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La luz de la muerte… ¡Cuidado!

La luz de la muerte… ¡Cuidado!

 

 

Por Graciela Guerrero Garay       Fotos: Internet y Alexey Moreno

Las Tunas.- Aunque las tormentas eléctricas que estremecen las tardes de este verano cesan un poco, esos fenómenos dejan huellas dolorosas y luto en las familias. Cifras difundidas recientemente por especialistas del Instituto de Geofísica y Astronomía (IGA) señalan que cada año un promedio de 65 cubanos pierde la vida a causa de los rayos, un asunto del que todavía no existe una percepción real de riesgo, fundamentalmente entre los bañistas o en quienes son sorprendidos por truenos y relámpagos a cielo abierto.

Es la primera causa de muerte ocasionada por eventos naturales en el país, donde en el período de 1979 al 2013 fallecieron fulguradas unas mil 682 personas. El doctor José Rubiera, prestigioso investigador y popular meteorólogo cubano, señala que aproximadamente en cuatro segundos caen el mundo 176 rayos producidos en alrededor de dos mil tormentas eléctricas. Según estudios de los satélites de la NASA de los Estados Unidos ocurren 44 cada segundo y casi cuatro millones por día, de los cuales el 78 por ciento suceden en latitudes tropicales.

Para Rubiera es un fenómeno muy serio, frecuente y de grandes implicaciones, con miles de millones de watts de energía, cuya chispa se propaga a la increíble velocidad de 200 mil kilómetros por hora. Si pudiera emplearse en la práctica esa energía, una sola tormenta ofrecería electricidad por bastante tiempo a las mayores ciudades del planeta, indica el especialista, luego de apuntar que aunque no es frecuente, la poderosa luz viaja horizontal hasta una distancia entre  los 25 a 30 kilómetros de donde se originó.

Al respecto alerta del caso de una chica que murió bajo esas circunstancias, mientras caminaba tranquila por una acera. Y advierte que muchas personas actúan, sin saberlo, de manera descuidada en presencia de un suceso eléctrico cercano, por lo que ocurren muertes que pueden evitarse.

BUSCANDO POR EL CENTRO PROVINCIAL DE METEOROLOGIA

El Máster en Ciencias Alexey Moreno Borges, subdirector técnico del Centro provincial de Meteorología, señaló que alrededor de 5 a 7 personas fallecen todos los años en Las Tunas por las descargas eléctricas, según un estudio realizado por esa institución desde 1972 hasta el 2006, y después actualizado en el 2015. La investigación corroboró que es una de las provincias con mayor índice de afectados por dicho fenómeno.

Anualmente se analizan minuciosamente estas estadísticas y es importante que la población conozca que todos los meses pueden suceder, por estar asociados a frente fríos, ondas tropicales, bajas extratropicales y al fuerte calentamiento diurno que es el más frecuente en cuanto a cantidad e intensidad de la tormenta eléctrica, es decir entre abril y octubre es donde principalmente ocurren con mayor fuerza, y son las que provocan la fulguración o muerte, enfatizó.

Puntualizó además Alexey que el estudio creó el mito de que los hombres son víctima de los rayos por encima de las mujeres, así como que en las zonas rurales se reportan las cifras más altas de fulgurados, cuyas edades oscilan desde los 13 a los 35 años.

PRECAUCIÓN NECESARIA

El divertimento tiende a “divorciar” un binomio imprescindible para que el verano sea una etapa liberada de angustias y contratiempos: responsabilidad contra peligro, sean potenciales o no. No solo llaman a la cordura las alertas sanitarias, los agentes del orden y el cumplimiento de reglas, normas o disciplinas acordes a los lugares elegidos para descansar. Los eventos naturales también tienen altos riesgos. Las tormentas eléctricas son la evidencia neta.

Los especialistas del IGA recomiendan a la población que ante la proximidad de un suceso de ese tipo deben de inmediato buscar un lugar seguro. Significa eso alejarse de espacios abiertos, actividades laborables y deportivas, piscinas, playas, botes, ríos, duchas o cualquier estante con agua.

