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CRITERIO: Precios… ¿Al borde de la lengua o el bolsillo? (1)

CRITERIO: Precios… ¿Al borde de la lengua o el bolsillo? (1)

Por Graciela Guerrero Garay         Fotos de la Autora

El Estado no debe meterse en los precios, dijo el hombre mientras se detuvo menos de cinco minutos ante el mostrador de un kiosco donde el tema, entre clientes y cuentapropistas vendedores de viandas, frutas y hortalizas, se debatía y nadie encontraba equidad en los diferentes puntos de vista. Para muchos, esencialmente quienes a todas luces son intermediarios, la ley de oferta y demanda es la que debe seguir marcando el valor de los productos.

En tanto, el pueblo trabajador espera ver pronto el resultado de las orientaciones del Primer Secretario del Partido y Presidente de Cuba, General de Ejército Raúl Castro, cuando en la Asamblea Nacional del Poder Popular abordó el asunto de los altos costos de los alimentos, a partir de análisis que pusieron sobre la mesa los diputados, hecho por demás recurrente desde hace años y, en muchos casos, sin justificación objetiva porque está demostrado que cuando se quiere se puede, siempre y cuando en esta compleja cadena productor-comprador no se piense con el bolsillo y la ambición, sino en el consumidor.

Para complicar las cosas o lograr un fin siempre existen argumentos, más si se trata de ganar dinero con los sudores ajenos. Otra perogrullada que con las carencias de las últimas décadas es a estas alturas “el chupa sangre” cotidiano de ese obrero, jubilado o profesional que aporta cuanto tiene en talento, vergüenza y sacrificio para sostener de manera honrada a su familia y, ante el mostrador estatal o privado, deja el salario de un mes y se va tan lleno de necesidades alimentarias como llegó al mercado.

El campesino necesita recursos para trabajar y no los tiene – dice Ramón Ávila, quien vive en el municipio Menéndez y por asuntos de enfermedad vino con su hija a Las Tunas. Son de mala calidad y muy caros, luego si bajan un poco siguen igual de malos. Las cooperativas llevan más ventajas, pero igual incumplen con ellas. Entonces el que contrata un camión y se va al campo, con el precio de la yuca, por ejemplo, quiere sacarle ganancia a todo… al camión, la gasolina, los envases y hasta los ayudantes que lleva. Yo ahora veo esto muy complejo. No encuentro cómo.

Al asomarnos al Mercado Ideal El Serrucho y La Unión, por ejemplo, los precios igual andan por el techo. Laura Pérez compraba un paquete de galletas, según ella (yo creo igual) más pequeño que hace años atrás cuando empezaron a venderla y respondía con una pregunta: ¿Usted cree que puedo comprarlo? No, pero qué les doy de merienda a los muchachos. Al menos me sale más rentable que un pan de 10 pesos diarios. Miré una lata de puré de tomate a 140 pesos y hasta 200 y más en moneda nacional, o a 9 y pico en CUC… lo que yo gano como jubilada. ¿Hasta cuándo será esto?

Otra señora aludió que “por ahí te venden las botellas a 20.00 pesos, pero no confío en esos carretilleros pues compré una y el tomate estaba mezclado con boniato, por eso me decían que era una pasta”. Otras opiniones confirman que es un riesgo alto adquirir alimentos sin saber quién vende ni de dónde sale la mercancía, más cuando hay tantas enfermedades en el ambiente y lo consumirán los niños.

Con más o menos razones, el tema de la comida y sus precios supera la expectativa de los mercados agropecuarios estatales y privados, o si salen de la tierra o de la industria. La verdad es que este asunto requiere y abarca miradas menos epidérmicas, porque nadie pide aumentos salariales sin respaldo productivo, sino que se pague tal cual trabaja y el salario le permita cubrir sus necesidades elementales e impostergables. La economía del país y la casa lo demandan en voz alta.

CRITERIO: Voces de muchos para acabar el asunto

CRITERIO: Voces de muchos para acabar el asunto

Por Graciela Guerrero Garay               Foto: de la Autora

Aunque el título parezca una retórica, facilista tal vez, no hay de otra cuando en un simple recorrido por los repartos Santos y Buenavista percibo lo que ya otros amigos y lectores me trasmiten sobre sus zonas de residencias en este municipio capital: la higiene dura lo que pasan los carretoneros por los “yeyos”, si acaso lo hacen bien –léase la recogida de basura y la limpieza de las calles y barrios- .

Nadie puede negarlo. Con excepción del casco histórico de la ciudad, donde la modernización y el Proyecto Imagen hicieron el milagro de lo bello, el resto del municipio me trae como un relámpago aquello de que “Cuba es La Habana, y lo demás paisaje”, pero la giraldilla de todos los cubanos está sucia también en sus recodos y denunciada reiteradamente en populares espacios de la televisión nacional. Un tema vital que no se resuelve ni aquí ni allá.

La provincia aún atraviesa momentos críticos con la proliferación de enfermedades trasmitidas justo por los vectores que se alimentan de los vertederos, la suciedad, las aguas estancadas, los desechos... En una palabra, contaminación ambiental. Hablar del asunto es otra epidemia, al margen del sarcasmo. Atacamos en X y nos aparece otro basurero en Y; después en X,Y y no se acaban los focos contaminantes ni hay sanidad en nuestro entorno.

Sumemos que el cambio climático regala un aguacero cuando quiere e intensifica la sequía; la falta de control, el derroche y la escasez de recursos andan de manos y la indisciplina social y la tolerancia o apatía se convierten en una familia mala pero persistente, el asunto es más duro de guerrear y los riesgos crecen ante los ojos de todos, porque TODOS no tenemos conciencia de que es un problema colectivo, de educación cívica, pertenencia al medio, respeto ciudadano y poner al ruedo las leyes y sus sanciones, tanto para el sector privado como estatal.

Y en este último- los organismos del Estado-  el pago de las multas debería salir del salario de los directores y empleados donde se detecte la infracción, pues no me parece que sea así y a tal altura del problema muy bien es aplicable el decreto de responsabilidad material y resarcimiento, como se hace cuando se trata de un medio básico o un desfalco. Las personas naturales pagan de su bolsillo y en un tiempo limitado, sino se les multiplica. Quizás de este modo el trillo comience a enderezarse en ambos lados.

Servicios Comunales podría igual revisar concienzudamente en qué invierte su presupuesto en el 2016 y, al menos, asumir el arreglo de las calles más transitadas barrio adentro. La calle 42, que une las avenidas 2 de Noviembre y Primero de Enero, en el reparto Santos, de amplia circulación de coches, vehículos de todo tipo y personas –entre ellas cientos de estudiantes y trabajadores- es intransitable. No tiene aceras y es bache sobre bache, agregándole el enyerbamiento paralelo a la línea central del Ferrocarril, la oscuridad en varios tramos y la no señalización de una curva peligrosa en la “A. Barrera”. ¿Merece o no ponerla sobre la mesa de las prioridades?

Trabajar en equipo, hablar el mismo lenguaje, decidir con inteligencia y luz larga, cohesionada y bien pensada, y poner delante la balanza riesgo-beneficio, es vital.  Quizás haya que formar un escuadrón de inspectores voluntarios en Salud Pública y la Dirección Integral de Supervisión (DIS), pero la retórica no cabe más. Estamos emplazados a cambiar la imagen y acabar las epidemias, para que nadie pregunte ¿Y dónde quedo yo?

CRITERIO: La descortesía… ¿la coleccionan?

CRITERIO: La descortesía… ¿la coleccionan?

Por Graciela Guerrero Garay

Llevo más de media hora tratando de llamar al Mercado Ideal El Serrucho y da timbre y timbre y nadie contesta. Me obstiné y cuando volví a intentarlo entonces era ocupado, tal como si lo hubiesen descolgado. Ahora que hay más teléfonos y pizarras inteligentes en casi todos los organismos, es mejor esperar una guagua y hacer la gestión personalmente.

Julia María Pérez no es la única que se acerca para comentarle a una el tema de las comunicaciones y, sobre todo, quejarse de la frialdad o la molestia contenida en los sonidos que le devuelven las recepcionistas y secretarias detrás del auricular. Nada nuevo para mí, obligada a utilizar esas tecnologías en las coordinaciones diarias. Casi nunca saben la hora de regreso del funcionario en cuestión o una percibe-porque se percibe- que lo tienen delante y un gesto de aquellos le indica que lo esconda.

