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Criterios

Transporte público: ¿Habrá algo que borre la indolencia?

Transporte público: ¿Habrá algo que borre la indolencia?

 

Por Graciela Guerrero Garay       Foto: Periódico 26

Las Tunas.- Justo a la una de la tarde del lunes 3 de junio, cuando el sol golpeaba sin piedad, los ómnibus 251 y 246 que cubrían las rutas 6 y 7 violaron sus recorridos de retorno, al no detenerse en las paradas del hospital pediátrico “Mártires de Las Tunas”, y el poligráfico “Alejo Carpentier”. 

El hecho generó un amargo malestar en los transeúntes a la espera, quienes vieron con insólita sorpresa sus esperanzas rotas, más cuando los carros circulaban vacíos, justo porque cubrieron sus rutas de ida, desmontaron a los pasajeros en el paradero final e incumplieron el itinerario de regreso.

La solidaria actitud del chofer de un ómnibus que iba hasta la Universidad, campus Lenin, fue el benefactor de los airados viajantes. ¿Qué justificación posible eclipsa esta indolencia?, dijo un matrimonio que esperaba con un niño pequeño: “Es inadmisible, aunque los sancionen, ya dañaron al pueblo”.

Sin embargo, ambas rutas entraron al hospital “Guevara” y siguieron el trayecto establecido. Lo comprobamos en la parada frente al alto centro docente la colega Yelaine Martínez Herrera y yo, víctimas también de esta inconsciente actitud de dos choferes, capaces de trasgredir sus deberes laborales y ciudadanos, en momentos donde este servicio es uno de los llamados a ser más eficientes y cooperativos.

Y sí, coincido con el criterio de la pareja afectada. Ya cualquier medida administrativa que se aplique a los infractores no quitará la imagen irresponsable ni el malestar generados por ambos. De lo que se trata es de hacer las cosas bien hechas, ser altruistas y humanos. Mucho más cuando la vida aprieta por las cuatro esquinas, el tiempo vale oro y las condiciones climáticas complican los días de quienes dependen, para ir al trabajo y a todas partes, de esas guaguas “Diana”, por demás incómodas, pequeñas e inestables. Las paradas siempre llenas lo demuestran.   

CRITERIO: Accidentes del tránsito: dolorosos aunque ocurran menos

CRITERIO: Accidentes del tránsito: dolorosos aunque ocurran menos

 

 

Por Graciela Guerrero Garay                    Foto: Periódico 26

Las Tunas.-  Mucho coraje tuvo y tiene que “inyectarse” para sobreponerse a esas pesadillas que, 15 años después, le rompen las madrugadas y la obligan a sentarse en la cama con taquicardias, a pesar de salir ilesa de aquel accidente de motos junto a su esposo, quien padecerá eternamente de cojera. Desgraciadamente, aunque las cifras disminuyan en un período determinado estos trágicos eventos son justo eso, tragedias.

Los primeros tres meses de este calendario en Las Tunas lo tipifican, al acontecer 87 sucesos de ese tipo, los cuales bajaron las estadísticas a 17 menos que en igual fecha del 2018, pero hay que lamentar cinco muertes y 80 lesionados, además de las pérdidas a la economía estatal y familiar. El descenso de los números no quita complejidad a un fenómeno social de alto impacto, en el cual la negligencia humana es, la mayor de las veces, la causa real – visible o invisible – del mismo.

Dolor, alejamiento temporal del trabajo, secuelas físicas y psicológicas, gastos médicos y consecuencias inevitables de cualquier tipo y maneras siguen en pie, aunque se diga que las víctimas descendieron en cuatro respecto a similar etapa del año anterior. Hecho que si bien puede ser una señal de mejoría, no resta importancia a su prevalencia cotidiana, sobre todo allí donde el hombre, conductor o peatón, violan cualquiera de las reglas que garantizan la seguridad vial.

No siempre el mal estado de las carreteras debe cargar con la culpa. O al menos, la mayor culpa. Los análisis de los especialistas indican que los desperfectos técnicos ajustan cuentan en las estadísticas fatales. Vale, pues, empezar a depurar responsabilidades que vayan más allá del conductor, pues detrás de él – o delante – siempre hay un “superior” y si el carro es estatal… ¿?

Lo mismo debería suceder con los choferes, señalados por demás por el exceso de velocidad, los adelantamientos indebidos y la incorrecta atención al timón y la vía, fundamentalmente. Ante estas noticias conmovedoras y evitables en gran medida, muchas veces nos preguntamos si la medida de retirar puntos o la licencia por un tiempo es la más acertada, con la lección y la moraleja incluidas.

Al decir de mi amiga, hay algunos que merecen nunca más tocar un timón. O jamás debieron otorgarle el derecho de conducir, una manera de poner en sus manos el control de otras vidas cuando a las claras se ve no lo tienen de sí mismos, argumenta.

Volviendo a los números del primer trimestre, esta ciudad capital vuelve a ser el escenario de mayor incidencia de fallecidos, al tiempo que incrementó la cantidad de hechos de este tipo, junto a Puerto Padre y Majibacoa. Las volcaduras, los choques y el atropello a los peatones marcan los siniestros. Para continuar reduciéndolos trabaja sin denuedo la dirección provincial de Tránsito.

Sin embargo, hay un detalle que no se aparta de mi mente cada vez que salgo a la vía pública y observo, sobre todo los pasos peatonales… ¿no será prudente (susceptible de analizar a los niveles adecuados) añadir a las medidas que se adoptan el bajar más el kilometraje/hora permitido en la ciudad? Es increíble la cantidad de adultos mayores con bastones que circulan por las calles. A buen entededor, pocas palabras. Un 2019 con menos accidentes en sus primeros tres meses, pero… ¡Siguen fatalmente aquí!  

Criterios: Servicios… ¿para quién?

Criterios: Servicios… ¿para quién?

 

Por Graciela Guerrero Garay      Fotos: De la Autora

Las Tunas.- Los servicios parecen estar montados sobre un cachumbambé, con la diferencia de que en ese aparato de entretenimiento uno ve el rostro de quien te hace la contraparte y hasta existe armonía en sus altibajos. La referencia es tan cierta como que resulta muy difícil mantener un equilibrio en los locales que se dedican a satisfacer las necesidades de la población, incluso en el sector privado.

Para finales de año fue muy visible el desabastecimiento, al margen de los problemas objetivos como la falta de harina, los cierres de los presupuestos establecidos para el 2018 y la no asignación inmediata de las cifras correspondientes al presente. En lo que va de enero tampoco puede hablarse de mejorías notables, hecho que corroboran los tuneros al ponerle voz alta a sus inquietudes en el programa radial “Latir del Pueblo”.

Por ejemplo, varios amigos residentes en los repartos Nuevo Sosa y Sosa Oeste (Petrocasas y Sandino) me llamaron sorprendidos porque la Ruta 3 no trabajó durante los días feriados “pues la escuela Rita Longa estaba de receso docente”. Señalaron además que es inestable y pocas veces circula los fines de semana.

La pregunta de quienes residen allí es muy lógica: ¿Es una guagua escolar o de transporte público?, más cuando por ningún lado trae un rótulo que indique pertenecer al MINED. Vecinos del lugar testificaron que volvió a circular el pasado día 7, al reiniciar el calendario académico. Se me ocurre pensar que alguien “piensa” que los moradores de la zona no van al hospital, no trabajan alejados de sus residencias y cuentan con todos los servicios básicos elementales como para no salir de casa,  y no es así.

Similares preocupaciones existen respecto a las farmacias sin la categoría de “pilotos”, pues solo trabajan hasta el mediodía del sábado. Sin embargo, se abrieron para aliviar tensiones en comunidades altamente pobladas, cercanas a áreas de salud con pacientes de grupos etarios  y enfermedades que los limitan de realizar largas caminatas o someterse a angustiosas horas de espera para adquirir los medicamentos, muchos fluctuantes durante el año, incluso los controlados por el conocido “tarjetón”.

Otro detalle del que doy fe personalmente es que determinados fines de semana no trabajan los encargados del almacén en los dispensarios con horarios extendidos y, de coincidir un viernes con la entrada de mercancía, el enfermo corre el riego de irse con “un no hay” y lo que busca puede estar bajo llave, ¡hasta el lunes! La presencia de un solo dependiente es una queja recurrente y cae, de una manera u otra, sobre casi todas las unidades.

Bárbara Marisel Rodríguez tampoco se explica cómo sus historias clínicas en el hospital “Guevara” no aparecen, si el centro cuenta con sistemas digitalizados. Chocó con esa realidad cuando fue, luego de varios años, a una consulta de Neurología. Le hicieron otra (la 723794). Al volver, no la encontraron. Vino la 753229. Se operó de la vista, tampoco estaba y le habilitaron la 755487. Ella espera que esté ahí, pero por si acaso, preparó una libreta y lleva su hoja médica. Archivar tarjeticas no le desvela, pero sí que los especialistas actuales tengan que guiarse por lo que recuerde, sin poder valorar por sí mismos los criterios de sus antecesores, como debe ser.

Tiempo de moscas, mucho aire y polvo por doquier, mientras los cárnicos que expenden los particulares cuelgan horas en ganchos o sobre mostradores oxidados por el tiempo. En las placitas duermen en cubetas enmohecidas las viandas, porque frutas y vegetales ni abundan ni duran mucho a la venta. En carnicerías y bodegas también se violan normas de todo tipo.