En caso de estar inevitablemente a la intemperie y ser sorprendidos por una tormenta, la conducta correcta es unir los pies y mantenerse lo más bajo posible. Si va en un vehículo, cerrar las ventanillas y no tocar las partes metálicas, lo mismo que bajo estructuras cerradas. Alejarse de puertas, ventanas, cañerías, grifos, tomacorrientes y equipos eléctricos son también precauciones necesarias.

Una advertencia especial les hacen a quienes piensan que estar bajo los árboles los salva del impacto. Todo lo contrario. Volar un papalote puede ser fatal, así como desconectar las antenas de la televisión mientras relampaguea, recalcan los investigadores.

APUNTES PARA PENSAR

A pesar de que en invierno también los relámpagos y truenos ponen feos el cielo, son los meses de junio a noviembre (– similar a la temporada ciclónica-) en los que acontecen las tormentas eléctricas con mayor sistematicidad, hecho que hace más vulnerable a un mayor número de personas, entre ellos niños y jóvenes por tener un mínimo sentido del peligro y coincidir con los meses de vacaciones masivas.

El doctor Rubiera, por ejemplo, no esconde en declaraciones a medios de prensa que ve, con gran preocupación, que los muchachos no salen de la playa ante la cercanía de una tormenta, incluso cuando llueve. Lo mismo pasa con los juegos de pelota y fútbol en la calle. Al respecto, enfatiza que son actividades que hay que suspender de inmediato. Incuestionablemente debe desempeñar su roll la responsabilidad tutorial, los salvavidas y los sujetos encargados del orden público.

Rubiera puntualiza que los rayos caen en el punto más alto y, de estar el individuo en un sitio descampado, sea un balneario o el suelo, es el blanco idóneo. Por ello aconseja – orienta- que se vaya a un lugar seguro bajo techo. No una tienda de campaña ni nada improvisado,  sino un edificio sólido o una casa. Sobre los vehículos refiere que son seguros, siempre y cuando no saquen un brazo o una pierna al exterior y las ventanas y puertas estén cerradas.

Casi a punto de acabar el verano, pudiera creerse que termina el acoso de peligro que engendran las tormentas eléctricas y la lluvia. Pues no, este fenómeno natural puede llamar la muerte si no tenemos consciencia de que somos responsables, en cualquier época, de nuestras vidas. Solo basta combinar las condiciones atmosféricas adecuadas con una actitud negligente, como señala Manuel Antonio Iturralde, presidente de la Sociedad Cubana de Geología y ratifica el Máster Alexey Moreno Borges.

Según las estadísticas, por dicha causa mueren en el mundo entre seis mil y 24 mil personas y es hoy un problema global. Cuba, por su parte, califica como uno de los países más afectados en el planeta por la enorme actividad eléctrica generada por las tempestades, las cuales se agudizan en los meses estivales por el elevado calentamiento del aire al entrar en contacto con la superficie.

No monte a caballo, jamás se le ocurra protegerse bajo un árbol – los pinos parecen ser favoritos de estas mortales descargas-, aléjese de los conductores eléctricos, desconecte todos los equipos y nunca crea que es un pararrayos. Los ocho millones de relámpagos que caen diariamente en la tierra son capaces de liberar una energía comparada con dos millones de toneladas de dinamita, según fuentes bien acreditadas.

Hay historias como las del campesino portopadrense Jorge Márquez, el famoso Hombre Pararrayos,  que ha sobrevivido al impacto de más de cinco eventos de este tipo, pero al decir del doctor Rubiera resulta extremadamente difícil creerlo y quienes corren esa suerte pueden darse en el pecho, pues “en los casos de impacto directo hablamos de temperaturas de  6 000 grados Celsius, y en todo caso hay miles de voltios de diferencia de potencial. Eso no hay cuerpo que lo resista”, afirma.

Usted no juegue con su vida ni exponga a la familia, por si acaso. Cuidado, hay tormenta en el ambiente. La chispa directa de un rayo es fulminante y mata.

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