La congestión en las líneas telefónicas no depende, exactamente, de las operadoras ni los mecanismos de la Empresa de Telecomunicaciones (ETECSA). Las más están asociadas a la demanda, salvo las interrupciones. Sin embargo, la descortesía, la mala información sobre un servicio, la divagación o el aparente desconocimiento de la localización de un jefe cuyas funciones son medulares para salvar la imagen corporativa de la entidad, atender al cliente u orientar determinado trámite que ese mismo organismo facilita canalizarlo por teléfono tiene un culpable confeso: la empresa en cuestión, sea cual fuere su función social.

Muchas moscas no pueden estar equivocadas y la mayoría de las personas salen irritadas, de la mayoría de las instituciones, por la poca gentileza que muestran sus recepcionistas o los aires de indiferencia de sus secretarias, hechos incompatibles con la ética profesional, la educación o idoneidad que debieran tener como aptitud y actitud quienes desempeñan estas labores. Y si de teléfono se trata el esmero debe ser mejor, pues la visibilidad del colectivo está en esa voz que se escucha al oído, sinónimo perfecto de eficiencia, credibilidad, respeto y diligencia para quienes son el objeto de su misión: el pueblo.

Quizás por ello la gente cuestiona porqué “llovemos sobre lo mojado” si nada va a cambiar, porque al personal de servicio casi nunca se les pasa por el filtro de la excelencia y se contratan a empleados con el objetivo de cubrir una plaza sin mirar el verdadero alcance de sus funciones, tan vitales como cumplir los planes productivos o tener una gestión sustentable.

De ahí parte muchas veces el descrédito que ganamos allende al mar cuando un foráneo necesita un servicio y sale sorprendido de cómo lo pelotearon, lo caro que pagó el maltrato y adjunta la confesión de que en su país, por mucho menos, tiene que ir directo a la caja a liquidar el salario y jamás portarse por allí.

Desgraciadamente lleva la razón. Si el cliente o como le llamemos es lo esencial, frenemos ya el irrespeto a la cara y por teléfono. Una sociedad mejor no se forja con campañas ni slogans. La descortesía no se colecciona ni da riquezas a nadie.

CRITERIO: ¿Y dónde quedo yo?

CRITERIO: ¿Y dónde quedo yo?

 

Por Graciela Guerrero Garay     Foto: De la Autora

Aunque el título parezca una retórica, facilista tal vez, no hay de otra cuando en un simple recorrido por los repartos Santos y Buenavista percibo lo que ya otros amigos y lectores me trasmitían sobre sus zonas de residencias en este municipio capital, uno de los que figura, junto a Puerto y Jesús Menéndez, como los más afectados en brotes diarreicos y casos sospechosos de dengue.

Mi alarma creció al visitar el hospital Ernesto Guevara para atenderme la vista y encontré que la consulta de “febriles” estaba al tope, así como el laboratorio de Cuerpo de Guardia para realizar los análisis correspondientes. Elena González, quien llevó a su nieta al Pediátrico por una amigdalitis, comentó también su inquietud por la cantidad de niños enfermos. Es decir, no es un juego ni sembrar pánico. Es tomar conciencia de que TODOS tenemos que tomar muy en serio la situación epidemiológica que tiene la provincia.

Muchos creen que el tema es solo de Salud Pública y hasta comentan que la celebración de los Carnavales agudizó el problema. Lo hecho ya está y no se trata ahora de buscar causas, sino solucionar problemas e interiorizar la cuota de responsabilidad que tenemos como potenciales de riesgo y sujetos activos de una cadena que únicamente con coherencia, apoyo y responsabilidad colectiva se puede detener.

Es incomprensible que todavía, con tanta información difundida por los Medios, las charlas educativas, el conocimiento barrial de la existencia de vecinos enfermos, los focos que aparecen y la evidencia de las enfermedades, existan personas que se nieguen a fumigar sus casas, no tapen sus depósitos de agua y subestimen el asunto, tal como si los vectores trasmisibles del dengue y los brotes diarreicos trajeran una lista visible de nombres y el suyo no aparezca. Ni ironía, sarcasmo ni chiste, pero solo así se puede concebir como lógica esa actitud.

Por otro lado, comprobamos que en las cafeterías y red de puntos de venta estatales está prohibido vender café, mientras en los particulares, si llevas vaso, tienes la opción. Las refresqueras cerraron, sin embargo en la feria comercial alimentaria de los domingos lo venden en pomos como es habitual. Si bien es cierto que las fábricas de refresco y cerveza tratan el agua con quimicales, me sumo a la inquietud de la lectora Virginia Flores: ¿Y los termos no son los mismos o parecidos? ¿Quién me garantiza su esterilización? No me parece desatinada su conclusión: ¿Y dónde quedo yo?  

Varias madres del seminternado Rafael Martínez trasmitieron su preocupación de cómo permitían a los cuentapropistas ambulantes vender golosinas frente a las escuelas y por las calles, y mantener abiertos los kioscos. Los niños pequeños no entienden estas cosas – alegaron- y cuando una les dice que no se pueden comprar, lloran y se forma una situación incómoda sin necesidad. Ciertamente preparar una merienda escolar diaria es difícil para muchas familias. Empero, vale hacer un sacrificio mayor y buscar alternativas domésticas antes de maximizar los riesgos.

Hablar el mismo lenguaje, decidir con inteligencia y luz larga, cohesionada y bien pensada, y poner delante la balanza riesgo-beneficio, es vital. No se puede –digo yo- apretar por un lado y aflojar por el otro. En grandes momentos, grandes decisiones, sentenciaba mi abuelo, y esta cadena hay que romperla aunque el cordón del zapato se exprima  una y otra vez.

Quizás haya que formar un escuadrón de inspectores voluntarios en Salud Pública y la Dirección Integral de Supervisión (DIS). No puede suceder que la epidemia siga en alza y la percepción de riesgo y el cumplimiento de las medidas estrictas en cada lugar se violen porque, sencillamente, no exista la presión del control y las multas. Esta batalla es con todos y hay que ganarla.  

 

CRITERIO: Fatales paradojas en los tiempos del cólera

CRITERIO: Fatales paradojas en los tiempos del cólera

Por Graciela Guerrero Garay        fOTOS: De la Autora

Quizás nuestro genial Gabriel García Márquez encontraría muchísimas razones para escribir y titular- a la inversa- la saga de su famosa novela El amor en los tiempos del cólera, de haberlo dejado la vida llegarse por acá. Siento esta sensación cada vez que transito por la mayoría de las calles barriales de nuestra ciudad. ¡Todas tienen un basurero en algún sitio!

Deficiencias aparte que pueda tener, y TIENE, Servicios Comunales en sus horarios de recogida, disponibilidad de cestos, cajones y calidad de la limpieza que realizan algunos de sus empleados –léase barredores y recolectores de desechos-, la insensibilidad ciudadana es evidente ante los llamados de las autoridades sanitarias a mantener y priorizar la higiene.

Toda una paradoja irracional cuando escuchas a las personas hablar con temor de los índices de infestación de virus como el dengue y el cólera. Lo comentan de una manera tan “galáctica” que me hacen sentir que soy de otro planeta o ellas viven en cierta onda orbital, muy ajena a nuestra realidad. La prueba está en que tiran animales muertos en la vía pública, dejan que la hierba les coma los patios de sus casas y los alrededores, hacen sus necesidades donde les apriete el deseo y hasta botan los desperdicios de alimentos en el primer solar yermo que les quede cerca.

La gorda se arma si viene un inspector a imponerles la multa. Hay tela para cortar y la reacción común es tratar de virar la pelota al revés. Es una injusticia de plano…,  los carretoneros no pasaron a su hora…, la fosa de la esquina está drenando y no vienen a limpiarla (hecho real y recurrente. Hay demora en la respuesta) y cómo no ven eso... argumentan de forma desafiante y luchan por evadir una responsabilidad y deber ciudadano para sí y los demás, al margen de las deficiencias de cualquier tipo existentes por parte de las instituciones estatales.

Sin embargo, no razonan estas personas inescrupulosas que atentan contra su salud, la de su familia y la vecindad. Ah… y la otra es que si algún vecino le llama la atención, te ganaste un enemigo para siempre. No hace mucho me contaron que por reclamar la higiene en un corral de puerco cercano a su domicilio, la señora en cuestión le hizo una brujería a la demandante, quien empezó a tener problemas de repente, fue a consultarse y su “madrina” se lo dijo con los caracoles. ¡Historia que muy bien hubiese tejido con sus musas nuestro García Márquez!