En las ferias del domingo pocas veces se mira la higiene. Como el bolsillo duele, las reclamaciones giran hacia el precio y la calidad de los productos. Sobre la tierra, desde la madrugada, pernoctan plátanos, especies, verduras… Las cuartillas se agotan, pero una lista infinita de insatisfacciones sobresalen más allá de carencias, ofertas y demandas. Es indolencia. Existe la Ley de protección al consumidor… y los servicios… ¿para quién?

 

En tiempos de ciclones urge la limpieza ambiental

En tiempos de ciclones urge la limpieza ambiental

 

 

Por Graciela Guerrero Garay    Fotos: De la autora y Tiempo21

Las Tunas. – De ahora para ahorita, como quien dice, la tormenta tropical Michel se convirtió en huracán y bañó de vientos y lluvias al occidente. Por aquí, de pronto, con el sol sobre la espalda, un nubarrón que parecía “inofensivo” desparrama un fuerte aguacero. Mi intención, por supuesto, no es profundizar en los fenómenos atmosféricos de esta temporada, sino qué pasa cuando estos eventos llegan y no todo está como debe ser en asuntos de higiene ambiental y reducción del riesgo de desastres.

Por cualquier barrio un simple recorrido de rutina hace notar que la recogida de basura es un asunto diluido entre la ausencia de los antiguos carretoneros, la poca disponibilidad de camiones para cubrir los ciclos programados y las indisciplinas de los comunitarios. Causas apartes, la realidad es que la fetidez, desechos de todo tipo y la descomposición de gases tóxicos contaminan el aire y los respiramos porque sí.

En una de las últimas trasmisiones del programa de participación ciudadana “Latir del Pueblo”  estos problemas fueron ejes del debate y de numerosas quejas en casi todos los municipios. Sin embargo, la desagradable y repetitiva situación puede traer consecuencias peores si azota un huracán o, como sucede en este mes de octubre, la lluvia simula el café de las tardes. La contaminación ambiental se acelera y los vectores encuentran el caldo ideal para nacer y crecer más rápido.

La poda de árboles requiere igual de una mirada “pensante y previsora”. En las últimas semanas muchos tuvieron que cortar los trabajadores de la Empresa Eléctrica, para realizar con éxito sus labores de reposición de las redes de distribución en los circuitos que abastecen la ciudad. ¿Alguien ha podido olvidar los desastres ocasionados por los ciclones Gustav, Ike, Sandy, Paloma e Irma? La falta de electricidad y la flora devastada estuvieron en los daños incontables porque, todavía, las perdidas físicas y económicas ajustan cuenta.

¿Hay que esperar que los vientos nos den en la cara para sistematizar una tarea de evidente urgencia ambientalista, prevista incluso en los planes de reducción de riesgos ante desastres naturales o de otra índole? ¿Es justificable no llevar a vías de ello esta actividad priorizada porque Servicios Comunales, por ejemplo, no tenga el recurso para asumirla? ¿Es tan difícil contratar con otros organismos los equipos, para poder mantener el ramaje de la flora urbana en las alturas consecuentes? ¿Cuesta tanto trabajo colegiar una decisión al respecto, más en esta temporada?

 

Son preguntas que hacen los lectores y las repito cada vez que levanto la vista del suelo. Problemas objetivos que, si bien requieren de un respaldo logístico, necesitan también de una atención consciente y responsable de sus ejecutores. O una determinación de los niveles superiores, para no invisibilizarlos entre las prioridades o el letargo del “no hay. No se puede”.

Con las medidas de saneamiento ambiental las cuerdas siguen tensas, pues más de un tunero se cuestiona de qué vale tener tantos compañeros y médicos (con consultorios que no tienen o abren a destiempo por esas razones) en la campaña si los basureros están llenos, la hierba crece y no escampa y el mal drenaje de las calles y avenidas, baches incluidos con agua estancada y fétida, son los reservorios naturales de los vectores y las epidemias.

En fin, el mar… como concluyó el inquieto anciano que no quiso decirme su nombre “porque lo importante es que se haga lo que hay que hacer. Hasta más de 15 días se pasan sin recoger la basura en La Loma y, cuando vienen, no limpian bien.  Las matas mírelas ahí…”.       

 

Juegos en la calle, riesgo mayor en verano

Juegos en la calle, riesgo mayor en verano

 

 

Por Graciela Guerrero Garay           Foto: Internet

El abrupto chirrido de las gomas y el fuerte “plaf”  que sobrevino detuvieron, por minutos, los pasos de quienes transitaban por la avenida Primero de Enero. En los balcones de los edificios muchos rostros curiosos y asustados miraban la calle. Mientras, una voz de mujer, alarmada, llamaba con exigentes gritos a su hijo.  

La fortuna quiso que fuera el balón de futbol el que estuviera debajo del carro y que, por demás, el chofer condujera atento y despacio, como debe ser en las zonas residenciales, actitud que algunos no respetan. Empero, el susto enorme y la posibilidad real de la tragedia fue un hecho.

En esta ciudad, no es un cuento tan desagradable suceso, como tampoco lo es que la cifra de accidentes del tránsito significa una alerta roja en los problemas sociales de la provincia, incluso del país. Importantes recursos, cuantiosos, entrega el Estado cada día para revertir la situación, pero acontecen.

Campañas publicitarias, mejoramiento de la técnica, reparación de los viales, mayor vigilancia, imposición de multas, retiro de licencias de conducción y una larga lista de acciones concretas asumen los organismos encargados de garantizar la vida humana sobre el pavimento.

Sin embargo, mientras ello ocurre, los sujetos activos de la vía ni lo piensan y menos, según los comportamientos cotidianos, valoran los riesgos y las consecuencias de sus actos. La tolerancia familiar y comunitaria que se observa al permitir que los niños jueguen pelota o futbol, básicamente, en la calle o en lugares muy cercanos a avenidas y carreteras de amplio tráfico vehicular, es una muestra.

A las puertas del cierre del año escolar y la llegada de las vacaciones estivales, la potencialidad del peligro se incrementa, más cuando los chicos pasarán el mayor tiempo en casa y el juego entre amigos es prioridad uno. Usarlo a favor de la alegría y no de la tristeza, es un desafío para los padres y adultos que conviven con ellos, y son los máximos responsables.

Evitar los accidentes – incluso los que no son de tránsito – pasa, en primer orden, por el compromiso individual, en este caso por el tutelaje paterno, emplazado a cultivar en sus hijos un pensamiento respetuoso en sus conductas, comenzando por los pasillos interiores del hogar y la familia. La percepción de riesgo, de la que evidentemente se carece, es esencial en tiempos donde la euforia y las lamentables indisciplinas sociales cuentan.

Cierto es que hay muy pocos espacios idóneos para correr libremente detrás de una pelota de futbol o armar un cuadro de béisbol. Los remozados parquecitos infantiles comunitarios no fueron diseñados para esos fines y, en los barrios, los solares yermos suelen, en mayoría, estar enmarcados entre viviendas o caminos transitados.

Más, con todo, los juegos en las calle, sean cual sean, son inadmisibles, incorrectos. Alentarlos y permitirlos, y sin vigilancia adulta por demás, rompe las leyes de urbanización y pone a los niños y otras personas frente a eventos fatales. Lamentar no vale. Vale actuar en consecuencia al deber moral, familiar y social que nos compete.

Cuidar a los hijos, sembrarles una consciencia ciudadana convencida, recta, y saber decir “NO” a tiempo, es elemental en presente y futuro. Los accidentes del tránsito, desgraciadamente, son una pandemia imprevisible, pero evitable. En verano, cualquier precaución es poca. No le haga el juego a la tragedia. Cerciórese de que los niños juegan en un lugar seguro. En la calle, cuando escribía estas líneas, todavía quedaban huellas del balón deshecho.   

 

 

Criterio: ¿Quién es el violador ?

Criterio: ¿Quién es el violador ?

 

Por Graciela Guerrero Garay      Foto: De 26 Digital

No sé cuántas veces escucho eso de “no cojas lucha, eso no hay quien lo arregle”. Y muchas más apelo a que si individual y colectivamente dejamos que esta apatía gane terreno, justo el cambio que buscamos estará bien lejos de cualquier voluntad política, ley o decreto que se emita a favor de las mayorías, porque al final “cada cual” se convierte “en todos” y, en consecuencia, en la sociedad que somos.

En ese camino – empeño de lograr una nación mejor y atajar problemas vitalicios, nace la Resolución 54/2018 del Ministerio de Comercio Interior, que compila y da fuerza legal a las políticas proteccionistas del consumidor para, en primer lugar, defender sus derechos y no dejar que un mudo libro de quejas y sugerencias, “una conversadita” con la administración o un lamento en voz alta – pero no en el lugar correcto- se encargue de ello.

Hasta ahora esas alternativas o modos de asumir el asunto, no resolvieron nada. Mejor suerte tampoco  correrá el nuevo documento encargado de organizar, y encaminar, las veredas del servicio público hacia un mismo camino, si el consumidor no empieza por respetarse a sí mismo y, sintiéndose víctima, no denuncia, reclama, alerta, exige. O asume actitudes fatalistas y contemplativas ante lo mal hecho, “por no coger lucha” y pensar tácitamente que el mal servicio “no lo arregla nadie”.

