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Calentamiento global: ¿Un hipo natural o culpa humana?

Calentamiento global: ¿Un hipo natural o culpa humana?

 

Por Graciela Guerrero Garay

Para Adela Gómez no hay mejor termómetro para los cambios climáticos que sus propios huesos. Si en esta oriental provincia cubana algún nubarrón adorna el cielo, las más de las veces despejado y cómplice de la violencia del sol, ella hace público el vaticinio: hoy caerá tremendo palo de agua. Ya mis rodillas andan revueltas.

No es la única anciana por estas tierras del bucólico poeta Juan Cristóbal Nápoles Fajardo que anuncia el estado del tiempo, al estilo de los más expertos. Muchas y muchos, todos afectados por artritis y el golpe de los años, cometan dentro y fuera de casa lo que estiman vendrá en pocas horas, sea frío o lluvia. Y del calor ni hablar. También son los primeros en sentir las sofocaciones y alteraciones del sueño.

A pesar de que no siempre los pronósticos de los abuelitos dan en el clavo, innegable resulta la influencia de los cambios climáticos sobre la salud humana, hecho tan avalado por la ciencia como los estudios  meteorológicos que clasificaron al 2013 como el sexto año más cálido de la tierra. O la determinación de que la primera década del siglo XXI fue la más caliente desde 1850.

Pero la evidencia del calentamiento global no es privativa del año pasado,  aún cuando tales conclusiones se diagnostican por primera vez  “desde que empezaron los registros históricos de la temperatura en nuestro planeta”, según dijo en su espacio Crónicas del Tiempo el experto José Rubiera, Doctor en Ciencias Meteorológicas y Director del Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología de Cuba.

Más adelante, en el mismo artículo, Rubiera ratifica que una vez acopiados todos los datos de múltiples fuentes mundiales, enero del 2014 resultó ser el cuarto enero más cálido en el mundo desde 1880. El puntillazo de esta realidad puede estar en que, de los 14 años más tórridos, trece ocurrieron en el presente siglo XXI.

Los complementos de lo que parece ser un hecho irreversible pueden ser la sucesión de fenómenos contrastantes, entre los cuales destacan los récords de calor en áreas de Groenlandia, Brasil y el centro y sur de África, contra los fríos muy intensos – más que el promedio histórico – en el este de los Estados Unidos y en el norte de Siberia.

Otras señales que testifican que la tendencia al calentamiento global sigue intacta, son el hielo sobre los mares árticos y la elevada temperatura superficial del agua en el hemisferio sur, en tanto en su igual del norte, este enero último fue el mes que ocupa el décimo lugar respecto a la menor cubierta de nieve en los últimos 48 años, argumenta Rubiera en el sitio digital Cubadebate.

En fin, que varias partes del mundo vieron  lo que algunos tuneros bautizan como vaivén del tiempo y lo ilustran, en lo personal, según las patologías que les agudiza, fundamentalmente las reumáticas y las respiratorias. El calentamiento global es un hipo persistente que muerde la piel del planeta, mata personas, destruye patrimonios, afecta la economía y deja muy peligrosas señales de alerta.

Para este marzo que transcurre – argumenta el experto cubano- pueden llegar evidencias de cosas muy interesantes. Solo queda tener a mano la información registrada y acuñar las novedades o certezas. Al menos, Rubiera ya casi dio por sentado que desde febrero los modelos de pronósticos y las indicaciones atmosféricas apuntan a un posible fenómeno “El Niño”, en la zona central del océano Pacífico Oriental, en esta primavera y el verano próximo.

La culpa humana pesa bastante en el furioso descontrol de la naturaleza. Algunos terrícolas como la vieja Adela plantan árboles en sus patios. Otros defienden la pureza de la selva y sus especies. Sin embargo, al parecer los más no meditan cuando tiran en el monte una colilla de cigarros, desbrozan bosques para montar suculentas industrias o contaminan las aguas.

Quizás a esta altura del siglo XXI ni sepan que la tierra es un ser vivo y se ama así misma, por eso gira y gira con bríos sobre su eje para quitarse las malas energías que le incrustan los humanos. Ojalá, su lenta y progresiva venganza no se lleve el bostezo de la luna donde mi nieta adormece a su muñeca. Ojalá. 

 

 

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