Un tema realmente en que debieran involucrarse más los factores de las organizaciones de masas en los barrios y los Delegados del Poder Popular porque, aunque busquemos los mil argumentos, la situación epidemiológica de la provincia lo requiere y esta capital, más vulnerable al riesgo por sus visitantes foráneos y ser vía común para acceder a territorios vecinos, no puede darse el lujo de incrementarlo.

Vale también que a pesar de los millones de recursos humanos y financieros invertidos para contrarrestar la proliferación, se piense en fumigaciones masivas que abarquen al unísono barriadas enteras pues el mosquito emigra y se esconde. Después, pica y enferma. Y usted, paisano, no tire la basura por ahí, son tiempos de moscas, ratones y cucarachas. Cuídese y cuídeme. El amor es vital en los tiempos del cólera. García Márquez no erró el título de su famosa novela, tal vez solo nos advertía que ahora como nunca hay que amar la vida. Y por esos basureros nauseabundos, créame, anda de ronda la muerte.

  

 

CRITERIO: Solidaridad con camuflaje

CRITERIO: Solidaridad con camuflaje

 

Por Graciela Guerrero Garay     Foto: De la Autora

La “botella” está mala es una frase que hace amigos de ocasión en las paradas, los cruces de líneas, las esquinas o cualquier lugar de esta ciudad. Dada la experiencia y las anécdotas, en los municipios y sus carreteras de acceso tampoco se “pone buena”. Cuando las guaguas deciden- causas aparte- dormir la siesta y necesitas del transporte público fuera de los itinerarios previstos sabes lo que es la vida, como diría quizás el cómico Ramy parafraseándose a sí mismo.

Más de un lector trae y lleva la queja a diario, al comentar sus peripecias para ir al trabajo, la escuela o el menester que le ocupe. Andar a pie, o serlo, es un problema y poco a poco aquello de que solo paran a los amarillos también pasa por el moderno borrador de palabras mágicas, diseñado para desaparecer solidaridad, humildad, compañerismo, humanidad…

Basta un gesto de los choferes de los carros ligeros estatales para justificarse ante el Inspector de Transporte y seguir de largo. Se complica y extiende la espera de no estar en las paradas, mientras hay suerte, casi siempre, si eres un conocido, pero te paran solo a ti y arranca con capacidades libres en el auto. Una actitud nada nueva y criticada reiteradamente, desde que el período especial apretó tuercas.

Salimos a buscar evidencias. El sol de los finales de agosto hacía galas. El viernes 21, a las 11 y 10 a.m, en el crucero de la línea de Ferrocarril y la Aquiles Espinosa, un carro del CIMEX, vacío, con chapa 000165 ignoró la mano extendida de una señora que le pidió “botella”. La imité, unos metros después, y nada. Días alternos de la semana siguiente, en la avenida Frank País, otros muchos quedaron en igual pose frente a quienes olvidan la piedad, se hacen dueños confesos de las carreteras y desoyen los llamados de conciencia a sus deberes sociales.

Apenas pudimos leer los rótulos: Educación,  AZCUBA, MINAGRI, Cultura… Distinguir el rostro de algunos de ellos, imposible. La mayoría de los autos tenían cristales oscuros. Cogerles la chapa, un milagro. Iban por la senda rápida, alejados de la parada, donde sus coterráneos se consumían entre el calor y la espera. Sin embargo, un vehículo de la CTC en la provincia, moderno y con iguales características, detuvo el paso y respondió a la llamada de auxilio.

Todavía hay gente noble dijo aliviada una señora, en tanto montaba al auto con evidente cansancio. Pensé que era bonito saber que las reglas tienen excepciones y que el maldito borrador, una copia casi fiel de la caja de Pandora, no desapareció del corazón de todos los choferes las palabras mágicas, aunque conduzcan carros parapetados en cristales negros.

Por estos días de septiembre, a altas hora de la noche, me vi en la misma parada cercana al edificio de ETECSA con dos niñas y un anciano que venía del Puerto de Guayabal. Un carro de este organismo paró, voluntariamente, y nos llevó a todos. Sentí que existe la esperanza y que otra regla sumaba la excepción. Puede que estas líneas sirvan, al menos, para que las empresas hagan valer de una vez lo que siempre se ha pedido: ayudar a la transportación de pasajeros, a ser hermanos del de a pie. Manejar es un empleo, no un don de superman.

Ojalá no tengan que existir los “amarillos” para apretar los frenos. En una sociedad mejor la solidaridad no puede andar de camuflaje. Ser soberbios con la propiedad del Estado tiene nombre en la ética y el alma. Todavía ante tantas malas vivencias renunció a aceptar lo que espetó una joven: “Si antes andaban en carros viejos, imagínate ahora…son turistas”.

 

 

 

Criterio: Ay, cocherito… ¿qué fue?

Criterio: Ay, cocherito… ¿qué fue?

 

Por Graciela Guerrero Garay     Fotos: De la Autora

Imposible negar el papel social desempeñado por los coches y cocheros a lo largo de los estrangulados años del Período Especial. Sin embargo, con el tiempo estos facilitadores de servicios se han convertido en un azote popular y agentes contaminantes del medio ambiente, dignos a tener en la mirilla de control, con un concepto más abarcador que el decomiso por cualquier ilegalidad.

A ojos vistas algunos propietarios abusan de las bestias que le dan el sustento, arman “competencias” en las avenidas públicas sin respetar las leyes del Tránsito, permiten múltiples indisciplinas  (léase gritos, malas palabras, cantaletas, etc.) a sus pasajeros  y  riegan estiércol por las calles, razones suficientes para sacarlos de circulación.

Si pareciera poco,  les faltan el respeto con frecuencia a “sus clientes” al violar las tarifas establecidas “amparados” bajo la ley de oferta y demanda, no importa si la carrera es una urgencia para el hospital pediátrico o hacia una fiesta. El tema es alquilar y si el bolsillo suelta, pa΄lante; de lo contrario, la mayoría no va. Burlan los derechos éticos de quienes trabajan, las más de las veces con alta cuota de sacrificio personal y serias limitaciones materiales, pues el costo de la vida enfría pronto la tibieza del sudor cotidiano.

Aplicarles Decretos, multas, persuadirlos o denunciar la frecuencia de estas violaciones no es un fenómeno nuevo, el cual se aborda igual por los diferentes medios de comunicación municipales y provinciales pero, como ocurre casi siempre, se portan bien unos días y cuando la exigencia baja, vuelven de  nuevo  a la carga. Las evidencias de mayor impacto y generadoras de malestares notables suceden con las convocatorias masivas relacionadas con eventos como los carnavales infantiles o las festividades por el Primero de Mayo.

“Gato al agua”, parecen decir en sus estrepitosas carreras de piquera en piquera: la cobran a cinco pesos y más, según la hora o la cantidad de pasajeros. Pero tales poderes los tienen todos los días. Las trabajadoras del Centro de Higiene dan fe de que piden ese precio del Ferrocarril al Tanque si van allí, a la salida del trabajo, a buscar cómo llegan a sus casas. El 20 de mayo último, la lectora Belkis Cabrera Fonseca comunicó a esta reportera que, junto a pedir ese monto, también la ofendieron y fueron grosera con ella. ¿Hasta cuándo será esto?, preguntaba ella y cuestionaba si el Gobierno ya había llegado a la conclusión de subirle los impuestos a los cocheros. Elemental, si ganan más tienen que tributar más.

En abril, justo el 29, Magalys Acosta Comendador, directora de la escuela Tony Alomá Serrano, fue víctima de tales acciones. Los pioneros debían participar en un desfile en saludo al X Congreso de la UJC y cogieron un coche y le pidieron 5.00 pesos a cada niño. Se bajaron airados, mientras otro cochero, ante la situación, se brindó a llevarlos por $ 2.00 desde la piquera del Tanque (ubicada en las cercanías del Mercado La Unión) hasta la Universidad de Ciencias Pedagógicas, el lugar de destino.

Sondeamos más a fondo el asunto. Es evidente que transitan de manera ilegal, pues varios dieron “giros en redondo” al vernos con la cámara. También conducen bajo los efectos del alcohol, sin luces, contra el tránsito, sin ser los propietarios verdaderos. En las zonas urbanas y rurales, como sucedió recientemente en el municipio de Majibacoa, más de un accidente tiene la raíz en estas violaciones.