Del otro lado del mostrador anda la contraparte, que bien conoce cuáles son sus deberes ante el cliente y los viola – no creo que por falta de cultura o desconocimiento del buen servir-, sino porque las carencias materiales parecen haber creado un efecto bumerán, apuntalado en la falta de control y ética, como esa des – ética que lacera y sostiene “la otra lucha” porque “la cosa está mala”.

Indisciplinas arraigadas para multiplicar el insaboreable acto de adquirir un servicio, donde quizás el pecado mayor esté en la no correspondencia entre la calidad del producto y su precio, el cual parte desde el suministrador, crece con los distribuidores y se legaliza como usurpador de derecho en esa unidad administrativa que lo acepta, con el riesgo de que a partir de este primero de junio cargue con toda la culpa, ante cualquier justa reclamación de un usuario, cliente o consumidor, según sea el caso y la categoría del demandante.

Por eso a esta altura de tantas esquinas rotas, siento que nadie puede estar ajeno a este bienvenido proceder que llega para ordenar una imagen por doquier quebrada. Los que sirven lo hacen mal y los servidos lo aceptan, parapetados en falsos conceptos de actuación ciudadana, una  negra tendencia arraigada en la crisis del período especial que, seguro, hace más daño que el silencio, cómplice por demás.

Si bien se sabe que “porque sí” la Resolución no hará llover la excelencia ni la cultura del detalle, no es ocioso que cada cual haga catarsis de su responsabilidad y la apoye desde el pensamiento consciente, pues sancionar no es la meta y menos diluir la dinámica de comercios y unidades gastronómicas.

Lo correcto creo es acabar con la falsa moral, las indisciplinas corruptas, el abuso explícito y todo cuando dañe el verdadero concepto de una sociedad próspera y sostenible. Pero para eso hay que coger lucha, luchar y ser transparente, detrás o delante de cualquier mostrador.

Urgencias cotidianas

Urgencias cotidianas

 

Por Graciela Guerrero Garay      Foto: Reynaldo López Peña

Las guaguas mejoran, al menos eso comentan quienes coinciden conmigo en las mañanas, en la parada frente al campus Lenin de la Universidad. Algunos “coco-taxis” paran ante las señas de los transeúntes y alivian las tensiones del apuro, a pesar de existir opiniones sobre los precios, que no siempre son los mismos en idénticos trayectos. En fin, la movilidad interna de esta capital ya rompió la inercia de las largas esperas y las nuevas rutas 3, 4, 5, 8 y 9, son aplaudidas.

Sin embargo, no hay encomios para el arreglo de calles y avenidas, aunque se reconoce que muchas recibieron desde fines del 2017 a la fecha, “una manito de asfalto”. Pero las quejas sobre el particular se centran, en mayoría, sobre el mal estado que por años mantiene la avenida Carlos J. Finlay.

Ahora llueve y los estados de opinión remarcan sobre un reclamo reiterado en las reuniones de rendición de cuentas del Consejo Popular 18, “porque coger la guagua ni se puede. Esta vía es de amplia circulación, mucha gente la camina y jamás la terminaron. Frente a las paradas es terrible, y aquí vienen muchos ancianos con bastones que van o regresan del hospital”.

Así dice una señora entre la prisa por abordar la ruta 6, prácticamente detenida en medio de la vía en gesto solidario del conductor hacia los pasajeros. El agua estancada no deja comentario. Escampa, y los charcos siguen ahí un tiempo después, a merced de si la lluvia vuelve o los seca el sol.

La feria agropecuaria de los domingos ya no es tan abundante como otrora, pero las madrugadas para coger los turnos – o venderlos- se mantienen. Indistintamente, los inquilinos de los edificios multifamiliares cercanos al conocido mercado Leningrado coinciden en que a las 8: 00 de la mañana se ha terminado la mayoría de los productos, sobre todo los cárnicos, la galleta, los dulces y los embutidos.

Doris Hernández tiene una experiencia parecida con la venta de helados en el Parque de la Revolución 26 de Julio. Asegura esta tunera que: “llego a las seis de la mañana, paso por donde montan la heladería y la tablilla tiene variedades de sabores, pero cuando regreso de comprar las viandas, o ya se acabó o queda un solo sabor; ah, pero la lista no la quitan y todavía no son las ocho ni tampoco hay mucha gente. No creo que traigan tan pocas tinas, pues a esa hora no todo el mundo toma helado y nunca he visto una cola grande”.

Otras apreciaciones que marcan las urgencias cotidianas de quienes, tras el trabajo, deben asumir la jornada doméstica son los casi habituales faltantes de las carnicerías. Muy pocas veces el pollo, por ejemplo,  viene completo. Las dietas para enfermos, al menos en la carnecería de la bodega Leningrado, la distribuyen el martes y el miércoles, a las 11: 00 a.m., se vencen. Juan Díaz no se explica cómo es tan poco tiempo si hay refrigeración, además de que la pierdes.

Es un asunto de muchas preguntas sueltas: ¿Vuelven a su destino originario estas cuotas? ¿Hay control de cuántos consumidores dejan de adquirirla? ¿Se piensa cuánto se escapa a la economía, si el camión de distribución tiene que volver dos veces con la misma mercancía? ¿Los horarios de servicio de bodegas y carnicerías están diseñados para los trabajadores o…? Una lista que tiene mucho más que indagar y resolver.

Cotidianas inquietudes que llevan los comunitarios de una zona populosamente poblada, pero urgencias de muchos por encima del imaginario citadino. Una asignatura pendiente en el mapa de la responsabilidad individual y colectiva. Un reto desde sectores donde el detalle cuenta, si no se quiere que vivir en un círculo cerrado a la mínima señal de eficiencia, bienestar social y economía solvente. Hoy se impone trabajar muchísimo más, y pensar también, yo diría el doble.   

La idoneidad no es un capricho

La idoneidad no es un capricho

 

 

Por Graciela Guerrero Garay    Foto: Internet

Marcia mira otra vez el reloj. Debía sacar un turno en la oficina de trámites para consultar al jurídico. Madrugó e hizo el dos en la cola. A las ocho de la mañana, cuando abrieron, pensó que estaría una hora después en su centro de trabajo. También por ella esperaban clientes. 

Estaba intranquila y la señora que iba delante le cedió el lugar. Veinte minutos más tarde apareció la recepcionista.  Frente al buró, ignorada por completo, le resultó infinita la conversación telefónica de quien, se suponía, debía atenderla con cortesía y rapidez.

¿Usted desea algo?, dígame. Por fin, a las nueve y veinte se percata de su presencia. Parecía increíble escuchar esa pregunta y a esa hora. Cuando creyó que la pesadilla terminaba, retumbó el tiro de gracia: “hoy no se dan los turnos para el jurídico, tiene que venir el jueves”.

La presión arterial iba a matarla. Era mejor no hablar. Agradeció a su compañera de cola y salió como un bólido. Perdió casi la mañana de trabajo por gusto y tenía que volver. Por culpa “de la culpa” otras personas también podían quejarse de maltrato.

No imito un cuento de  Franz Kafka ni recreo una saga de “Fábulas”, de Bill Willingham. Simplemente, es una vivencia cotidiana, muy común entre la burocracia y la no idoneidad. Quizás moraleja perfecta para quienes piensan, sobre todo al momento de cubrir una plaza, que en los mal llamados perfiles bajos –nada tienen que ver con tal concepto- se puede contratar a cualquiera, al margen de personalidad, carisma, presencia física y cultura general.

Pongo junto a las recepcionistas a las secretarias, jefes de despacho, porteros, dependientes, auxiliares de limpieza, oficinistas, relacionistas públicos, personal de servicio, taquilleros… en fin, cada ser humano que interactúe con los demás, por muy reducido que sea el tiempo y secundaria su función.

Esos trabajadores deberían ser muy idóneos para asumir sus puestos, además de hasta someterlos a test psicométricos, exámenes de aptitud y validaciones que brinden ciertas señales a los empleadores sobre sus desenvolvimientos labores futuros. Tal vez así se eliminarían de facto los libros de quejas y sugerencias, dejaran de violarse con una frecuencia irracional los derechos del consumidor o cliente, según el caso, y hasta los excesivos precios fueran tolerados mejor ante el buen trato y servicio.

Irrita que se convierta en burla cuanto slogan anuncia la preferencia que tiene la ciudadanía en todas las instituciones y entidades nuestras, a las que al menos una vez debemos recurrir a resolver los problemas personales o sociales. Molesta, desgasta y resta credibilidad corporativa el peloteo, la falta de información y la desatención in situ cuando ellas mismas ponen las reglas y no queda otra alternativa que cumplirlas.

Trabajar trasciende por encima del empleo en cuestión, más en determinados lugares de gran impacto social. La idoneidad no es un capricho, ni la cultura del detalle ni la excelencia tampoco. Esos indicadores, en el camino de un socialismo próspero y sostenible, deben estar en la balanza de medir la eficacia y la eficiencia. No todo pueden ser números y supuestos contables.

