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Premio Nobel de la PAZ

Premio Nobel de la PAZ

 ¿Cambiar de táctica o estrategia?

Por Graciela Guerrero Garay        Foto: Tomada de la Red

Más que sorpresa, muchos se indignan. Por mi parte, al oír la noticia, solté un sarcasmo, pero al instante me puse a pensar. Ahora acabo de releer las Reflexiones del Comandante Fidel Castro y, le aplaudo una vez más. Evo Morales, el Presidente de Bolivia, también merece un Nobel de la Paz.

 

Si aquello de “vamos a entrarle por atrás, para que lo de alante se mueva” todavía funciona, yo confío en que el parlamento sueco haya notado también que Evo y muchos más revolucionarios en este mundo merecen el Premio.

 

Mucho se ha dicho ya con cuestionamientos muy argumentados, responsables y veraces sobre el Nobel de la Paz a Barack Obama, presidente de los Estados Unidos. Quienes abogamos por un mundo mejor, por el fin del imperio brutal que tanta pobreza y muerte trajo y trae a esta humanidad, no puede compartirlo ni verlo como un acto soberano y un galardón respetable. Sencillamente, porque todos los caminos llevan a la Casa Blanca cuando se cuentan las gotas de sangre del Tercer Mundo. Y el otro mundo.

 

Sin embargo, si en realidad Obama es lo que ha dejado entrever en su campaña y con algunas acciones concretas ya en el poder, aunque no “enderecen” las malignas y jorobadas líneas que han marcado sus antecesores y que la realidad se trague el empeño, debe ahora sentirse acorralado en su propia trampa, si la es y si la tejió para embrujarnos a todos, acusados y acusadores.

 

Me quedo con la frase citada por Fidel y dicha por el cineasta Michael Moore: “Felicitaciones, presidente Obama por el Premio Nobel de la Paz, ahora por favor, gáneselo”. Y si es tan inteligente como ha demostrado, si en verdad y muy conscientemente quiere dignificar su raza y limpiar su nación - como hombre honesto y comprometido con el cargo que el pueblo le otorgó -, de algunas de las manchas más horribles que condenan la historia de los Estados Unidos de América, intentará ganárselo. No le queda otro remedio.

 

¡¿Cómo?! La respuesta de los mil pesos, no la pregunta. Pero si no lo intenta al menos, como mismo hoy pasa a la lista de los que presumiblemente han sido seres de bien en esta tierra, la historia lo recogerá dentro de algo como el más hipócrita, oportunista y desleal mandatario de los Estados Unidos. Negaría todo cuanto dice ser. Borraría ese orgullo que siente su familia y que él ha puesto como paladín en la búsqueda de una nueva justicia americana.

 

De buitres está rodeado. Su poder es relativo, pues el sistema se encargó de amordazar una verdadera era de cambios en su país, como si contara, desde los tiempos de las 13 colonias, con que un día naciera y mandara un Obama, alguien  amante de la paz y dispuesto a terminar la guerra, con cierta vergüenza que se avergonzara de los crímenes y el desalojo impuesto por el imperialismo en el mundo.

 

 

Luego de mi sarcasmo ante la evidencia pensé. No vamos a hacer leña del árbol caído. Con dos dedos de frente, todos sabemos que es muy difícil para Obama cambiar la historia, las leyes y todo lo que hoy señala a la política de su nación como la más belicista y terrorista del planeta.

 

Su mandato es corto aún. No podemos decir que sus primeras señales sean malas, al menos en su “tin marín, de dos pingüé…”  aflora una estrategia positiva, como concepto. Sus promesas están ahí...millones la siguen, miden la táctica y sopesan las consecuencias.

 

Los suecos han metido en camisas de once varas a Barack Obama. Le quisieron dar luz en un túnel sin bombillas ni conexiones eléctricas. A él le toca ponérselo todo sino quiere que un día cercano esa imagen de hombre alegre, optimista, confiado, inteligente, bonachón y americano – no golfi, no clon, no high life, no CIA, no SPAM – pase a los records Güines como la caricatura negra más satánica del mundo y del año 2009 después de Cristo.

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