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A las puertas del 14 de Febrero

A las puertas del 14 de Febrero

Pinceles para acuarelas modernas

Por Graciela Guerrero Garay  Fotos: De la Autora

No pasan ajenos para nadie, ni en el barrio ni en cualquier lugar que vayan. Siempre los ves juntos. Las más de las veces, él pisándole los talones a ella. En silencio, como meditativos,  a la misma hora y por los mismos caminos.

La ancianidad se les nota tan fresca como la cordialidad respetuosa y formal que los distingue.  No son únicos, seguro, pero destacan por esa armonía cómplice que irradian. Un aura vital como dirían los poetas extrasensoriales.

Cacha y Alfredo perdieron hace más de medio siglo sus propios apellidos. Todos les dicen así desde que, en la flor de la adolescencia, se miraron a los ojos en su Manzanillo natal.  Los dos lustros que viven en Las Tunas tampoco se los devolvieron. Siguen siendo aquellos muchachos enamorados de antaño,  inseparables, callados y elocuentes en su dimensión humana.  Cacha y Alfredo, también viceversa.

NO HAY UTOPÍAS. AMOR

Yo siempre he dicho – asegura con una sonrisa Caridad – que el gallo si no tiene contrario, no pelea. Para mí esa es la fórmula para un matrimonio. Vuelve a sonreír. Baja la mirada y un tenue rubor que no esconden las arrugas de su rostro, la llevan al pasado.

Señala un cuadro que hay en la pared. Así éramos, jovencitos cuando nos casamos. Enseguida nos casamos, dice. Y en la foto, tan antaña como los 51 años que llevan amándose, se percibe ese brillo que todavía no opacan la vejez ni los miles de momentos compartidos en las buenas y en las malas.

Alfredo no oculta la admiración por su mujer. Habla convencido de que si el almanaque girara a su favor, seguiría con ella y volvería a conquistarla como aquella vez. Le tendemos la trampa de “pintarle alguna dulce criollita de Wilson”, pero no cae. Convence con sus gestos y palabras firmes, pausadas, cariñosas…

“Si me volviera a casar, lo haría con ella… fíjate que tengo ya 51 años y he hecho una familia, con nietos y bisnietos…  con ella… no la cambiaria por nadie.

“Yo no resisto la vida de soltero… soy único hijo, y la conocí  jovencita...era bonita…y me quise casar rápido... ahora es más, porque mira la edad que tiene y se conserva…muy trabajadora, de toda la vida...yo siempre he trabajado también…al lado de ella...

“La honradez es lo que más me gusta de ella… es una mujer honrada… creo que nunca ha mirado a otro hombre, aunque tiene que tener amistades, no es para mi solo...

“El defecto… que mira para sus hijos mucho, y entonces yo me siento solo… yo los quiero a todos, pero los hijos no son ella, pero yo le echo de menos aunque esté con los muchachos… ahora estuvo fuera, y mis hijos todos estaban aquí y me lo daban todo, pero no es igual… el hombre es así, tiene sus cosas en la vida…a mí quien me gusta es ella, no los muchachos… yo me estaba muriendo cuando ahora se paso unos días fueras… es a ella a quien quiero tener, no los muchachos…”.

COSAS DE PASIONES

Cacha lo escucha callada, a veces sonríe con un mutis de sana complicidad en los ojos. Sabe de memoria al hombre que le ha dedicado más de medio siglo de su vida, le parió tres hembras y le armó el rompecabezas de una vida feliz.

“Lo que te dijo de los hijos, es que él tiene celos, pero las criamos bien y nos llevamos siempre bien… disfrutamos mucho cuando andamos solos… como el primer momento, todo lo hacemos juntos… me lleva del brazo todavía en la calle, en la playa… yo soy feliz con él, y con mis nietos…  son mi vida, mis hijos, mis nietos y él… quisiera tenerlos todos aquí, todos trabajan y estudian…

“Me queda mi madre también;  mi padre lo perdí, pero estuvo casada con él 66 años y mis hijas todas llevan más de 30 años de casadas… yo las crié como me criaron a mí… estoy orgullosa de eso… todos ellos nos dicen papá y mami… “.

SIN RECETAS, PERO VALE

“Si, se puede tener una familia… no es mentira, se puede mantener un amor de años… sobre todo respetarse… no llegar a creerse que porque uno está viejo te van a gobernar, compenetrarse… coger conciencia uno del otro… sin eso no se puede vivir, porque todo matrimonio tiene sus días… hay que sobrellevar, no imponerse, balancear las razones…”

Y esta verdad común que atesoran Cacha y Alfredo puede ser la fórmula mágica y perfecta para la perpetuidad de la pareja, desde la elección misma como testifican. Y con esta envidiable, sana y hermosa historia de amor les dejan el mensaje a los más jóvenes.

  y se miran, así, intensamente con esas miradas que inmortalizan desde las cuevas infinitas de los siglos los grandes amores de los amantes inmortales.

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