Marcia no es un caso aislado. A cientos de personas le sucede, en los “cientos” de esferas donde se prestan bienes públicos. La burocracia, el maltrato y la presentación desmedida de documentos para realizar cualquier trámite, carcomen. Hora es de poner un cortafuego a la indolencia…nadie se explica por qué llueve sobre lo mojado.

Hacer más para que los SAF no empañen su brillo

Hacer más para que los SAF no empañen su brillo

 

Por Graciela Guerrero Garay      Foto: Tomada de la Web

Los Sistemas de Atención a la Familia (SAF) o lo comedores donde en esta capital se benefician 719 comensales, adolecen de dificultades que pudieron ser resueltas sin crear malestar en sus asociados, de no haberse descuidado el control y la exigencia vinculada con el sentido de prioridad que tiene la distribución en los mismos.

A estos lugares, pertenecientes al sector de la Gastronomía, asisten personas de bajos ingresos o categorizadas como casos sociales, muchos de los cuales son ancianos, para los cuales se concibió este tipo de servicio con el objetivo de que recibieran una alimentación balanceada y asequible a sus condiciones específicas.

Sin embargo, se supo que en varios de ellos hay desabastecimiento de viandas, ensaladas y variedad en el menú, como es el caso de “El Diamante”, “La Oferta”, “La Industrial”, “La Barca de Oro” y “Los Patios”.

Igualmente la mala calidad y el poco gramaje de los productos elaborados son otros señalamientos que hicieron sus comensales, durante la trasmisión del programa de participación ciudadana “Latir del Pueblo”, donde se reclamó de la dirección municipal de Gastronomía revisar el cumplimiento de las normas y la atención que se brinda a la población, en los 15 establecimientos de este tipo existentes en la ciudad de Las Tunas.

Ariel Santana Santiesteban, miembro del Comité Central y primer Secretario del Partido en Las Tunas, al reflexionar sobre este sensible asunto constató la debilidad y la ineficiencia de los cuadros encargados del control de esa actividad, un sistema alternativo de la Revolución para atender a quienes tienen limitaciones objetivas de garantizarse el sustento en las restantes unidades de la red gastronómica.

Si bien el análisis enfocó el trabajo a prestarle un seguimiento más profundo y sistemático a los SAF, se corroboró que la mayoría de las quejas se originan allí donde no se trabaja bien y se violan, por algún recodo, los principios de ejemplaridad que establece el Código de Ética cuando se asumen cargos que inciden directamente sobre el bienestar de la ciudadanía.

 

La interminable historia del pan (+ Audio)

La interminable historia del pan (+ Audio)

 

 

Por Graciela Guerrero Garay        Foto: Tiempo 21   

No hay que tocar puertas ajenas ni salir, grabadora en mano, a buscar criterios de los consumidores sobre la calidad del pan porque, sin violar la regla de la imparcialidad que debe primar en un trabajo periodístico, cada día somos testigos de los vaivenes que muestra la elaboración de un alimento imprescindible en la dieta básica, sobre todo de niños y adultos mayores.

Por años,  las actas de las reuniones de Rendición de Cuentas del Delegado a sus electores dan fe de no ser un fenómeno ni nuevo ni esporádico. Tampoco se hace creíble el argumento de la mala calidad de la harina, de no ser que se acepte – por demostración diaria – que la destinada al consumo del pueblo es “la peor de todas”, pues en las restantes unidades que ofertan este producto, tanto en moneda nacional como convertible, es  otro pan: fresco, sin moho blanco ni acidez, más duradero y de textura suave y bien horneado.

Aunque la cadena del pan no es la responsable de las panaderías adjuntas a las bodegas, los clientes no asimilan tal diferencia y, al decir del octogenario Ramiro Luacez, se cumple el refrán de que “lo barato cuesta caro, pues las más de las veces, si viene tarde, van directo al salcocho”. En las opiniones emitidas a través del programa Latir del Pueblo, siempre que se analizan los servicios básicos a la población, son recurrentes las quejas en esta ciudad y los municipios.

La edición del 3 de febrero, por ejemplo, reconocía que este asunto es uno de los que genera más insatisfacciones entre los oyentes, por el notable contraste en su elaboración entre una panadería y otra, incluso el que se vende liberado en mostrador. Para el tecnólogo de la Empresa provincial de la Industria Alimentaria Ubelis Hidalgo Gómez – entrevistado por el espacio radial -  no se vislumbra a corto plazo una solución.

Sus razones giran en la baja calidad de la harina que llega a la provincia, a pesar de las reclamaciones realizadas a instancias nacionales sobre el particular. Sin embargo, María del Carmen Concepción, Ministra del sector, en una visita a Las Tunas – señala la reportera Yaiselín Palmas -, aseguró que este vitalicio problema tiene mucho que ver con las indisciplinas de los panaderos y no con la materia prima.

Por ahí andan los derroteros del pan de cada día, a pesar de que según directivos del sector se aplicaron 121 medidas disciplinarias en el último trimestre del 2017, se cambió el horario de permanencia de los administradores en sus unidades, fortalecieron los sistemas de control y trabajan con el capital humano, así como en girar el reloj, para que las sanciones detengan la tendencia de sancionar a los trabajadores y no a quienes tienen responsabilidad en que el alimento cumpla las normas de gramaje, sabor y texturas correctos.

Lo cierto es que cuando febrero corre hacia sus finales, el panorama se mantiene en mayor o menor grado en estos mostradores donde, desde las primeras horas del amanecer, los tuneros van a comprar lo que por derecho deben recibir con satisfacción, para que el breve y rápido desayuno no sea un ritual de muecas.

En las palabras de Yusel Barea está la certeza de que todavía no se acaba de moldear el pan ni esta interminable historia, a la cual el pueblo quiere ponerle punto y final para siempre.  

CRITERIO: Hay fichas sueltas en la higiene local

CRITERIO: Hay fichas sueltas en la higiene local

 

 

Por Graciela Guerrero Garay      Fotos: María de los Ángeles

Nadie puede negar los cientos de recursos, humanos y materiales, que por largos años se invierten para contrarrestar la proliferación del mosquito Aedes Aegypti y controlar los focos generadores de los virus del dengue, el zika y la chikungunya. Sin embargo, todavía arrastramos las consecuencias del incremento de estos vectores.

Ajenos no estamos a los ciclos de fumigación que, según las incidencias, se intensifican en los barrios donde se detectan pacientes con síntomas de las enfermedades. O la continuidad de los mismos de forma regular por las comunidades, así como el control sanitario de las reservas de agua en las casas, escuelas y centros de trabajo.

Tampoco podemos ignorar la labor de las Brigadas antivectoriales, a las cuales les sorprende la noche a la espera de los inquilinos de las viviendas cerradas. Y de los especialistas de la Salud, en las pesquisas masivas y puntuales, solo se puede decir que el esfuerzo es loable.

Sin embargo, en medio de tanta entrega – que incluye refuerzos y apoyo de otros municipios, en el caso de esta capital- resulta totalmente incongruente que un recorrido por los barrios  ponga ante los ojos de esta reportera, residentes y visitantes un panorama desagradable y, en términos bélicos, signifique una bomba de tiempo para fabricar mosquitos, ratones, cucarachas, gusanos y cuanta bacteria puedan existir en esos residuales que desbordan los “yeyos”, sobre todo al filo de la tarde.

Varios lectores del Consejo Popular 18 se acercaron a dar quejas por la situación de la recogida de basura, fundamentalmente en los depósitos ubicados entre los edificios multifamiliares y el “pegadito” al seminternado Rafael Martínez. Lo mismo hicieron con el desbordamiento de las fosas, los salideros de agua y el enyerbamiento de los espacios circundantes (donde hay también papeles, nylon y latas “prisioneros” para ponerlos más feos).

Al conversar con el Delegado Ricardo Romero Drake indicó que ya había alertado de la situación al director de Servicios Comunales, pero todo seguí ahí y es una situación que perdura más allá de los riesgos y el tiempo permisible, como la limpieza de los registros de aguas albañales, los cuales sin dudas necesitan de una atención especializada, quizás constructiva, pues consta que el carro los evacua y la tranquilidad ciudadana dura poco.

Migdalia Betancourt, residente en el edificio 39, señaló que tiene ratoncitos pequeños en su escaparate “y vienen de la calle”. Ella reside en el edificio 39 de ese mismo Consejo. Lectores de otros repartos – Buena Vista, Río Potrero, Aeropuerto, Alturas de Buena Vista – notifican que la situación de la recogida de basura mejora unos días y, luego, vuelven a llenarse los depósitos por todos lados. En una palabra, la higienización integral de esta capital urge miradas profundas, reordenamiento de los horarios de recogidas y hasta estudios tácticos según la situación de reincidencia o prevalencia de la aparición de focos y pacientes enfermos.

Es un tema recurrente, donde la falta de recursos mutila la eficiencia de los organismos responsables, pero no debe ser el stop para que se opaque la abnegada entrega del MINSAP. Tampoco puede ser el escape “justificado” de los gastos económicos que se invierten para asumir las campañas y mantener el control de los vectores.  Si vamos a fajarnos con el Aedes hay que hacerlo desde todas partes. Si entran a las casas es porque vienen de “afuera”.

Hay quienes todavía no cumplen las orientaciones y se resisten a comprender que son las víctimas más vulnerables de las peligrosas picadas, pero si caminamos por los barrios no hay otra pregunta más razonable: cómo no van a vivir a su libre vuelo.  A las piezas sueltas de la higiene urbana hay que cerrarle el dominó. 

