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¡Oiga!, ni un guajiro más

¡Oiga!, ni un guajiro más

 

Por Graciela Guerrero Garay

Le costó trabajo confesarlo, pero en verdad nunca estuvo a gusto con saberse confinada a vivir en el “pueblito” de Amancio Rodríguez. Soñó siempre con una permuta, pero sus abuelos, que la criaron, estaban enraizados al lugar donde nacieron y a esa vida apacible, casi irreal, tan diferente en muchas cosas al trajín apurado de una ciudad.

Tampoco le caía como anillo al dedo que le dijeran guajira donde quiera que fuera, sobre todo si salía a vacacionar a La Habana a casa de la tía. Con ese sueño creció, estudio y comenzó a trabajar de oficinista en una dependencia del sector de Gastronomía. No estaba mal, aunque seguía oteando más allá del horizonte.

Para ella, como para cientos de tuneros, hoy residir en las cabeceras municipales es vivir en el campo. Sin embargo, los últimos datos del Censo de Población y Viviendas 2012 desmienten esta subjetiva apreciación: Amancio Rodríguez es una ciudad, tal como lo es Las Tunas –cabecera provincia de esta provincia de igual nombre-, al tener 20 mil o más habitantes, cifra que la categoriza como tal.

Hay diferencias, claro, y en algunos aspectos pueden ser notables, si se comparan. Pero, también, al margen de la cantidad de residentes, tampoco es desechable la influencia que ejerce – acumulativamente- el proceso de desarrollo y las abismales distancias encontradas entre el campo y la ciudad, al momento de triunfar la Revolución. No es lo mismo levantar sobre piedras, que sobre asfalto. Y más, en un territorio como el oriente cubano y el tunero, de manera especial.

Es otra perogrullada que, de tal suerte, Las Tunas clasifica entre los siete territorios de la Isla con mayor número de urbes, pues cinco de sus ocho municipios obtienen esta categoría, a partir del número de personas que las pueblan. En primer lugar está la capital, seguida de Puerto Padre, Amancio, Colombia y Jobabo. Y, justo en ellas, habita más del 50 por ciento de la población global de la provincia.

Para Enilda Jiménez la explicación es consistente. Mucho más, al saber que en Cuba Artemisa, Villa Clara y Holguín, con seis cada una,  son las únicas que superan los 20 mil habitantes, mientras Matanzas, Granma y Santiago de Cuba comparten, con cinco, el honor de los tuneros. Cubana, al fin, se pone la mano en la cintura y hace un gesto coquetón antes de decir, con el gracejo peculiar del oriental… “entonces, ¿ya no soy guajira?”.

Quizás sea una hipérbole regionalista, pero ciertamente ese epíteto dejó, hace bastante, de estar en los equilibradamente exactos para definir la fisonomía de los tuneros. Los aires modernos y el desarrollo social y económico alcanzados en más de 50 años de Revolución son innegables. Todavía hay trillos, bohíos y candiles por ciertos parajes, sin que puedan eclipsar el siglo de las luces que llegó para quedarse en el Balcón del Oriente de Cuba.

Ahora mismo nada es igual, sin ser perfecto.  Esa dialéctica de mover las fichas sobre los propios pasos marca la notable diferencia.  

MAS INFORMACION:

Amancio se fundó el 10 de Diciembre de 1902. El Batey, ubicado en el centro del Municipio Amancio, surge a partir de la construcción del central al formarse un conglomerado de edificaciones. Fue en 1900 cuando comenzaron a levantarse las casas de madera, en su mayoría forradas con yaguas y techos de guano. La calidad de vida en la comunidad es mejorada a partir del triunfo de la Revolución, el 1 de Enero de 1959.

Actualmente, sus avances en todos los sectores, entre los que destacan la Cultura, hablan de las transformaciones del municipio, cuya actividad económica fundamental  es la industria azucarera y el desarrollo agrícola. (Fuente EcuRed) 

 

 

 

 

 

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