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Memorias, Recuerdos... Vivencias

El arte eterno de Deysy

El arte eterno de Deysy

 

Por Graciela Guerrero Garay         Foto: Cortesía de la entrevistada

Las Tunas.- Es una de esas mujeres que encuentra paz en el cada día del barrio. Eso significa estar bien cerca de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) y, sobre todo, de la cultura. Para Deysy Márquez Coba ser promotora cultural en los últimos ocho años es volver a sus raíces haitianas. Una sangre llena de fuerza y tradición que la mueve entre las tempestades y los causes mansos.

Cuando agosto estremece los sentimientos de las féminas cubanas, los recuerdos de tiempos más activos le sacan la sonrisa que casi nunca falta. Ahora no hay grandes movilizaciones hacia la zafra, pero los proyectos comunitarios y el buscar en la gente el duende creativo que lleva dentro, es la misión más grande. Así enamora a las jóvenes y trata de que el quietismo no manché los entornos.

“Desde niña mi pasión es el arte. Estudié enfermería y allí, en el hospital Ernesto Guevara, me encargaba de las actividades culturales. Cuando dejé mi trabajo, busqué la Casa de Cultura Tomasa Varona. Es mi vida. Canto y bailo desde chiquita y salí en las carrozas del carnaval durante 20 años seguidos. Amo la danza y el folclor.

“Cuando en las comunidades uno motiva a las personas, no importa la edad ni las enfermedades que tengan, el medio se transforma aunque sea un rato, y los vecinos lo agradecen. Nuestro Consejo Popular 5 es complejo. Por eso quisiera que el Joven Club de la zona pueda contar con electricidad como al inicio. Allí de noche hicimos muchos proyectos, sobre todo con personas caracterizadas. Comprendo las limitaciones del combustible, pero duele ver esa instalación oscura cuando puede ser muy útil en la comunidad”.

La mulata – como algunos le dicen con cariño – anda de carreritas para reunir “mis mujeres y hacer algo muy bonito este 23 de agosto. Yo quería estrenar un proyecto sobre la comida haitiana, que es una tradición que pervive por aquí y no deseo perderla. Me faltan muchas cosas. Creo no será posible de inmediato. Es una meta para el otro año. Ya verás. Yo sí siento que cuando se habla de cultura, se habla de todo, y ahí están las federadas”.

Sonríe y del rostro moreno emana una luz nueva. Deysy, definitivamente, renace al hablar del arte. Por esos caminos apuesta a la esperanza, con su cubanísima estampa de tunera enamorada.

 

 

“Cuenta con títeres” un taller con huellas en el barrio

“Cuenta con títeres” un taller con huellas en el barrio

 

Por Graciela Guerrero Garay       Fotos: Deysi Márquez

Las Tunas.- Fue un día diferente en el parque Toqui. Los vecinos de las calles J. Espinosa y Cristino Barreda, en el reparto Buena Vista, de esta ciudad, hicieron su verano con un muñecón poco tradicional, gracias a uno de los Talleres que por estos meses de vacaciones realizan la Asociación Nicolás Guillén y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

Todavía se habla con cariño y admiración de la actriz Clotilde Aguillón, la  protagonista del alboroto de los chicos, el asombro de los adolescentes y el agradecimiento más formal de los mayores al aprender, de una manera didáctica y entretenida, a confeccionar la suerte de mascota “tía Tata” que resultó la escoba plástica vestida a la usanza de una rubia princesa.

“Cuenta con títeres” abrió el camino a la imaginación y despejó las dudas que pudieran existir sobre que la cultura, los momentos agradables, instructivos y el arte requieren de grandes teatros. Allí en el escenario natural de la barriada, con su gente marcada por diferentes motivaciones e intereses, reinó la alegría y las latas vacías de refresco, retazos de telas y argollas hicieron la magia.

Deysi Márquez Coba, promotora cultural del Consejo Popular 5, enfatizó en que el Taller fue un éxito y rompió la rutina de los vecinos de la Circunscripción 33, en una mañana de agosto donde los silencios quedaron para después, al convocarse la actividad y por tres días consecutivos convertirse en el centro de convergencia de todos.

Nada de extrañar, entonces, que en más de un hogar la escoba anime, con otras vestimentas, las tertulias familiares de estos tiempos de vacaciones, en los cuales no siempre se puede salir de casa para buscar otras opciones del divertimento. Son las buenas huellas que dejó Clotilde Aguillón en el alma de la gente.

Mujeres de agosto… tuneras

Mujeres de agosto… tuneras

 

Por Graciela Guerrero Garay        Fotos: De la Autora

Las Tunas.- No me parece que a simple vista alguien imagine el ajetreo que hay allá, en el fondo. Al entrar, te llena los ojos el agradable confort del lobby, en medio de un silencio que rompe el gentil saludo del custodio. Para muchos quizás sea difícil ubicar a la Empresa de Periódico UEB SOYGRAF Las Tunas, pero si usted pregunta dónde queda el “poligráfico”  cualquiera le dice. Así anda incrustado en el corazón del pueblo.

Dentro, sin caer en exageraciones y utopías, cientos de mujeres de esta oriental provincia cubana hacen su vida o iniciaron sus génesis laborales. Son las responsables de que sobre el pupitre de los estudiantes no falten las libretas cada curso. Paralelamente realizan otras producciones de alta demanda como forros, gigantografías, accesorios de oficina, manteles, portavasos, doiler y envases troquelados para la Industria Alimenticia.

Desde su inauguración en 1985, las féminas tuneras encontraron caminos para desarrollar sus profesiones o insertarse en esta fuerte industria de la provincia y el país. Muchas fundadoras quedan allí. Otras se sumaron a lo largo del tiempo. Yanet Saucedo Peña es un ejemplo. Lleva dos años como especialista principal de producción y comercialización, mientras casi termina su carrera en Derecho.

“Soy técnico medio en Contabilidad, pero siempre hay que superarse. Aquí se trabaja intenso, sin embargo una se siente realizada. Es verdad que muchas veces salimos tarde, como sucedió en julio por cumplir con la entrega de las libretas, pero se ve la satisfacción de los clientes y el reconocimiento a la calidad de nuestras producciones.

“No tengo hijos, aunque soy casada. Nunca para la mujer es fácil. Tienes que contar con el apoyo y la comprensión de la familia. Por eso uno se aferra a cumplir las tareas, no puedes defraudar a quienes confían en ti aquí y en la casa. La mayoría de los trabajadores son jóvenes, pues el promedio de edad es de 39 años”.

UN “FONDO” LARGO Y RUIDOSO

Cuando la producción está en su punto el taller es una “fábrica” de ruidos, olores de tinta, pegamento, recortería, sudores y concentración… Es un proceso continuo desde la facturación de los pedidos, en las oficinas de atención al cliente, hasta el último trabajador vinculado a esa magia de hacer más con una tecnología obsoleta, la materia prima inestable o incompleta y la restructuración de la plantilla, debido a las exigencias económicas actuales.

Es posible gracias al incansable trabajo de innovación y mantenimiento de los aniristas de SOYGRAF, merecedores de la condición de Vanguardias Nacionales durante una década y el brazo fuerte de otra mujer que lleva en sus hombros la dirección de la UEB: Maritza Martínez Amoró.

Santiaguera de nacimiento, llegó a Las Tunas tras graduarse de Técnica Industrial en La Habana y ser ubicada en la Fábrica de Vidrios, la mayor de América Latina y uno de los pilares del despegue económico que transformó a este territorio en los años 80 del pasado siglo.  Se quedó para siempre y es de esas mujeres que no se podrán borrar de las memorias del mundo empresarial local.

En 1987 me gradué de Ingeniera Química – cuenta a 26 – y seguí hasta ser hoy Máster en Ciencia. Desde el 2 de junio del 2002 dirijo esta UEB y, poco a poco, hemos logrado reanimar la industria. Compramos una máquina para la cuatricromía. También nos involucramos en la producción de los guantes quirúrgicos. Las libretas para cada curso escolar es una de nuestras misiones más apasionadas. Ahora en julio, por ejemplo, trabajamos el mes entero las 24 horas. Implantamos un récord productivo, pero era la única manera de cumplir pues la materia prima entró tarde.

Maritza reconoce que dirigir una empresa no es asunto ligero. Sonríe con ternura cuando habla del apoyo que recibe de la nuera en las tareas domésticas. Nunca llega temprano a casa y gracias a “la buena retaguardia familiar” que la comprende, ayuda y trata de que descanse, puede asumir con éxito su responsabilidad, en la que valora muy alto la respuesta incondicional de sus trabajadores. “Estas victorias no son mías, son de todos”, puntualiza.

Con un gesto me anuncia su premura por ir al taller de producción. Necesita ver cómo marcha la fabricación de los envases troquelados que hacen para la Industria Alimenticia.  De su calidad depende también la de cumplir con la inocuidad de los alimentos, una tarea elemental para terminar con las cadenas de trasmisión de virus y enfermedades tras su ingestión.

MUJERES DE AGOSTO

Yanet y Maritza son rostros visibles de esas mujeres que validan el protagonismo de sus congéneres en ese taller que, desde el ruido o el calor del ajetreo productivo, acuñan el crédito saludable de SOYGRAF en Las Tunas, una industria que defiende el encadenamiento productivo, fortalece el mercado local y nacional y, sobre todo, pondera aquel agosto primogénito donde la Federación de Mujeres Cubanas abrió alas a sus derechos: trabajar para bien propio y social. Apuesto que tan digna garantía es la culpable de las sonrisas y perfumes que adornan los pasillos de este poligráfico.

Los sueños de Gilberto y el grano de maíz

Los sueños de Gilberto y el grano de maíz

 

 

Por Graciela Guerrero Garay       Fotos: De la autora

Las Tunas.- Es un hombre inquieto, aunque a simple vista parece tranquilo. Sus manos no delatan al artista dormido que se esconde, quizás, al sur de sus entrañas. Nació en Naranjo, justo frente a donde está el central Majibacoa, y desde ahí trae aquello de trabajar intenso hasta lograr lo que quiere. Dice que le viene de su padre, un obrero cañero que los colonos llevaban a donde quiera que fueran. Nadie quería perder a un  hombre así, de los buenos.

A la sazón, la familia fue a parar a la nueva colonia en la Guinea de Manatí. Era el año 1944. De ahí para Jobabo, a “La Octavia”.  Y el oasis de Gilberto Ávila González surgió entre el lindero de dos grandes extensiones de tierra. Tuvieron su batey. El bohío pintado de blanco, encima de la loma, con el conuco, un pozo y los frutales, sigue nítido en su memoria.  Cerca, estaban las minas de oro de Caobillas y el río Jobabo.