Criterio: ¿El reto de lo imposible?

Criterio: ¿El reto de lo imposible?

 

Por Graciela Guerrero Garay

El hombre, evidentemente ebrio, lanzó la botella de cerveza y llenó de vidrios rotos la calle Vicente García, casi en la esquina con Julián Santana. Eran las tres de la tarde del sábado 14 de octubre. No ocurrió nada más que el asombro silencioso de quienes, a esa hora, transitaban por allí y fueron testigos del hecho. Ninguno de los que acompañaban al comisor se movió del grupo. Los hirientes cristales quedaron a la espera de la posible víctima.

Pensé en Silvio Rodríguez y su “ojalá pase algo que te borre de pronto…”, porque el tema de las indisciplinas sociales necesita con urgencia “una luz cegadora” y “un disparo”, pero no exactamente de nieve. El “cántaro” va muchas veces a la fuente y no se rompe. Es como si viviéramos en una sociedad salvaje, sin normas ni leyes.

Cada quien hace cualquier cosa donde le parece, desde orinar detrás de un árbol hasta ir contra el tránsito. Los días festivos sirven para guiones de películas de terror como comedias, todo es directamente proporcional a la catadura moral de individuos o grupos, o la gran “ideota” que se les ocurra sin distingos de edades ni sexos.

Lamentablemente siempre hay jóvenes implicados en los desórdenes callejeros, marcados por griterías que hacen saltar de la cama a un vecindario. Al estilo del oeste del siglo XIX, resaltan las competencias de los cocheros, a quienes no les basta llenar las avenidas de estiércol, violar las tarifas establecidas, aprovecharse de las prisas cotidianas, lastimar a los caballos y llevar más pasajeros de lo permitido. Los fines de semana es cuando es, al calor de las programaciones recreativas.

Unas veces más y otras menos, las violaciones al orden público son recurrentes y parecen un mal sin remedio que irrespetan, incluso, la presencia de los agentes de la Policía Nacional Revolucionaria porque la violencia verbal o la agresión suceden en cualquier sitio. Ya son visibles hasta las trifulcas en los ómnibus locales.

Muchos achacan estas manifestaciones a la pérdida de valores. Sin embargo, la tolerancia y la complacencia, in crescendo en las últimas décadas, lleva su parte de culpa en estas conductas sociales. Sucede lo mismo que con el silencio – o la no denuncia- que nos convierte en cómplices y, a la postre, también en responsables indirectos de cuanto acontece, al tiempo que les “otorgamos” impunidad a los transgresores y se corre el riesgo  de que se envalentonen y campeen por su respeto.

 

La mala hierba se arranca de raíz. Urgen leyes que miren la sociedad a la altura de la realidad presente y tipifiquen, desde el Derecho, los delitos y las indisciplinas que laceran la tranquilidad y seguridad ciudadana.  Hay que enseñar a respetar los espacios comunes, públicos, privados, desde las salas de los tribunales si es preciso.

La evidencia dice que la persuasión, las campañas de propaganda y publicidad y el abordaje del tema en diferentes plataformas de análisis, incluidas las reuniones barriales y oficiales, no traen de vuelta los resultados esperados. Al contrario, cada vez son más fuertes las manifestaciones de las partes blandas de este asunto y, quizás lo más inquietante, es que hasta los niños dan señales de haber perdido la cordura.

El grado de instrucción y el acceso a la escolarización, masiva y gratuita, no significa de por sí que seamos cultos y educados. Todavía falta mucho para acuñar esas virtudes en el día a día, un filtro donde la práctica habla y anula normas, procedimientos, voluntades y políticas. Las indisciplinas sociales nos golpean y, a veces, ante tanta contemplación individual, colectiva y legislativa me pregunto si será un mal sin remedio.

 

 

Criterio: Más que indisciplina, es delito

Criterio: Más que indisciplina, es delito

 

 

Por Graciela Guerrero Garay      Foto: Periodico 26

Que los “bandoleros” andan sueltos lo sabemos todos. Lamentablemente, el irrespeto a la propiedad estatal y privada forma parte de la vida diaria y, si bien tiene el rechazo colectivo, no siempre el rigor de la ley ayuda a que interioricen la magnitud del delito y la degradación moral que significa. Una multa, a veces mínima, no endereza una mente y un corazón torcidos.

No hace mucho, más de una familia fue víctima del robo de los breaker eléctricos en una decena de edificios multifamiliares del reparto Santos, aunque no dudo que el hecho aconteciera en otras zonas residenciales de la ciudad de Las Tunas. Los afectados, en el caso del ubicado en la avenida Primero de Enero, hicieron la denuncia y escaparon. En un segundo intento en el mismo lugar no lograron su objetivo, pero volvieron a salir airosos.

La respuesta de los agentes de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) fue inmediata. Sin embargo, entre el claroscuro de la noche lograron disimular incluso ante los ojos de los perjudicados. Y es que el ladrón, por lo general, pone cara de ángel y se cree infalible, muchas veces porque conoce que por temor a represalias algunos optan por no delatarlo.

Hay casos para novelar. Un amigo me contó que uno de sus inquilinos, oficialmente registrado en el libro de control establecido para los arrendatarios en moneda nacional, le hurtó varios enseres de la habitación alquilada. Por supuesto, el “caco” se puso las esposas solito, pero esta realidad tiene tela para sacar conclusiones. Tenemos que estar alertas.

Los hechos publicados sobre la apertura de 35 procesos penales por delitos relacionados con el huracán Irma no merecen comentarios. Sencillamente, dejan un mensaje bien claro: hay que denunciar y ser más severos en la aplicación de las sanciones. Varios lectores me cuentan de fechorías detestables que recibieron castigos benévolos.

El tema va más allá de “atajar” las indisciplinas sociales. A mi juicio, se trata de aplastar desde el barrio y hasta el nivel más alto la mínima manifestación de amenaza a la tranquilidad ciudadana y apoyar, con fuerza moral y logística, a los agentes del orden, porque sucede que en no pocas ocasiones se hace la denuncia y cuando llegan al lugar, quienes piden el auxilio se retractan. O que la PNR no tiene los carros de patrullaje necesarios para dar cobertura, aunque sea de rutina, a todas las áreas urbanas y rurales, un pedido sistemático de la población.

Recuerdos desagradables, incluso con violencia, marcan cicatrices en la mente y el corazón de muchas personas por la catadura inmoral de un grupo de individuos que ha demostrado, a todas luces, que su fin es lo único importante. El silencio hace cómplice, no lo olvide.

Para estos burdos pilluelos no hay objeto de menosprecio. El robo en cadena de los breaker de los edificios multifamiliares es una evidencia tangible. Resulta imprescindible incrementar la vigilancia en la cuadra y denunciar a la menor sospecha de “algo anormal”.

El falso mito de “para qué complicarse, si la policía no viene” huele a excusa contemplativa y suena pariente cercana de esa otra muy dañina frase: ¡qué va, no vale la pena coger lucha! Nadie como las potenciales víctimas – nosotros- deben poner en el ruedo de la justicia el problema y demostrarles a estos ladronzuelos que, por las cuatro esquinas, están cercados.

Lo demás es no darle el pan en las manos. Exigir que se proceda como establece la ley y ésta ponerse a tono con los comportamientos “humanos” del convulso siglo XXI. Nada que ver la indisciplina social con el delito. La frecuencia y los casos específicos de robos deben tener un espacio recio y propio en el código penal. A tiempo, ya es tiempo.

 

Criterio: Veranear con la cordura de todo lo posible

Criterio: Veranear con la cordura de todo lo posible

 

Por Graciela Guerrero Garay        Foto: 26 Digital

Quizás el refrán más “pegao” al verano sea “para gustos se han hecho los colores”, por aquello de que cada quien busca la manera de pasarlo a su “aire” a pesar de los inconvenientes, aunque sean tan cotidianos como los del otoño. Ya agosto arrancó las primeras hojas del almanaque y, por suerte, los tuneros confiesan sentirse bien, sobre todo por las nuevas obras de bien público inauguradas para saludar el 26 de Julio en esta capital, Balcón del Oriente Cubano.

Los pequeños y sus padres agradecen que después de varios años el esplendor regrese al Parque de Diversiones, marcado por la rotura de la mayoría de sus equipos y la inestabilidad de las ofertas gastronómicas. Otros aplauden las transformaciones, confort y precios de La Fonda, donde otrora estaba La Cubana vestida de cenicienta.

El transporte a la playa y la circulación de las “guaguas grandes” – en el argot popular-, junto a las Dianas también reciben parabienes estivales, así como las opciones en los balnearios portopadrenses y la llegada de la electricidad a los moradores de El Socucho.

Por el Reparto Santos, los vecinos más distantes del área del complejo gastronómico – cultural El Tanque de Buenavista agradecen las facilidades que tienen ahora con la zona wifi ubicada en los alrededores de la escuela Tony Alomá, donde existen numerosos edificios multifamiliares y la población juvenil es prominente. El beneficio abarca incluso a la comunidad de San José, cuyos moradores no están obligados ahora a caminar un kilómetro o más para recibir el servicio de ETECSA.

