
Por Graciela Guerrero Garay Foto: Tiempo 21
Las Tunas.- La Feria Agropecuaria de las áreas colindantes al Mercado Leningrado están bastantes concurridas este domingo 26 de mayo. Sobre mesas, en el suelo y aprovechando las jardineras del parque ubicado frente a la escuela Tony Alomá, en el reparto Santos, hay mangos, ajíes, fruta bomba, plátano macho, platanitos fruta, boniato, yuca, ajo, cebollín y hasta puré de tomate envasado, entre otras variedades de viandas y hortalizas.
En esta poblada zona del este de esta ciudad, el ir y venir de los residentes habla de que estas ventas de fin de semana son la suerte de panacea que, a diferencia del resto de los días, encuentra la gente para buscar el equilibrio calórico al momento de servir la mesa. Sin embargo, para la mayoría es solo una tentación que los llena de impotencia. Los precios los obligan a elegir entre un producto u otro. O simplemente, irse con las manos insatisfechas y las necesidades también.
Grabadora en ristre, las voces cambian de modulación pero hay un punto común de convergencia: los precios están demasiados altos. Nadie concibe que un plátano macho le cueste tres pesos y un racimo le saque del bolsillo 100. 00, casi la cuarta parte de un salario de 500 al que no llegan los jubilados, los pensionados o muchos profesionales. Así lo testifica una Auxiliar de Contabilidad del sector de la Gastronomía, que no quiso decir su nombre.
Un tanto más allá, con las compras hechas, Diosvil Barrios Leyva enfatiza que “la vianda está cara, sin embargo el gobierno ha dictado una lista de precios, pero quienes tienen que garantizar que se respete no lo hacen. Entonces, los vendedores piden lo que quieren y como la persona tiene necesidad, da el precio que ellos dicen”. Acto seguido, tocó lo que para muchos es el gato al que nadie le pone cascabel:
“Hay que tener en cuenta que a veces ellos declaran con un precio la mercancía que traen. Sin embargo, como no hay quien fiscalice eso, el plátano que declararon a 1,50 lo venden a 2.00 y 3.00 pesos. Ahora mismo lo están vendiendo ahí. Este racimo lo compré en otro lado, me dijeron dame 50.00 pesos y llévatelo. Ese estaba rematando. Aquí hay viandas, y también cierto desorden en cuanto a la exigencia. ¿Quién hace cumplir lo que dice el gobierno en la provincia sobre los precios?, ese es el problema”, enfatizó Barrios.
La inconstante presencia de los inspectores para chequear con profundidad que no violen la cadena desde el campo mismo, es otra arista del asunto. Este jubilado de la Empresa Cárnica lo mira así: “Usted observa y no hay uno permanente, que controle como tiene que ser. La gente dice que llegan y se van con el bolso lleno. Necesitamos inspectores sin bolsos y que cumplan con su deber. En parte creo es la solución del problema.
“Mi apreciación particular de lo que está pasando en el país es que hoy con una caballería de vianda es terrible lo que se gana. No hay que sembrar muchas para tener bastante dinero. Así la oferta siempre estará por debajo de la demanda, pues los campesinos no se preocupan por cosechar más, y el Estado no tiene la posibilidad de cultivarlo todo. Tenemos una unidad productiva que no cosecha lo requerido, no hay control. Hay que seguir las producciones desde el surco, no desde las reuniones, visitar al productor y llegar hasta el destino final de ese alimento. De buena voluntad está lleno el camino del infierno.”
No lejos de allí un joven vendía el jarro de ají chay a 5.00 pesos y los llamados “pepinos&
... (... continúa)