¿Qué pasará ahora en vacaciones? ¿A dónde podemos ir a denunciar y ver los resultados, cuando recibimos tal abuso? ¿Es tan difícil que un agente de la PNR, un Inspector o un funcionario relacionado estén en las piqueras para imponer orden y justicia? Los tuneros entrevistados tienen estas preguntas sin respuesta. Nosotros igual.

CRITERIO: Debate público… ¿Quién lleva razón?

CRITERIO: Debate público… ¿Quién lleva razón?

 

Por Graciela Guerrero Garay       Fotos: De la Autora

Esta semana, con justa preocupación, un vecino del edificio 38, en la Avenida Primero de Enero, inclinaba su observación hacia el peligro que representa “un hueco” ubicado a un costado de su homologo número 13, en el mismo Reparto Santos, de esta ciudad. Al investigar la inquietud de Noel Milán era lo que suponíamos.

No todas las flechas están en la diana del Estado y en la morosidad o falta de gestión de los organismos implicados, lo cual no quiere decir que  no existan en cantidades copiosas para llenar libros de quejas y propiciar los debates públicos que, a diario, se escuchan en cualquier sitio.

Otro lector, Ángel Platt Cedeño, residente en el habitáculo multifamiliar donde se encuentra el registro de Comunales, argumenta que “tenía tapa cuando se entregó el edificio, en los años 1993-94, y después hubo que romperla  por las tupiciones. Comunales la repuso, pero la robaron. Luego le colocaron unos paneles y se los volvieron a llevar. Ahora fui yo quien le puso esas tablas y recortería de fibro”.

El objeto de marras no está en la calle ni en esos trillos que se forman a fuerza de la travesía de las personas para acortar distancias – muy comunes en los barrios, ante la ausencia de una topografía urbana coherente -, pero es un peligro potencial para quienes transiten por ahí, posibilidad que motivó a Noel a dar la queja.

Sin embargo, su camino lleva a “Roma”: Las indisciplinas sociales y el irrespeto al bien público, al entorno y a ese “derecho” sin DERECHO que se toman algunos de lucrar con los recursos que administran, incrustar sus firmas en obras recién pintadas, caníbalear esculturas, medios de transporte y romper, entre otras cosas, las cabinas telefónicas y los parques infantiles. Aquello de cuidar la propiedad social desapareció de las prioridades colectivas, tal como el slogan encargado de recordarlo por doquier.

En el debate público a veces el dedo apunta para el lado equivocado, aún cuando decisiones mal tomadas producen un efecto rebote más dañino que las buenas razones que pudieron sustentarlas. La gente debería comprender a tiempo que su actitud social es imprescindible para consolidar el cambio, rescatar valores, tener un país próspero y educado y vivir en una sociedad equilibrada, justa y mejor. La conciencia colectiva es vital para que funcione la dialéctica, y no creo que nadie deba excluirse, porque cubanos, sociedad y nación somos todos.

Por estos días el tema de la carne de cerdo anda en la palestra pública como el pan caliente y las opiniones tan diversas, que resulta difícil vislumbrar la solución. Lo real es que el desabastecimiento del plato fuerte de los tuneros salta por encima de lo que a todas luces es una indisciplina social de los comercializadores privados y hay más de un lector lo califica ya de “un plan táctico” para que se les autorice el precio a 25 pesos, todavía caro en una población donde crece el número de jubilados y la mayoría de las chequeras no llega a los 300 pesos.

Un tema que abordaremos más adelante,  pero necesita ya que los organismos estatales salgan del marasmo y los campesinos respondan como debe ser. En el reciente Congreso de la ANAP muchos puntos se les pusieron a las íes y el pueblo no quiere aquello que popularizó una telenovela cubana…” el año que viene”.  

En los debates ponerle el cascabel al gato es tan complejo como la vida misma. ¿Quién lleva la razón?, tal vez sea relativo y no lo más esencial. Lo importante es que los estados de opinión deben ser atendidos. Las leyes están y tienen que respetarse. Primero por quienes la legislan, luego por los responsables suscritos a las mismas y, al final, no puede haber otro beneficiario que el pueblo. Eso es Revolución y ahora más que nunca el magistral concepto de Fidel debe estar sobre la mesa. Noel Milán, en su humilde sencillez, ilustró algo: “Yo sé que el hueco está ahí, ¿pero si un niño pasa y se cae? Pensó en los demás. ¿Por qué otros no lo hacen?

 

Criterio; Respeto… algo elemental

Criterio; Respeto… algo elemental

 

Por Graciela Guerrero Garay        Fotos: De la Autora 

Estaba airada y con los “humos” lógicos de quien se sabe maltratada sin razón objetiva, porque simplemente solicitó un servicio que le acarreó gestiones anteriores y pensó allí terminarían sus carreras. Al contrario, salió sin el utensilio que buscaba, molesta y hasta humillada.

Lo comentó a un grupo de amigas y lo escuché. La objetividad del periodismo exige- casi como norma- poner nombre y apellido a cualquier señalamiento público, bajo la intención de impeler al infractor a responder, pero la más de las veces demoran en hacerlo, otras justifican lo injustificable o resuelven el asunto para caer en lo mismo un tiempo después.

En fin, razoné que la falta de respeto al consumidor, cliente, usuario o ciudadano común –como le llamen- es un vicio tan arraigado y común que podía comentar el tema y la experiencia sin saber dónde ocurrió exactamente pues, a diario en la mayoría de los lugares hay algún incidente visible y susceptible de denunciar.

El respeto a sí mismo lo creo responsable primario de estas violaciones ya que exterioriza por la vida aquello que nos distingue, y si le sumamos la escasa pertenencia al entorno, llueven esas situaciones desagradables e incongruentes, ocurran en el sector estatal o privado, donde igual se maltrata al cliente.

Es triste, pero cierto, percibir cómo un “licenciado” enseña dientes agrios en  lugares donde te saluda un cartelito Mi trabajo es Usted, mientras la recepcionista no siempre lo hace. Irrita- aunque no se diga- pararse delante de un mostrador y encontrar un dependiente “mudo”, como si le importara un comino si desea comprar algo cuando él o ella debe indagar solícito, según éticas comerciales, pues su misión es vender.

Las unidades de Salud tampoco escapan de esos vientos huracanados de mal humor e incultura que sacuden los centros donde, por necesidad, tenemos que acudir. Si de farmacias se trata y no existe el medicamento, el seco NO HAY se acompaña pocas veces por un mínimo rayito de esperanza como “no se preocupe, lo estamos esperando, vuelva la semana próxima…. O “Espere, le indagaremos  dónde puede encontrarlo…”

En contrapartida, se quejan y piden aumentos salariales y  pregunto: ¿Merecen el que ganan? ¿Seguirán empleados en otras naciones, donde te despiden solo por guiñar un ojo? ¡Cuánto daño nos hace el paternalismo y la falta de control! Ídem la utopía de que somos iguales, debemos ganar lo mismo y somos dueños por derecho,  derechos que no todos respetan y dignifican con sus desempeños.

Cambiar y mejorar la sociedad no es un himno patriótico. Es, a mi modo, el decoro de dejar con huellas propias  un actuar decente, humano, civilizado y cortés, respetuoso, aunque salgamos de casa con dolor de huesos, los bolsillos vacíos y hasta el agravio de una desavenencia familiar. Esa persona que va hasta el lugar en que laboramos y representamos más de una condición social, no tiene culpa.

Por demás, pagará y ese pago, por ley constitucional y normas ético culturales, ideológicas y sociales, incluye ser bien tratado, servido con esmero y retribuido por el valor económico que aporta. Si alguien parapeta la ineficacia detrás de un servicio gratuito sepa que las empresas ingresan al presupuesto estatal un 12 por ciento por su fuerza de trabajo.

Justo ahí está la esencia de la imagen corporativa y la misión de la entidad, la cual están obligados a defender sus empleados, desde el auxiliar de limpieza hasta el director.  La falta de respeto NO tiene justificación. ¿Hasta cuándo arrastraremos esta pesada cadena?

 

CRITERIO: Hablar de precios… ¿será para siempre?

CRITERIO: Hablar de precios… ¿será para siempre?