La programación prevista en las áreas recreativas se cumple y los niveles de satisfacción son positivos según un sondeo aleatorio que, en días alternos de la semana, realizamos por varios puntos de la ciudad, aunque el tema de los precios en los aparatos artesanales – los conocidos cachivaches – se mantienen altos para el bolsillo común de los padres, más cuando los niños no se conforman con una o dos vueltas y no entienden que la estrechez económica frustra el más sencillo de los paseos.

A pesar de que el calor y el sol abrazan sin piedad hasta las sombras, los tuneros sugieren un hormiguero de personas felices que disfrutan sus vacaciones en una ciudad más moderna y llamativa, en lugares que hasta hoy eran únicamente motivo de quejas o recuerdos grises, tal como sucede con la reanimación del entorno de la Terminal de Ómnibus  Nacionales, la cual dentro de poco cambiará su locación y el proyecto augura mejoras integradas para la transportación de pasajeros y el estado emocional de los mismos.

El verano sube su camino final y se define entre los gustos y colores personales al momento de decidir cómo disfrutarlo en familia, amigos o en solitario. Puede que en ello esté el equilibrio de esos buenos aires de las vacaciones masivas del 2017 y los sabores nuevos y agradables que encuentra la mayoría, amén de que la vida cotidiana se marque por la violencia climática y barrio adentro algunos sientan el peso del aburrimiento.

Al margen de cualquier carga negativa y esos acostumbrados “imprevistos” que habitualmente nos tuercen el camino en los centros de servicio, ocio y entretenimiento – incluida la televisión (plato fuerte para muchos)-, los meses estivales por aquí marchan mejor y se nota ese esfuerzo estatal por hacerlo más asequible al tunero de a pie. O lo que es igual, a ese trabajador o estudiante que suda el presente y el futuro nuestros con proezas inimaginables y merece, en consecuencia, un verdadero descanso.

Agosto empieza el conteo regresivo. Esperamos, pues, que en asuntos de incrementar propuestas, acercarlas más al bolsillo del pueblo y borrar agravios donde sucedan deben ser las estrategias prácticas. La temporada estival es una sola y tener un descanso necesario y feliz no es un lujo. Es una cuestión de salud emocional y física, garantías para el rendimiento laboral que necesita la economía y el precepto de hacer un socialismo próspero y sostenible.

 

 

 

 

 

La guerra contra el odioso sigue, pero…

La guerra contra el odioso sigue, pero…

 

Por Graciela Guerrero Garay                   Foto: Tiempo 21

Volvió la fumigación, necesaria desde cualquier ventana de análisis. Quizás cada vez con mayor urgencia, pues el calor nos agarra fuerte y la lluvia, aunque insuficiente y vital para un territorio ya históricamente seco, se acumula en zanjas, ríos, cañadas y canales que bordean y atraviesan la ciudad, no siempre vestida con trajes limpios.

Sin embargo, la nueva inversión de recursos financieros y humanos está expuesta a no rendir lo necesario y quedarse por debajo de su misión esencial: erradicar la proliferación del Aedes aegypti, si la campaña no se asume de manera integral e integrada. Si se fumigan las casas y patios pero la hierba, de solares yermos y alrededores de los edificios multifamiliares – con amplia concentración de población- no se elimina, ahí van a esconderse los odiosos, significado de la palabra griega aedes, que es un género de mosquito culícido frecuente en todo el mundo, sobre todo en áreas tropicales y subtropicales.

Los ciclos de fumigación actuales, donde apoyan unos 230 efectivos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), cumplen rigurosamente los programas establecidos en cada Consejo Popular. Empero, en medio de la fumigación, la revisión y control de las aguas almacenadas con químicos como el Bactivec, se detectan nuevos focos en las viviendas, azoteas y  lugares abiertos como parques y patios.

Estas señales apuntan a dar por hecho que el asunto no es fumigar casa adentro, sino sanear la ciudad con chapeas masivas y aplicar, hasta donde los recursos lo permitan, la fumigación móvil por los barrios. Todavía hay lugares donde los escombros que dejó la tormenta local severa del mes de abril no se recogen, fundamentalmente ramas de árboles. 

Justo para prevenir la llegada de los fatales virus se retoman las acciones sanitarias, en momentos donde es imprescindible reducir casi a cero las condiciones que favorezcan la reproducción de los vectores. De ahí que el llamado a la cooperación de todos no sea una consigna temporal, sino un reclamo para que aflore la responsabilidad individual y colectiva.

La provincia asume la campaña con los índices de focalidad más bajos de los últimos cinco años, y  a más de 200 mil locales se les da tratamiento focal, incluido el adulticida. Sin embargo, hay detalles que pueden malograr las gigantescas inversiones puestas en ruedo para combatir/prevenir las virosis que produce el aedes aegypti, como es el crecimiento de la hierba en patios, solares yermos y áreas circundantes de las empresas.

Servicios Comunales está emplazado, más que nadie, a garantizar la chapea de estas áreas “sin dueños”, más cuando las medidas aplicadas para eliminar las ilegalidades, en las partes traseras de los edificios, han convertido a los patios en zonas comunes y muy pocos se ocupan de limpiarlos como hacían cuando se sentían los dueños.

La campaña por la vida y la salud colectiva vuelve a mover las rutinas comunitarias. Trabajar con conceptos integrados es la mejor manera de enfrentar esta guerra, a un vector que no distingue a nadie y si pica infectado puede matar. Vale repensar la estrategia aplicada hasta hoy para minimizar las partes blandas.

 

 

 

 

¿¡¡¡La farmacia…!!!?

¿¡¡¡La farmacia…!!!?

 

 

Por Graciela Guerrero Garay         Foto: WEB

Las farmacias son como los mercados, la mayor parte del tiempo llenas de personas y, el día que sacan medicamentos, comparables con las ferias de domingo. Recurrir a ellas puede ser la nota “traumática” en la agenda personal de cualquiera.

No siempre es el maltrato quien provoca malestar en los clientes, usuarios o consumidores – a esta altura de las reglas del servicio, cambiamos de categoría según el lugar o los términos de quien oferta o sea el “dueño”-. Tampoco la demora por los trámites requeridos para hacer el “tarjetón”, o si a quien le toca es un domicilio que viene a comprar las íntimas de más de 14 libretas desesperan detrás del mostrador.

El tema tiene espinas, demostrativas de que el trabajo en los dispensarios requiere análisis prácticos, realistas y profundos, más cuando la ubicación de los mismos se corresponde con un número X de consultorios, es decir, la gente de La Victoria debe comprar en su zona y salvo situaciones peculiares, se le vende en otro lugar. O sea, sus locaciones responden al sentido de acercar la farmacia a la comunidad, un reclamo de los electores en las rendiciones de cuenta y materializado, por ejemplo, con la Leningrado, en el Consejo Popular 18 de esta ciudad.

Los horarios fueron extendidos, pero las colas no acaban, incluso de noche. La falta de medicamentos y el acaparamiento parecen ser el leitmotiv, pues inexplicablemente a pocas horas de empezar el nuevo ciclo de venta “el se acabó o no hay” sucede con demasiada frecuencia con los analgésicos, antitamínicos, cremas, diuréticos, antiparasitarios, sedantes… y puede extenderse a cualquier producto de hasta los registrados en el tarjetón.

El déficit de medicinas es objetivo. En los medios nacionales es noticia en la medida que las quejas llegan de todo el país, lo mismo que el asunto de las ventas por la calle, tratado hace muy poco en La Habana  por el Ministro de Salud Pública, Roberto Morales, quien llamó a estos trabajadores a rescatar la dignidad de los servicios y la honradez del gremio. Las Tunas no está ajena a ese mal.

Sin embargo, tan urgente y necesario de mirar con garganta profunda es igual el tema del vencimiento de las recetas médicas, válidas solo por una semana para los antibióticos y antiparasitarios, y un mes para los restantes. ¿Es coherente sostener esa regulación cuando la falta de medicinas es real y no siempre tiene solución en siete días ni en un mes? ¿El gasto de recursos como papel, modelos, tinta y demás la justifica en los momentos actuales?

Si le sumamos el hecho de la cantidad de pacientes que, por una simple receta, tiene que dirigirse, esperar e interferir el ritmo de trabajo de los consultorios y, por consiguiente, el tiempo de atención de los galenos, es elemental sopesar una medida que no tiene fundamento lógico, máxime cuando varios de esos fármacos aparecen en la lista de “está en falta”.

Organizar el trabajo, sobre todo, en los cambios de turno, para evitar una espera tediosa en tiempos de prisa y con una población envejecida y con limitaciones físicas –que no tiene en la mayoría de las farmacias ni donde sentarse, ni ventilación adecuada, ni bebederos– es un imperativo. Quizás no sea ocioso poner un listado de los medicamentos existentes en las afueras de estos locales. Se acabarían muchas interrupciones a nivel de mostrador.

Y puede, quizás, que resulte una inversión más coherente imprimir sueltos que informen dónde existe la medicina que se busca o cuál faltará por tiempo ilimitado, pues no siempre en las farmacias está clara esta realidad y, si lo solicita el enfermo, deben llamar por teléfono, cosa que muy raras veces se logra en el primer intento. O distribuir con más racionalidad, porque cada área de salud conoce las patologías y tiene control de sus pacientes.

