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VII Congreso de la UNEAC

 Para corazones puros

 Por Graciela Guerrero Garay

Hablar de las obras magnánimas, para mí, siempre ha sido un reto. Nunca encuentro las palabras exactas en los diccionarios. Este VII Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) es revolución. Pero no esa que los descreídos, demagogos y apocalípticos de este mundo fumigan con la mala saliva y las bilis demoníacas que llevan en su ADN, a fuerza de no poder desmoralizarlas con el ejemplo y la virtud que debe llevar un hombre.Es revolución porque es amor, compromiso, voluntad, confianza, esfuerzo, análisis, honestidad, principio, decoro, sabiduría, talento, futuro, seguridad, reflexión, grandeza. Es revolución porque es ideal, lucha, fe, garantía, humildad. Y no para nadie, sino para todos.Repetir opiniones de nuestros grandes y legítimos artistas y creadores es redundar en lo que se ha publicado, sin tapiz ni cortapisas, por todos los medios de comunicación nacionales y locales de la Isla y difundido, con las buenas y las malas intenciones que ya no asustan a ningún cubano, por casi todos los medios internacionales. El buscador en español Google lo mantuvo y mantiene en punta de sus inicios, el primero de abril.Voy a detenerme en las lecturas entrelíneas. Esas que tratan de confundir a claros y pre-claros y darle más ceguera a los ciegos de nacimiento. Pobres los que ven divisiones o telones escondidos, porque el debate puso puntos a las íes, abarcó una pormenorizada y cualitativa tormenta de ideas, criticó, aportó soluciones, pasó revista a una década, trajo el presente y dibujó el futuro.Miopes los que creen que lo cubanos no tenemos coraje para reconocer, componer, evaluar y reconstruir. Medio siglo con amenazas, bloqueo, ciclones, carencias, ataques biológicos y belicistas también dicen más de una palabra, sobre todo porque mi Patria es un país subdesarrollado y está en la geografía de los llamados Tercer Mundo.Así, con todo, no es la misma en nada que la del 59, del 60, del 80 y del 90. Ahora que multiplicamos los índices de población, que incluso somos demográficamente una sociedad con tendencia al envejecimiento, seguimos sin analfabetos, mantenemos la salud gratis, hay acceso libre y sin costo a las universidades (hasta para el adulto mayor) y todos, exactamente todos, recibimos una cuota mínima que garantiza una bola fresca de pan diaria. Una sola, pero, ¿dónde más sucede esto?Y este milagro, real y maravilloso como dijo Alejo Carpentier, es justa y meridianamente, lo que defendieron nuestros artistas en su Congreso. Fue poner el verbo martiano a la mesa de su obra, recordar sin decir, lo que el Apóstol enseñó…” Criticar no es morder, ni tenacear, ni clavar en la áspera picota, no es consagrarse impíamente a escudriñar con miradas avaras en la obra bella los lunares y manchas que afean; es señalar con noble intento el lunar negro, y desvanecer con mano piadosa la sombra que oscurece la obra bella. Criticar es amar…”Pueriles los que escuchen o lean los acervos al revés. Hace tiempo que somos todos para el bien de todos, desde la diversidad y la mayoría. Y con esta inmensidad de voces fortalecidas, militantes, consagradas, vamos hacia el perfeccionamiento, porque no somos perfectos, mas, sin aspirar a la utopía de la perfección, podemos ser mejores, enmendar equívocos, reconsiderar hechos y hacer cada día una nación más plena y más digna de nuestro propio coraje.Razones, motivaciones y sentimientos sobran. Los conceptos tienen la transparencia de las aguas limpias. Este debate de la UNEAC es la prolongación de esa cubanía que vive y se perpetúa en cada amanecer criollo, atípico, con sabor a indio, congo y carabalí.Nicolás Guillén lo dijo para todos los tiempos…tengo lo que tenía que tener… Eusebio Leal lo confirmó con su magistral prosa…Una reunión como esta de hoy no podría celebrarse en ningún lugar del mundo, porque no existe aquel donde los intelectuales, los escritores, los artistas… se puedan reunir y que sus ideas no ya cuestionen, sino que influyan y hasta determinen en la vida de un Estado y de una nación.

Huelga el comentario. Solo los corazones puros están aptos para altas lecturas y sabios entendimientos. Ya se dijo la palabra, ahora viene la acción y en Cuba siempre amanece temprano y las noches están llenas de estrellas anunciando el firmamento. Seguimos andando, conocemos el camino y las piedras. Y también, como escribió el cubanísimo Manuel Cofiño, vemos los pinos y el pinar, porque no hay pinar sin pinos.

       

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