“Allí hay una cascada, que corría sobre piedras pelonas. Siempre íbamos a esas galerías a sacar murciélagos y bañarnos. Al triunfar la Revolución asumí responsabilidades políticas en la zona, donde corté caña siendo un niño e hice de todo en la agricultura. Después me designan esas mismas misiones en otros municipios y lo que era la región territorial, pero en 1974 vuelvo a Jobabo, como secretario del Partido. Y en una de las visitas que hago por el río recojo una piedra, para llevármela como recuerdo de mi infancia. Aquí empieza la otra historia que vamos a contar”, dice y gesticula. No cree en la casualidad. Para él, hay muchas causas.

¿DESTINO O PROMINICIÓN?

Durante más de 40 años esa piedra lo acompañó. Fue pisapapeles, sujetó puertas y hasta de mortero en la cocina la usó su esposa alguna vez. Cuando la noticia sacudió a Cuba y al mundo, no estaba preparado para eso. Y después del impacto… aquella piedra pelona.

“Como revolucionario, era un soñador y creí que jamás eso sucedería. Fidel no podía morir. Yo tuve la suerte de compartir con él en más de 20 ocasiones…sentir sus preguntas… las manos, el calor del abrazo. Todos estos eventos estaban en mi cabeza. Estaba muy unido a él y atento a cada información. Cuando se da la ceremonia en el cementerio de Santa Ifigenia y veo aquella gigantesca piedra, y a Raúl depositando los restos del Comandante en Jefe… enseguida vi la semejanza.

“Llorando, porque lloré, tomé la decisión inmediata…yo guardaba en una piedra similar, más pequeña,  mi vida y mis memorias… tenía que hacer algo con ella. La cogí, tomé una foto de ese momento solemne y salí a desarrollar la idea. Concebí una urna de cristal. Fui a ver a Luisito, un carpintero que vive por la zona de Bonachea, y me hizo la parte de madera. Sigo con Casalí, un joyero que trabaja frente a la cafetería La Cubana. Le explico la idea y me dice que sí, que se puede hacer algo lindo y me pide un pedazo de madera dura. Traigo un trocito de ácana.

“Este muchacho fundió las letras en bronce y las incrustó a la chapa de madera y la piedra. Busco a Flores, un artista escénico y amigo mío. Enseguida se sumó al proyecto, y adaptó los cristales al tamaño de la urna. Yo tenía plastizadas las obras de fondo, el concepto de Revolución y la foto de Raúl depositando las cenizas de Fidel, y los tapices rojo y negro. Con todos los elementos, fijamos la piedra y cerramos la urna.

“Faltaba el pedestal, el cual lo hizo mi hermano Raúl que es ebanista. Le dimos de altura un metro y 10 centímetros, fue intencional, porque desde que concebí la idea pensé en que las personas deberían inclinarse ante ella, como un homenaje de respeto a nuestro líder. Siempre he dicho que no tiene un valor artístico. Es patriótico.

“Cuando yo parta, la cuidarán otras personas. Es para la eternidad. Hasta ahora se ha expuesto en la biblioteca provincial, en el museo “Vicente García”, el memorial de igual nombre, la Central de Trabajadores de Cuba, el telecentro y el hospital Ernesto Guevara, donde estará hasta después de noviembre. Quizás quede ahí, en el sitial de Historia, o la llevemos a otro lugar. Así surgió esta réplica del grano de maíz que guarda los restos del Comandante en Jefe.”  

MONOLOGO ABIERTO…

Vuelve a Río Jobabo… desanda las leyendas de los esclavos entre las cascadas… lavan el oro que los ibéricos enviarían a España. Acaricia la mocha… Ahora, cuando el tiempo le cobra casi 77 abriles, Gilberto Ramón, es un jubilado inquieto y orgulloso de ser miembro de la Asociación de Combatientes y creador, junto a un grupo de artistas y  amigos, de la réplica que en Las Tunas hará infinitos los agostos y noviembres... Todo incrustado en esa piedra pelona, blanco amarillenta que un día le quitó a las aguas, sin saber que eran trozos de vida más allá de sus amores y la infancia. ¡Quién iba a decirle que sería un amuleto infinito de fe para su querido Fidel!

La dulce centenaria de Majibacoa

La dulce centenaria de Majibacoa

 

Por Graciela Guerrero Garay          Fotos: Cortesía familiar

Las Tunas.- Tiene la luz de esos seres centenarios, bendecidos por una suerte de santidad que les desborda la ternura por las manos y, de alguna manera, se las lleva a los ojos, como conscientes de que es la manera más pura de hablar, sobre todo si la voz se torna suave y las pausas  largas. Siempre bonita, dada al beso y las vibras de su casa y los seres queridos.

No está perennemente quieta Mercedes Fillort González, aunque merece este descanso - casi obligado- porque mucho lavó y planchó para darles sustento a los siete hijos  y ayudar a su eterno compañero Sigilfredo Domínguez Carbonell. Eran tiempos de las vacas flacas y el campo no echa flores con pocos brazos.  El conuco familiar supo de sus cantos y sudores constantes.

Tal vez por eso nunca quiso abandonarlo. Allí cuajó los sueños de mujer, cubana y campesina, legítima, en medio de los trinos del monte, la sombra de los árboles y el pimpollo de las palmas. Y bien pudo hacerlo,  porque con la llegada del triunfo revolucionario sus hijos cogieron las brisas nuevas y vinieron a la ciudad, incluso con responsabilidades como las que tuvo Eleuterio, por años delegado de la Agricultura en Las Tunas.

Mercedes se apegó a sus raíces. A esa vida de trabajo intenso, que traía en la piel desde que salió de su natal pueblito de Uñas, en Holguín. Su amor eterno la sembró con dulzura en sus predios, Majibacoa, y empezaron a levantar las fortalezas nupciales, de las que hoy son orgullo los 39 nietos, 24 bisnietos y 18 tataranietos. Sus abejitas dulces, sin importar la edad  o lo mucho o poco que los vea.

Llegar a los 100 años no es misterio. Confiesa que lo único que ha hecho es trabajar y comer lo más sano y mejor que pueda, con alegría. Ser optimista y dar amor, un sentimiento que le brota por los ojos y hace nido en sus manos. Y por ahí parece andar el secreto de la longevidad, al menos los que llegan a esa edad lo cuentan.

Mercedes sonríe. Mira a esos hijos, nietos, tataranietos y amigos que le agradecen la luz que irradia para ellos. No por gusto es la estrella de todos. Y en la ronda de besos y aplausos vuelve a cantar el campo, el oasis de su larga vida.

Frutitunas I: panacea natural para el verano

Frutitunas I: panacea natural para el verano

 

Por Graciela Guerrero Garay        Fotos: De la autora

Las Tunas.- El calor hace “lengüitas del diablo” sobre la carretera. Junio le cobra a tuneros y foráneos unos buenos calores, con esa sensación de asfixia que se comenta en voz alta entre quienes transitan a cualquier hora del día por este Balcón de Oriente. No es de extrañar, entonces, que la juguera Frutitunas I, ubicada en el barrio San Antonio de El Cornito, justo a la entrada de la ciudad, sea una panacea para calmar los sofocos y la sed de vecinos y transeúntes.

Todos agradecen los jugos fríos y excelentemente elaborados en esta suerte de parador necesario, más cuando el verano se impone con temperaturas que sobrepasan la media histórica del sexto mes y tomar un refrigerio al filo del camino es casi imprescindible. Así lo testificaron los viajeros entrevistados, provenientes de Camagüey y provincias tan distantes como Matanzas.

Andrés Lompiche, un rastrero que habitualmente lleva mercancías a Santiago de Cuba, asegura que nunca pasa de largo frente a la juguera. “Siempre hay más de una oferta de jugo, y desde que probé el de coco me convertí en cliente. Para mí es la mejor del camino. La calidad es lo máximo, buen trato, precios más baratos y mucha limpieza”, reafirma.

Perteneciente a la CSS Omar Pérez Pérez y administrada por Yeynier Rodríguez Cruz, a un año de su reinauguración es un lugar de bien público con grandes beneficios comunitarios y, fundamentalmente, deviene alternativa alimenticia para cientos de tuneros que trabajan, estudian o se mueven por el oeste de esta capital, además de  los visitantes que circulan por la vía central desde occidente a oriente y viceversa.

Sobre estos valores utilitarios y la constancia del buen servicio que brindan los cinco trabajadores de Frutitunas I nos habla Walfrido López Figueredo, delegado de la circunscripción 53 y presidente del Consejo Popular 17, que abarca la Zona Industrial y los repartos Aguilera y San Antonio de El Cornito.

Esta juguera se creó en el 2010 – dice – y con el tiempo se deterioró y estuvo dos años cerrada. Después se reconstruyó y es hoy la única unidad que brinda productos gastronómicos, a una población de tres mil 100 habitantes. Es de gran beneficio social además de generar fuente de empleo en la demarcación.

Es muy importante en la circunscripción – enfatiza Walfrido – por su aceptación y la oferta de calidad que mantiene. La comunidad la valora mucho, más ahora que el verano y los fuertes calores golpean y por aquí no hay nada donde se pueda tomar un jugo bien hecho. Hay que decir que se trabaja con seriedad y las frutas salen de aquí mismo, de los finqueros y parceleros del barrio, ya sea el mango, el coco o la frutabomba.

El delegado hizo hincapié en el servicio que presta a los pasajeros que transitan a largas distancias y se detienen a consumir. “Ellos manifiestan que de La Habana para acá es la mejor, por la calidad de los jugos. Esto se logra con este colectivo de trabajo, que es muy unido y cuidan mucho la imagen del lugar. Siempre limpio, con variedad de ofertas y hasta de la minindustria hay productos  como mermeladas, jaleas, puré y condimentos”, destaca.

DETRÁS DEL MOSTRADOR

La reapertura de Frutitunas I le cambió la vida a Lisandra Rodríguez.  Llevo tres meses aquí como dependienta. Trabajaba en la ciudad y pasaba mucho con el transporte. Apenas supe de la oferta de empleo hice la solicitud, es una ventaja estar cerca de la casa. Hay mucha venta, pues la gente del barrio viene a comprar las meriendas de los muchachos, y los carros paran mucho. El que llega una vez, vuelve. Antes no había opción, ni para ellos ni los trabajadores de la zona. Hasta los estudiantes del politécnico Simón Bolívar se llegan acá para tomarse un jugo”, indica esta joven con una sonrisa de satisfacción.

Los bocaditos de pan con jamón a 5.00 pesos es otra tentación para Héctor González Lluch, chofer de la cooperativa Eduardo Pérez Sánchez. “Son muy buenos y los más baratos que se venden en Las Tunas. El jugo riquísimo. Nunca esta juguera estuvo como ahora. Yo vivo por aquí y lo digo responsablemente”, resalta.

