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¡Qué cardiacos… perdón, qué pelotaaaaaaaa!

¡Qué cardiacos… perdón, qué pelotaaaaaaaa!

 

 Este será siempre uno de los grandes de la pelota en Las Tunas: Urrutia.

Por Graciela Guerrero Garay

Estaba en el octavo inning cuando empecé a escribir estas líneas sobre el último desafío entre los equipos de Las Tunas y Santiago de Cuba. Reitero, no soy comentarista deportiva, pero casi tengo que llamar al SIUM (servicio de urgencia médica) para que diera primeros auxilios a los aficionados del barrio. Había que ver la gritería que se armaba a la derecha y a la izquierda, arriba y abajo, en mi propia casa, cuando los leñadores hacían una carrera y dejaban atrás el marcador de los rojos del indómito “Chago”.

¡¡¡¡Y se acabó el juego!!!! 13 por 7…así de bonito y para memoria ese jonrón de Alexander Guerrero que elevó el marcador y despertó a los leñadores hasta que acabaron con el avispero. Bueno, era hora, como dijo dando brincos de euforia Michel, mi vecino, “pues Santiago nos estaba llevando a la pared”. Limpiaron la casa – opinaba Leydis, una muchacha que  renuncia ver la novela por seguir a su equipo.

Tampoco quiera saber usted la que se arma sobre las 9 y 15 de la noche. A esa hora desean clonar el televisor o el mando de control se convierte en otra pelota más en el cuadrilátero de la sala. Las mujeres, aunque sean “peloteras”, quieren cambiar el canal para ver la telenovela, sea la cubana o la brasileña – como popularmente identifican aquí estos espacios televisivos- y los hombres a “guapear” la serie beisbolera, que este año, en el caso del equipo de Las Tunas, nadie se puede quejar, pues los bautizados “Leñadores”, aún con la mala racha de los últimos juegos, nadie puede quitarles el mérito de haber jugado con todo.

La pasión por el beisbol en Cuba es como el arraigo de la Guantanamera o el son, como el lechón asado o la yuca con mojo. Es algo que viene desde que se nace, que se juega en la calle por los niños, en los solares yermos, en todas las áreas deportivas... lo mismo con una pelota de trapo fabricada por los muchachos, que con un pomo plástico y un bate inventado de cualquier tabla, que con los auténticos implementos deportivos.

Es eso… infartante para los fanáticos, miel y vinagre para los adeptos y motivadora emoción para los que ni aficionados se les puede llamar pero, aún con todo, decir comenzó la pelota y estar el tema, el debate, el contrapunteo y la bola rodando de casa en casa, de pueblo en pueblo…por la mañana, por la tarde y por la noche, es hecho cierto.

Con estos truenos, si Las Tunas es campeón creo que más que fiesta, habrá delirio por las cuatro esquinas.  Vamos a ver que pasa con Ciego de Ávila. “Nada, que le ganamos también, ya verás, como dice ahora mismo mi vecino Michel, y ponlo ahí, para que se de”. Saque sus conclusiones, casi son las 12 de la noche y nadie va a la cama mirando la pelota y saboreando bien rico, la excelente picada que le han dado a las avispas. Un leñazo, eso, un buen leñazo.

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