como tal, no he tenido ninguna, sí he visto muchas entre mis socios y en la calle, asegura.
Queda en silencio. Suspira y habla quedo. El tiempo pasa -cuenta- y uno va adquiriendo experiencia y madurez y, aunque tengas pocos años, uno ve los errores cometidos. Eso ayuda en la vida social, individual e intelectual, pero no siempre garantiza una conducta limpia frente a los demás o poder controlarse ante una provocación. Se cae en la trampa de la violencia muy fácil.
Estuve becado. En las escuelas internas es común algún tipo de violencia, son muchos muchachos con altos y bajos niveles de educación, aislados de la familia y con trastornos psicológicos, que se reflejan en su actitud ante el colectivo y el estudio. Por cualquier cosa hay una pelea. Y no siempre los profesores se enteran, porque si sucede en los baños o fuera del centro nadie dice nada. Y eso se arrastra a la calle, crea tensión en el grupo, en los albergues y los socios apoyan. No es una pandilla, pero más o menos tú eres de un bando o de otro, argumenta.
Creo que cada día la gente se vuelve más agresiva -afirma Ricardo, un estudiante de la Escuela Vocacional de Arte-, sobre todo oralmente. El uso de esta actitud violenta es “normal”, uno escucha cada barbaridad mientras espera en las paradas o camina por ahí. Se discute por cosas sin sentido y se afecta la amistad y la imagen pública.
Para este joven de apenas 19 años “eso puede tener relación con la baja autoestima y la situación económica que tiene el país. Sí creo que se han modificado valores, agrega, y sobre todo el amor, esa cortesía al tratarnos, no solo en los jóvenes, en todo el mundo”.
LOS CAMINOS VAN A ROMA
La vieja máxima que hemos aprendido desde niños marca pautas entre las respuestas del centenar de encuestados que escogimos, de uno y otro sexo y con edades comprendidas entre los 15 y 60 años. Al margen del nivel escolar, categorización familiar y diversidad de empleos, hay coincidencia en que el Período Especial rompió el modo de vida y de ser de los cubanos.
El 65 por ciento de la muestra sentenció que la estrechez en la economía doméstica crea una predisposición anímica en el hogar, generadora de agresividad, la que no siempre queda entre las paredes de la casa, mientras la totalidad reconoció proceder con violencia alguna vez y dio votos afirmativos por una tendencia de conductas violentas entre los jóvenes.
El criterio vertido por los entrevistados coincide, en esencia, con la valoración del psiquiatra Ernesto Pérez González, jefe del Departamento de Peritaje Mental del Instituto de Medicina Legal, citado en una investigación de la licenciada Elaine Sánchez Figueredo, realizada en 1998 bajo el título “La agresividad entre las personas, su incidencia en delitos contra la vida y