 Por Graciela Guerrero Garay   Foto:Periódico26

Eso de que tanto va el cántaro a la fuente hasta que se rompe, ciertamente, no se cumple con los precios y si nos quejamos de la “parte estatal”, ya me convencí que la “privada” (léase cuentapropistas) es peor, porque con toda la burocracia que podamos ejemplificar y sufrir, con los errores, la cadena de ineficiencia, mala calidad, etc., etc.… al Estado le debemos agradecer un montón de cosas (obvio mencionarlas, todos somos beneficiarios. Saque sus conclusiones, mírese adentro).

El silencio es cómplice, pero la ética es inviolable. Una señora airada contaba a su acompañante, en voz alta, en la sala de espera de una consulta médica que “al final compró unos chorizos, porque el carnicero que vio llorar el día anterior cuando le querían decomisar todo porque vendía a 25.00 pesos la carne de cerdo, al siguiente, muy lúcido, le dijo que era a $ 25.00”, cuando ella no compró en aquel momento pues esperaba su turno, cuando llegó el inspector y suspendió la venta.

Al indagar, narró el suceso. Le pedí su nombre para escribir este artículo y pidió no mencionarla “ya que tengo que ir allí y no quiero problemas”. Debo respetar su voluntad, es elemental por principios éticos, pero no quise silenciar el hecho porque de la violación de precios se habla y se habla… y seguimos.

El tema de las carnicerías, va a la fuente y no se rompe. Continúan los faltantes de pollo y jamonada en las estatales y los cuentapropistas eternizan sus valores falseados en las tablillas, sobre el mostrador y en las pesas. Las justificaciones se parecen a los clientes…si protestan, tratan de hacerle un “lavado de conciencia” (nunca son los culpables), si callan le roban más, si adoptan poses de resignación, pague y váyase. Y así,  el día a día se convierte en un drama de película de sábado para quienes trabajan honradamente, se jubilan y recontratan, incluso enfermos para recibir los beneficios de la nueva Ley de Jubilación.

Más, si sumamos que esta “guerra” la dejamos a unos pocos y los más somos indiferentes para no buscarnos problemas, si no delatamos los hechos corruptos porque hay que lucharla o tenemos que ir a morir ahí, ¿dónde queda la honradez y la justicia? ¿Para qué se ponen precios topados, se hacen estudios, se denuncia en programas de participación por los Medios de Prensa? ¿Qué valor tienen los argumentos y los planteamientos de los electores en las Rendiciones de Cuenta?

Muchas preguntas existen sin una respuesta coherente, porque igual pudiera mencionar el respeto a los Dispongos y Resoluciones de los órganos del Gobierno, a la ¿pensada? distribución de los cárnicos, al control real de los consumidores en las carnicerías…en fin… llueve sobre lo mojado, al menos en estos asuntos que tantas opiniones y estados de insatisfacción generan en el pueblo, los cuales no caen sobre sus verdaderos responsables, sino, tristemente, los carga el prestigio y la credibilidad de la Revolución y sus cuadros.

¡¿Hablar de precios?!... ni se moleste, periodista…fue casi unánime la respuesta cuando exploré el asunto con consumidores en varios lugares, con amigos, vecinos y hasta colegas… la producción es el regulador. Y ahora, cuando la sequía nos come, el clima se entrona en hacerlo todo más difícil y nos vamos poniendo viejos… a punto de cerrar estas líneas  me niego a dejarme vencer por el fatalismo, pero tampoco puedo borrarme la pregunta: ¿Esto será para siempre?

 

 

 

 

CRITERIO: Carné de identidad, ¿cambiarlo y ya?

CRITERIO: Carné de identidad, ¿cambiarlo y ya?

 

Por Graciela Guerrero Garay     Foto: De la Red

El nuevo Carné de Identidad será un problema aquí en Las Tunas si antes no definen bien los nombres de las calles y los números de los edificios, me dice inquieto Ángel Platt Cedeño, un asiduo lector de 26, quien por vivir en planta baja casi a diario tiene que dar una orientación o aclarar un  equívoco sobre diferentes direcciones que, sin dudas, no se ajustan a la ubicación geográfica en la cual dice está radicado el inmueble o la persona.

Cierto es. Ahora, cuando la urbanización toma pecho y las ilegalidades e indisciplinas sociales cogen el camino legítimo, la realidad trasgrede el imaginario ciudadano y las nuevas exigencias demuestran que los repartos son los únicos que no tienen “dobles” en esta historia, al menos en Las Tunas.

Por otro lado, hay infinidades de edificios levantados en áreas donde no existen calles propiamente hablando y, sin embargo, se les cita oficialmente en alguna cercana o, a veces, desconocida por los alrededores, como la “prolongación de…” y nadie sabe dónde queda la matriz o porqué está relacionada, si a la de marras le interrumpen su lógica directriz  solares, basureros, viviendas, objetos sociales…

Se suman a este desvarío de confusiones y reiteración de todo tipo que los inmuebles multifamiliares, incluso en la misma zona, se designan por números o el apelativo del organismo que los construyó o entregó los apartamentos. De esa suerte, está el de Comercio, Salud, Comunales, la Micro… y como las inversiones se hicieron en varios puntos de la ciudad sucede como las calles, los mismos existen por doquier.  Un ejemplo concreto sucede con el edificio 39, uno ubicado en la avenida Primero de Enero y el otro en la calle Israel Santos.

La inquietud de Platt Cedeño, más que justa, obliga a detener la mirada reflexiva sobre estos problemas de urbanización que afectan esta capital y al territorio, distinguido con ser uno de los pocos del país que tienen cinco ciudades por la cantidad de habitantes, sin minimizar lo costoso que resulta el nuevo documento de identidad por las altas tecnologías utilizadas en su elaboración y la información que brinda sobre su portador. Ya no es asunto civil o legal, es también económico.

Igual preocupa que esta compleja situación se da en los nuevos asentamientos, donde los solares se entregaron sin una mirada futurista y las personas construyeron sus casas en los terrenos asignados, sin tener en cuenta espacios vitales que permitan, cuando sea posible, levantar una comunidad urbanizada como debe ser. Sucede, por tipificar un caso, en el área colindante a la línea del ferrocarril, frente a San José, donde los laberintos estrechos distinguen junto a cercados de todo tipo, sin que se respire coherencia topográfica alguna.

Estos fenómenos deben atajarse a tiempo. Las nuevas regulaciones aclaman por eliminar las ilegalidades y los llamados “barrios quita y pon”, pero si se da el derecho a tener hogares propios y facilidades de crédito y subsidios, debe existir previamente un estudio integrado de cómo será mañana ese sitio si se quiere que hable de desarrollo y sustentabilidad ambiental, para evitar lo que pasa hoy con las demoliciones para oxigenar la ciudad y acercar la civilización y la cultura a la gente.

Vale, igual, salvar el nuevo, costoso y viable documento de identidad de estas irregularidades. Todavía, creo, sí podemos.

CRITERIO: ¿Habrá más higiene en el 2015?

CRITERIO: ¿Habrá más higiene en el 2015?

 

Por Graciela Guerrero Garay   Foto: De la Autora

Es un tema recurrente, pero sin resolver. Ojalá – al decir del cantautor Silvio Rodríguez- pase algo  y acabe de recoger la basura que “adorna” la ciudad y sus comunidades, en áreas de gran concentración poblacional y donde es penoso ver el irrespeto compartido entre los vecinos – que tiran sus bolsas residuales sin mirar dónde- y Servicios Comunales que no hace las recogidas a tiempo, a juzgar por el panorama que uno encuentra al caminar por las barriadas.  

La transitada Calle 42, del reparto Santos, paralela a la línea del Ferrocarril, simula un tiradero al estilo de la gustada novela brasileña Avenida Brasil. No hay un solo metro en que no existan papeles, nylon, restos de árboles secos o recién podados, estiércol de caballos y cualquier desecho, en medio de la hierba, al borde del camino (porque todavía por allí no se concibe, al parecer, ningún proyecto integral que incluya aceras, jardines, luminarias, etc.) y en plena vía.

Sin embargo, la situación más precaria e intolerante está en la intersección de la 42 con la avenida Primero de Enero, donde existe un llamado Punto de Polvillo, que es el lugar destinado por Comunales para que los trabajadores encargados de limpiar los contenes viertan los residuales de sus áreas. El tema es que no lo recogen como debe ser, se acumula y las personas, irresponsables también, lo han convertido en un desagradable vertedero, el cual crece por día y hasta los cocheros aprovechan para vaciar ahí los colectores de sus bestias.