En el rostro de Yeynier – el administrador- un sonrojo iluminado denuncia el agrado con que escucha las diversas opiniones. Ellas encierran el reconocimiento a sus agotadoras horas detrás de las frutas frescas, los detalles de los convenios de trabajo y la contratación con la CSS, la cual representa con orgullo y para regocijo de una comunidad alejada de los ruidos urbanos y opciones multipropósitos.

Para este joven dirigir su empleomanía jamás será cualquier cosa. Madruga y recorre kilómetros con las primeras clarinadas del sol para llegar temprano y garantizar que el local brille, los jugos estén fríos, los bocaditos bien hechos y cada cosa en su lugar. A las siete de la mañana, cuando los clientes buscan un sano y fortalecido desayuno, les esperan atenciones esmeradas, con esa cultura del detalle que se quiere lograr por todas partes. No acepta la foto. La mía es esta, la gente feliz y satisfecha, y que este proyecto siga adelante. Cada vez mejor, señala.  

SAN ANTONIO DIFERENTE

No hay lujos. A Frutitunas I lo distingue un  diseño sencillo, a mi juicio, hasta carente de alguna que otra mesa para descansar el soplo acalorado del camino, pero me aclaran que estos establecimientos no están concebidos con esa estructura. Es venta rápida, entrar y salir. Lo esencial está en el corazón del colectivo.

Walfrido muestra optimismo en que con el estudio sociopolítico a punto de terminar sobre la zona se puedan acercar a estos moradores otros servicios como el de bodega y farmacia, hoy distantes por radicar en la otra circunscripción que divide a San Antonio de El Cornito. Para él, entre los logros de sus 11 años como delegado, está el prestigio y la estabilidad alcanzados por la juguera.

Las “lengüitas del diablo” simulan enfurecerse mientras el sol alcanza el meridiano. La gente, por momentos, llena la cancha y agradece los precios. “Yo vengo en la carretera desde Santa Clara – dice Pablo Pérez – y un jugo así, a dos pesos, no lo hay. Y le digo más, el bocadito de jamón a cinco, tampoco”. Y es como dice Walfrido, Yeynier ha logrado que el amor y la calidad sean banderas cotidianas, en una comunidad donde hacia mucha falta  tener a mano alimentos saludables, para no sentir que se vive del otro lado del mundo y hoy puedan hablar de razones concretas que les mejoran la vida.

¿Arelis?... ¡ah, sí, la enfermera…!

¿Arelis?... ¡ah, sí, la enfermera…!

 

Por Graciela Guerrero Garay          Foto: De la autora

Las Tunas. – Es una guerrera, como toda madre entregada. Las fuerzas le alcanzaron – y le alcanzan- para sobrellevar las pruebas de la vida. Por eso, al bucear un poco dentro de esta destacada enfermera tunera, encuentro sonrisas, optimismo y valentía. Nada de quejas ni lamentos. Nació en Banes, Holguín, pero creció en la tierra de su padre. Desde temprana edad,  Arelis Peña Cruz echó su suerte por estos caminos.

“Empecé en el hospital Guevara en 1990, en la sala de Medicina, donde trabajé como enfermera general. Fue una escuela para mí. Aprendí mucho con los médicos y las colegas de mayor experiencia”, recuerda. La cercana fecha del Día de las Madres la desborda. Tiene el regocijo de recoger ahora, quizás cuando más lo necesita, la ternura que sembró en su hijo.  

Los ojos se le iluminan. Salió embarazada y tuvo que renunciar a mantenerse en ese centro de asistencia. Su pequeño no estuvo bien de salud y recomienza en el policlínico Gustavo Aldereguía Lima, en 1999. Sentimientos de madre y enfermera se le anudan. La voz es dulcemente fuerte cuando vuelve sobre aquellos tiempos:

“Comencé a laborar dentro del programa del Médico y Enfermera de la Familia, un universo donde me reencontré totalmente, pues la atención primaria te enfrenta a la pediatría, la ginecología, los ancianos y todo tipo de pacientes. Afianza conocimientos. Fue un reto, que pude acompañar con la crianza de mi hijo y varias responsabilidades, las cuales asumí también en el hospital. Fui secretaria general de la sección sindical y de la juventud, y desde entonces pertenezco a la Organización No Gubernamental de Enfermería, tanto en el municipio como la provincia”.

Mueve el andador que hace casi dos años le acompaña. Quedó viuda y con la estela de dolor, la crianza en solitario del hijo adolescente, nunca dejó de cumplir con su labor en el consultorio 123-01, enclavado en el área de edificios multifamiliares cercanos a la Universidad Vladimir I. Lenin, en esta ciudad.

“Me siento muy orgullosa de esta etapa. Es una población bastante amplia, pero muy buena. Aquí me sucedió todo. Pasé por estos complejos momentos personales, ocupé cargos en el sindicato y en el Partido, atendí la Filial de Enfermería municipal y me llegó la honrosa misión de ser internacionalista en la hermana Venezuela. Estuve dos años y regresé con evaluaciones excelentes, mayor experiencia y muy motivada a entregar más”, dice y otro hipo de melancolía parece sacudirle y levantarla a la vez.

Su hijo no le falló. La carrera universitaria marchaba muy bien y pudieron sortear desde la distancia los retos existencialistas. Las mejores opiniones, diplomas y reconocimientos acompañan su licenciatura en Historia y Marxismo hasta hoy. Vuelve a trabajar, pero un día Arelis siente que algo anda mal.

“Fatalmente me enfermé. Tuve una artritis séptica de la cadera muy complicada. Fueron varios días en terapia intensiva, con alto riesgo y mucho sufrimiento. Mi hijo, así tan joven, no se apartó de mí, me cuidó y nunca dejó tampoco de ir a la universidad. Somos los dos solos, aunque tengo el apoyo de mi sobrino y el resto de la familia, mis vecinos y compañeros.

“Actualmente no puedo caminar, lo hago con un andador, pero felizmente poco a poco hago las cosas de la casa. MI muchacho me ayuda mucho. Es mi alegría de madre, lo más grande que tengo. Y de mis compañeros de la Salud tampoco tengo quejas, estoy muy agradecida. Por eso me siento muy orgullosa, mucho, de ser madre y enfermera de esta Revolución”, afirma segura como esa guerrera de la vida que es. Y su sonrisa perenne brota y vuelve a retozar en la luz de sus ojos. Es una madre dichosa. Sembró bien y los frutos están aquí.

 

Assel nunca estará solo

Assel nunca estará solo

 

Por Graciela Guerrero Garay                      Foto: María de los Ángeles Gutiérrez

Las Tunas.- Siempre las buenas huellas quedan en el camino. Desde que corrió la triste noticia del secuestro de dos médicos cubanos en Kenia, por parte de grupos terroristas que operan en Somalia, el verde caimán se estremeció. Desde entonces, el nombre del tunero Assel Herrera Correa tejió, más allá de su natal Delicias,  sentimientos profundos de solidaridad para con él y su familia, porque al decir de todos era un hombre excelente, cordial, sencillo. Esta mezcla de amores, añoranzas y fe en el regreso a esta tierra embarga a sus colegas.

La mañana despierta con los trajines propios de un hospital como el “Ernesto Guevara de la Serna”. Entre el ir y venir de pacientes y médicos, la joven doctora Leticia Cruz Reyes, Especialista en Medicina General Integral, hace un alto para recordar cuando hace dos años atrás lo conoció en el consultorio médico 35, perteneciente al policlínico Gustavo Aldereguía, en el Grupo Básico de Trabajo # 3:

“Allí también estaba la doctora Tamara González y Assel regresaba de cumplir su misión internacionalista en Brasil, y se incorporaba a trabajar. Cuando vi su rostro en la televisión me impacté mucho, no lo podía creer. Era un compañero nuestro, una persona amable, respetuosa, dedicado al trabajo. A la semana, yo partí hacia Brasil.

“Nosotros vamos a cualquier país con el único objetivo de brindar nuestros servicios médicos a esos pueblos hermanos, necesitados, sin importarnos su clase social. Por eso no solo pedimos su regreso y el del otro colega de Villa Clara. Es un acto injusto, inmerecido, y pudo pasarnos a cualquiera de nosotros”, reafirmó Leticia para luego enviarles un mensaje de apoyo a sus familiares y volver a recordar con cariño y admiración a su colega Assel.

No lejos de allí, la doctora y especialista en Medicina General Integral María de los Ángeles Gutiérrez La O nos cuenta que ella estuvo en el curso de inglés, en La Habana, en abril del 2017 como parte de la preparación para la misión en Kenia y estudió con varios de los galenos que hoy están en la Brigada Cubana en ese país.

“Nuestra actitud es idéntica. Confiamos en que nuestro colega Assel regrese pronto a la Patria y a la provincia, donde todos sus compañeros les recordamos con respeto y nos unimos a sus padres, hija, familiares y amigos en estos momentos difíciles. Pueden contar con nosotros, como cada nación que necesite de asistencia médica. Esa es nuestra única razón, hacer vida donde acecha la muerte”, dijo emocionada María de los Ángeles.

Mientras, nos mostraba el post que subió a su muro de Facebook aquel nostálgico 12 de abril para la comunidad de Mandera, donde trabajaban los médicos cubanos y ese día dejó de ser feliz para sus pacientes y este verde caimán, al que sacudió corazón adentro la fatal noticia del secuestro de Assel y Landy Rodríguez Hernández. Y las buenas huellas de ambos abrigan hoy la esperanza.

 

 

 

Ecos de un Congreso: No fuimos a pedir demandas, sino a mostrar logros

Ecos de un Congreso: No fuimos a pedir demandas, sino a mostrar logros

 

Por Graciela Guerrero Garay        Foto: Ángel Antonio Chimeno

Las Tunas.- La mayor satisfacción de la joven Raidelyn Arcos Medel a casi un mes de regresar del X Congreso de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y volver a sus actividades cotidianas es, desde su natal municipio de Amancio, saber que allí no fueron a pedir demandas, sino a mostrar las experiencias personales y colectivas que las dignifican y convierten en protagonistas de los avances económicos y sociales de la localidad y el barrio.

Instructora de Arte, expresiva y apasionada en todo cuanto hace, habla de las emociones recibidas en cada sesión de trabajo del magno evento, al cual califica como una de sus vivencias más extraordinarias como joven y “un gran logro, porque como mujer no fuimos a protestar. Fuimos a agradecer por todo lo que nos ha dado nuestra Revolución”, resaltó.

Durante este mes que cerró puertas ayer y destacó en el calendario por tener entre sus efemérides la celebración de la más importante de las reuniones femeninas de la isla, Raidelyn no esconde los recuerdos de “un regreso feliz a la comunidad”.  Y en esa alegría está su labor como secretaria de bloque y el avance de las amas de casa en asumir las urgencias de los proyectos cotidianos, el realce de las mujeres creadoras y sumar a las jóvenes amancieras en el proceso de rescatar el papel de la organización en la base.