Muchos se preguntan por qué en las farmacias de la Calle 7, en Buena Vista, o la del edificio 12 Plantas duran los medicamentos, en tanto se esfuman en la “Camilo Cienfuegos” o el “Leningrado”, por ejemplo, pero esta situación se da con todas y todo apunta a que se abastece sin tener en cuenta la demanda específica de las comunidades a las cuales se tributa.

Se trata sí, de mirar con pie en tierra este servicio, hacerlo verdaderamente eficaz y poner al cliente justo en su lugar: es un enfermo, no un ciudadano cualquiera.

CRITERIO: El reto de lo imposible

CRITERIO: El reto de lo imposible

 

Por Graciela Guerrero Garay   Fotos: De la Autora

Cada vez que monto en cualquiera de las rutas de ómnibus urbanos que circulan por la ciudad especialmente la ruta 7, recuerdo el bocadillo humorístico del actor tunero Ramy referido a …quien no (…) no sabe lo que es la vida. Realmente con un calor tan “inhumano” abordar una “Diana” – mejoradas con una puerta de salida- es para no salir de casa.

Al menos, estoy convencida de que aunque multipliquen por nueve la cantidad de guaguas, la demanda siempre será superior a las capacidades reales de este servicio. Su diseño no está acorde con el fenotipo y la cultura social de los cubanos – digo igual tuneros- ¡Y por suerte observo que los super-obesos no montan con frecuencia en este medio de transporte público!

En el bregar cotidiano de un verano con vacaciones masivas para una parte importante de la población, ante la reducción del combustible y las demandas de un ahorro que debe guiarse, más que con el raciocinio, con la vergüenza de la dignidad que permita aflorar una voluntad consciente  para planificar y trabajar por el bien de todos, la actitud de mayorías deja mucho en qué pensar.

Cualquier comedia o película de terror fuera un éxito tremendo en taquilla si se filmara en bruto lo que pasa dentro de las guaguas. Ancianos con bastones y limitaciones físicas visibles a quienes muy pocos tienen la gentileza de brindarles un asiento.  Embarazadas que, la más de las veces, reciben tal cortesía de las propias mujeres pues los hombres, al parecer, son ciegos. Carteristas, broncas por un pisotón, los repudiados “repelladores”, niños y niñas que se asfixian y tampoco encuentran un ser cortés que los cargue y salve del molote… y mucho más.

En tanto, los choferes piden junto a los que “están abajo” que caminen al fondo y con buena imaginación uno siente que está en una competencia de estatuas. En fin, trasladarse hoy hacia el trabajo, al hospital, a cualquier sitio y a cualquier hora es mucho más que el tiempo de espera en las paradas, el “salvase quien pueda” para coger el ómnibus y el ejercicio a toda prueba de acrobacia y dinámica corporal. Es una demostración en vivo y a sudor de una de las indisciplinas sociales más comunes de la sobrevivencia cotidiana.

¿Solución? Difícil empeño, pues ni los “amarillos” ni los inspectores pueden evitar la alta demanda y el déficit de medios de transporte, agravada por la insensibilidad de los carros estatales de recoger voluntariamente a quienes, seres humanos como ellos, necesitan moverse para vivir el día a día. Falta de persuasión, llamados a la consciencia y hasta medidas coercitivas jamás faltaron desde el pasado siglo.

Todo sigue igual. La tolerancia a lo mal hecho es tan popular como el dulce de coco o la ausencia de palabras mágicas: buenos días, permiso, por favor, gracias… ¡Y de valores se habla por las cuatro esquinas! Ignorar que el mundo anda patas arriba y hay una lucha sin caretas entre el bien y el mal es, a mi juicio, pecar de ingenuos. Más, seguiré preguntándome dónde están las profundas herencias de humildad y fraternidad que nos legaron los abuelos.

Sin embargo, como José Martí creo en el mejoramiento humano y los buenos somos más que los malignos. Por eso, aunque las guaguas no alcancen y la gente haya perdido el sentido de ciertas normas elementales, algún mañana cercano la ternura que brota como manantial de los más pequeños tuneros y cubanos reverdecerá esas cortesías que alejan al hombre de los orangutanes, amén de los orígenes comunes. El reto de lo imposible será una realidad. Siempre las palmas estarán vivas.

CRITERIO: Rutinas…

CRITERIO: Rutinas…

Por Graciela Guerrero Garay    Fotos: De la Autora

A veces, si no las más, siento que vivo en una ciudad cansada. En mi ¿imaginario?, entre la pesadumbre del sol o la incomodidad del polvo que arrastra el viento, extraño las flores. Pienso en la sequía, pero renuncio a que este fatalismo objetivo me prive de caminar entre el éxtasis que desgranan esas multicolores plantas emisoras de alegría y amor, mientras esquivo los baches y los carros por la ausencia de aceras.

Es una suerte que todavía exista alguien empecinado en conservar a capa y espada los jardines de su casa en los barrios, donde la rutina me sabe a conformismo y apatía. O no haya muerto el galán de noche que una vecina sembró en la jardinera del edificio para cambiar los olores de la cuadra. Otras, acuño que los decisores de dar colorido a la urbanización solo piensan en los grises y el otoño y, quizás, nunca le florecieron las ideas del espiritualismo del paisaje o van de prisa entre cristales de ruedas, sin percatarse que ya no tenemos mariposas y las abejas se salvan por las campanillas silvestres.

En mis tribulaciones no puedo detener la mente y no sé como mi nieta le explicará a mis bisnietos y tataranietos que hay rosas blancas, amarillas, rojas, tulipanes, azucenas, gardenias, vicarias, siemprevivas… ¡porque cuestan tan caras (cuando hay) en el mercado! que, ante el impulso de llevarlas para armar un necesario glosario de botánica, el monedero alerta del viandero vacío, la merienda de la noche y el “plato fuerte” de la tarde.

Tampoco se si le dañaría la psiquis con llevarla hasta los puntos de venta y mostrárselas ahí, sin regalarle una a pesar de que salió bien en las pruebas y mejora la disciplina. Todo un rompecabezas donde al final la ficha perdida no aparece y dejo sin respuesta la persistente pregunta: ¿cómo se la ingeniaron mis abuelos y los abuelos de todos los abuelos para, sin tantos fertilizantes ni regadíos modernos, conseguir las semillas que nacieron en los parques, las calles, los bordillos de las carreteras, el monte y los espacios más periféricos de cualquier ciudad?

Las sombras… ¡vaya manera de encontrar la de mi misma!, pero ninguna de framboyán, laurel, algarrobo, álamo, ceiba, almendro… cuando el verano casi es el rey de todas las estaciones y anda de intruso hasta en los meses invernales.  Rutinas, las cuales presiento devienen hábitos inhóspitos para las almas más sensibles y la ciudad se adapta a sus ecos, tal como mis memorias se revelan ante la ausencia de una floresta diseñada para armonizar la vida y espantar la nostalgia.

Tal vez por eso muchas chicas no sepan cómo es la divina sensación de ser enamoradas con flores, y los chicos estén impelidos a hacer pininos en los bolsillos paternos para desarmarlos ante un posible “no tengo” y, después, correr a las tiendas a comprar un carísimo regalo, no siempre por la calidad sino por el precio.

La primavera está a las puertas y San Pedro quizás recuerde que las flores forman parte de la esperanza y el Olimpo, y las sombras son urgencias en una isla tropical y cálida, donde el oriente sabe a fuego y sus habitantes caminan y viven bajo los rayos del sol. Quizás, también, la ciudad crezca sobre estas rutinas rutinarias y vuelen mariposas y olores de belleza por sus cuatro puntos cardinales.

 

 

OPINIÓN: Precios… ¿Al borde de la lengua o el bolsillo? (1)

OPINIÓN: Precios… ¿Al borde de la lengua o el bolsillo? (1)

 

Por Graciela Guerrero Garay         Fotos de la Autora

El Estado no debe meterse en los precios, dijo el hombre mientras se detuvo menos de cinco minutos ante el mostrador de un kiosco donde el tema, entre clientes y cuentapropistas vendedores de viandas, frutas y hortalizas, se debatía y nadie encontraba equidad en los diferentes puntos de vista. Para muchos, esencialmente quienes a todas luces son intermediarios, la ley de oferta y demanda es la que debe seguir marcando el valor de los productos.

En tanto, el pueblo trabajador espera ver pronto el resultado de las orientaciones del Primer Secretario del Partido y Presidente de Cuba, General de Ejército Raúl Castro, cuando en la Asamblea Nacional del Poder Popular abordó el asunto de los altos costos de los alimentos, a partir de análisis que pusieron sobre la mesa los diputados, hecho por demás recurrente desde hace años y, en muchos casos, sin justificación objetiva porque está demostrado que cuando se quiere se puede, siempre y cuando en esta compleja cadena productor-comprador no se piense con el bolsillo y la ambición, sino en el consumidor.

Para complicar las cosas o lograr un fin siempre existen argumentos, más si se trata de ganar dinero con los sudores ajenos. Otra perogrullada que con las carencias de las últimas décadas es a estas alturas “el chupa sangre” cotidiano de ese obrero, jubilado o profesional que aporta cuanto tiene en talento, vergüenza y sacrificio para sostener de manera honrada a su familia y, ante el mostrador estatal o privado, deja el salario de un mes y se va tan lleno de necesidades alimentarias como llegó al mercado.