La situación fue crítica para fines de diciembre y el inicio de año. Al conversar con el delegado del Consejo 18, Ricardo Romero Drake, nos comunicó que aunque está ubicado en el Consejo 5, involucra a la comunidad por ser limítrofe de ambas zonas, y coincidió con el criterio de residentes y transeúntes en que la mala calidad en la recogida de sólidos en los basureros –los populares “yeyo” – ayuda a no percibir la limpieza y coexista esa imagen de insalubridad, minutos después del acopio de la basura.

Sin embargo, los ciclos de recolección igual parecen estar muy desordenados porque según afirman los vecinos y el Delegado, hace más de un mes y medio que no pasaban por el punto localizado frente al Edificio 42 y esa realidad sucede más allá de las fronteras de los repartos Santos y Buena Vista, pues lectores de otros barrios periféricos reportan las mismas quejas y malestares.

El asunto no es nuevo y vale reiterarlo. Por varios canales de comunicación y los Medios de Prensa, una y otra vez, la recogida de basura, el desbordamiento de fosas, el deterioro de las calles, “los parches asfálticos” que causan más desniveles viales que los propios baches, los solares enyerbados y la poca higiene de esta capital estuvieron en la mirilla durante todo el 2014.

A inicios del 2015, los tuneros se preguntan si se mantendrá esta situación, pues el centro de la ciudad no es el ojo del camello. Todos confían en que, al despertar, el basurero no esté ahí y la frase no sea una parábola de cierta obra literaria.  Las Tunas tiene que ser una ciudad limpia, piel adentro. Solo así podremos hablar en voz alta de imagen y cambios. 

CRITERIO: Poner la carnada al pez

CRITERIO: Poner la carnada al pez

 

Por Graciela Guerrero Garay     Foto: De la RED

Mi vecino Nelson Rivera más de una vez argumenta que el problema de los robos no solo es de los ladrones, sino de los propietarios, al menos en los casos donde no son violentados rejas, puertas, ventanas, candados u otras herramientas de seguridad.

Ejemplificaba con una madrugada en que salió a su balcón a fumar un cigarro y detectó que desde el techo del edificio, con una soga y un gancho, unos pilluelos intentaban subir una bicicleta que “dormía” en el portal de una cuarta planta sin protección alguna.

Tras varios días de observación, noté que la prevalencia de estos descuidos es bastante común en ciertos lugares y barriadas, así como el hecho de que algunas personas – en plantas bajas de los edificios, esencialmente- dejan las puertas abiertas a cualquier hora del día, mientras salen a una gestión cercana o están en otras habitaciones donde no se puede observar si alguien entra o sale de la casa.

Quizás parezcan detalles insignificantes y se piense que tratamos de llamar la atención sobre un asunto que es un soberano derecho de cada ciudadano. Sin embargo, detrás de estos descuidos voluntarios, conscientes o inconscientes puede generarse una cadena de daños y perjuicios muy peligrosos para la familia y la sociedad, si los ladrones al saberse descubiertos traen un arma blanca, como ha sucedido en muchas ocasiones.

Ante la denuncia, igual se mueve una serie de recursos logísticos y económicos de los agentes del orden, quienes al personarse en el lugar casi nunca encuentran evidencias que faciliten los trabajos de investigación pues, ante el revuelo que se arma, hay en el lugar mezclas de olores, huellas dactilares y ausencia de testigos, piezas imprescindibles para solucionar el robo.

Luego, al no recuperarse la pérdida de los objetos o existir demora en los resultados, salen a la palestra pública opiniones desfavorables sobre estas dependencias y se les responsabiliza de un hecho donde las víctimas son realmente los culpables, sin demeritar que a la postre existe una tolerancia o un silencio cómplice sobre eventos que llaman la atención y “nadie les hace caso, nadie ve nada y nadie oye nada”.

Cuando hablamos de indisciplinas sociales a veces razono que se llevan a cierto macromundo fantástico del que nosotros no somos parte y toca a otros resolverlas. O se deja en ese peligroso terreno de no es conmigo, carga tú con tu maletín. Estas conductas egoístas y ególatras no conducen a caminos limpios y menos a cambios sociales notables.

Ponerles la carnada a los ladrones es crear un conflicto social. No asumir una actitud de alerta o auxiliadora ante determinadas señales anormales en nuestro entorno es complicidad. Hay muchas lecturas para eso que reza que tan culpable es el que mata la vaca como… Pensemos en todos por el bien de todos. Al decir del profesor Calviño, vale la pena.

 

 

CRITERIO: ¿Demora irresponsable o material?

CRITERIO: ¿Demora irresponsable o material?

 

Texto y Foto Graciela Guerrero Garay

Hace ya un mes y tanto que nuestra sección LENTE sacó a la luz los mojados y coléricos reclamos de cientos de tuneros, obligados a transitar y tomar los ómnibus que circulan por la Avenida Carlos J. Finlay, justo frente a la universidad Vladimir I. Lenin,  en medio de profundos baches llenos de agua a consecuencia de las actuales lluvias. Sin embargo, no hay respuesta.

No se trata ya de ensuciar de lodo las guaguas. Hace poco, un chofer rompió la esquina de su parabrisas por acercarse a la parada en un gesto solidario con sus pasajeros, quienes no encontraban modo de sortear los charcos para montar la ruta. Este fenómeno no es nuevo. En varias ocasiones este espacio y el de marras, miró críticamente la situación que tiene esa populosa vía siempre que llueve. Más, aquí, no escampa.

La desatención a la Carlos J. Finlay parte, dice la experiencia, de la mala calidad de su trazado, relleno, pavimentación, etc. En tiempo de seca, huecos aparte, es hermosa. Llega el líquido de San Pedro y no se puede caminar en ningún sentido. Y por ahí circulan cientos de vehículos, los estudiantes de la Universidad y sus profesores, residentes del fuerte conglomerado habitacional de los edificios del reparto Santos,  y es el acceso necesario para importantes centros de trabajo de la zona y el camino hacia otros muy visitados, como el hospital Guevara.

Al parecer no está incluida en las prioridades de la Empresa de Comunales, encargada de su patronato por Ley, pues todo indica que la terminación quedó inconclusa, a juzgar por la falta de aceras  en su lateral derecho –tomando como referencia la “Camilo Cienfuegos”- ,  y la evidencia de esos problemas constructivos. Los años pasan y no hay una evaluación seria de su estado actual.

La pregunta es: ¿Por qué no se ha pedido un presupuesto o dado solución a los objetos de obra inconclusos, como las aceras y el drenaje? Igual puede cuestionarse si alguna vez se hizo el acta de terminación de la Avenida, se fiscalizó, controló y planificó su conservación ambiental, porque también la jardinería necesita de manos y decisiones responsables. No sería ocioso hacer un estudio topográfico profundo para que, después, la humedad y los agentes corrosivos anexos  no obliguen  a consumir nuevos recursos antes de tiempo.

Otro detalle que molesta en esta importante arteria vial de nuestra ciudad es el vertimiento de fosas, justo en la intersección que forma la “Finlay” con la “Camilo Cienfuegos”, donde otra parada de ómnibus – igual de concurrida- no tiene aceras y hay contrastes notables entre la urbanización del Reparto Militar aledaño y el medio ambiente circundante.

En estos tiempos donde lo mucho parece poco y lo escaso tiene que multiplicarse vale tener luz larga para ver que acuñamos ante las demandas. No todos los lugares merecen prioridad uno, aunque a fuerza de tanto deterioro acumulado no se trata  ya de mejorar ni remendar, hay que invertir. Por eso, ante el imperativo de la economía, se debe pensar, reflexionar, buscar consenso y dar al César lo que es del César. Los puntos claves de esta capital piden una visita multifactorial barrio adentro. No tengo dudas.

¿Vale esta sal lo que pagamos?

¿Vale esta sal lo que pagamos?

 

Texto y Foto Graciela Guerrero Garay

Leandro Feria no entiende – ni nadie en su sano juicio- que la sal que se comercializa liberada tenga tan mala calidad. De aspecto húmedo, gruesa y con partículas negras que le dan una imagen antihigiénica se cobra a $ 5.00 pesos el kilógramo, tal como cuando la venden fina, limpia y blanquita. ¿Los abastecedores  no tienen conocimiento de esta falta de respeto al pueblo? ¿Nadie controla esto?, pregunta Feria y otros muchos al salir del mercado La Unión.

