
Por Graciela Guerrero Garay
Bueno sería vivir al margen de las noticias, sobre todo porque cada día crecen las de muerte, violaciones, derechos sin derechos, hambre…Basta solo ser lo que bien se llama – digo BIEN – un ser humano, para sentir agredidos también desde el colesterol hasta la sustancia gris de la masa encefálica.Empero, es imposible. En el mundo hay que tomar partido, aunque desgraciadamente las falacias mortales de los hombres no se cansan de dividirlos en izquierda o derecha y, lo peor, atribuirles, según la conveniencia, tantas virtudes o defectos como proceda. Si de verdad el hombre quisiera ser digno de sí mismo creo que existiera un solo partido, humanidad.Pero ya a esta altura es una pueril “ideota” (léase grande) aspirar a limar tanta aspereza. Mas, no por ello, hay que aguantar que cualquier podio o cualquier medio le sirvan, también, a cualquiera para agredir lo que no considere esté en su bando y se desmonte con millones de ¿razones? para desacreditar las verdades de otros y acuñar las suyas.Por eso, aún cuando no domino todos los elementos del asunto y con riesgo de profanar códigos profesionales, asumo mi autonomía de decir porque me sobran argumentos para hacerme un sano juicio. Y más. Tengo la verdad de ser y saber cómo son millones de mis congéneres. Puedo escribir, no quepa dudas.El caso es que recibí un email donde, sin rodeos, enuncia que “una cubana contesta al Señor Gurrea”. Y el texto es una carta digna, elocuente y verdaderamente leal, firmada por la Doctora Sara Hernández Aranguren, quien le decía a este señor – que no he podido saber a ciencia cierta quien es, aunque lo busqué en el Google-, desde las tierras venezolanas donde cumple misión internacionalista, que usted ha afirmado en un programa de televisión, que en Cuba "todas las chicas se tienen que prostituir para salir adelante".Quisiera decirle que esta equivocado. Es mejor que piense bien lo que va a decir antes de hablar.Y acto seguido refutaba con toda la irrevocable fuerza de nuestra realidad: Lo que usted ha dicho es un insulto para todas aquellas mujeres que somos cubanas y no nos prostituimos (que somos la mayoría). Su carta no solo debe leerla Gurrea, sino muchísimos otros. Como bien dice Sara, aquí hay quienes se prostituyer
... (... continúa)