Las memorias serán eternas para ella, quien con su pícara y elocuente sonrisa reitera que “lo más lindo no es el reconocimiento personal ni colectivo. Es saber que nuestro X Congreso es una inyección de triunfo a la transformación actual del país, con el aporte que se necesita de nosotras, quienes fuimos allí a agradecer y no a pedir ni reclamar derechos. Como joven es un gran desafío y un orgullo enorme”.

Triunfal, mucho más entregada a su deber de cultivar el amor a las artes en las nuevas generaciones de ese alejado municipio de Amancio, colindante con la provincia de Camagüey, Raidelyn sueña alto y está realizada. No depende de nadie, sino de sí misma y vive feliz en ese horizonte abierto a las oportunidades que tienen las féminas cubanas.

 

Yo sí voto dicen los jóvenes tuneros

Yo sí voto dicen los jóvenes tuneros

 

Por Graciela Guerrero Garay          Fotos: De la autora

Las Tunas.- Los jóvenes tendrán esos pasos de continuidad revolucionaria que llevarán a las urnas a los cubanos,  para votar el 24 de febrero próximo por la nueva Constitución, resultante de las modificaciones de su anteproyecto inicial, sometido al debate público desde el pasado año en todos los niveles de la sociedad.

Para la especialista en Medicina General Integral (MGI), doctora María de los Ángeles Gutiérrez La O, es un acontecimiento que la marca y distingue al saberse protagonista con “un granito de arena” en momentos decisivos de la Patria.

“El 24 de febrero los cubanos vamos a dar una respuesta contundente por nuestra constitución. Pienso que todos los jóvenes daremos un sí por Cuba, por la Revolución, por la continuidad de este proceso histórico, apoyando al presidente Díaz Canel, más ahora cuando América Latina se encuentra inmersa en un proceso tan convulso.

“Cuba, con su juventud a la vanguardia, ratificará su democracia y la pertenencia que sentimos con el socialismo. Seguro que votaré temprano”, reafirmó quien cumplió con evaluación de excelente la misión en Barrio Adentro, en la hermana Venezuela, es constante en la superación profesional y muy querida por sus pacientes, en los distintos consultorios donde le ha tocado prestar sus servicios médicos.

YORKY: OTRO JOVEN DE ESTOS TIEMPOS

En medio de sus tantas responsabilidades con el Fórum de Ciencia y Técnica de la Empresa provincial de Gastronomía y Alojamiento, el joven y Técnico de Calidad Yorky Guilarte Valdés detiene el paso para expresar sus sentimientos, respecto al referéndum sobre la carta magna que regirá el camino del cambio hacia un socialismo más justo y próspero.

“Allí estaremos el 24. Como joven revolucionario seré uno de los primeros y convoco a toda la población que vaya temprano a dar el sí por Cuba y la Revolución, y la Constitución que es muy superior en todos los aspectos a la actual. Es un proceso de suma importancia para el país, donde fuimos parte en las consultas populares previas. Ahí están recogidos los criterios de los cubanos y los tuneros, por supuesto, y el voto unido es la continuidad. Por eso voy a votar”.

Con esa determinación, Yorky exterioriza ese ánimo incansable y jovial que le caracteriza, incluso en momentos donde determinadas dolencias le afectan su salud, pero no le impiden cumplir y estar en la vanguardia de sus tareas cotidianas.

 

Migración Española: Sentimientos encontrados en la descendencia España - Cuba

Migración Española: Sentimientos encontrados en la descendencia España - Cuba

 

 

Por Graciela Guerrero Garay        Foto: Ángel Chimeno

No están muertos, aunque la colonización y sus cruentas batallas y conquistas pudieron borrar la memoria. Los tatarabuelos y abuelos españoles perviven en fotos, anécdotas, recuerdos y sobre todo, en la sangre de los millones de cubanos que viven hoy en la mayor de las Antillas, la tierra que el almirante Cristóbal Colón bautizó como Juana, en honor a los Reyes Católicos, sus benefactores.

Desde entonces, el 28 de octubre de 1492,  se echaron las raíces, que diferencias políticas, geográficas, quema de documentos, miedos, cambios de identidad, silencios y verdades a medias, con manipulación mediática, jamás pudieron secar. Los cubanos de ayer, los de hoy y de mañana no reniegan su ascendencia. Todo lo contrario, quieren salvar el derecho que por ley de Dios y de los hombres les pertenece.

La Ley de Memoria Histórica fue una suerte de panacea para las añoranzas, pero no todos pudieron obtener su beneficio. Desinformación – para muchos hasta intencionada -, falta de comunicación intrafamiliar, carencias económicas, burocracia, difícil acceso a las citas en las embajadas y toda una amalgama de tropiezos frustraron o llenaron el camino de hipos de impotencia y desencantos, pero nadie olvidó que por sus venas corría la savia de esos millones de españoles que formaron su familia en lo que la historia bautizó como el “Nuevo Mundo”.

Historias hay para llenar cuartillas. A muchas, los implicados no le encuentran explicación.  René Alberto Díaz Llaudi, un joven de la oriental provincia cubana de Las Tunas, ante el anunció de la posibilidad de aprobar la conocida “Ley de Nietos” pone flores a la Virgen de la Caridad del Cobre y  se hizo fans de los grupos que en YouTube difunden el tema.  Su abuelo era español y su padre obtuvo la nacionalidad por “Opción”. Su dilema es si  él puede o no recibir el beneficio, de quedar nuevamente en el limbo la propuesta sujeta a aprobación.

Mientras Díaz Llaudi pinta sus madrugadas de insomnio, otra tunera, la señora Teresa Vila, tuvo mejor suerte y logró la ciudadanía española, aunque guarda en el pecho la añoranza de ir a España, pero el alto costo de los pasajes es su barrera mayor. Al contar su historia para el blog del Grupo Doble R dice:

“De la descendencia en España se poco, porque mi abuelo murió en el año 1962 y yo era muy chiquita. Sin embargo, a mi abuela sí le escuché decir muchas cosas pues viví un año con ella, allá en un lugar llamado Yaguaramas, de la provincia de Villa Clara. Murió en 1974, ya tenía dieciocho años y recuerdo muy bien que me contaba que vivía en Santa Lucadia, en Lugo, y mi abuelo, en Castro de Rey, en Lugo también.

“Ellos se enamoraron muy jovencitos. En España había muchos problemas en aquellos tiempos – me decía – y era muy dura la vida allí, mucho el frío y como no tenían posibilidades, eran pobres, decidieron venir a Cuba. Ambos llegan en 1904, mi abuelo con 20 años y ella con 17. Mi abuelo Constantino Vila nació en el 1884 y mi abuela en el 1887, y se llamaba Angustia Fuentes. El abuelo paterno sé que se llamaba Benito, tengo la inscripción guardada ahí.

“Cuando se dice que los nietos tenían derecho a hacerse ciudadanos por la descendencia del abuelo, yo mandé a buscar a España las dos inscripciones de ellos. Escribí a Lugo y me las mandaron. También por parte de mi papá ya algunos primos se habían hecho descendientes, y todos los hicieron por la parte de mi abuelo, y eso me ayudó más a decidirme y logré hacerme ciudadana.

“De lo que es la familia allá no sé mucho. Sí decían que con mi abuelo vino un primo, pero aquí se dispersaron: Por Holguín yo oigo de una familia Vila y por Puerto Padre, en Chaparra, también, pero desconozco si tienen que ver con nosotros. Conocí a un pastor, Onson Vila, y el prototipo de él se asemeja al de nosotros. Yo quisiera algún día conocer de la familia de España, su historia; escribir allá o tener relación con alguno de los Vila o de la parte de mi abuela para saber más de ellos.

“Mi abuelo nunca en la vida se hizo  ciudadano cubano, jamás. Él siempre iba a pagar su estancia en Cuba, que lo hacía en La Habana. Nosotros conservamos el carné de las cuotas que pagaba. Por eso se nos hizo fácil adquirir la ciudadanía, porque conocíamos su historia, nunca se cambió el nombre. Nos ayudó también que mi papá vivía con ellos en Horquita, en una finca que tenían en Cienfuegos,  era una lechería.

“Mi padre vino para Manatí, aquí en Las Tunas, para trabajar en la zafra y ahí conoció a mi mamá y se casó. Somos seis hermanos, pero él falleció en 1963 y todos éramos  muy chiquitos. Mi abuela venía a vernos, pero después que murió esa relación también se distanció. Ahora, después de hombres y mujeres fue que nos buscamos.

“De las costumbres recuerdo poco, pero con el reencuentro, todos decimos que tenemos esa herencia de la abuela de ser quisquillosos, ordenados. Dicen que mi papá era muy ordenado. Hace poco viajé a Estados Unidos a conocer una prima y es igualita a mi hermana Xiomara. Mi abuela me contaba que ella en España pasaba mucho trabajo, que las muchachas jóvenes morían de tuberculosis porque el frío era mucho y ellos, huyendo de esas cosas, fue que vinieron para Cuba.”

Teresa se mece  lento en su balance de pino. En su modesto apartamento ilumina los ojos con la remembranza de aquellos dulces de naranja de la abuela Angustia. “Le quedaban riquísimos, y después sacaba las tajuelas y hacia un caramelo y la azucaraba. Por fuera quedaban sequitas, pero cuando te las comías eran mojaditas y dulces. De mi abuelo recuerdo que era un hombre muy bajito. Yo cierro los ojos y veo su imagen, era muy querido por sus hijos.”

Los nombres de sus tíos le vienen a la memoria… Julio, Feliciano, Reinerio, José Ramón (mi papá), Cecilio,  Agustín, Blanca y María… y siente el orgullo de haberlos conocido y guardar piel adentro su cariño, y saberlos muy buenas personas. Todos murieron.

Otra vez los sentimientos encontrados  pausan el diálogo… “siento un deseo grande, grande, de ir a España, de ir a donde nació la descendencia mía, porque allá hay familia. Tengo entendido que vino uno a Cuba y buscó a una prima mía que vive en Cienfuegos. Ese primo vino a averiguar por nosotros, y yo me acogía a la Ley porque sentí que era algo que me había dejado mi padre. No tengo recursos para ir a España, pero si un día los tengo, quiero ir a España.”

Se pasa la mano por la cabeza y responde con absoluta convicción: “Claro que sí, la Ley de nietos debe ser aprobada. Es un legado que nos dejó nuestra familia, nosotros somos parte de ella y uno siempre quisiera sentir cerca a la familia. Yo quiero que la aprueben, porque así muchos de los bisnietos reencontrarían de verdad su sangre, su legado. Estoy seguro que si ellos estuvieran vivos votarían por ese derecho. Mi abuelo quería eso, regresar con todos allá. Ese era su sueño y jamás renunció a ser español”.