El campesino necesita recursos para trabajar y no los tiene – dice Ramón Ávila, quien vive en el municipio Menéndez y por asuntos de enfermedad vino con su hija a Las Tunas. Son de mala calidad y muy caros, luego si bajan un poco siguen igual de malos. Las cooperativas llevan más ventajas, pero igual incumplen con ellas. Entonces el que contrata un camión y se va al campo, con el precio de la yuca, por ejemplo, quiere sacarle ganancia a todo… al camión, la gasolina, los envases y hasta los ayudantes que lleva. Yo ahora veo esto muy complejo. No encuentro cómo.

Al asomarnos al Mercado Ideal El Serrucho y La Unión, por ejemplo, los precios igual andan por el techo. Laura Pérez compraba un paquete de galletas, según ella (yo creo igual) más pequeño que hace años atrás cuando empezaron a venderla y respondía con una pregunta: ¿Usted cree que puedo comprarlo? No, pero qué les doy de merienda a los muchachos. Al menos me sale más rentable que un pan de 10 pesos diarios. Miré una lata de puré de tomate a 140 pesos y hasta 200 y más en moneda nacional, o a 9 y pico en CUC… lo que yo gano como jubilada. ¿Hasta cuándo será esto?

Otra señora aludió que “por ahí te venden las botellas a 20.00 pesos, pero no confío en esos carretilleros pues compré una y el tomate estaba mezclado con boniato, por eso me decían que era una pasta”. Otras opiniones confirman que es un riesgo alto adquirir alimentos sin saber quién vende ni de dónde sale la mercancía, más cuando hay tantas enfermedades en el ambiente y lo consumirán los niños.

Con más o menos razones, el tema de la comida y sus precios supera la expectativa de los mercados agropecuarios estatales y privados, o si salen de la tierra o de la industria. La verdad es que este asunto requiere y abarca miradas menos epidérmicas, porque nadie pide aumentos salariales sin respaldo productivo, sino que se pague tal cual trabaja y el salario le permita cubrir sus necesidades elementales e impostergables. La economía del país y la casa lo demandan en voz alta.

OPINIÓN: Papa caliente…¡¡¡¡ Precios!!!!!!(2)

OPINIÓN: Papa caliente…¡¡¡¡ Precios!!!!!!(2)
Este martes en Las Tunas el tema y las opiniones sobre la venta de viandas, frutas, especies y hortalizas nada difiere del lunes. En la zona de los mercados estatales Leningrado y la Unión, en el reparto Santos, uno de los más habitados de la ciudad y con amplia presencia de carretilleros y kioscos, solo tres abrieron y los precios están más caros que antes de aplicar la medida. El desabastecimiento en los mercados agropecuarios estatales es evidente. Los tuneros dicen...

Por Graciela Guerrero Garay           Fotos: De la Autora

Justo el domingo pasado cuando en las llamadas Ferias Agropecuarias los tuneros encontraron mucho más bajos los precios de los productos del agro los comentarios volaron  “de contentos”, más si estos maratones de fin de semana son los únicos donde hasta ese día el pueblo podía comprar alguna cosa sin llevarse en la jaba y la boca el amargo sabor de sentirse robado, estafado y menospreciado por una ley de oferta-demanda imposible de evadir.

Cerca de 48 horas después de ponerse en práctica la nueva tarifa de venta para viandas, frutas, hortalizas y condimentos naturales (ajo, cebolla, ají, cebollino y tomate) el desabastecimiento de los mercados estatales, la ausencia de los carretilleros y los puntos de venta menguados en sus opciones y la mayoría cerrados traen de cabeza a los consumidores, quienes si bien encuentran la medida justa y necesaria ahora debaten opiniones montadas en la cuerda floja de qué pasará mañana.

Después de recorrer los mercados y placitas esta reportera fue al grano con cuentapropistas, carretilleros y trabajadores de los mercados, al tiempo que entrevistó a una veintena de clientes y tanteó el asunto vía telefónica con colegas y amigos residentes en la ciudad de Bayamo y Cabaiguán. Un criterio común resultó del sondeo: mientras el Estado no pueda mantener una oferta estable no funcionará nada. Ayer en la feria había productos, pero no en las cantidades ni variedades de las anteriores. Hoy lunes amaneció en las placitas y los mercados lo que no se vendió. Lo demás está vacío.

En una información del colega Roger Aguilera  publicada el sábado 6 de enero las opiniones no diferían mucho y hablaban de desabastecimiento “por primera vez desde que se abrió hace nueve años el mercado El Tropical, que oferta vegetales y jugos”. Mientras, un artículo de István Ojeda difundido en la edición impresa y digital de 26 llamaba la atención sobre si “¿es posible intervenir por decreto los precios en el mercado?”, y recordaba que en “las últimas dos décadas, desde el Gobierno no se ha tenido éxito diciéndoles a los vendedores particulares cuánto cobrar por sus mercaderías o servicios”.

La realidad de este inicio de semana le da la razón cuando también aludía “en medio de un contexto en el cual el sector privado y cooperativo tiene un peso importante por ejemplo en la producción de alimentos, el Estado está apostado en los últimos cinco años por una variante más inteligente: incidir de indirectamente sobre los mecanismos de conformación de los precios, como la reducción de los impuestos o fortalecer la deprimida infraestructura del sistema estatal de la agricultura”.

Encuestados como el Doctor José Luis Marañón decía que “esta situación era lógica, en tanto el Estado no mantenga en sus mercados un surtido variado y con precios asequibles a la población, que obligue a los puntos de venta e intermediarios a bajar sus ofertas”.  El Ingeniero Rafael Mancebo, por su parte, se pregunta “¿la Agricultura y Acopio están listas para poner los productos en la red mayorista y minorista? No es secreto que las producciones se podrían en los centros de acopio de las fincas y cooperativas porque no había camiones para recogerlas. Entonces, cómo harán ahora si aquí en Las Tunas lo que se vende los traían los particulares de Ciego de Ávila, Santi Spíritus y Santiago de Cuba, por decirte algunos lugares”.

Anicia Salazar y su esposo Moisés venden en un punto de venta particular todo tipo de productos del agro y siempre está bien abastecido. A las cinco de la tarde de este lunes apenas tenía unos pepinos de “tercera”, ajíes y cebollas. Una imagen que nada tiene que ver con su cotidianidad. “Esto es lo que me queda. NO entraron los camiones y dónde voy a comprar. Todo debieron dejarlo como estaba hasta tanto puedan crear los mecanismos o decirnos a qué precio vender. El resto que lo hagan cumplir los inspectores. Ahora no hay nada y la gente está más preocupada que antes. Yo no sé si podré abrir mañana”.

Gisela Pérez,  ama de casa, confiesa que “recorrí bien temprano la placita y había calabaza, boniato y unos platanitos verdines pequeños, pero yo compré el domingo. Quería plátano macho o burro y por toda esta zona de los mercados Leningrado y la Unión (ambos lugares de alta concentración de vendedores privados, tanto fijos como carretilleros) no había nada. Hasta el Mercado del Ferrocarril (uno de los más grandes de la ciudad que opera bajo oferta y demanda) estaba vacío. Creo que ni abrió, y en las placitas de Buena Vista y esos barrios de allá arriba igual había calabaza y piña, pero nada de especies ni otras viandas”.

Quizás sea muy pronto para vaticinar los efectos de esta imprescindible medida que intenta responder a viejos y justos reclamos de la población tunera, como de todo el país donde en muy pocas localidades el pueblo encuentra precios que estén al alcance de sus salarios o productos que, por su calidad y frescura, merezcan tal encarecimiento. La malanga, como dijo Librada González, a 12 pesos la libra “debe traer la carne incluida”. Empero, en el Vedado, en La Habana, una amiga me aseguró que estaba a 20 y, otra de Cabaiguán (Villa Clara) recién encontró allí la carne de cerdo a 40 pesos.

Lo cierto es que por razones previsibles, objetivas, subjetivas, reales o de cualquier índole, los mercados este lunes en Las Tunas amanecieron vacíos y brillaron por su ausencia los kioscos abiertos y los carretilleros que llenaban las calles de voces a cualquier hora del día. En Bayamo, me informó otra colega, desde el mismo domingo, su céntrica avenida también sintió la ausencia de estos parlantes humanos.

Bajar los precios es un imperativo de la economía doméstica esencialmente, porque no se trata solo de lo que se va a comer, sino de cuanto necesitan tuneros y cubanos comprar para suplir sus necesidades vitales, sin pensar en lujos ni vanidad. Los desembolsos que hay que hacer en las tiendas de mercados industriales y de divisas igual requieren de una mirada seria y equilibrada, para que el salario honrado cumpla su función y sirva de resorte para borrar malos vicios y sentir más apego por lo que se realiza.

Los precios son una papa caliente, pero no hay de otra que buscarle la vuelta y ponerlos en su justo lugar con inteligencia, quizás alguna cura un poco fuerte y lo más rápido que sea posible.  Comparto lo que dice mi colega István, no solo es voluntad y buenos deseos, sino ver la realidad y asumirla para que el beneficio que merece y espera el pueblo no dure lo que un merengue en la puerta del colegio.