Las buenas huellas que no borra la Covid-19
Por Graciela Guerrero Garay
Apenas hace un año y dos meses que la conocí a través de un libro hermoso y diseñado como ella quería, para los niños. Creo que lo hizo con especial intensión para sus muchachos de Manatí. No podré saberlo. Tristemente y a su brutal manera, la Covid-19 nos arrebató a la escritora Irma Rosa Govín.
Manatí está de luto. La literatura en Las Tunas pierde a una creadora que supo alumbrar con sus letras los caminos de la editorial Sanlope, encargada de publicar “Cuentos de Piedra Chica”, obra que formó parte del stand tunero en la Feria Internacional del Libro de La Habana 2020 y que, más allá del éxito, nos regala esa sensibilidad honda que marcó su talento.
La poetisa amante de los animales. La amiga admirada. La creadora apasionada y entregada a la narración, la dramaturgia y la promoción cultural con responsabilidad y amor se ha ido. El virus se ensañó con su alma luz, le mató el cuerpo, pero no se llevará jamás sus huellas. La vida de Irma Rosa estará siempre en las páginas de sus libros, en la sonrisa de los niños, en la historia de la cultura local y nacional. En los múltiples premios recibidos.
Hojeo “Cuentos de Piedra Chica” y la siento palpitar en cada letra. También ella es esa fantasía que convierte en “racionales y humanos” a los protagonistas de este cuaderno entretenido y bien editado. Vale doble el olfato de Sanlope para exponerlo en la Feria y venderlo en nuestras librerías. Eternamente, será una lectura agradable e instructiva.
Luto. Otra partida que deja un vacío enorme entre los creadores de esta provincia y el país. Un nuevo hipo de impotencia sacude al gremio del terruño. Más, con todo, las semillas están vivas. Irma Rosa Govín es mágica como los amigos de las 12 historias de “Piedra Chica”. Es la estrella que alumbra su Manatí querido. Es la esperanza que nos sacude después del maremoto de tristeza. Porque esta maldita pandemia, para suerte nuestra, en ninguna de sus mortales espigas trae olvido. Ya está archidemostrado que los buenos no mueren. Solo tienen la mala idea de ser perfectos jugando a la escondida.