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El Comandante de La Lupe

El Comandante de La Lupe

Siempre aquí, porque está entre los que suman

Por Graciela Guerrero Garay          

LAS TUNAS, CUBA (13 de septiembre) – Esa bruja que se llama muerte volvió con otra escaramuza. Dada a sorprendernos, pensó quizás que esta vez que el luto y el dolor podían llevarse la memoria. O eclipsar la luz que acompañará infinitamente su presencia. No podrá tampoco convertir al hombre en mito. No la dejaremos.

 

La noticia, es cierto, se tragó las risas de este sábado 12 de septiembre. Hay verdades que no respetan la voluntad ni el deseo de la gente buena. Al final, también es real, la inmortalidad no se diseñó para los seres vivos, pero alguien quiso que la eternidad no entrara al juego y el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, como La Lupe que nos regaló para siempre, esté aquí porque vivió entre y por los que suman.

 

Toda Cuba tiene y tendrá sus huellas. La Sierra Maestra le llora hoy pero, mañana, le parirán flores y palmas nuevas cuando las brisas traigan de vuelta el recuerdo de sus noches de soldado, de revolucionario, de combatiente. La bruja nunca podrá borrarlas. Su poder maléfico no llega allí. El Comandante Almeida hace tiempo es un héroe, esencia y convite de escuelas, hospitales, campos y ciudades. Es Revolución.

 

Su obra, muchas veces silenciosa por la magnitud de su hermosura, quedó para ser contada por los pueblos. Nadie podrá negar su fidelidad a Fidel y Raúl Castro. El irreversible apoyo a su Partido, a las ideas que lo llevaron a ser uno de los asaltantes al Cuartel Moncada, regresar desde México como expedicionario del yate Granma y convertir la construcción de la Patria nueva, después de 1959, en su misión humana y revolucionaria.

 

El Comandante de La Lupe sigue aquí. Está más allá de la muerte. Brillará entre los fundadores del Partido Comunista de Cuba y del Buró Político. Sus libros nos hablarán para los siglos de un ser humano que empezó muy pronto a desafiar la vida y la lucha por su raza. A los 11 años comenzó a trabajar como albañil y fue lo  que nunca cambiará en los estatutos de un hombre honesto, trabajador, valiente, humano: su vergüenza de clase, su sentir sencillo, su dimensión de principios.

 

Los cubanos, los revolucionarios, el mundo, han perdido un Comandante ejemplo. La bruja jugó su nefasta partida. Es inevitable. Se llevó su cuerpo, pero jamás podrá escondernos su memoria. Vivirá en sus más de 300 composiciones musicales por los siglos de los siglos. En la historia de su Cuba querida quedan sus acciones, su trabajo, su dedicación. El Buró Político contará siempre con la omnipresencia de un militante solidario…

 

Almeida no se fue. Eso no está escrito para los grandes. Siempre será un destacado Vicepresidente del Consejo de Estado, el jefe del Tercer Pelotón de los expedicionarios del Granma. Siempre será un buen cubano, un gran compañero de lucha, un hombre de sacrificios, camarada y comunista.

 

Este gran homenaje póstumo que los cubanos les dedicamos este domingo 13 de septiembre no es oficioso ni aparente. Los seres humanos que traen luz propia y la comparten, la reparten, se la quitan para multiplicarla en los demás hasta con el simple gesto de un apretón de manos, ganan esto: la eternidad en el corazón de los millones que le conocieron y de cuanto hombre, mujer y niños que supieron de su andar fértil y agradecido por la tierra.

 

El Comandante de La Lupe, este Comandante Juan Almeida Bosque, es el Comandante de la Revolución, es Cuba, su Socialismo, su memoria histórica, su arraigo cultural, su poesía… Por eso será nuestro, de esa eternidad que esa bruja llamada muerte jamás podrá arrebatarnos.

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