Y en las cartas que se pusieron amarillas o borró el tiempo entre Constantino y Angustia con sus padres en Lugo está ese puente que hoy tiene muchos eslabones perdidos, quizás porque los hilos que los sujetan no son exactamente de sangre ni llevan el dolor, la espera o la fuerza imperecedera de los sentimientos humanos. Esos que ahora, en una noche cálida de una oriental provincia cubana, humedecen el iris de los ojos de Teresa Vila al volver al retablo de su infancia o al cono de sombras que la aleja de Lugo, donde está la semilla de su estirpe.

Las sagradas palabras de tía Blanca

Las sagradas palabras de tía Blanca

Tía Blanca rodeada de su hija Adela (de pie al fondo), sobrinas y hermana

 

Por Graciela Guerrero Garay        Fotos: Cortesía familiar

Las Tunas.- En Blanca González Ramírez los días despiertan recuerdos pasionales por la Revolución. Octubre es especial. Camilo Cienfuegos formó parte de su vida y el Che, una estrella que alumbró cada piedra del camino, aunque lamenta no haberlo conocido personalmente. Era también una suerte de talismán para los campesinos y los colaboradores de los rebeldes. Soñó siempre que llegara por su casa y le pudiera colar una taza de café.

Tía Blanca es una anciana dulce, llena de esa fuerza guerrera y combatiente que lleva en su interior. Ni los hipos de ausencia que le asaltan cuando la glicemia sube o las isquemias vuelven le borran las memorias de la lucha clandestina, el batallar secreto del Movimiento 26 de Julio en los años 50.

Conocí a Camilo cuando bajó de la Sierra Maestra para organizar la huelga de abril. Vivíamos en Cauto el Paso y allí teníamos una botica, una farmacia pequeña. Camilo era extraordinario. Yo moriré con ellos en mi corazón, porque el Che era único también, como Fidel y Raúl, dice con la voz cortada por los suspiros que denuncian sentimientos y emociones puras.

En contacto con Miguel Capote San Román, el jefe del Movimiento 26 de Julio en la zona, apoyamos de muchas maneras la lucha, rememora despacio, tal como si la mente la llevara nuevamente allá, a la primavera de 1958, cuando su esposo  Ramón Avelino Guerrero le extrajo del cráneo un pedazo de metralla al revolucionario Nené López, a quien hirieron en el combate de La Estrella. Eso fue un 4 de mayo, en la casa de Miguel, recuerda. 

Humedece sus ojos. Es inevitable. En su sillón, donde pasa la mayor parte del tiempo por la vejez y las enfermedades, alerta y aconseja a sus nietos y bisnietos, le cuenta anécdotas y se pone feliz porque la visiten. Nunca la fue igual desde que murió Avelino – Toto para la mayoría y los allegados -, pero ella siguió mientras pudo como él quería: activa en las tareas de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y las actividades de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC).

-          Yo tuve que tener prácticamente escondidas a mis hijas mayores, porque la gente de Batista, la guardia rural, nos amenazaba que si descubrían que ayudábamos a los rebeldes nos las iban a quitar. Una vez, embarazada de Juan, uno de mis hijos varones, me cogieron presa. Yo les llevaba los mensajes a los rebeldes y medicamentos, que Avelino tenía en la botica.

-          Por eso cuando llegamos a Cauto el Paso, huyendo de Montes Grandes, donde vivíamos antes y Avelino corría peligro, conocimos a Capote y seguimos en la lucha clandestina. Al llegar Camilo a esa zona, vamos a una reunión con él, nos da las orientaciones precisas. Allí en La Estrella atacan a Camilo, matan a Romero y hay cuatro heridos. Y es cuando en casa de Miguel Capote, bien de noche ya, Avelino opera a Nené.

-          Nunca olvidaré ese gesto de Camilo hacia Avelino. Un comerciante de Río Cauto le trajo un sombrero. Cuando se pone el nuevo, lo mira y le dice “este es tuyo, enfermero”. Esas palabras suyas y ese sombrero, que antes de morir Avelino lo donó al Museo Provincial, fueron para nosotros un pacto eterno con la Revolución. Entre ellos creció una amistad y un compromiso enorme, reafirma mientras sus delicadas manos tratan de esconder las calladas lágrimas que mojan sus mejillas.

Sobrevuelan otras memorias. El octubre de 1959 y la tristeza de un pueblo entero, al anunciarse su desaparición aquel día 28 de ansiedad y desespero. Luego la falsa noticia de que había aparecido. Todavía vivían en Cauto el Paso.

-          El dolor tan grande, todo el mundo sin quererlo creer. Al triunfar la Revolución Camilo quería llevarse a Avelino para La Habana, porque se había ganado su confianza absoluta, hasta un día le dio el título de médico. No nos fuimos porque a él no le gustaba aquello allá. Camilo lo entendió. Era sencillo, jaranero, un compañero de verdad. Su tropa primero, después él, recalca y su dedo índice se agita una y otra vez.

Tía Blanca parece estar montada en su caballo, con aquellos faldones anchos para esconder en la barriga las medicinas que llevaría al campamento de Orlando Lara, el nombrado León del Llano por la audacia de mantener en jaque a los batistianos de Bayamo. O desafiar desde el silencio al asesino Melob Sosa, el coronel sicario que la cogió presa con ocho meses de embarazo con la seguridad  de que diría el paradero de su esposo.

Sus hipos de memoria no le arrebatan los nostálgicos amores de octubre. La vejez solo ennoblece más a esta guerrera del tiempo que, por suerte, puede regalarnos a un Camilo real 59 años después de que el avión en que viajaba hacia La Habana, procedente de Camagüey, cayó al mar.

Este 28 de octubre habrá nuevamente flores para el Héroe de Yaguajay. Es muy lúcido que tía Blanca afirme que también son para el Che. La historia no los unió en vano, de eso estoy tan convencida como ella. Octubre es de estos gigantes de Cuba y el pueblo.

El buscador de rocío fue tallado para ser de pueblo

El buscador de rocío fue tallado para ser de pueblo

 

Por Graciela Guerrero Garay        Fotos: De la Autora

Las Tunas.- Ya no es aquel joven robusto que despertaba el campo con su mirada amplia. Sin embargo, es el mismo conversador neto y profundo que felizmente sigue detrás del rocío de las mañanas campesinas. Roger Enrique Mastrapa Pérez solo tiene unos años de más, porque sus problemas de salud lo hacen más fuerte, más batallador y más revolucionario.

Lo reencontré en la Asamblea Provincial Noveno Congreso de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), a los que dio la vida y convirtió en el mejor de sus amores. Disfruta imaginarse a los 13 años metido entre la juventud rebelde que apostó por el socialismo cubano. Atrincherarse cuando los ataques mercenarios por Playa Girón y durante la Crisis de Octubre fue siempre una suerte de fe por sí mismo. O el pacto con el obrero agrícola que lleva dentro, muy cubano, patriota y fidelista.

Habla pausado, optimista y sonriente como si el tiempo nunca pasó. Los ojos vuelan hacia los días intensos que le hicieron uno de los líderes más populares de la más grande organización de masas del país, sobre todo en Las Tunas, sin menoscabar la huella plantada en las vecinas provincias de Holguín y Santiago de Cuba, donde su destacada labor en diversas responsabilidades lo trajeron aquí y ocupó durante 19 años el cargo de Coordinador.

Un despertador de ideas, tallado para ser de pueblo. La historia de los CDR jamás podrá contarse sin mencionar su nombre, aunque insiste una y otra vez que hizo “lo que necesitaba la Revolución y el Partido”.  Galopan, entonces, sobre sus palabras las gigantes movilizaciones de los tuneros para apuntalar la zafra, el incipiente desarrollo industrial de la década de los 80 del pasado siglo, las recogidas de materias primas, las guardias en los barrios. Un verdadero maremoto de actividades, efervescencia revolucionaria y resultados.

En especial, recuerdo aquel aguacero enorme que bañó a miles de cederistas en el Parque 26 de Julio, de esta ciudad, para recibir la Bandera de Vanguardia Nacional, galardón que otras veces más ganara el territorio y en el cual mucho tuvo que ver Mastrapa – como le quieren, nombran y recuerdan todos – como eje principal de la motivación, el esfuerzo y el triunfo. Una lluvia torrencial en medio del enorme acto y nadie se movió de su puesto. La concentración terminó según lo previsto y siguió la lluvia. Fiesta bajo agua. Pasión.

“EL Plan Manatí fue también muy importante, en medio del Período Especial. Es otro aporte de Las Tunas, iniciativas que se generalizaron por el país, al convertir la reforestación en una tarea popular. Lo mismo que en esos años duros de  los 90, con la crisis de la economía nacional, fomentar el autoconsumo familiar fue tremendo.

“La División Mambisa Mayor General Vicente García es el contingente agrícola más grande que ha tenido este país, con más de cinco mil hombres y mujeres y la responsabilidad de producir alimentos para el pueblo, demostrar que sí se puede”, rememora en un apretado diálogo de receso en medio de la reunión, a la que con honor fue invitado.

NO HAY JUBILACÓN POSIBLE

Ya está jubilado, pero no es verdad. El pensador reflexivo, certero, está ahí, aunque cuenta que ahora lee mucho, con más calma, porque la salud le exige cierto reposo, no anda bien. Sin embargo, siento el mismo vigor que le encontré en cada recorrido que por años compartimos por cualquier paraje lejano donde estaban los macheteros. O había que entregar el carné a nuevos cederistas, inaugurar una escuelita rural, revisar la marcha del Plan Manatí y lanzar una convocatoria para la próxima batalla.

Roger Enrique Mastrapa es el mismo militante que hace 44 años entró a las filas del Partido y participó de manera activa en varios de sus Congresos. El líder de masas innato, previsor, sin horas de trabajo ni regresos domésticos. El guajiro cordial de la “División Mambisa” y el amigo infinito de su gente, a la que vi otra vez apretarle las manos, ponerle el brazo sobre el hombro o recordarle alguna actividad conspirada en las horas difíciles. Empujarla, en el arremolinado tiempo del presente.

Una experiencia vívida que hoy trasmite a esa juventud en la que cree y gusta aconsejar. Eterno amante de los CDR. Adicto a la esperanza y alegre como la caldosa de Kike y Marina, patrimonio inmaterial de los tuneros y un código de identidad cultural nacido a la fragua de las mejores temporadas de los Comités en la cuadra, allí donde este hombre se resiste a ser espectador y brinda sus amplios saberes, con la sana humildad del buscador de rocío en su perseverante instinto de despertar la mañana.

Reencontrarlo se me antojó una suerte de profecía cierta para un 28 de septiembre, el día en que Mastrapa es más fuerte, batallador y revolucionario. Debe ser porque es un hombre tallado para ser de pueblo.