CRITERIO: ¿Buzos o malas copias del tiradero?

CRITERIO: ¿Buzos o malas copias del tiradero?

 

Texto y Foto Graciela Guerrero Garay

Escribo y tengo todavía la duda enorme de cuáles son las razones que los mueven. Hay hechos, sean cual sean las circunstancias, inaceptables, a pesar de que los derroteros humanos demuestran que a todo se le busca una justificación, como sucede en la franja de Gaza con el genocidio contra los Palestinos.

No es ella sola, sobre quien me consta tiene un apartamento y está lúcida, viste con pulcritud y aparenta ser una persona normal. Otros ancianos, igual correctamente vestidos, hacen lo mismo y más de un lector pide tratar el tema para “ver si alguien frena esto o se conoce el organismo facultado para combatirlo”.

La realidad es que, a cualquier hora del día, una puede encontrarlos escarbando en la basura de los depósitos barriales y echando en un bolso los desperdicios elegidos. Incluso, hasta con las manos realizan esta desagradable manía, a riesgo de su salud y la del entorno pues no por casualidad existen sitios exclusivos para acumularlos y recolectarlos. Esta abuela lo lleva a casa, pero otros los portan hasta la farmacia, como sucedió la semana pasada con un señor que decidió después de bucear ir a comprar medicamentos y llenó, con su desmán, de fetidez el ambiente. Le llamaron la atención y siguió allí.

Hay una tolerancia visible ante muchas cosas mal hechas. Sin embargo, el combate corre similar destino: los infractores no se dan por enterados y si el llamado a la cordura lo hace la autoridad –léase PNR o Inspectores-,  les faltan el respeto y se auto convierten en las víctimas más desprotegidas del mundo. Lamentablemente, somos tan buena gente que no son pocos quienes pasan a sus bandos y levantan todo una montaña contra estos funcionarios.

Mientras eso sucede por nuestros basureros, es frecuente que nos interrumpan el camino manos necesitadas de alguna limosna, básicamente frente a las shopping y en sitios populares, céntricos y de amplia concurrencia. Siempre el marketing es el mismo: un hijo enfermo; preso; no pueden trabajar; llevan días sin comer… ¡Y lo proyectan de una manera tal que no hay sentimiento solidario que pueda resistirse!

Al final del día – como nos señaló Maricel Rodríguez- recogen, peso a peso,  más de lo que gana un obrero sudando duro la jornada, porque después una los encuentra cambiando el menudo por billetes en cualquier establecimiento, lo esconden y te piden ahí mismo, en el mostrador. 

Más que conmovedor, parece una tendencia intencional que apunta hacia la degradación de los valores morales, bajo el manto de que el fin justifica los medios o la necesidad y la pobreza los llevan a eso. NO creo que las sombras eclipsen las luces. Malo, bueno o regular, amén de precios y carencias, hay alternativas más decorosas para sobrellevar la vida.

Quizás sea, como dice otro lector, nos acostumbramos a los caminos fáciles y es más cómodo provocar el sentimiento ajeno que darnos el lugar, respetarnos… porque algún pariente han de tener y, por otro lado, bucear bien vestido, portando una bicicleta china, sombrillas o bolsos limpios no recuerdo sean los protagonistas de las historias aprendidas, justamente de los abuelos.

De cualquier manera, están ahí y sus imágenes trasmiten un mensaje que, según el cristal, será verdadero o falso. Y como están, creo, vale ocuparse del asunto pues no son invisibles a los ojos ni tampoco al corazón.

Cápsulas mágicas: Coherencias

Cápsulas mágicas: Coherencias

 

Por Graciela Guerrero Garay

¿Será tan difícil establecer un lenguaje coherente cuando de temas de repercusión social se trata? O mejor, quizás: ¿No existen especialistas o mecanismos que alerten, con un mismo nivel de exigencia, argumentos y ciencia en mano de los riesgos que se potencian al planificar, decir, difundir, concebir… algo por un lado y hacer prácticamente lo contrario por otro?

¿De qué hablo? Sencillamente, de las mil y una incoherencias que alimentamos a diario y provocan en las personas dudas, rumores, inconsciencia, falta de credibilidad y  muchos males, los cuales con COHERENCIA pudieran revertir tales efectos.  Por ejemplo, – muy reciente- hace tiempo que buscamos las maneras e invertimos recursos (sangreados y escasos) para cultivar en la mente de la juventud el concepto de una recreación sana, sin alcohol. Entonces, llega la esperada actuación del grupo Los Ángeles y le llevamos termos de cerveza, justo en un área exclusiva para ellos, la Pista Joven de La Feria.

Ante el hecho, en blanco y negro, se nota la discordancia y no es una locura preguntarse si primó aquello de recaudar dinero (por demás la entrada costó a $ 20.00), ante otros fines culturales-recreativos. Pero si saltamos de aquí hacia la higiene ambiental, distingue que la mayoría de los solares yermos están enyerbados, los salideros y los baches crecen, las cañadas incrementan su fetidez y hasta sirven de basureros improvisados, los que también aumentan.

En tanto, en esos sitios donde verdaderamente se gesta la reproducción de los mosquitos y son una suerte de bunker no existe la constante vigilancia ni sanidad que hay sobre los hogares, salvo cuando temporalmente se fumiga con humo la ciudad. ¿No será rentable –digo yo- gastar un poco de recursos en combatirlos allí y subir el entorno, ante las lluvias actuales, a prioridad UNO?  

La coherencia es una cápsula mágica que proyecta confianza y, esto, es menester tenerlo en cuenta, fundamentalmente en quienes con el poder de sus decisiones pueden crear estados de opinión a favor o en contra. Para lograr la unidad que necesitamos hay que ser coherente, no hay de otra.

En los primeros cinco meses del año se registraron en las sedes de los Gobiernos Locales y las unidades administrativas 5 mil 700 casos en la estafeta de atención a la población, y la mayoría son quejas, denuncias y anónimos.

Lo inquietante del asunto es que solo el nivel de solución obtenido es del 38 por ciento y la incoherencia, por un lado, está en que los temas son los mismos de siempre: vivienda, viales, demora en trámites e insatisfacción con los procedimientos administrativos; y por el otro, la insuficiente valoración de los planteamientos y la ausencia de miradas alternativas y solucionadoras de los problemas, ya sean personales o colectivos.

La lista de las demandas de los tuneros es mucho más amplia e igual de repetitiva, si se compara con años atrás. A todas luces falta coherencia, sin descartar cualquier otra irresponsabilidad inherente. Lo esencial no necesita comentario. Ser o no ser es un solo camino, cómo transitarlo es la cuestión. Y si pensamos en mejorar la sociedad, tener sobresalientes ciudadanos mañana y cambiar nuestro proyecto para bien común, la estocada no puede quedarse en la dermis. Es hora ya de trabajar en eso.

 

 

CRITERIO: Virus peligrosos

CRITERIO: Virus peligrosos

 

Por Graciela Guerrero Garay  Fotomontaje: Chela

Hay muchas maneras de infectar el ambiente, sobre todo si trata de centros laborales, estudiantiles y de acceso público. No es exactamente con humo, ruido,  residuales y otros agentes corrosivos para la salud. Esos solo afectan, por suerte o desgracia, a los que están en el radio de acción del elemento trasmisor.

Sin embargo, la tolerancia y el paternalismo, estén donde estén, son como esas virosis al estilo del SIDA: andan enmascarados siempre. Resulta que ambas actitudes – a mi juicio un modo suave de llevar la corrupción en los bolsillos- justifican, dan bola, minimizan y hasta se conmueven del que empaña la imagen de un colectivo.

Igual silencian lo que debe ser denuncia y hasta convierten en dioses a los extremistas, oportunistas, insuficientes y distorsionadores de cualquier meta realizable que signifique mejoras gremiales, credibilidad, eficacia y dignidad corporativa. Y, a veces, lo peor, según el rango de poder, sancionan a quienes defienden la ética y misión irreversible de un organismo, institución, núcleo político, asociación civil, comunidad o lo que represente un paso hacia delante a cualquier instancia.

