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Entre cubanos|

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Con corazón de ave Fénix, piedra sobre piedra

Por Graciela Guerrero Garay

La propaganda enemiga sigue tomándose su propia sopa amarga. Les falló el pronóstico de una manifestación en La Habana. La aparente “neutral” revista digital Cubaencuentro.com difunde entrevistas a personalidades, con el único objetivo que confiesen su opinión sobre el tema que les desborda el ombligo: si Cuba se cae o no. Por ahí ruedan todas las preguntas.

Nada de sondear el mañoso proceso contra Luis Posada Carriles. O cuándo los ricos dejarán de jugar con la vida del planeta haciendo biocombustibles o encareciendo cada día el precio de los alimentos. Poco importan los conflictos bélicos, el desequilibrio ambiental, la cadena de desempleados, la crisis económica. El meollo es el proyecto socialista cubano y pintar con labial de tercera, cada vez más, los cambios en la Isla y vaticinar el debacle social.

Es hasta irónicamente risible de lo que se arreguindan estos medios contrarrevolucionarios. Buscan maximizar lo que un grupo de cubanos enrancia con su disidencia y, otros, en beneficio propio a cualquier precio. Porque de ambas clases hay, pero no es la mayoría. Esto debe quedar claro. La mayoría debate, ahora con más fuerza que nunca por la firme determinación de acabar de una vez con nuestras ineficiencias, los problemas cotidianos y asumen la realidad con esperanza y perspectivas, conscientes de que en la unidad de acción y dignidad nacional está el mejoramiento social que queremos y necesitamos.

Claro, en medio siglo de Revolución, con gratuidades y programas que acabaron la miseria perentoria y arreglados a país subdesarrollado y burdamente bloqueado por los Estados Unidos,  el período especial, surgido con la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), pesó y pesará todavía sobre el pensar del ciudadano promedio y hay cuestionamientos que, entre nosotros mismos, necesitan de aclaraciones, análisis, puntos de vistas y hasta armonía de convergencia pues, de oídas y con un tantico de inconsciencia, pueden ser mal interpretados y manipulados, haciendo creer que existe un caos.

Cuando liberaron el jabón de lavar y de baño y lo pusieron en la red de Comercio, la reacción de muchos, por ejemplo, fue encontrarlo caro a cinco y seis pesos. Escuché, entonces, opiniones tan descabelladas como que debían venderlo a peso. Es cierto, si uno tira ingresos contra gastos, sin lujo alguno y priorizando necesidades básicas, para la mayoría de las familias trabajadoras el salario no alcanza ni poniendo a 100 céntimos los productos, pues la comida diaria se lleva la entrada promedio de cualquier hogar. Es una realidad, pero acá se come todos los días. Malo, bueno o regular se pone un plato a la mesa.

Perogrullada que no es un milagro. Todavía existe la canasta básica y se han puesto precios topados a muchos productos. E, incluso, si tiras los precios del mercado internacional contra lo que cuesta importar todo lo que consumimos – y acá hay tendencia a la gula – es injusto decir que los precios están altos. La complicación se arma cuando enfrentas gasto contra ingreso, de ahí que se exija y se lleven los caminos a elevar la producción y la productividad para incrementar los salarios y pagar lo que realmente se trabaja.

La poca liquidez no puede cegarnos ni llevar a que pongamos, voz en cuello, determinados criterios que tergiversan las esencias que se defienden en este proceso de cambios y adecuaciones de la economía y la sociedad. Y más cuando el precio de los alimentos se dispara como una tiradera en el mercado internacional y los países, como el nuestro, están más que cerrados  ante una competencia desigual y discriminatoria.

Empero, si  se ponen los ojos sobre el jabón, a ese monto actual, se puede adquirir uno más de baño con la misma cantidad que invertiríamos si lo compramos en la red de tiendas en divisas, única oferta que nos queda como opción. Hablo de la pastilla más barata, que cuesta 0,25 centavos CUC. En el caso del de lavar, el menos costoso en moneda convertible vale 0,45 centavos, por lo que con un dólar solamente podríamos llevarnos 2, y 10 centavos de vuelto. En tanto con esa “platica” en pesos nacionales, compramos cuatro y nos queda un peso en la cartera.

Si sacamos la cuenta, vemos la ventaja. Si lo miramos desde la libreta de productos alimenticios, no. Al valorarlo desde la frecuencia de distribución, entonces nos percatamos que ahora la disponibilidad en los establecimientos es mucho más estable y podemos optar, según la economía doméstica, por dos fuentes de abastecimiento permanentes. Antes de la liberación del producto, era asunto de cara o cara: si no venía por la cuota, a las shopping obligatoriamente.

Hay que tener cuidado con las “defensas” que hacemos. No estamos para atacar lo que, a largo y mediano plazos, nos abrirá el horizonte. No olvidemos que, muchas veces, para ganar, hay que perder. El Estado mientras pudo nos facilitó las cosas. Recuerdo aquellos paquetes de arroz, que por los 80, se vendían en los llamados mercados paralelos, eran 2,5 kilogramos a 7,50 pesos. Mas, existía un CAME y una Unión Soviética con un intercambio comercial factible y, aunque los salarios eran mucho más exiguos (un recién graduado universitario ganaba  $ 198.00) alcanzaban hasta para pasear, como dice mi vecino. De la globalización y el cambio del mundo no podemos evadirnos. Otra verdad sin pelos.

Con la venta liberada, de forma experimental, del azúcar blanca y parda – a 8 y 6 pesos, respectivamente – y el arroz importado a $ 5.00 la libra, se pone al Estado otra vez en la palestra del juicio y se critica a la ligera tal medida económica. Hoy, al analizar en crudo la situación que hay en el mundo con la producción y precios de los alimentos, las balanzas globales del mercado, el endeudamiento de los países pobres y el cambio climático, comer es un lujo. Triste y sangrante realidad, pero objetiva al fin. 

Es menester razonar con los pies en la tierra y calar en el futuro. Los cubanos no estamos confundidos. La mayoría sabe y valora sus conquistas y conoce el precio que ha de pagar por lo contrario. La Habana y el país entero estuvieron tranquilos el 21 de febrero. Es cierto que no se oye a voz en cuello “vamos a trabajar mejor, para producir más y obligar a que bajen los precios. Ayudemos a la nación que nos necesita”, como debiera ser, sin consignismo. Pero cada día todo el mundo va a sus puestos y, con queja y sin queja, amamos la  vida, la Patria y nos reímos con un disfrute tal que la felicidad campea por las cuatro esquinas.

Somos un remolino de firmeza con corazón de ave fénix, sin miedo a levantar tal como sea, piedra sobre piedra. Esos son los amores que bañan de punta a punta a esta Isla: CUBA.

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