La semilla de la doctora Liset creció en Perú

La  semilla de la doctora Liset creció en Perú

 

 

Por Graciela Guerrero Garay         Foto: Archivos de “Raíces de San José”

Las Tunas.- La promotora cultural y gestora del proyecto comunitario Raíces de San José, Carmen Ramírez Álvarez, adorna el rostro con la sonrisa del triunfo. No es vanagloria. El arduo trabajo hace metas posibles y el verano es activo y provechoso. Formaron el Club Ismaelillo y por la barriada conquistan las tertulias martianas, entre versos, danzas y conversatorios.

En el Círculo Social la música es cómplice de los pequeños Ariel y Lianna. Los viejitos del Hogar de Ancianos – otro centro vinculado- desde sus sillas de ruedas bailan y dejan los achaques a un lado. De pronto, como si cortaran el fluido eléctrico, cesa la música y la voz emocionada de Carmen, líder natural de esta comunidad suburbana, rompe el silencio: “Oigan tengo un mensaje para ustedes. Acaba de entrar a mi teléfono… qué alegría por Dios…”

La doctora Liset Cárdenas Chanco no escuchó los aplausos que siguieron a la lectura del email, pero grabaron todo para mandarlo de respuesta. “Te cuento que hicimos una campaña de atención médica gratuita por el cumpleaños del Comandante en Jefe, nuestro Fidel. Atendimos a más gentes que la vez pasada y luego los chicos que estudiamos en Cuba nos reunimos. Díselo a mis pacientes, a esa gente emprendedora que no olvido”.

Brotaron los recuerdos de cuando la muchacha peruana estudió medicina en la Universidad de Ciencias Médicas Zoilo Marinello, de esta ciudad, y por los nexos con el proyecto se unió al barrio y definitivamente a Carmen. Graduada, decidió quedarse para hacer las especialidades de Medicina General Integral (MGI) y Gastroenterología. La ubicaron en el consultorio médico 33, de San José. Allí estuvo un año y medio. Fue el clímax de su realización.  

Jamás Liset, quien vive en Ayacucho, rompió los fuertes lazos revolucionarios y espirituales que la unieron a tuneros y cubanos. Menos a esas personas con quien compartió el día a día de ideas, sacrificios y alegrías. Allá, en su lejano Perú, tampoco olvida y los agradecimientos son acciones, no palabras. Esas enormes consultas a sus coterráneos, “sin pensar en el dinero, como en Cuba” devienen continuar del amor solidario que llevó a su tierra.

El recién onomástico del líder invito de la Revolución fue momento para echar a volar por todas partes las palomas de la paz. Lejos estaban Carmen y sus vecinos de imaginar que mientras ellos, aquí, se reunían el 13 de agosto para  vincular el pensamiento martiano a Fidel, dedicarle mejores compromisos por su cumpleaños y animar con las programaciones del proyecto el descanso veraniego, Liset y sus colegas, comunidad adentro también, vivificaban los principios y enseñanzas de estos grandes hombres de la historia de Cuba.

Lo mismo sucedió cuando la presentación del libro “Escrito desde el banquillo”, de René González Sehwerert, uno de los CINCO y vicepresidente de la Sociedad Cultural José Martí. El Club Ismaelillo de “Raíces de San José” compartió con el Héroe de la República de Cuba y dejó esa huella de tradiciones campesinas que, magistralmente, interpretan los niños y jóvenes del coro de la barriada donde, a partir del proyecto, muchos malos vicios se esfumaron gracias al poder transformador de la cultura.

Es la semilla, dice Carmen con su sonrisa contagiosa y optimista. Ya sabemos da fruto en el lejano Perú en manos de Liset y sus colegas, pero en septiembre buscará nuevos talentos  por la escuela, las instituciones del entorno y los moradores que lleguen a San José, donde la vida es mejor ahora y se abren floridos trillos de virtud.

 

Diana Karla logró sus sueños (+ video)

Diana Karla logró sus sueños (+ video)

 

Por Graciela Guerrero Garay     Foto: De la autora

Las Tunas.- Cuando conocí hace dos años a la pionera Diana Karla Grau Gómez recordé el poema “Romance de la niña mala”, de Raúl Ferrer. Cursaba el quinto grado y pocos apostaban porque pudiera lograr sus sueños. La veían desaliñada y con bajos rendimientos académicos para ser atleta, esgrimista, como quería ser. Hoy es una triunfadora y terminó con promedios superiores a los 90 puntos el séptimo grado, en la Escuela de Iniciación Deportiva (EIDE) Carlos Leyva González, de esta ciudad.

Es una jovencita, pero sigue con el pelo rebelde, de auténtica jabá, el cual se alisa para las fotos. Mientras, no esconde la alegría por regresar de los Juegos Nacionales Escolares, celebrados en La Habana, con su mejor y primera experiencia en un evento de ese tipo, “pues pude combatir con mi arma, el sable, y poner en práctica lo que aprendí en la especialidad. No traje medallas en lo individual, pero el equipo sí, y el año que viene entro en una categoría superior. Tengo 12 años. En las otras competencias, sí”.  

Su determinación me devolvió a la niña del seminternado Rafael Martínez Martínez que juró ganar las lides municipales y provinciales con la espada y, desde el círculo de interés, trajo los diplomas al centro. Fue la estocada de triunfo a los vaticinios de sus compañeros, quienes no creían que Diana llegara tan lejos. Las instructoras valoraron el talento y la EIDE le abrió puertas. Sus sueños comenzaron a rodar con resultados concretos.

Las pasadas vacaciones vino a darme la noticia y prometió que sería la mejor deportista de Las Tunas. En estas, trae galopante y eufórica la vivencia de los Juegos Nacionales y la buena historia de su vida en el deporte, una pasión que defendió con carácter en la enseñanza primaria y por la que puso en aprietos a la mamá, al no querer matricular en la secundaria básica que le correspondía.

“Yo no quería ninguna secundaria. Quería, la EIDE, ser esgrimista, por eso apenas llegó al seminternado la posibilidad de los círculos de interés deportivos me matriculé en esgrima”, dice resuelta a buscar esas medallas que siente esperan por ella en algún espacio de tiempo futuro. Apenas comienza su largo camino, pero ya ganó una plaza en los Juegos Nacionales y sus metas están firmes, como para matar a incrédulos.

Ahora vuelve a sobrevolar el poema de Raúl Ferrer… Diana siempre fue cordial, compartía la merienda como nadie, se fajó más de una vez por las injusticias cometidas contra una amiga, se esforzaba en sacar mejores notas así, con el “jabao” subido y rebelde y esa mirada triste que refiere una infancia con ciertos algoritmos familiares. Sin embargo, dijo que lucharía por ser esgrimista y lo alcanzó. Con los años, apuesto por sus medallas de oro.

 

 

Los largos saltos de Carmen con “Raíces de San José”

Los largos saltos de Carmen con “Raíces de San José”

 

 

Por Graciela Guerrero Garay       Fotos: De la autora

Las Tunas. - Anda contenta esta mujer que atrapó los sueños y no dejó nunca que perdieran la batalla ante las tristezas y los golpes que lleva en el alma. Quienes la conocen la admiran por eso y, sin decirlo, saben que es una guerrera de la vida.  Su nombre es Carmen Ramírez Álvarez y es la promotora cultural que fundó, defendió y sostiene los triunfos del proyecto “Raíces de San José”, premiado con la condición de Destacado en el Concurso Nacional del Cieric.

La comunidad sub-urbana de “San José”, en esta ciudad capital, transformó sus esencias sociales desde que hace 12 años atrás ella decidió, entre lágrimas, trocar los demonios existencialistas por la alegría de sí misma y los demás, fundamentalmente los niños y los ancianos. Con el brillo del premio recién ganado en La Habana cuenta:

-          “Nuestro proyecto quedó entre los 11 finalistas de la región oriental y por eso fuimos al Concurso Nacional del Centro de Intercambio y Referencia Iniciativa Comunitaria (Cieric), en La Habana, de donde regresamos con una felicidad enorme, pues estuvimos entre los cuatro lugares Destacados del país.

-          “Es el evento de mayor importancia en lo que se refiere a los proyectos comunitarios, y para mí, digo nosotros, significa mucho, porque surgimos de la nada, con sueños, agrupando a la gente de talento en el barrio, con mucho esfuerzo, y estuve convencida siempre de que la cultura era el arma que podía transformar a San José, desde los niños hasta los ancianos.

-          “Llegar a este nivel no puedo decir que ha sido fácil, lo que sí puedo hablar de que en estos años logramos enamorar y sumar a muchas personas, de manera voluntaria, con sacrificio, y lo mejor es ver hoy una comunidad distinta y transformada, desde lo individual hasta lo colectivo. ¡Y falta tanto por hacer!”, enfatiza y sonríe.

El proyecto “Raíces de San José” logra con éxito involucrar en las diferentes manifestaciones artísticas a niños y niñas de la escuela primaria José Mastrapa, enclavada en la zona, así como a importantes instituciones radicadas en su entorno como la Universidad de Las Tunas, la de Ciencias Médicas Zoilo Marinello y el Hogar de Ancianos Doctor Carlos Font.

Al respecto, Carmen argumenta:

-          “Hemos podido salir del entorno comunitario y hacer alianzas también con la Casa Iberoamericana de la Décima, la dirección municipal de Deporte, el Centro provincial de Casas de Cultura y la Casa de Cultura Tomasa Varona, con los cuales coordinamos actividades y llevamos a ellos el proyecto, o viceversa.

-          “Retomar las tradiciones manuales con el grupo de mujeres creadoras es uno de los objetivos del proyecto, que lo concebimos para contribuir al mejoramiento de la calidad de vida de los moradores desde la promoción, el conocimiento y el rescate de nuestra cultura e identidad. En estos 12 años logramos, paso a paso, cada meta, como las actividades culturales y recreativas del 19 de marzo. Nos vamos para la ceiba, una ceiba bella que hay aquí, y celebramos el día de San José, el santo que da nombre al barrio.

-          “El proyecto ha salvado a la gente nuestra. El Círculo Social ya no es un espacio vacío y el Guateque de Antonio y familia reúne a todos con la música campesina y el pilón. Mi casa es el punto de reunión, de los ensayos de los grupos infantiles, de adultos, de la danza, en fin, esta es la sede, puedo decirlo así.”

Comunicativa y apasionada, Carmen cuenta la sistemática participación en las jornadas Cucalambeanas, los proyectos comunitarios “Por Nosotros Mismos”, las actividades en la Plaza del Tanque de Buenavista, la Casa Iberoamericana de la Décima, los carnavales infantiles y las carteleras culturales de instituciones de ese sector, centros de trabajo y estudio y, sobre todo, la alegría y motivación del barrio, más si con el financiamiento puede mejorar las condiciones de vida y el habitad de la comunidad.