Son enfermedades de la doble moral. Hacen cumplir aquello de haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago. En estos tiempos donde la aplicación de los Lineamientos de la Política Económica y Social de la Revolución es el camino hacia un socialismo próspero y sostenible, cuando buscamos de conjunto el mejoramiento humano –desde el rescate de los valores hasta el reordenamiento general de la sociedad- no se puede permitir que la tolerancia y el paternalismo sigan justificando lo que no tiene ni un pelito para agarrarlo.

Hay tolerancia cuando un hornero, por ejemplo, acepta la masa elaborada por el panadero sin la calidad requerida. O cuando se le sirve a un cliente un plato frío, recalentado o “pasadito”, sin que el jefe de cocina o de Salón mueva un dedo antes del maltrato o la queja. Están presentes al no llamar las cosas por su nombre y tirar un manto protector a lo mal hecho, para dar vía libre al conformismo, la indiferencia, la apatía o el silencio porque el (los) sujetos responsables son esa suerte de vacas sagradas que, generalmente, tenemos la tendencia de fabricarnos sin saber a ciencia cierta porqué.

En fin, resumen la maligna corriente - muy contaminante y riesgosa en los tiempos actuales- de no coger lucha y, en consecuencia, llenan de virus un debate objetivo de los problemas que detienen el cambio, frenan el aporte de valiosas ideas para el éxito personal y colectivo, y facilitan el camino para que se hagan héroes quienes de verdad tienen malas intenciones. Falsos héroes, claro está.

Por tanto, creo, son el binomio perfecto para revivir el adagio de “río revuelto, ganancia de pescadores”, porque entre más tolerantes y paternales resurjan o no vacunemos por ahí, más lejos estaremos de revalidar a la crítica y la autocrítica  como las indispensables herramientas que son para trasmutar y cancelar lo mal hecho. La dialéctica del cambio y el salto hacia arriba no admiten virus de ese tipo. Son definitivamente peligrosos. 

CRITERIO: ¿Retórica o inercia?

CRITERIO: ¿Retórica o inercia?

 

Texto y Foto: Graciela Guerrero Garay

Se vuelve recurrente el tema de la higiene y, según la opinión de muchos, los problemas claves siguen ahí, aún cuando se discuten públicamente en programas como Latir del pueblo, el cual tiene credibilidad, confianza y un fuerte seguimiento, tanto en la radio como en su retrasmisión televisiva por los Medios de Comunicación locales.

Lo cierto es que los basureros continúan recogiéndose mal – léase dejando desperdicios por sus alrededores-. Con las bien llegadas lluvias de finales de abril volvieron a tupirse los tragantes y a formarse las mismas “lagunas” de agua que traen mosquitos y representan un peligro potencial para los escolares, como la existente frente a la escuela primaria Tony Alomá, donde por demás hemos sido testigo de que los muchachos tiran piedras en los tragantes y los tupen.

A esta recurrencia e indiferencia pública – que también la hay y bastante- creo tiene peso mayor la mala calidad de los trabajos realizados, algunos justificados por el deterioro objetivo de los recursos de las empresas implicadas y otras –quizás las más visibles a los ojos profundos- por la irresponsabilidad de los ejecutores, quienes no siempre hacen las cosas con esa pertenencia imprescindible, el conocimiento necesario o la conciencia que engendra, a largo plazo, la perdurabilidad del esfuerzo y la gestión realizada.

Un círculo vicioso que nos hace cómplices y desemboca en los ejes centrales de las indisciplinas sociales, otro asunto que si no le ponemos los grilletes exactos van, a mi modo de apreciar tonos y modos de enfrentarlas, a la misma retórica contemplativa donde ganan poder la mala educación formal, el maltrato a la propiedad social, la suciedad de las calles con estiércol de caballos y el trasiego de carretones y coches por los parques y espacios  de acceso prohibido, en las zonas residenciales y los edificios multifamiliares.

Igual sucede con las violaciones del tránsito, el exceso de ruido, las riñas públicas y los desechos en la vía, esto último porque no se acaba de encontrar alguna alternativa que permita fabricar algún tipo de latón con recursos locales o nacionales para cubrir, al menos, las áreas de mayor circulación o concentración poblacional y ésta pueda verter ahí las cajetillas de cigarros, los envases de jugos y golosinas, papeles  y todas esas cosillas que andan tiradas por ahí. O poder exigir, incluso con multas contempladas en la Ley, a esas personas que los ignoran en los escasos lugares que existen.

A muchos les duele ver tanta apatía y piden un mayor accionar de los agentes de la Policía, sobre todo en el centro de la ciudad donde confluyen diariamente visitantes foráneos y nosotros mismos, quienes somos al final de la historia los infractores, los perjudicados,  los que dañamos el entorno y a cambio corremos el riesgo objetivo de enfermarnos y ser los responsables de esa imagen tan desagradable que nos regala el lugar donde vivimos.

 

 

CRITERIO: Más allá de las BARRERAS

CRITERIO: Más allá de las BARRERAS

Por Graciela Guerrero Garay    Foto: Yelaine Martínez Herrera

Cuando va a pagar la corriente eléctrica, aunque existe una ranfla,  la silla de ruedas donde transporta a su hijo se vuelve un conflicto. Entre la conglomeración de personas y la estrechez del portal de acceso a la oficina de pago –ubicada en el Reparto Santos -,  todo resulta más complicado para ella, quien por cierto no es tan joven para salir sin sofocos del esfuerzo.

Esta vivencia no es exclusiva del centro referencial. En muchos lugares públicos las barreras arquitectónicas implican un serio problema, digno de llevar a la agenda de las empresas y organismos responsables de asumir las nuevas inversiones, con esos aires modernos del diseño y los conceptos y tendencias que marcan el desarrollo constructivo y social del siglo XXI.  

Tal necesidad va muy a tono con el gradual envejecimiento de la población tunera, la cual clasifica como la provincia del país con mayor esperanza de vida al nacer (79,28 años o más), al tiempo que su población adulta – mayor supera el 17 por ciento. Esta realidad pone la urgencia a la mesa, al concebir y crear los proyectos urbanísticos y sociales.

El tema no puede – ni debe- minimizarse en la mirada de los gobiernos locales y la valoración de los presupuestos, pues merita un análisis profundo que incluya, sin arbitrariedad, los conjuntos de viviendas, por primar en las corrientes habitacionales del presente los edificios multifamiliares, biplantas y construcciones diversas de pisos altos, actualmente marcados por escaleras inclinadas, escalones estrechos, sin aceras o accesorios idóneos.

Una mirada aguda al entorno denuncia que hoy los ancianos cuentan con minoritarios sitios, sean propios o institucionales, que les faciliten el uso del bastón, sillas de ruedas o un acceso sosegado y saludable para esa tercera edad que les limita objetivamente la actividad cotidiana.

Si bien el Programa de Atención al Adulto Mayor, rectorado por el MINSAP, es bastante integrador e, incluso, llega hasta las salas de Geriatría de los hospitales, no se puede pensar en que socorrerlos ante cualquier enfermedad es cerrar el caso con broche de oro. Muchos detalles sociales exigen reflexión, más cuando el desafío demográfico en Las Tunas y en el país necesita otro discurso mental y material.

Podemos sumarle al asunto la constante demanda de la Asociación de Limitados Físico Motores (ACLIFIM), de eliminar las entorpecedoras barreras arquitectónicas.  Ellos, solamente, suman más de mil 400 y si añadimos los 90 mil 891 que pasan los 60 años y los 246 centenarios, la conclusión es inevitable: hay que construir para ellos y nosotros, que vamos detrás.

La muestra tangible de que se trata de un cambio irreversible de conceptualización ética, social, urbanística y sostenible lo tenemos, también, en los medios de transporte. Los ómnibus Diana y los coches, por especificar dos de alta e imprescindible demanda, hacen la “puntilla”. Huelga argumentar el porqué. Mírelos y saque conclusiones.

Vale, pues, que los organismos trasladen estas inquietudes de un numeroso grupo de lectores afectados –léase tuneros y cubanos- a sus organismos superiores. Los Diputados deberían ponerlos en sus agendas de debate y las empresas constructoras y los arquitectos están emplazados a sumergirse en una buena, saludable y funcional sopa de ideas para que, en lo que resta de este siglo, llegar a la vejez sea un verdadero gozo y regalo de vida.

Y si no se convence, sepa que para el 2050 se afirma que Cuba estará ubicada en uno de los puestos más altos de poblaciones envejecidas del mundo. Hoy lo es entre las naciones de América Latina.