Caminos mejores abre este premio del Cieric a muchos tuneros que saben hoy que la cultura es un milagrero benefactor del día a día, y bendicen el momento en que la idea original de Rogelio Guerra espantó las nostalgias de esta mujer.

“Lo  asumí como un hijo. “Raíces de San José” es eso para mí, ya que los dos míos me los arrebató la muerte de manera violenta y prematura”, afirma entre sonrisas e hipos de silencios. Se levanta, dice adiós y se pierde entre las calles de tierra y fango de su rincón querido.   

La secreta novia de Alberto huele a “obrero”

La secreta novia de Alberto huele a “obrero”

 

 

Por Graciela Guerrero Garay            Foto: Reynaldo López Peña

Mira a un punto indefinido de la sala de su apartamento, en uno de los edificios que la gente ubica “frente a la Universidad”.  Es domingo de primavera y a esa hora de la tarde la avenida Carlos J. Finlay, de esta ciudad, no tiene mucho tráfico, empero la gente sortea los charcos del camino y va, mientras este hombre desdobla sus recuerdos.

Mucho tiene que contar. En cambio, vive su historia como si no hubiese pasado tanto tiempo. La pasión le desborda los ojos y trae de vuelta al gallardo muchacho recién salido del servicio militar. Eran los primeros meses del año 1975. Ganó allí el carné de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), y comienza a trabajar de manera voluntaria en la dirección territorial de Cultura. Sin saberlo, “algo” gestaba su entrada definitiva al movimiento obrero en Las Tunas.

“Rafael Urbino Santoya era el director. Empecé directamente con la compañera Loraine Villamar Rodríguez y un día se recibió la visita de Rafael Leyva Velázquez, quien era miembro del Secretariado de la CTC en el territorio y buscaba a un joven para que atendiera en esta organización una actividad concreta. Loraine le habló de mí. Me entrevistó, y me dijo que si podía incorporarme. Al día siguiente, ya era funcionario de la CTC territorial.  

“Empecé a atender a los trabajadores aficionados. En aquella época había un movimiento bastante fuerte en Las Tunas, y también atendía a las comisiones sindicales juveniles que habían surgido como un elemento nuevo, en la estructura de la Central de Trabajadores. No éramos provincia todavía.

“Félix Nápoles Tamayo era el Secretario General, que vino con un grupo de cuadros de La Habana, que trajo Armando Hart cuando él estuvo en Amancio, que de paso recuerdo fundó Radio Maboas. En el 73 habíamos salido del XIII Congreso, llamado histórico porque tuvo la peculiaridad de unificar al movimiento sindical. Desde el triunfo de la Revolución hasta esa fecha, los sindicatos pasaron por estructuras diferentes, fueron comisiones de trabajo por sectores, fue un proceso complejo que culminó con ese Congreso, donde Lázaro Peña fue el organizador, aunque apenas pudo terminarlo por su estado de salud”.

La voz de Alberto Guerra Álvarez  no da margen al olvido, en la medida que desgrana palmo a palmo la fértil historia de la Central de Trabajadores de Cuba en estas tierras, donde es memoria exacta de emociones, cambios, desarrollo y vivencias personales como dirigente durante décadas del gremio tunero, una suerte de novia para él desde la adolescencia.

“Salió electo el compañero Roberto Veiga Menéndez para dirigir la CTC en el país. Eran tiempos altamente comprometidos para los dirigentes sindicales, se trabajaba con mucho amor. No estoy comparando para nada, pero en aquellas décadas casi todos andábamos a pie, mucha austeridad. Para visitar, por ejemplo, el cine de Amancio había que irse a quedar allá y a veces dormíamos en casa de un compañero. Era difícil llegar a cualquier lugar distante, como al Puerto de Manatí y otros.

“Después pasé un curso con los soviéticos sobre organización científica del trabajo y me promovieron para la esfera de organización del trabajo y salarios, con el compañero Gil Moreno Pudia. Ya en 1976 surge la provincia y dejamos la subordinación con Santiago de Cuba, donde se hacían las reuniones y actividades fundamentales. En esta época cursé allí la escuela provincial de la CTC.

“En la zafra habitualmente nos movilizábamos por varios días, por semanas y, en ocasiones, durante media zafra. Recuerdo que siendo funcionario me nombraron jefe del Batallón de la CTC, que radicaba en Jobabo, y terminamos en esa ocasión en Guiteras, en un campamento cerca de Vázquez. Lo hacíamos con tremendo entusiasmo, dedicación, es la verdad. Eran tiempos muy bonitos, la CTC desarrollaba actividades muy importantes como la batalla por el sexto y novenos grados, muy decisivas para el crecimiento intelectual y cultural de los trabajadores”.

Es inquietamente noble este hombre que parece guardar en su pausada y segura voz todos los gestos posibles, devenidos abrazos al entrar por la puerta sus dos hijos y cuatro nietos. O cuando Mary, su amor eterno e imprescindible, llega a casa bien cansada después de una intensa jornada frente al aula, en el seminternado Rafael Martínez Martínez.

Siempre les reserva una “sorpresita”, la cual muchas veces él mismo prepara en la cocina donde le gusta hacer e innovar. Espíritu de “grandes” que no ha faltado jamás en su vida y que bien le conocen sus compañeros de trabajo, subordinados, amigos venezolanos, alumnos…

Alberto es así, profundo y consejero, responsable incansable, enamorado del trabajo y la perfección, aunque prefiere no hablar de sí mismo y reduce casi a cero su basta entrega al movimiento obrero en Las Tunas, una historia que piensa hay que escribir y, en ese sentido, investigó y compila una documentación valiosa.

Retomamos la charla. Todavía es un bisoño que necesita tocar los problemas con las manos, compartir con sus trabajadores. La oficina es demasiado cuadrada para su temperamento.

“El movimiento sindical le daba a la zafra un apoyo superimportante.  A los trabajadores permanentes, al sindicato azucarero, a las brigadas. Se hicieron incontables chequeos emulativos, sobre todo en Jobabo a donde se llevaban muchos movilizados. Tenemos fotos del hoy Parque 26 de Julio, en la Feria. Allí estaba el parque de la Emulación, con astas para todos los sindicatos y municipios, además de urnas o vitrinas para certificados, gallardetes, medallas que se les entregaban a los afiliados y las organizaciones.

“También era fuerte la lucha porque se cumplieran los derechos de los obreros, y en asuntos sociales y de los salarios había una relación muy estrecha con el Ministerio de Trabajo y la preparación sistemática de los cuadros, que garantizaba una participación muy activa en todas las esferas de la vida de la provincia.”

HUELLAS

Conversador, sin dudas. Puede que más de lo que su impronta simule en un encuentro anónimo, donde seguro tomará partido si algún niño o joven necesita un consejo o temas como la historia, la filosofía o la cotidianidad tiendan puentes coloquiales en esos sitios comunes que, desde bien temprano, dibujan el día de cualquier tunero.

Por eso saborea los recuerdos de su estancia en la antigua Unión Soviética, en aquella visita de seis meses en 1977 para un intercambio en materias económicas. O el recorrido por Polonia, en el 85, como parte de la Brigada Juvenil Carlos Roloff, un contingente de 150 jóvenes cubanos que llegaron al hermano país para socializar, mientras una cifra similar de pares polacos vino a la isla y la transitaba en caravana desde oriente a occidente, y viceversa.

Las experiencias traídas de Francia, a donde fue con un grupo de cuadros sindicales a reciprocar  líneas de trabajo y acciones mutuas, sirvieron igual para fortalecer su entrega desmedida a la CTC. De ahí a Moscú, para estar entre los invitados del 26 Congreso de los Sindicatos Soviéticos.

A nadie extrañó, entonces, que aquel jovencito recién salido del servicio militar, estuviera entre quienes ocuparon distintas responsabilidades, durante 18 años consecutivos, en la dirección del movimiento obrero en Las Tunas.

LA ETERNA NOVIA

Con sombrero de yarey, entre las cañas de Jobabo, le traen la noticia de que fue electo Secretario General del Sindicato de Cultura, en 1980. “Ya estaba unido a este gremio, cuando atendí a los aficionados. Había un programa radial, “Noche de Aficionados”, y se organizaban muchas actividades nocturnas. Creo esto posibilitó mi elección. Este sindicato lo fundó el prestigioso Armando Tarín Zayas, un tunero a quien quisimos mucho, y tuve el honor de sustituirlo cuando lo liberan”, recuerda.

Tras un quinquenio de intensa labor entre músicos, la Biblioteca, el Cine, Propaganda y los trabajadores del sector para apoyar la Agricultura y la zafra, en el 85 asciende a segundo secretario de la CTC en la provincia, donde también ocupa el cargo de Secretario General, desde 1988 hasta 1992.

Nombres con un protagonismo relevante en el sindicalismo territorial como Juan Diéguez Almaguer y Rodolfo Jiménez (Popi) – quienes dirigieron por décadas la organización obrera- les sirven de guía al Alberto de 35 años “para aplicar lo que aprendimos, también de valiosos maestros como Nápoles,  Andrés Castellano, René Vásquez, Norge Toranzo,  Antonio Borrego, Walter Téllez y varios dirigentes que nos enseñaron a los jóvenes cuadros cómo debíamos ser para representar, en esa época, a los trabajadores”, rememora.

Para entonces – puntualiza- varios sindicatos habían ganado la sede de los actos nacionales y, en esta etapa, se suman otros, lo que evidencia que hay un fortalecimiento del trabajo sindical. Hay una anécdota de Simeón, un cuadro nuestro, que fue al extranjero y lo único que compró fue un altoparlante y se iba a los campos de caña, con el equipito, a felicitar y saludar la gente. Yo nunca lo olvido. Sacrificábamos muchas cosas, pero también los convenios del CAME daban una tranquilidad enorme a la familia, y uno se movilizaba sin preocupaciones.  

Amores eternos por el movimiento obrero, como una novia imprescindible, que hacen de Alberto Guerra un colaborador con huellas en Venezuela. Un profesor de la Universidad de Las Tunas respetado y donde, también, fue dirigente sindical hasta hace poco. Un tunero de cepa fuerte que anida sueños ante el XXI Congreso de la CTC,- previsto para enero del 2019-, “pues la vida sindical es mi propia vida”.  

La vida… eso es ser Madre

La vida… eso es ser Madre

 

 

Por Graciela Guerrero Garay              Foto: De la Autora

En cada surco de su cara hay montones de ternuras y sudores. Son pétalos resistidos a dejar la flor y conspirar contra el rocío, como la mujer- madre arquetipo que tengo delante de mí, con sus manos ajadas por amor y dar vida.

Nadie sabe quién es Catalina Morales Rodríguez, ni los vecinos. Pero “la Negra” sí… y la describen como “incansable, amorosa, servicial, siempre contenta y saludando a todo el mundo”. Para muchos, inexplicable esa energía y fortaleza de madrugar todos los días, coger la carretilla y salir a buscar la leche, la balita del gas, los mandados...

“Yo tengo cuatro hijos, dos varones y dos hembras – dice y los achinados ojos le brillan -. La  mayor, Marilú, y después Pablo, Heriberto y Rosa Milagro. También cuatro nietos, de las muchachitas. A Kirenia la crié yo, vive conmigo, la hija de Rosa; y Yordanka, Arlennyis y Tony que son de la mayor”.

A los 77 años revive el momento primogénito del parto, cuando apenas empinaba los tacones de los 18. No me cuenta, pero descubro en los gestos ese desvelo desmedido que le nace por los niños, más si salen de su vientre.

“Mis hijos son la vida mía y mi nietos igual. Yo digo que los nietos se quieren más que los propios hijos,  porque los nietos son la vida. Ser madre es la vida, la vida…”

La pasión infinita danza con el viento mañanero que retoza entre la plantas medicinales, de jardín y los frutales que llenan el espacio trasero del apartamento donde vive, cuida de la familia y de sus gatos, porque la perra Mariposa es de la casa, mucho más cuando la canina es nieta de Yilot, aquel perrazo guapetón que impresionaba a todos en el barrio. ¡Si se la coge para ella solita…!

“Quiero durar muchos años para tenerlos ahí, al lado mío. Ellos son la vida mía, sin ellos no soy nadie. Es bonito dedicarles un día a las madres, eso es lo más lindo que hay, porque mi madre está muerta y ese día yo la adoro, le rezo y quisiera que estuviera a mi lado. Eso sí, la madre es todo para mí, yo nunca la he olvidado, hace 15 años que murió y todos los días la recuerdo más”.

Aunque no es de quienes “hablan por los codos”, el sentimiento fluye y lo reitera. Es una necesidad no mezclarlo con nada más, sino puntualizarlo.

En toda la entrevista mira a un punto infinito. No está distante, más bien bucea profundo, como hacen las madres verdaderas cuando, por alguna razón, los hijos son la esencia del diálogo o los recuerdos.

No guarda sus consejos. Confiesa haber visto crecer muchas generaciones a su lado y  tener el privilegio de cocinarle siempre al Comandante Fidel Castro en sus visitas a la provincia. Atesora la foto que tiene con él, tomada en una de esas ocasiones, cuando ella trabajaba en la cocina del motel Los Pinos, donde se jubiló después de 37 años de labor en el Partido:

“A los jóvenes les digo que adoren la madre; madre es una sola, y que no la hagan sufrir, porque la verdad es que la madre es la única que hace por uno, la única, pues como dice el refrán, padres son muchos, pero madre es una sola. La madre da la vida por los hijos y sufre por los hijos”.

Recurrente, sus caminos van a esos seres que engendró y les dieron más, para que todavía cuide de una manera activa y constante. Su felicidad es eso, ellos y trabajar. “La Negra” no puede estar sin trabajar. Lo mismo coge un machete y poda sus árboles, que desyerba el jardín y carga un saco de escombros. O lleva la jaba a otra anciana como ella, a quien encuentra en cualquier parte de la comunidad.

“Sí, todo el mundo me quiere, porque yo no me meto con nadie, ni hablo de nadie, ni nada de eso. Al contrario, no me gusta. Yo quiero a mis vecinos igual que si fueran familia, como decía mi mamá, quién es tu hermano, tu vecino más cercano, porque un vecino es como un hermano, porque a veces tú caes en una cama y ese vecino hace por ti, porque tu familia está lejos… por eso yo digo que es un hermano”.

Solidaria, como quien tiene todavía juventud para despertar el sol y desafiar sus rayos.

“No sé de dónde saco esta energía, quizás será que Dios me da ese poder que tengo para hacer todo eso. Nunca estoy brava, para mí todas las personas son iguales; las saludo, sea quien sea, porque creo que nadie quiere ser malo. Creo que uno trae una misión, un destino.  Así es, así es. Las personas sí cambian. Esas personas que andan borrachas o con problemas tienen su alma noble, y cambian, pero es una ley que tienen que cumplir.

“Yo disfruto mi trabajo, nunca dejaría de trabajar. Me encantan los animales, las plantas y hacer esto y aquello… trabajaré hasta que Dios me mande a buscar, eso me hace feliz. Me gusta sembrar maticas de flores, de remedio, para el que sufra un dolor, la tenga. Nunca las he negado a nadie, yo les digo que pasen y cojan lo que necesitan; las siembro para eso, para las que estén enfermas y vengan a buscar un gajito para curarse o aliviar un dolor.

“A las madres le digo igual, que amen a sus hijos y nietos, que esa es la vida de nosotros”.

Y el arquetipo de cubana humilde, de madre de cientos de tuneros por cercanía afectiva o consuelo espiritual, crece. Entonces, su sonrisa se pierde entre las tantas cicatrices de ternura y sudores que marcan su rostro, y la mujer se extiende… es madre y virtud, alerta y ejemplo. Es la vid y la sal, la vida nuestra.

Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer en la ONU:Yaneidys levantó voz por las mujeres rurales cubanas

Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer en la ONU:Yaneidys levantó voz por las mujeres rurales cubanas

 

 

Por Graciela Guerrero Garay      Foto: Ángel Chimeno Pérez

A esta elocuente tunera le retoza en la mirada los recuerdos de su campo natal, Hambre Vieja, en el municipio de Manatí, cuando testifica su reciente asistencia al foro – debate de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, celebrado en la sede de Naciones Unidas en Nueva York. Allí alzó la voz para mostrar los logros alcanzados por sus congéneres en las comunidades rurales, una realidad que enaltece a las cubanas y nada comparable con el panorama que vive este segmento poblacional en otras latitudes.

Yaneidys Pérez Cruz, Secretaria General de la FMC en Las Tunas, confiesa que “fue muy fuerte escuchar a las participantes pedir acceso al agua, igualdad salarial y posibilidades de un empleo digno a la par de los hombres, demandas que se repetían una y otra vez por las delegaciones de todos los países, cuando son derechos plenos ganados por nuestras campesinas desde el triunfo revolucionario”.

La también diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular revive las emociones de poder decir, en el corazón de la ONU, el activo protagonismo que tienen las federadas en la vida política, económica y social desde sus lugares de residencia, los campos, hasta los más altos niveles del país.

“En cada uno de los talleres, de los intercambios, sentimos enaltecida a la organización, porque gracias a la voluntad política de nuestro Partido y Gobierno hoy en Cuba las mujeres somos empoderadas.  No fuimos allí a reclamar nada, sino a explicar cómo nos hemos crecido en los diferentes sectores, y veíamos que en las distintas regiones las mujeres rurales no son igualmente atendidas, como nosotras atendemos a las nuestras acá”, destaca Yaneidys.

Consciente de que todavía hay mucho que hacer hacia lo interno, no esconde su satisfacción por representar en esa Comisión el pensar de sus hermanas de clase, demostrar el progreso de las zonas rurales y sentirse maestra desde el cargo que desempeña, porque para esta apasionada de sus raíces hay dos palabras que jamás olvida: Manatí y Educadora.

Seguramente en esa pertenencia palpitó el asombro, cuando tomó el podio para contar la vida acá, que movió sentimientos solidarios y muchas preguntas “porque nadie entendía cómo podemos desarrollarnos en un país bloqueado, con más de 20 mil mujeres en el campo, apoyadas por el gobierno y las mismas oportunidades y derechos que el hombre”, reitera y sonríe. Otro detalle presente cuando se conversa con Yaneidys Pérez Cruz.

Los abrazos del Día de la Prensa

Los abrazos del  Día de la Prensa

 

 

Tres decanos del periodismo tunero recibieron el Premio a la Obra de la Vida

Por Graciela Guerrero Garay       Fotos: Reynaldo López Peña

Fue un día bonito, sencillamente de todos, porque es difícil desligar una fecha, el homenaje, con el diario compartir entre las tensiones inherentes al trabajo de nuestras redacciones. Fueron más que aplausos a los colegas y amigos reconocidos, para ser esencias de esa magia solidaria que durante años, en el algún momento de nuestras vidas, nos cobijó en una cobertura, lejos de casa, de madrugada, en los amanezcos o altas horas de la noche.

Nuestra profesión tiene eso, es complicada, pero nos ata los uno a los otros, amén de que empáticamente quizás pueda funcionar mejor, incluso hasta en el plano personal. Entonces, Marzo, con su Jornada de la Prensa, el camino trazado por José Martí en Patria – inspirador de la efeméride – y estos encuentros – re-encuentros con todos, fortalecen nostalgias y alegrías.

Por Las Tunas, mi bonito Balcón de la esperanza, vimos premiar a quienes nos tendieron las manos cuando apenas iniciábamos el camino, y nos reímos de vernos con los años a cuestas,  volvernos a abrazar después de años de aparente olvido. También sentimos  crecer a quienes tutoramos u orgullecimos que integraran la plantilla del periódico, la radio o la televisión.

Tampoco faltó la omnipresencia de la familia, sin la que poco podemos hacer, sobre todo las mujeres que apostamos por estudiar una carrera contra el tiempo, con horario de salida sin saber los regresos. Alguna vez  habrá que dejarles el justo lugar entre los reconocimientos porque no solo es mamá-papá, sino esposas –esposos e hijos, los mayores sacrificados siempre y lo más besados cuando duermen, sin enterarse siquiera.

En fin, el periodismo cubano vuelve otra vez en marzo a regalar retos y urgencias, pero también a demostrar cuánto se ha hecho con casi nada de recursos, bajos salarios, más a merced del carro ajeno o a pie, con canas en cualquier parte y renovadas plumas, rostros jóvenes que inspiran y  no dejan que los viejos perdamos los bríos.

Esta grandilocuencia es quijotesca, por eso yo ni ninguno de mis colegas dejamos de amar esa cuerda floja donde escribir es un parto especial, un éxtasis creativo y un amor de esos que no tiene competencia, aunque nos den cocotazos, nos mutilen cuartillas, nos ajusten un espacio que requiere de magos para apretar, sea en papel, minutos radiales o tiempo de cámara, lo que deseamos decir o dejar contar a quienes de verdad son el eje central de la noticia, la gente, la vida, la sociedad.

Y como los regalos están permitidos, a mis hermanos de plumas de esta tierra hermosa más allá de mi Balcón Oriental, a los cerquitica y los más lejos, un abrazo. No hay nada más energizante que un abrazo, en tiempos donde la prisa apenas deja tomarnos un respirón de café fuerte y una conversación sin tiempo.